sábado, 27 de agosto de 2016

Elena Moncada 3

Testimonio de prostitución

Elena Moncada


16 de diciembre de 2013
“Me interesa que las chicas puedan pensarse”
Nació en Villa del Parque y vivió durante muchos años en Buenos Aires en situación de prostitución. Pudo salir y reconstruirse sobre las ruinas de lo que había sido su vida. Mañana presentará un libro en el que invita a pensar sobre las complejas y sutiles redes que mantienen a una chica parada en una esquina.



Foto: FLAVIO RAINA

Natalia Pandolfo
npandolfo@ellitoral.com

“Quiero que quede claro que la prostitución no es un trabajo”, dice apenas se sienta. Pone el libro sobre la mesa como escudo y muestra las cartas de entrada, como quien ya no quiere andar con vueltas. Tiene miedo del prejuicio ajeno, ése que sobrevuela las calles día y noche al parche del “están ahí porque quieren”.

Elena Moncada vivió en situación de prostitución durante 18 años. Tenía 23 cuando se enamoró y se fue a vivir a Buenos Aires, seducida por la posibilidad de un mundo de colores frente a la postal gris que le proponía cada mañana Villa del Parque.

No tiene padres: su mamá murió cuando ella tenía 8; respecto del papá no aparecen palabras. “Somos muchos hermanos, pero hay cuatro que estamos siempre juntos. A ellos les dolió mucho todo lo que me pasó, atravesamos un montón de crisis”, cuenta. Es mamá de cuatro hijos que hoy tienen entre 32 y 25 años. Ellos conocen su historia y hoy la acompañan.

“Yo era chica. Me enamoraron, me pintaron ese mundo y yo fui entrando sin darme cuenta. Imaginate que en un año me mudé 16 veces. El daño que les hice a mis hijos fue gravísimo. En el entorno, lo que yo escuchaba era ‘bueno, por lo menos va a hacer plata’ ”, cuenta.

Los chicos se criaron en Buenos Aires y se fueron volviendo a Santa Fe uno a uno, a medida que volaban las hojas del calendario. “Traté de educarlos lo mejor que pude; siempre intenté que se mantuvieran alejados de todo eso, pero no les oculté nada”, dice ella. Y reflexiona: “No es tan fácil poner la vida de una en las manos de la gente”.

—¿Cómo fue que decidiste dar este paso?
—Creo que ninguna de las mujeres que estuvimos en situación de prostitución quedamos bien después. Es muy difícil poder retomar una relación normal con las otras personas. Sé que tengo cabeza para pensar, para actuar, para seguir haciendo cosas, creando. Pero a mi cuerpo todavía no lo puedo encontrar. Es una parte que ha quedado muy golpeada.
Mientras estás adentro, todo está naturalizado. Entonces, la prostitución es algo más, un tipo es algo más. Y por la cabeza pasan: las zapatillas de los chicos, poder comprar tus cosas. Y la droga: poder comprarla para seguir viviendo.
La prostitución no es un trabajo. No se elige. Algunos dicen: ‘Vos podrías haber elegido otra cosa’. Yo no tenía estudios, estaba en el barrio, no tenía posibilidades. Era mi único horizonte. No quiero que me tengan lástima, no necesito la lástima de nadie. Sí me interesa que, antes de juzgar, las personas piensen que, de una u otra manera, por una u otra razón, nadie elige estar parada en una esquina. Para elegir hay que ser libre, y esas chicas no lo son. En ese momento sos vulnerable y no podés pensar. Y te graban en la cabeza que vos no sabés hacer más que eso.

—¿Hubo un “click” en la historia para poder salir de ese mundo, o se trató de un proceso?
Un día me encontré después de no sé si tres o cinco días -no recuerdo la totalidad- muy drogada, tirada en una esquina de Constitución (que era lo más peligroso que podía haber), con plata en los bolsillos. Tendría 36, 37 años, y ya me había pasado de todo. Pero ese día creo que de verdad me asusté. Fue como si me despertara y me pasara la vida entera por delante.

Un millón de años luz

Ése fue el fondo: desde allí, empezó a reconstruirse de a poco. Para levantarse se apoyó en bastones como la militancia en Ammar CTA, y luego en la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos.

Antes le habían pasado cosas, como recordar, un día cualquiera a sus 32 años, el abuso que había sufrido de chica. Más que recordarlo: comprender que esa experiencia que ella había vivido era abuso. “Yo me acordaba, pero para mí era algo natural. No lo había podido pensar como si no fuera algo normal. Esa persona me quería, me tenía cariño: era un familiar”, dice.
Y finalmente, el empujón definitivo: su hija le anunciaba que estaba embarazada. Elena sería abuela. Corría el 2005: era el momento de decir basta. En un seminario al que accedió a través de la Fundación Buenos Aires Sida, pudo vislumbrar un panorama distinto. “Fue muy fuerte, fue como empezar a despertar”, compara.

El parto demoró tres años. Dejar las drogas parecía una meta imposible, tanto como acostumbrarse a tener 50 pesos en el bolsillo en vez de 500. Finalmente, un día, Elena pasó de mirar cielos de semipisos a metros del Obelisco, a posar sus ojos nuevamente en la piecita, baño y comedor de Villa del Parque. El libro aborda los escalones que subió para llegar a ese piso. “Gané millones en tranquilidad”, afirma ella.

Hoy está al frente de la institución “Santa Fe en actividad por los derechos de las mujeres”, con sede en Juan Díaz de Solís 3865. Se recibió de manicura, hizo una diplomatura en Trata y dicta talleres de prevención en VIH.

También recorre las esquinas y les lleva preservativos a las chicas. “Me interesa que ellas se puedan pensar. Yo blanqueo mi situación de entrada, entonces ellas se sienten habilitadas para hablar conmigo de igual a igual. A veces me preguntan si convivo con el virus: no, pero me podría haber pasado. Por eso vivo esta etapa como un agradecimiento, porque después de todo lo que viví, podría haber terminado muy mal”.

