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domingo, 3 de septiembre de 2017

Kitty dejó el trabajo sexual para salvarse

Testimonio de Prostitución



Releo y sigue impresionándome como el supuesto consentimiento de un niño disimula la autoculpabilización con la que carga quien fuera víctima, la  que a su vez disculpa al agresor sexual: Kitty, cuando era un niño de seis años sufrió abuso sexual. “Yo lo hacía voluntariamente
Tenemos relaciones incluso desde los 10 años”.

Un niño/a no tiene “relaciones”, es abusado, abusada.

Lo perverso es que estos son los argumentos que los puteros, los abusadores de niñas y niños, y la sociedad misma, utilizan para dañar impunemente la integridad de la niñez.
Las palabras  sobran
Alberto B Ilieff




Kitty dejó el trabajo sexual para salvarse

Tiene 50 años y vela por su futuro. El promedio de vida de las mujeres trans es de 35 años.     
27/08/2017



 Kitty Flores revisa los resultados del estudio de Manodiversa, en torno a la situación de los adultos mayores del colectivo TLGB .


A los 50 años, Kitty Flores, que es trans. Trabaja como decoradora y realiza manualidades relacionadas a la cotillonería. Pero, cuando era joven fue trabajadora sexual.

Dejó esa actividad para “seguir viviendo”. Hace más de una década reflexionó sobre la calidad de vida que quería tener.

“Hay que buscar un objetivo. No todo es belleza, prostitución y droga. Hay que tener una meta”.

Kitty, como se hace llamar desde que decidió dejar su indumentaria varonil para vestir como mujer, es una de las líderes de la Unión de Travestis de Santa Cruz y está consciente de que en el colectivo de Trans Lesbianas Gais y Bisexuales (TLGB), las travestis son el rostro más visible y también vulnerable.

Las estadísticas dicen que el promedio de vida de las personas trans no supera los 35 años, según la directora Ejecutiva Mesa de trabajo Nacional (MTN), Rayza Torriani.

En la actualidad, en Cochabamba hay tres personas, de entre 29 años y 32, de esta población internadas en el hospital.

Kitty, que ya piensa en cuando sea adulta mayor y busca seguridad para su vejez, recuerda que su población vive una lucha constante.

“La lucha es constante contra el maltrato policial hacia la mayoría de las trabajadoras sexuales, así como el maltrato médico, porque antes nos llevaban a hacer revisiones obligadas (...) Desde ese tiempo luchamos juntas”.

La unión de las trans se da, en la actualidad, también para las despedidas, cuando alguna de ellas fallece.

“Juntamos dinero para darle un entierro digno. La mayoría muere asesinada o por enfermedades, aparte del VIH”.

Kitty, cuando era un niño de seis años sufrió abuso sexual. “Yo lo hacía voluntariamente. Pero, me di cuenta que era marica (gay) a los 11 y me hice travesti a los 19 años”.

Luego de trabajar por un tiempo en una repostería se sintió presionada y dejó el puesto.

Cuando necesitó dinero, encontró una salida en el trabajo sexual.

“Me dediqué un tiempo”.

Pero, se dio cuenta de que no era una garantía para su futuro.

“Fui bella y hermosa. Pero, ya pasó. Tengo 50 años, sigo siendo simpática, pero ya no soy la misma de cuando tenía 20. Hay que pensar en el futuro”.

Rayza manifiesta que el 90 por ciento de las mujeres trans no llega a los 70 años.

“Esto se debe al poco acceso a la salud, al trabajo, a la buena alimentación. El trabajo sexual, el alcohol, el entorno, nos llevan a una situación de vulnerabilidad, hacia enfermedades que no son tratables”.

Kitty coincide con esas afirmaciones. “Nosotras tenemos la vida avanzada. Tenemos relaciones incluso desde los 10 años”.