Me verás volver

“Todavía no tengo 50 años y me parece que viví lo que podrían haber vivido cuatro personas juntas: las mudanzas, los cambios, los escondites, escaparse todo el tiempo”, dice Elena.

Antes de poner el punto final al libro, se pegó una última vuelta por Constitución. “Esto me va a derrumbar, o me va a dar más fuerza”, se dijo. Recorrió las antiguas esquinas como un turista que visita su propio pasado; vio a sus viejas compañeras abandonadas a su suerte, algunas junto a sus hijas.

Después de meses de grabaciones y tipeo, de lágrimas y agotamiento, de podar para que los textos no lastimaran, las historias llegaron al papel.

Luego vendría la etapa de pedir ayuda económica: caminar y golpear puertas. Con eso logró una primera tirada de 200 libros. Mañana a las 20, en El Solar de las Artes, 9 de Julio 2955, será la hora de la presentación: el último desafío. “Mi miedo es el debate. Hay palabras que me duelen. Sólo el que lo vivió sabe de qué se trata todo esto. Pero invito a la gente que vaya y escuche. Se trata de instalar el tema en Santa Fe, no desde el prejuicio sino desde la comprensión”, invita.

Escribirse

El libro fue realizado sobre la base de grabaciones de conversaciones que la autora mantuvo, entre 2010 y 2012, con integrantes de la Asociación Civil Canoa. Cecilia Rugna señala: “Elena nos introduce a un universo desconocido y paralelo de la prostitución. Paralelo porque esta ahí pero no lo vemos. Porque está de día y de noche, en los cuerpos de esas mujeres que esperan, es marginal y lleno de silencios. Elena se escribe, Elena se nombra. Pero este acto en nombre propio hace emerger también a otras. Las silenciadas por las secuelas de las mil y una caras de la violencia, las que están atrapadas, las que no pueden salirse, las que no tienen palabras. La valentía de Elena, de contar su historia para que otros puedan tener menos prejuicios, es grande porque al hablar en nombre propio nos exponemos a la mirada de los demás”.

"Una se para en una esquina y siente que tiene todo el poder. Nos dijeron tantas veces que somos las mejores, que sabemos cómo hacerlo, que es todo un trabajo darse cuenta de que en realidad nunca elegiste. Que te estuvieron violentando durante tanto tiempo. Por eso, para el libro, quise usar la expresión ‘Yo elijo contar mi historia’. Esta vez, sí elijo”.


Fuente:
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2013/12/16/escenariosysociedad/SOCI-06.html

Nota: la imagen es de la nota original





Elena Moncada 2

Elena Moncada - Testimonio de prostitución


Elena Moncada: “Se tiene que entender que la prostitución no es un trabajo”
13 Noviembre 2013

Elena Moncada, una santafesina que estuvo en situación de prostitución, escribió un libro sobre su experiencia. A poco de su presentación oficial, cuestiona los estereotipos y comparte su historia. “Con el libro me saqué una mochila de encima. Es sanador. Y ahora encuentro que lo que me pasó a mí, le pasó a miles. Hay muchas Elenas”, marcó.


Foto 1/1    Elena Moncada reflexionó sobre la naturalización de las situaciones de violencia contra las mujeres. EL NORTE


“Yo elijo contar mi historia porque me parece que prejuzgamos a las chicas. Quiero que cuando lean el libro puedan entender que no están eligiendo estar ahí. No quiero que la gente diga que son putas y les gusta la vida fácil. La gente tiene que entender que esas mujeres necesitan ayuda y que no lo eligen. Yo no lo elegí”. Elena Moncada estuvo muchos años en situación de prostitución y un día decidió cambiar su vida. Ahora, después de muchos años de trabajo cuenta cómo fue ese proceso, cómo terminó en las calles y por qué fue tan difícil dejarlo. Una historia honesta que busca desandar prejuicios y hablar de elecciones.

“Yo elijo contar mi historia” es el libro que escribió con la ayuda de integrantes de la ONG Canoa –como Javier Bonatti y Marcos Barberis– y con la de Cecilia Rugna. En él desanda su vida y reflexiona sobre la naturalización de las situaciones de violencia hacia las mujeres. Señaló que ella no eligió prostituirse sino que hubo diferentes situaciones que la condujeron en ese camino. También se refirió a los prejuicios que circulan sobre las mujeres que están en las calles.

Prevención
Hoy trabaja fuertemente en materia de prevención de VIH y en otras actividades a través de una ONG y cuenta cómo cambió su vida. “Yo no quise eso para mis hijas ni para ninguna persona que quiero”, aclaró y siguió: “A veces se cree que el único que piensa es el que te maneja y que vos sólo estás en la esquina pero esas mujeres tienen proyectos de vida. Sólo que no hay herramientas, más si te agarra un tipo que te amenaza con tus hijos o tu familia. El abanico de la prostitución es enorme y algunas no salen por los hijos, otras no salen porque lo han naturalizado”.
En cuanto a la decisión de escribir el libro, Elena Moncada señaló que no fue sencillo, aunque siempre había pensado en esa posibilidad. “A mí me parecía que a una persona no le podían pasar tantas cosas”, dijo y contó que a partir de ese ejercicio empezó a repensar las cosas que había vivido y cómo había naturalizado las situaciones de agresión. “Yo siento que con el libro me saqué una mochila de encima. Es sanador. Y ahora encuentro que lo que me pasó a mí le pasó a miles, hay muchas Elenas”, comentó al diario Uno. “Se tiene que entender que la prostitución no es un trabajo”, puntualizó.

Decisiones y opciones
Ella es santafesina pero durante muchos años estuvo viviendo en Buenos Aires, en situación de prostitución. Cuando decidió dejarlo tenía 38 años y volvió a Santa Fe para trabajar en materia de prevención de VIH y poder estar más con su familia.
¿Cómo empezó tu historia? “Yo había sido víctima de violencia por parte del papá de mis hijos y por eso había terminado la relación. Después pasé por el enamoramiento. Me fui de mi casa por un hombre que regenteaba mujeres. Tenía 23 años y cuatro hijos. Duré dos años con él y después me escapé. Luego encontré un fiolo que también me pegaba y entré al mundo de las drogas. A mí me hacían hacer plazas, que era ir a otra ciudad y “trabajar” dos semanas, pero cuando terminaba me encerraban. Fui víctima de trata, aunque en ese momento no me daba cuenta. También fui violada muchas veces cuando estuve en la calle. Hay muchas cosas que ahora me doy cuenta como que estuve con chicas secuestradas que me decían que les faltaban dos años y las liberaban. Yo no lo entendía en ese momento, tenía 23 años y estaba descubriendo el mundo”.

Naturalidad
Decís que naturalizaste muchas cosas, ¿qué era lo que veías como normal? “Naturalizás todo; que te vas con un fiolo y que la prostitución es normal, es un trabajo. Y ahí empecé a descubrir esa Elena que nunca quise ser. Para mí tener un fiolo era normal y pensaba que gracias a él conocía Buenos Aires y un montón de provincias a las que me llevaba. Hoy me doy cuenta de que nada de eso era natural, pero no tenía a nadie que me enseñe o que me lo diga. No tenía amigos ni me dejaban hablar con nadie”. “Yo pasé por muchos lugares –siguió–. Incluso llegué a regentear negocios. Hice todo lo que me hicieron a mí, sin darme cuenta. Es que llega un momento en el que te sentís importante porque cada cosa que va surgiendo te hace crecer en jerarquía. De todas maneras creo que no me porté mal porque muchas de esas chicas hoy son mis amigas y me buscan”.
¿Y tus hijos cómo lo tomaban? “Mis hijos se fueron a vivir con el papá. No los pude retener porque tenía fechas pautadas que formaban parte de lo que vivía y naturalizaba en ese momento. Mis hijos me pasaron factura mucho tiempo y obviamente me correspondía hacerme cargo de eso. Ellos sufrieron mucho en Buenos Aires y una de mis hijas me reprochó que yo había podido elegir y preferí quedarme allá. Pero nadie me había enseñado a ser mamá, ni lo había podido vivir. Pero cuando cumplí los 38 me pregunté qué quería hacer. Me desperté drogada y pensé dónde quería estar a mis 40. Me asustaba cómo podía terminar porque una no podía poner límites ni construir nada”.

Fuente

http://www.diarioelnorte.com.ar/nota32423_elena-moncada-%E2%80%9Cse-tiene-que-entender-que-la-prostitucion-no-es-un-trabajo%E2%80%9D.html

Nota: la imagen es del original



Elena Moncada 1

Testimonios de prostitución


ELENA MONCADA
Una incansable lucha por la dignidad de los cuerpos
by  on  




Ejerció el sexo por dinero durante 18 años. Hasta que logró cortar con ese dramático círculo vicioso. Hoy encabeza una agrupación que intenta salvar del yugo sexual a las mujeres que están en las esquinas.




“Yo, drogada, hice 63 pases en un mismo día. Es decir, estuve con 63 tipos distintos en 17 horas. Vivía drogada para anestesiarme, para adormecer el cuerpo y poder soportar”. Por el pasillo largo que lleva a una casa interna el olor a lavandina satura el olfato. Una cortinita rosada y después. Afuera, Villa del Parque, un barrio donde la modernidad jamás pasó, la pobreza quedó enquistada en las caras de los changarines y de los carreros.

“Hoy hay niñas desde los 12 años en las esquinas. La mayoría de las mujeres prostitutas no tiene el primario terminado. Yo ni siquiera terminé el tercer grado”. Elena Moncada habla con el alma desnuda de par en par. Su vida fue una condena, pero la convirtió en lucha. Lo cuenta todo en su libro, “Yo elijo”, donde relata la tortura que padeció durante casi dos décadas como prostituta.

El mensaje del libro es claro: hay que combatir la prostitución. Y la prostitución no es trabajo. Moncada encabeza Santa Fe en Actividad, agrupación que asiste a mujeres en situación de prostitución con un objetivo de máxima: sacarlas de ese estado de vulnerabilidad.


El dolor de haber sido

Moncada (51) nació en barrio Yapeyú. Vivió en Buenos Aires  22 años, en las periferias sucias y “Con el fiolo hay una lazo  enfermizo. Él te da algo, un ranchito, algo. Quedás en deuda.
 Te enamorás. Así se empieza: en deuda y enamorada, tenés  que devolverle con ‘trabajo’”, explica.
oscuras de Barracas, Constitución, Almagro. Se fue para escaparse de su fiolo, el “regente” de la mujer prostituta:

Ella usa todo el tiempo el gesto de las comillas con sus dedos al referirse a la prostitución como un trabajo. Es su forma de dejar en claro que habla en sentido figurado. “La prostitución no es trabajo”, recalca.

La relación con el fiolo es lo más parecido a la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel: “Primero el amor, después la deuda, después devolverle lo que se le debe. Después el maltrato, el ‘traeme más plata’. Es un sometimiento y una forma de esclavitud”, dice. Esa relación no cambió: es la misma lógica brutal de hace 50 años, asegura.

Empezó a ejercer la prostitución en Paraná a los 23. Quince días en una plaza, quince días en otra. Huyó a Buenos Aires en 1990, con sus hijos. Trabajó en una fábrica de guantes en Lomas de Zamora. El problema fue que ya había naturalizado la prostitución en su conciencia. Y decidió volver al círculo vicioso de la venta de su cuerpo. Y a la droga.

En esa situación estuvo seis años. “Viví en la oscuridad. Me perdí la vida”, recuerda con dolor. Después regenteó (administró) varios lugares donde se ejercía la prostitución. Pero seguía atrapada en el círculo vicioso. “Las rufianas (las regentas, o las madamas) controlan a las chicas. Pero ser rufiana es estar en la misma situación de vulnerabilidad de la mujer que ‘trabaja’”. Otra vez los dedos en señal de comillas.