INFECTOLOGÍA

Este tipo de situaciones marcaron la vida de Indira (nombre cambiado). A ella, travesti de 32 años, le diagnosticaron VIH y hace poco fue internada en el área de Infectología del hospital Viedma en la ciudad de Cochabamba.

Indira, además, perdió la vista y recuperarla demanda una cantidad de dinero que no tiene.

Sentada en la silla de la habitación, vistiendo una bata, medias y sandalias, agachada y con la aguja del suero en un brazo, le da la espalda al sol que entra por una ventana.

Solo quiere recuperarse y no volver a la vida que tuvo como trabajadora sexual.

“Ya no tengo ni amigas. La amistad es por interés y momentánea. Cuando ganaba dinero tenía un montón de amigas para chupar (beber), para la joda de la vida. Ahora ya no hay nada de eso”.

Sostiene que quisiera tener otra ocupación. Se siente rechazada.

“Ya no veo ni a mi familia. Vino mi hermano, me miró y ni siquiera me dijo ‘toma 10 pesos para tu pañal’. No tengo a nadie”.


La edad

“Tengo 50 años, sigo siendo simpática, pero ya no soy la misma que cuando tenía 20”

Kitty Flores

Fuente:
http://www.opinion.com.bo/opinion/informe_especial/2017/0827/suplementos.php?id=12327



Nota: la fotografía aparece en la publicación original





domingo, 9 de julio de 2017

Las Manadas de los #Sanfermines



Las Manadas de los #Sanfermines

La autora le arranca la máscara al patriarcado más duro, el más tolerado, el más defendido por la mayoría de las mentalidades sociales. No lo vemos porque no lo queremos ver y como dice Amelia Tiganus, no podemos imaginarnos el horror por el que pasan las mujeres que tienen que soportar a las manadas de hombres y sus prácticas sexuales violentas que en algunas ocasiones solo se pueden traducir como tortura: "Imaginad lo que la pedagogía de la crueldad hace con ciertos cuerpos. Imaginad que eso pasa porque una sociedad lo permite. Y el Estado lo financia y lo defiende bajo el manto de las tradiciones (patriarcales e intocables)".
Amelia Tiganus -- Feminicidio.net -- 08/07/2017

Si eres prostituta, “trabajar” en un prostíbulo de Pamplona en la época de Sanfermines puede llegar a ser una de las experiencias más traumáticas y duras que vives en el cuerpo de una mujer. Las cosas como son: esto solo nos pasa a las mujeres por ser mujeres, en Pamplona, Ámsterdam, Cali o Bangkok por no decir en casi todas las ciudades del mundo.

Para empezar, en el sistema prostitucional tú no eliges, y estás obligada a aceptar de antemano todas las reglas del juego a las que te someten los proxenetas (en el Estado español están enmascarados como empresarios del ocio aquellos que administran el negocio de la prostitución en algunos supuestos locales de ocio) y los puteros. La alianza putero-proxeneta es de las más fuertes y leales en el patriarcado, entre estos dos roles de machos no hay fisuras, protegen la masculinidad hegemónica y por eso necesitan resguardarse en lugares físicos donde las únicas mujeres que estén allí sean cosificadas, sumisas y estén dispuestas a ser humilladas, usadas y torturadas por ellos, bajo la “legalidad” que le concede el Estado proxeneta. El prostíbulo es el símbolo más contundente y claro de que el patriarcado no está dispuesto a que las mujeres alcancemos la igualdad. Mientras haya prostíbulos, no solo se garantizará que siempre hay un lugar en el que la masculinidad hegemónica está a salvo sino que los hombres como ciudadanos, con la ayuda del Estado, las leyes, los jueces, la policía, los partidos políticos, las religiones y la indiferencia social, pueden disponer de mujeres desechables y explotables.