Cómo se entra al submundo

Hoy persisten prejuicios sobre la prostitución.
 Muchos piensan que las mujeres que se prostituyen lo hacen “porque es plata fácil”, porque “les gusta”.  
“¿Qué lleva a una mujer a la prostitución?”, preguntó Toda Santa Fe.
 “No siempre es la necesidad de plata. No lo veo tan así. Uno de los motivos es el  enamoramiento del fiolo. Otro motivo,  las drogas. Por adicción, para poder drogarse  (las mujeres) se prostituyen”.

Y después está algo clave: la captación y la trata. Trata para fines de explotación sexual y prostitución son las dos caras de un mismo problema”, dice Moncada. El otro factor que puede empujar a una mujer al submundo de la prostitución es la falta de instrucción escolar.

Salió de ese mundo trágico por dos episodios clave en su vida. La muerte de alguien cercano, y la noticia de que iba a ser abuela. Esto último fue su epifanía, el chasquido en el oído, la cachetada que la sacudió. Ahí salió del círculo vicioso en el que estaba atrapada. Y empezó su lucha.


El trabajo de la agrupación

Moncada coordina Santa Fe en Actividad por los Derechos de la Mujer, una agrupación de asistencia a mujeres en situación de prostitución. Surgió el 22 de enero de 2009, casi espontáneamente con vecinos del barrio, amigos y mujeres que creían en la causa.

Se empezó con talleres de prevención de VIH y uso correcto del preservativo como forma de evitar el riesgo de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Recién después se empezó a hablar de los derechos sexuales de la mujer.

Hay tres ejes que marcan la labor de la agrupación: “Primero, estamos trabajando con la Oficina de Capacitación y Empleo, que depende de Nación. Inscribimos a las chicas en situación de prostitución y víctimas de violencia de trata, acceden a un estímulo económico y a la posibilidad de un trabajo digno”. También, las inscriptas se capacitan para ser promotoras territoriales en derechos humanos con perspectiva de género.

El otro es el trabajo dentro del Programa 
Provincial de VIH del Gobierno de Santa Fe. 
“Con lo querecibimos de ese programa podemos realizar las recorridas, donde se hace prevención de ETS y se forman en promotoras territoriales en salud, asistiendo a las mujeres prostituidas”. El tercer eje: el programa de Adultos Mayores del Ministerio de Desarrollo Social provincial. Allí se trabaja con mujeres mayores de 40, “para no esperar a que lleguen a los 65 porque el cuerpo se les destruye”.

Para Moncada, hacen falta políticas públicas que aborden de lleno el problema de la prostitución. E instalar el tema en la sociedad. “Hoy hay miles de Elenas en el país deseando salir de este mundo trágico. Si yo pude salir, ¡otras también pueden! Hay que terminar con la idea de que la prostitución es trabajo”, dice. Y no olvida de levantar sus dedos índices y medio de ambas manos y hacer la señal de las comillas.

CRÉDITOS: Luciano Andreychuk

Fuente
http://www.todasantafe.com.ar/elena-moncada-una-incansable-lucha-por-la-dignidad-de-los-cuerpos/

Nota: las imágenes figuran en el original.





viernes, 12 de agosto de 2016

Eugenia Ramirez

Eugenia Ramirez - Testimonio de prostitución


"De la esclavitud al activismo"
1 Julio de 2013

 “De la Esclavitud al Activismo”: entrevista a Eugenia luchadora Afrodominicana

Entrevisté a Eugenia Ramírez, Mujer Afro- Dominicana activista de derechos humanos, que hoy lucha por una vida sin prostitución con igualdad y oportunidades para salir adelante, en otra época cuando recién migro a la Argentina como muchas sufrió abuso y maltrato, esclavitud, hasta que conoció a AMADH mujeres por los Derechos Humanos y se hizo militante por los derechos de las mujeres en situación de prostitución.

“Es una verdad y es real, hay miles de dominicanas en las redes de trata y prostitución, está a la vista de todos y todas, tienen nada más que recorrer las calles de Buenos Aires o Las Provincias y se darán cuenta, se van a encontrar cada cosa, existe el tema de trata y tráfico de dominicanas desde mi país que es una cosa que hay que ponerle mucha atención porque han matado a muchas compañeras dominicanas la han tirado al tacho (bote) de basura y en provincia también las han quemado vivas, es algo que existe acá.”


Claudia: ¿Por qué vino a la argentina?
Eugenia: Vine en el año 99, tenía una cuñada en Argentina, y vine a “trabajar” pero resulte aguantándole malos tratos a muchas personas, me fue muy mal trabajando en casas como empleada del servicio, de ahí tuve que hacer otras cosas de las cuales salí y hoy lucho para que otras mujeres también salgan, conocí a la organización y empecé la lucha abolicionista.

Claudia: ¿consideras que fuiste esclavizada, fuiste explotada?

Eugenia: SI en la casa en que yo trabaja fui explotada, sufrí de todo tipo de abusos, me llevó a Mar del Plata y de allá me echó a la calle a media noche porque me propuso una cosa indecente y a mí no me gusto y no accedí a sus propuestas abusivas, y me fui de la casa y cuando vine acá a Buenos Aires tuve que hacer muchas cosas que golpean la dignidad de una mujer, (refiriéndose a la explotación sexual) en ese camino conocí la organización Mujeres por los derechos humanos, dando un giro y ahora siendo sujeto de derechos y participante de la lucha.

Claudia: ¿Qué se necesita para cambiar esa realidad que tuviste que enfrentar en ese momento?

Eugenia: primero tienes que conocer tus derechos porque es necesario conocer tus derechos como mujer después que conoces esos derechos entonces vos comienzas a defenderte de otra manera; a mí la policía cuando yo iba a comprar con una bolsa me llevaban detenida, porque en ese tiempo estaba en rigor el código contravencional y se llevaba las mujeres presas (por merodeo o prostitución) vos salías a la calle y pensaban que vos eras una prostituta y te llevaban presa y en eso te ponían mucha traba y dificultad para darte documentos, fueron épocas muy difícil y lo sigue siendo para muchas mujeres migrantes, después que hemos logrado derrotar esas leyes que persiguen mujeres.


Claudia: ¿y ahora a que te dedicas?

Eugenia: bueno ahora soy promotora de salud promotora territorial , también hice un curso de electricista, aprendí muchísimo con las hermanas adoratrices lo que no sabía, computación aprendí un montón de cosas, ya mi vida es otra.

Claudia: nosotros hicimos una investigación donde nos arrojó que 18000 dominicanas están en redes de trata en Argentina ¿usted qué piensa en esta situación que es real que es palpable que está a la vista de todos acá?

Eugenia: Es una verdad y es real, hay miles de dominicanas en las redes de trata y prostitución, está a la vista de todos y todas, tienen nada más que recorrer las calles de Buenos Aires o Las Provincias y se darán cuenta, se van a encontrar cada cosa, existe el tema de trata y tráfico de dominicanas desde mi país que es una cosa que hay que ponerle mucha atención porque han matado a muchas compañeras dominicanas la han tirado al tacho (bote) de basura y en provincia también las han quemado vivas, es algo que existe acá.

Claudia: ¿Quieres dejar un mensaje para las dominicanas que escuchen o lean en la página?

Eugenia: bueno yo les digo a mis compañeras dominicanas que no es todo como lo pintan, que le pueden ofrecer cualquier cosa pero cuando llegan aquí es otra la situación y son engañadas, que tienen que estar clara en eso, que hay esperanza de salir adelante, que allá en Dominicana también podemos salir adelante, que migrar es doloroso en esas condiciones de desigualdad.

“La Prostitución no es un trabajo es una situación que podemos derrotar con oportunidades de salud, educación, trabajo, más derechos y cero abuso.”


Claudia Quintero (Gina Escheback)
Por: Gina Escheback

Fuente

http://www.soyperiodista.com/cronicasemigrantes/nota-22688-de-la-esclavitud-al-activismo





miércoles, 10 de agosto de 2016

Daniela Chavez – Testimonio de Prostitución



Daniela Chavez – Testimonio de Prostitución


Daniela Chávez, una mujer fuerte que intenta superar un pasado muy doloroso

Fue víctima de trata y hoy trabaja a diario por renacer
 Domingo, 7 de agosto de 2016  

“Siempre digo que la prostitución no es un trabajo, porque cada uno se queda con un pedazo de una chica”, confió Daniela ayer. Días atrás contó su historia de vida en el Centro Favio ante mucho público
Entrevista de Diego Bengoa



Tenía 12 años cuando me llevaron por primera vez a pararme a una esquina y con el paso del tiempo lo empecé a ver como algo normal. Después que nació mi hijo, cuando apenas él tenía tres meses, hicieron un cambio por una cantidad de plata”.

–¿Te vendieron?
-Me vendieron, sí.

–¿Quiénes?
-Mi madre.

Daniela Chávez es de San Francisco. Allí nació, se crió y estuvo hasta hace 18 años, cuando la vida la llevó a  instalarse en Ausonia, donde habita actualmente. Tiene 37 años, integra la ONG Vínculos en Red y es miembro activo  del Comité Nacional de Trata.

“Vivía con mi mamá y mis hermanos: cuatro mujeres y un varón. Con mi papá tenemos una historia complicada. Me tuvo un tiempo, es una historia de abusos, de ausencia y cuando estuvo presente no ayudó en nada”.

–¿Tus hermanos también vivieron una situación así, de tener que salir a pararse en la esquina?
-No, no… La más chica sé que está en algo. Siempre en algún sentido y de alguna u otra forma había que llevar el dinero a casa. Por ser la mayor, siempre traté que mis hermanas no pasaran por lo mismo y llevar la mayor cantidad de plata a casa para que no tuvieran que salir, pero la más chica lo empezó a hacer.

–Es decir, ibas a la calle por orden de tu mamá a prostituirte.
-Sí.

–¿Y ella qué hacía? ¿Trabajaba?
-Iba para todos lados, no sé qué hacía de su vida. Uno cuando es chico no toma noción de muchas cosas. A lo mejor uno también hace la vista ciega a muchas cosas.

–¿Estuviste muchos años en situación de prostitución?
-Sí, cerca de 11 años.

–¿Alguien buscó ayudarte? ¿Algún familiar, alguna institución, el Estado?
-No. De parte de mi familia ha habido ausencia, con maltratos desde muy niños. Mi mamá se crió sola, en el Buen Pastor de Córdoba, con una madre que nunca apareció, que no sabemos dónde está y con un padre golpeador. Un papá que trató de manosear a mis hermanas cuando vivíamos ahí. Nadie te ayudaba. A mi papá nunca le importábamos. Nos criamos a la deriva, fue vivir sólo porque nos levantábamos día a día. Y el Estado nunca me ayudó en nada. Golpeé muchísimas puertas para conseguir un trabajo, para progresar en algo y fue todo lo contrario. Todo me costó el triple. Fue una cosa de señalarme con el dedo, no sé si de discriminación, sino de señalarme.

–La estigmatización…
-Sí. Nunca vieron el lado bueno, que uno podía ser mejor. Mejor que el que estaba sentado ahí.

-¿Conociste muchas chicas en tu misma situación?
-Sí, muchas chicas con muchas historias que uno no podía entender.



–¿Se repetían las características de vida: familias ausentes, abusos, etcétera?
-Muchas sí y otras no. Conocí a una chica, Marisa, que lo único que tenía era una valija. Cada vez que iba a ver a su padre la cambiaba. Cada dos meses venía el marido, un “fiolo” muy reconocido de Río Cuarto y entonces a ella le tocaba descansar porque él traía sus otras mujeres. Marisa cambiaba la valija por la valija de una persona común para poder ir a descansar 20 días a la casa de sus padres, y ellos no sabían qué hacía de su vida.

–¿Las chicas que conociste ejercían de manera independiente o había un “fiolo” detrás?
-Muy pocas lo hacían de manera independiente. Siempre había alguien que las mandaba. Por eso siempre digo que la prostitución no es un trabajo: hay alguien detrás. Siempre está el que saca provecho.