Imaginad primero el prostíbulo en Sanfermines por dentro: sobrepoblación de mujeres, decenas y cientos se instalan unos días en la capital navarra (traficadas o explotadas en cualquier caso), son hacinadas cuatro o cinco chicas por habitación como en una granja de pollos. De día están encerradas y duermen en los mismos espacios asfixiantes por donde durante la noche anterior pasaron decenas de hombres. También de día, en las calles los enjaulados son los toros, torturados y asesinados por manadas de hombres en un ritual ancestral, las únicas manadas que matan porque sí, porque tienen la licencia para usar y disfrutar de la violencia patriarcal.

Las manadas practican lo que Rita Laura Segato define como “pedagogía de la crueldad”.
Imaginad lo que la pedagogía de la crueldad hace con ciertos cuerpos. Imaginad que eso pasa porque una sociedad lo permite. Y el Estado lo financia y lo defiende bajo el manto de las tradiciones (patriarcales e intocables).

A las últimas chicas que llegan, a falta de camas les toca dormir en colchones sobre el piso, por esas habitaciones pagan fortunas, más de la mitad de lo que reciben ellas de los clientes; muchos proxenetas lo confiesan abiertamente: “a una puta hay que cobrarle todo lo que hace dentro del club, cama, comida, venderle ropa, joyas, perfumes, cocaína...”.

Imaginad que la jornada empieza a las cinco de la tarde cuando las mujeres abandonan las habitaciones y esperan en el local a que lleguen los clientes. Por la tarde hay poca demanda. La gran afluencia de hombres empieza por la noche. Manadas de borrachos invaden los locales vestidos con su traje blanco y “pañuelico” rojo. Hasta altas horas de la madrugada llegan las manadas. Hombres de todas las edades y nacionalidades. Los taxistas cobran una comisión del prostíbulo por cada viaje que traiga una manada. Los hombres vienen envalentonados y sudados. La mayoría pide sexo grupal y normalmente se les concede el deseo. A más hombres y “servicios” en el local, más ingresos y enriquecimiento para los proxenetas.

A ellas les toca el sufrimiento, la explotación sexual y la degradación.
El hacinamiento de mujeres se hace notar solo cuando las colas para esperar una habitación libre inundan los pasillos del prostíbulo. Hacer cola para follar es algo muy común pero en Sanfermines se vuelve más pronunciada esta conducta de la manada. Una vez dentro de la habitación, la diversión machista de la manada (generalmente con una sola mujer) no cesa y las demostraciones de hombría patriarcal son cada vez más violentas. Solo se pueden traducir como sexo duro y tortura. La música alta, el olor a alcohol, tabaco y cocaína son insoportables.


Flyer que se distribuye por las calles de Pamplona durante las fiestas.


Luego a la puta le toca soportar la soledad y recuperarse para volver a repetir al día siguiente la misma … Imaginad cómo llamar lo que le pasa a una puta en esas condiciones. ¿Qué nombre le pondríais?
Y después nos preguntan por qué algunas consideramos al prostíbulo un campo de concentración exclusivo para mujeres.

Las manadas de hombres están siempre dispuestas a volver para borrar cualquier rastro de humanidad de la puta.

¿Puede ser legal todo esto? Pues lo es.

Dice el folleto del Ayuntamiento de Pamplona:
“Por unas fiestas libres de agresiones sexistas: ¿Qué es la violencia sexista? Una violencia que se basa en las relaciones jerárquicas, en las relaciones de poder que sitúan al hombre por encima de la mujer, cuyo objetivo es garantizar que las mujeres vivan en una situación de sumisión”.

¿En qué parte de la campaña pública de prevención de las agresiones sexistas cabe mi relato?
Imaginad ahora que todos los días se publican avisos publicitarios en el periódico Noticias de Navarra (hoy, 8 de julio, ocupan una página entera de clasificados que pueden leer niños y niñas…). Este periódico recibe un beneficio directo de esa explotación sexual, el coste de los avisos publicitarios financia su sostenibilidad.