–¿Alguna elegía esta vida?
-El enamoramiento incide mucho. Las chicas estaban enamoradas de su pareja y les parecía que hacer esto servía para retenerlos. Lo psicológico influye muchísimo. Sentían que estaba bien lo que hacían y por otro lado se sentían destruidas. Y había muchas chicas solas, por eso pienso que si hubiesen tenido apoyo familiar no hubiesen pasado estas cosas.

–¿Cómo se dio el proceso de ser mamá y que luego te entregaran?
-Quedé embarazada de mi primer hijo (N. de la R: hoy de 20 años, además tiene una hija de 14), el padre me dejó y se hizo cargo mi mamá. Ahí fue cuando me dijo que había que ir a trabajar a Villa Mercedes, San Luis. Nunca me dijo de qué, me decía que mi hijo necesitaba cosas. Fue a mis 18 años.

–¿Te fuiste para allá?
-No me fui, me llevaron.

–¿Era un prostíbulo?
-Una whiskería, la famosa whiskería. Estuve un año allí. Me llevaban a trabajar ahí y en la ruta.

–¿Tu mamá te dejó allí y se volvió a San Francisco?
-No, me fueron a buscar a mi ciudad. Y no me pude volver más, cuando llegué a la whiskería y quise volverme ya no pude. La parte psicológica es terrible. Había quedado mi hijo en San Francisco, no tenía cómo comunicarme y me acuerdo que el tipo me decía que ellos conocían gente, que nos estaban viendo y por eso no podíamos escaparnos. En la ruta le pagábamos a la Policía. Yo no estaba con cadenas ni continuamente rehén, podía salir pero corría riesgo. Un domingo me fui hasta la estación de servicio porque no había comido y luego el tipo me pegó todo un fin de semana con un cable. Sentía que si me escapaba me iban a matar, hasta que un día dije: que sea lo que Dios quiera. Y me volví a San Francisco.


–¿Y cómo siguió tu vida?
-Igual. (Daniela llora por primera vez y hacemos una breve pausa).

–¿Y cuándo pudiste cortar con todo esto?
-Cuando conocí al papá de mi hija. Me dijo que si quería una vida mejor me tenía que venir con él y me dio una vida nueva.

–¿Cómo es tu vida hoy?
-Hoy volvieron todos los fantasmas del pasado (vuelve a quebrarse). El dolor volvió.

–Es muy difícil dejar atrás tantos años de tristeza.
-Sí.

–Pero te parece positivo contar tu historia. ¿Qué le dirías a las chicas que atraviesan lo que vos pasaste y quizás hoy están leyendo esta nota?
-Hay que tener fuerza de voluntad y amar la vida. La vida es una m… y con gente de m…, pero en mi camino se cruzó mucha gente muy buena. Hace seis años estuve en un momento muy complicado, intenté suicidarme y apareció Alicia (Peressutti, fundadora de Vínculos en Red) a dar una charla a Ausonia y me ayudó muchísimo a salir. Fue como esa madre, ese padre, una gran compañera. Nosotras sabemos que hay otras historias, pero cada vida es un mundo. Siempre digo que la prostitución no es un trabajo porque cada uno se queda con un pedazo de una chica. Les digo que no se queden en ese mundo. Es bueno que nuestros hijos nos miren de otra forma. Mis hijos fueron muy discriminados por tener esta mamá. Siempre viví para los demás y eso me desgastó muchísimo. Hoy vuelven los fantasmas. La suerte es que no tuve problemas de salud. Quedaron las cicatrices, pero quiero transmitir esperanza.

Fuente:
http://www.eldiariocba.com.ar/fue-victima-trata-hoy-trabaja-diario-renacer/






lunes, 1 de agosto de 2016

Sonia Sánchez 2

Sonia Sánchez - Testimonio de prostitución


LA PROSTITUCIÓN ES VIOLENCIA
Entrevista a Sonia Sanchez

Sonia Sanchez viene de Bolivia, alli estuvo dando talleres y presentando el libro ”Ninguna mujer nace para puta" que escribió junto a María Galindo de Mujeres Creando. EI encuentro demoró, pero cuando finalmente se produjo, la historia de Sonia y sus reflexiones surgieron con una claridad que la cronista eligió que hablen por si mismas.

”Vine a Buenos Aires, desde el Chaco, a trabajar como empleada doméstica, a los casi 20 anos. Sin conocer absolutamente nada, así que los patrones me fueron a esperar a Retiro, y de ahí me llevaron a Floresta. Estuve casi 8 meses, manejaba la casa, planta baja, primero y segundo piso; muy grande y era yo para todo. Me levantaba alas 5:30 de la mañana y me acostaba ala 1:30. Tenía que preparar el desayuno para mis patrones, limpiar a los niños, mandarlos a la escuela, y después limpiar toda la casa.

Sonia Sánchez

El tema es que a mí siempre me ha gustado leer, dejé de estudiar para trabajar. El domingo, que era el único día libre que tenia, leía el diario. Leía todo, hasta los clasificados y me daba cuenta de que no llegaba a cobrar ni la cuarta parte de Io que decía el diario. Dejé pasar así un mes. Un día me siento y les digo a ellos, “miren, yo necesito que me aumenten porque estoy mandando plata al Chaco, y además yo leo y no me están pagando lo que me corresponde. Ellos muy tranquilos me dijeron, "mira, si quieres esta va a ser tu paga, nosotros no te vamos a aumentar”. Creían que yo iba a seguir aceptando porque no tenía ningún familiar acá, ni ningún conocido, y a donde iba a ir. Entonces les dije que buscaran a alguien porque yo me iba. No sabia a donde, cada vez que salía iba con una libretita anotando porque no conocía nada. Enseguida consiguieron otra persona y me fui. El mes entero de pago me alcanzo para quince días de un hotel de cuarta, y dejé algo de dinero para comprar el diario. Ahí me di cuenta que no tenía ninguna referencia para conseguir trabajo. Podía hablar muy bien, podía pedir que me pongan a prueba, cuidar señoras, cuidar niños, limpiar ollas. Pero nadie me dio trabajo porque no tení referencias. Terminé durmiendo en Plaza Once. Estuve unos cinco meses durmiendo ahí. De día dormía en el tren de Once a Moreno; y de noche, el monumento no estaba enrejado todavía y me acomodaba en un rincón pero la pasaba despierta por el miedo. Toqué puertas por todos lados, fui al ejército de salvación, porque quería lavarme para seguir buscando trabajo. La marginación es una cadena. Tenía que tener un peso, dos pesos para bañarme o dormir ahí. Yo les decía “estoy durmiendo en la Plaza Once, no me puedes pedir un peso porque no tengo”. Recogí la comida de los tachos, pero ya no daba más. No daba más del hambre, del miedo que sentía, de no tener un techo y poder descansar bien. Y además la humillacion que me hacían pasar las mujeres, que todavía hoy siguen limpiando los baños de la estación, porque a veces me recostaba en el sillón y no me dejaban dormir.

Estaba muy desesperada. En esos casi cinco meses veía a esas mujeres, pero yo siempre estuve en mi nube. Vengo de una familia muy pobre, pero mi madre siempre nos hizo estudiar. Ella lavaba en una casa, fregaba en otra, y nosotras lo único que hacíamos era estudiar. Yo estaba en mi mundo de estudiante, no sabía lo que era la prostitución, no sabía lo que era una travesti. No conocía nada de este mundo. Yo lo que veía eran estas mujeres, ahí paradas que se arreglaban, iban y venían, pero no sabía nada.

Un día me acerqué y le dije “mira, yo me llamo Sonia Sánchez, estoy durmiendo en la plaza, no doy más”. Lo único que tenía era una cartera y lo único que salvé fue mi documento. Recuerdo su rostro, era una mujer de unos casi 50 años, y me dijo “mira, yo hago esto, vos sos joven”, claro yo tenía apenas 21 años. “Mirá, yo te doy plata, anda a comprarte un Shampoo, una crema enjüage y vení; solos se te van a acercar”. Y después no recuerdo bien, fue mi manera de defenderme. Sé que me fui a la ducha, me arreglé, me bañé, me puse una ropa bonita. Y ahí fue el primer pase, que se dice, no recuerdo cuanto duró si fueron quince minutos, tres horas o diez horas. Esa fue la segunda relación que tuve. Debe ser tan traumática que por eso no la recuerdo. Después no sé cuantas horas habré estado bajo la ducha. Cuando vuelvo en sí de nuevo, sé que tengo que volver a hacer eso para tener un techo al día siguiente.

He sido prostituída cinco años de mi vida. Nunca lo viví como un trabajo, siempre lo viví como una violencia. Y eso puedo discutirlo con el que sea. La prostitución no es trabajo, es violencia que se ejerce contra el cuerpo de las mujeres, además es violencia psíquica. Es tremendo. El cuerpo puede perder la memoria pero aquí en la cabeza queda. Me pregunto si ser violada es trabajo, si ser manoseada es trabajo, si ser violentada sistemáticamente es trabajo. Cada quince minutos, cada hora; ESO es trabajo? Porque eso es la prostitución.

Ser hambreada es trabajo? Eso no es trabajo. Es violencia. La prostitución tiene un solo idioma: violencia."

MUIERES EN SITUACIÓN DE PROSTITUCIÓN

Ya había dejado la prostitución después de cuatro años. Vuelvo al Chaco, me compro una casa, pongo un negocio de ropa. En un mes me roban cinco veces y no puedo levantar.

Vuelvo a la calle un año más y ahí se completan cinco para poder pagar abogados y todas esas cosas. Ahí es cuando me quedo a vivir en Buenos Aires.

Conocía a las mujeres, de los calabozos de la Comisaría 50, o del asilo San Miguel donde estábamos 21 días detenidas. Y siempre me insistían, ‛‛Sonia tienes que venir a la organización’‛. Un día fui y empecé a aprender que era la organización, que era AMMAR [i], aprendí algunos derechos, empecé a conocerlo que era la CTA[ii] por dentro.

Y después, fueron pasando cosas muy fuertes, en el 2000 empezaron a meternos esto del “trabajo sexual”.

Nosotras las putas somos absolutamente mentira, no hay una parte de la puta que sea verdad. La puta duerme en un colchón de mentiras, todo el tiempo, porque sino no podría soportar nada. Y compra todos los versos. Yo me he comprado el de trabajadora sexual cuando estaba dentro de la CTA. Me presentaba así y nunca me senté a pensar por qué. Sólo que a mí me aliviaba, yo estaba maquillando una realidad. Nosotras jamás discutimos si esto era trabajo o no. Para la gente de la CTA, ‛‛VOS SOS trabajadora, SOS compañera". Cuando arman una reunión para hacer el sindicato legal, estaba todo preparado, hasta de Genaro[iii]  nos estaba esperando, faltaba la firma nuestra. Y ahí entramos en pánico, nunca lo habíamos discutido entre las putas. No puedo discutir si la prostitución es trabajo O no con un sindicalista, cuando el tipo es un prostituyente.

Empezamos a ver como discutir con las de la calle. Y cuando discutes con las putas de la calle, todas nos pedían trabajo. Te están diciendo que eso no es trabajo. Cuando van a buscar a sus hijos a la escuela no dicen “soy trabajadora sexual”, dicen “cuido niños, cuido ancianos, soy una mujer desocupada”. Entonces por qué sindicalizar? Por qué legalizar, o blanquear algo cuando vas a seguir tapada? Le vas a hacer el juego al gobierno, a tres o cuatro proxenetas que viajan por el mundo con ese verso y que no se paran más en la esquina y viven de las que siguen en la calle. El del trabajo Sexual es un discurso fracasado.