Lo que no podéis imaginar es el horror que vive una mujer en una situación como la que acabo de contar. 
Hay horrores que solo padecemos y vivimos algunas mujeres por ser mujeres pobres, migradas, racializadas, explotadas por el colonialismo sexual y el sistema prostitucional europeo. Y esto pasará cada día de Sanfermines, en una ciudad a la que cada año vienen las manadas de hombres a disfrutar de sus rituales patriarcales.

Fuente
http://feminicidio.net/articulo/las-manadas-los-sanfermines

Nota: las imágenes corresponden a la noticia original.




sábado, 3 de junio de 2017

Una prostituta escribe una carta que reabre el debate sobre el trabajo sexual

Testimonio de prostitución

Esta nota muestra, quizá sin quererlo, la cara oculta de la prostitución, el camino previo, la subjetividad en juego de quien luego llegará a ser prostituida.

Es claro que para esta mujer, Riot,  que me parece representativa de muchísimas otras, entre su vida sexual (?) cotidiana  y la que más tarde ejercería en la prostitución, existe una continuidad. Ella misma muestra como no hay una ruptura, una discontinuidad en lo que respecta al deseo, a la búsqueda del placer, al respeto por el propio cuerpo y su integridad. Claro que en este caso, como también  muestra, y en muchos otros, la prostitución pareciera ser una especie de empoderamiento, de toma de posición y exigencia, uno modo de poner límites, a través del dinero, superior a la etapa anterior. Digo, solo pareciera, porque hilando más fino lo que encontramos es la misma disposición a cumplir lo que el deseo del otro requiere: “A veces hacía lo que la persona con la que estaba quería, me hacía o decía”, ahora también, con la diferencia que cobra por ello. El límite está puesto por la tarifa, el dinero, no por el deseo, por la propia subjetividad en cuanto integración de una personalidad.

En este brevísimo relato,  Riot no nos habla de sexualidad sino de la persona y las relaciones que establece, de su sometimiento a lo que el otro quiere. Hasta se podría adivinar que fue educada en función de ello, para dar contento olvidándose de sí misma. Preparada para vaciarse de interioridad y convertirse en mera exterioridad al servicio de quien lo requiera.

Ella nos dice que gracias a la prostitución aprendió “A poner mi placer en juego”. Sería excelente que así fuera pero si algo tiene la prostitución es la ausencia de placer, por distintas razones. Una de ellas es que difícilmente se puedan sentir placer cuando ni siquiera hay deseo. Es el deseo, y cuanto más fuerte mejor, el que hace brotar el placer en la consumación. No es posible creer que se pueda desear a 10, 20 o más desconocidos cada noche –cada uno con sus características peculiares y no siempre atractivas- y que se coincida con lo que ellos quieren: sexo oral, anal o vaginal, incluida la llamada lluvia dorada o alguna otra exquisitez similar, o el sexo duro. Otra razón es la que fue estudiada por la dra. Judith Trinquart que muestra como el ejercicio de la prostitución lleva a perder sensibilidad corporal al punto de la anorgasmia. No lo sabemos, pero es probable que ella llame placer a negarse a alguna práctica que le resulta particularmente molesta, no al afecto positivo de la sexualidad en juego.

Prostituta cansada. Maite Arriaga Arrizabalaga


“Cuánto tiempo perdí teniendo sexo gratis” impresionante frase en que intenta una justificación uniendo su satisfacción sexual a la obtención de dinero, con ello simplemente reafirma su carencia de placer antes de ser prostituida y luego de serlo. Confirma  el motivo por el que en la prostitución el dinero se vuelve central porque ocupa el lugar vacío del deseo-placer.

Historia no nueva, al contrario, reiterada hasta el cansancio, de la prostitución. El cuerpo escindido, insensibilizado, convertido en mero objeto de uso –abuso.

Si le cambiamos el tiempo a parte de la frase que Riot nos dice, sin quererlo nos deja un cuadro muy nítido de lo que en la práctica es la prostitución:
“…pienso que eso es lo que tengo que hacer, cuántas veces digo  sí a cosas que en realidad no quiero hacer…. Cuántas cosas naturalizo y dejo pasar…. me hago dejar las preferencias y gustos a un lado para complacer al otro a toda costa…”

Una prostituta escribe una carta que reabre el debate sobre el trabajo sexual

“Siempre pierdes algo, siempre inviertes algo. Y el trabajo sexual me enseñó a poner límites. A decir que sí y a decir que no. A poner mi placer en juego”, concluye Riot.
27 de mayo de 2017

María Riot es una trabajadora sexual que escribió un post en su página de Facebook. Con sinceras y brutales palabras, el post reabre un debate que parece no tener fin: la prostitución. Alrededor del mundo, la prostitución ha sido un oficio señalado por todos y apoyado por nadie.

Riot expreso en un texto breve e intenso sobre lo que piensa acerca del sexo y el meretricio. Dicho texto, trae a colocación uno de los argumentos principales de las trabajadoras sexuales libres: la disposición y control del propio cuerpo bajo sus propias normas.

“Cuánto tiempo perdí teniendo sexo gratis”, expresa la trabajadora sexual en el post. Asimismo, ella agrega que accedía a tener sexo con hombres por sentir una especie de deuda. “A veces hacía lo que la persona con la que estaba quería, me hacía o decía”.

“Cuántas salidas en las que por no agradecer e irme a casa accedí a ir al hotel porque pensé que eso sería lo que tenía que hacer, cuántas veces que dije que sí a cosas que en realidad no quería hacer, pero que para no quedar mal o porque me gustaba la persona, las hice igual. Cuántas cosas naturalicé y dejé pasar solo porque eran mis novios o novias y el amor me hacía dejar las preferencias y gustos a un lado para complacer al otro a toda costa sin siquiera decir qué era lo que yo quería en realidad”.

Sin importar su procedencia, la prostitución está presente tanto en países ricos como pobres. Sin embargo, algunos gobiernos del mundo han accedido a legalizar este oficio sexual, mientras que otros se niegan profundamente hacerlo.

“Siempre pierdes algo, siempre inviertes algo. Y el trabajo sexual me enseñó a poner límites. A decir que sí y a decir que no. A poner mi placer en juego”, concluye Riot.

Fuente
http://www.mundiario.com/articulo/topsex/prostituta-escribe-carta-reabre-debate-trabajo-sexual/20170527233446090199.html




lunes, 1 de agosto de 2016

Sonia Sánchez 2

Sonia Sánchez - Testimonio de prostitución


LA PROSTITUCIÓN ES VIOLENCIA
Entrevista a Sonia Sanchez

Sonia Sanchez viene de Bolivia, alli estuvo dando talleres y presentando el libro ”Ninguna mujer nace para puta" que escribió junto a María Galindo de Mujeres Creando. EI encuentro demoró, pero cuando finalmente se produjo, la historia de Sonia y sus reflexiones surgieron con una claridad que la cronista eligió que hablen por si mismas.

”Vine a Buenos Aires, desde el Chaco, a trabajar como empleada doméstica, a los casi 20 anos. Sin conocer absolutamente nada, así que los patrones me fueron a esperar a Retiro, y de ahí me llevaron a Floresta. Estuve casi 8 meses, manejaba la casa, planta baja, primero y segundo piso; muy grande y era yo para todo. Me levantaba alas 5:30 de la mañana y me acostaba ala 1:30. Tenía que preparar el desayuno para mis patrones, limpiar a los niños, mandarlos a la escuela, y después limpiar toda la casa.