Con esta postura en el año 2002 me echaron de la CTA. Era un lugar donde las putas no teníamos decisión propia. Ahí armamos AMMAR Capital[iv]. Empezamos solas a trabajar, las reuniones las hacíamos en el comedor de mi casa, y después la Iglesia metodista del barrio de Flores nos dio un lugar para repartir la caja de mercadería. Era el 2001, todas pasábamos muchísimo hambre.
Estábamos sentadas en el suelo y la pregunta era “qué somos?, quiénes somos?, hacia dónde vamos?” Nos acababan de echar de un espacio ‛‛progresista” por no querer que nos impongan una identidad. ¿Qué somos si no somos trabajadoras sexuales? No podíamos pronunciar la palabra prostituta. Nos quemaba. Pero antes de eso, yo preguntaba, qué somos? o ya hemos nacido putas? No. Una decía ‛‛madre". No, antes de eso somos mujeres. Fue toda una tarde hasta que pudimos decir la palabra mujer.
Entonces decidimos presentarnos como mujeres en situación de prostitución.

En el 2006 yo renuncié a AMMAR Capital. Por qué tenemos que repartir forros? Nos venden el discurso de que es para que las putas se cuiden. Es mentira, es para que el prostituyente no se enferme, cuando él es el que te infecta a vos. Qué pasaba cuando decíamos que la prostitución no es trabajo? Queremos trabajo. No tenemos educación, queremos educación. Pedíamos esas dos cosas y el gobierno nos respondía con 7000 forros y 240 cajas de alimentos por mes.

Queríamos micro-emprendimientos, la puta no tiene cultura del trabajo, tiene cultura de la explotación. Había anotadas 50 y nos daban para 10. Aprendían a hacer cosas, pero para vender a dónde. Si las vendías en la calle, te perseguían como a los vendedores ambulantes.

Teníamos un espacio que se llamaba “espacio mujer”, era todos los miércoles y debatíamos sobre el tema de la violencia intrafamiliar e institucional, llegamos a nombrar al marido como fiolo, a decir que éramos violadas cuando no teníamos ganas de tener sexo. Tres fiolos participaron de algunas reuniones porque las mujeres los traían para que escucharan. Fue un espacio muy fuerte, muy rico, que se acabó cuando cayeron nuestras dos compañeras presas por lo de la legislatura, Marcela Sanagua y Carmen lfrán.

MUJERES CREANDO

En el 2006, María Galindo hace la muestra “Ninguna mujer nace para puta” y me invita. Traemos esa muestra a Argentina, al Centro Cultural Borges, por ahí pasaron más de 5000 personas. Ahí comenzamos a desdibujar las fronteras del patriarcado para que exista la buena y la mala. La iniciativa nació desde la puta. Ahí tuvimos voz propia desde un lugar no permitido. No era la Calle, ni el burdel. Y ahí operaron los parásitos, los que te vienen a ayudar pero en realidad te expropian tu lucha. Operaron en lo peor de nosotras, termina la muestra, y AMMAR con una ruptura. Para mí la Organización tenía sentido para pensarnos y pensar, corrernos de lugar. Digas trabajo o digas “situación de prostitución”. Yo no me organicé para seguir estando presa.

Los ghettos son un fracaso. La puta tiene un guión oficial que es el Sida, IPS y forro. ¿La puta discute sobre economía, política o educación? iEstá atragantada de forros! Tus interlocutores son otras putas y el fiolo. Es un mundo muy pobre. En cambio si te organizas con otras mujeres tu mundo crece, se hace mucho más rica la discusión.

Ahora estoy en Lavaca que es una cooperativa de periodistas, aunque no soy periodista me han abierto ese espacio. Hemos formado un grupo que Se llama ‛‛Las Locas". Es una palabra que nos dicen a las mujeres para descalificarnos. Y desde la locura puedes crear. Hay periodistas, hay una puta, hay maestras, una estudiante, diversos mundos de mujeres que no tenemos miedo de decir lo que sentimos, de hacer un escrache y de sostener un debate político sobre nosotras en esta sociedad. Empezamos este año en un Congreso de VIH Sida de América Latina y el Caribe. Lo organizaron las trabajadoras Sexuales de la CTA y vinieron de Brasil y otros países, mucha plata. Cobraban 250 dólares para entrar.

Hicimos un volante que decía “mientras ustedes hablan las putas se siguen infectando”. Y de eso no hablan. El forro que te dan te lo saca el prostituyente con 5 pesos más. Te prostituye el hambre por 15 pesos, el prostituyente te da $20 pero saca el forro. Con el hambre no hay negociación posible.

Sonia Sánchez en La Casona

Debemos discutir esto, pero no entre putas, no se les puede meter más culpa a esas mujeres. Esa mujer que no lo usó, no viene al otro día a decir ‛‛mira no lo usé" porque le dá vergüenza, porque el día anterior y el anterior y el anterior te viene escuchando como loro.
Hay que discutir con el Ministerio de Salud, con las ONGS porque esto no sirve. Hoy al SIDA le cuesta 5 pesos entrar a tu vida. No se discute a fondo el tema de la prostitución. Se habla de la zona roja, de las travestis, de las putas; pero nunca del prostituyente. Al que consume, al tipo que busca no se lo pone en cuestión. Ni siquiera las organizaciones de putas. El fiolo, la policía y el prostituyente están los tres al mismo nivel. Es una cadena de explotación. Esto las organizaciones de putas no lo cuestionan. Y tampoco cuestionan el lugar de las mujeres en esta sociedad, que yo no llamo patriarcal, yo lo llamo estado proxeneta. El lugar sexual nuestro como objetos sexuales, por eso digo todas tenemos cara de putas. Toquemos más a fondo, toquemos el cuerpo, toquemos todo esto.

Lucía García
DISEÑO LEOFOLOO DAMENO


Fuente

Notas aclaratorias (no figuran en el original)




[i] AMMAR Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina. Asociación dedicada a la promoción de la prostitución como “trabajo”.
[ii] CTA Central de Trabajadores de la Argentina. Una de las varias organizaciones que nuclean a los trabajadores.
[iii] Dirigente gremial. Uno de los fundadores de la CTA
[iv] Ammar Capital, separación de Ammar caracterizada por su posición abolicionista. Posteriormente pasó a llamarse AMADH Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos


Vea también la entrada anterior con otra entrevista: Sonia Sánchez 1

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Sonia Sánchez - Panel Abolicionista (1 de 2) en espacio FRACCTAL


Sonia Sánchez - Panel Abolicionista (2 de 2)