Sonia Sánchez

El tema es que a mí siempre me ha gustado leer, dejé de estudiar para trabajar. El domingo, que era el único día libre que tenia, leía el diario. Leía todo, hasta los clasificados y me daba cuenta de que no llegaba a cobrar ni la cuarta parte de Io que decía el diario. Dejé pasar así un mes. Un día me siento y les digo a ellos, “miren, yo necesito que me aumenten porque estoy mandando plata al Chaco, y además yo leo y no me están pagando lo que me corresponde. Ellos muy tranquilos me dijeron, "mira, si quieres esta va a ser tu paga, nosotros no te vamos a aumentar”. Creían que yo iba a seguir aceptando porque no tenía ningún familiar acá, ni ningún conocido, y a donde iba a ir. Entonces les dije que buscaran a alguien porque yo me iba. No sabia a donde, cada vez que salía iba con una libretita anotando porque no conocía nada. Enseguida consiguieron otra persona y me fui. El mes entero de pago me alcanzo para quince días de un hotel de cuarta, y dejé algo de dinero para comprar el diario. Ahí me di cuenta que no tenía ninguna referencia para conseguir trabajo. Podía hablar muy bien, podía pedir que me pongan a prueba, cuidar señoras, cuidar niños, limpiar ollas. Pero nadie me dio trabajo porque no tení referencias. Terminé durmiendo en Plaza Once. Estuve unos cinco meses durmiendo ahí. De día dormía en el tren de Once a Moreno; y de noche, el monumento no estaba enrejado todavía y me acomodaba en un rincón pero la pasaba despierta por el miedo. Toqué puertas por todos lados, fui al ejército de salvación, porque quería lavarme para seguir buscando trabajo. La marginación es una cadena. Tenía que tener un peso, dos pesos para bañarme o dormir ahí. Yo les decía “estoy durmiendo en la Plaza Once, no me puedes pedir un peso porque no tengo”. Recogí la comida de los tachos, pero ya no daba más. No daba más del hambre, del miedo que sentía, de no tener un techo y poder descansar bien. Y además la humillacion que me hacían pasar las mujeres, que todavía hoy siguen limpiando los baños de la estación, porque a veces me recostaba en el sillón y no me dejaban dormir.

Estaba muy desesperada. En esos casi cinco meses veía a esas mujeres, pero yo siempre estuve en mi nube. Vengo de una familia muy pobre, pero mi madre siempre nos hizo estudiar. Ella lavaba en una casa, fregaba en otra, y nosotras lo único que hacíamos era estudiar. Yo estaba en mi mundo de estudiante, no sabía lo que era la prostitución, no sabía lo que era una travesti. No conocía nada de este mundo. Yo lo que veía eran estas mujeres, ahí paradas que se arreglaban, iban y venían, pero no sabía nada.

Un día me acerqué y le dije “mira, yo me llamo Sonia Sánchez, estoy durmiendo en la plaza, no doy más”. Lo único que tenía era una cartera y lo único que salvé fue mi documento. Recuerdo su rostro, era una mujer de unos casi 50 años, y me dijo “mira, yo hago esto, vos sos joven”, claro yo tenía apenas 21 años. “Mirá, yo te doy plata, anda a comprarte un Shampoo, una crema enjüage y vení; solos se te van a acercar”. Y después no recuerdo bien, fue mi manera de defenderme. Sé que me fui a la ducha, me arreglé, me bañé, me puse una ropa bonita. Y ahí fue el primer pase, que se dice, no recuerdo cuanto duró si fueron quince minutos, tres horas o diez horas. Esa fue la segunda relación que tuve. Debe ser tan traumática que por eso no la recuerdo. Después no sé cuantas horas habré estado bajo la ducha. Cuando vuelvo en sí de nuevo, sé que tengo que volver a hacer eso para tener un techo al día siguiente.

He sido prostituída cinco años de mi vida. Nunca lo viví como un trabajo, siempre lo viví como una violencia. Y eso puedo discutirlo con el que sea. La prostitución no es trabajo, es violencia que se ejerce contra el cuerpo de las mujeres, además es violencia psíquica. Es tremendo. El cuerpo puede perder la memoria pero aquí en la cabeza queda. Me pregunto si ser violada es trabajo, si ser manoseada es trabajo, si ser violentada sistemáticamente es trabajo. Cada quince minutos, cada hora; ESO es trabajo? Porque eso es la prostitución.

Ser hambreada es trabajo? Eso no es trabajo. Es violencia. La prostitución tiene un solo idioma: violencia."

MUIERES EN SITUACIÓN DE PROSTITUCIÓN

Ya había dejado la prostitución después de cuatro años. Vuelvo al Chaco, me compro una casa, pongo un negocio de ropa. En un mes me roban cinco veces y no puedo levantar.

Vuelvo a la calle un año más y ahí se completan cinco para poder pagar abogados y todas esas cosas. Ahí es cuando me quedo a vivir en Buenos Aires.

Conocía a las mujeres, de los calabozos de la Comisaría 50, o del asilo San Miguel donde estábamos 21 días detenidas. Y siempre me insistían, ‛‛Sonia tienes que venir a la organización’‛. Un día fui y empecé a aprender que era la organización, que era AMMAR [i], aprendí algunos derechos, empecé a conocerlo que era la CTA[ii] por dentro.

Y después, fueron pasando cosas muy fuertes, en el 2000 empezaron a meternos esto del “trabajo sexual”.

Nosotras las putas somos absolutamente mentira, no hay una parte de la puta que sea verdad. La puta duerme en un colchón de mentiras, todo el tiempo, porque sino no podría soportar nada. Y compra todos los versos. Yo me he comprado el de trabajadora sexual cuando estaba dentro de la CTA. Me presentaba así y nunca me senté a pensar por qué. Sólo que a mí me aliviaba, yo estaba maquillando una realidad. Nosotras jamás discutimos si esto era trabajo o no. Para la gente de la CTA, ‛‛VOS SOS trabajadora, SOS compañera". Cuando arman una reunión para hacer el sindicato legal, estaba todo preparado, hasta de Genaro[iii]  nos estaba esperando, faltaba la firma nuestra. Y ahí entramos en pánico, nunca lo habíamos discutido entre las putas. No puedo discutir si la prostitución es trabajo O no con un sindicalista, cuando el tipo es un prostituyente.

Empezamos a ver como discutir con las de la calle. Y cuando discutes con las putas de la calle, todas nos pedían trabajo. Te están diciendo que eso no es trabajo. Cuando van a buscar a sus hijos a la escuela no dicen “soy trabajadora sexual”, dicen “cuido niños, cuido ancianos, soy una mujer desocupada”. Entonces por qué sindicalizar? Por qué legalizar, o blanquear algo cuando vas a seguir tapada? Le vas a hacer el juego al gobierno, a tres o cuatro proxenetas que viajan por el mundo con ese verso y que no se paran más en la esquina y viven de las que siguen en la calle. El del trabajo Sexual es un discurso fracasado.




Con esta postura en el año 2002 me echaron de la CTA. Era un lugar donde las putas no teníamos decisión propia. Ahí armamos AMMAR Capital[iv]. Empezamos solas a trabajar, las reuniones las hacíamos en el comedor de mi casa, y después la Iglesia metodista del barrio de Flores nos dio un lugar para repartir la caja de mercadería. Era el 2001, todas pasábamos muchísimo hambre.
Estábamos sentadas en el suelo y la pregunta era “qué somos?, quiénes somos?, hacia dónde vamos?” Nos acababan de echar de un espacio ‛‛progresista” por no querer que nos impongan una identidad. ¿Qué somos si no somos trabajadoras sexuales? No podíamos pronunciar la palabra prostituta. Nos quemaba. Pero antes de eso, yo preguntaba, qué somos? o ya hemos nacido putas? No. Una decía ‛‛madre". No, antes de eso somos mujeres. Fue toda una tarde hasta que pudimos decir la palabra mujer.
Entonces decidimos presentarnos como mujeres en situación de prostitución.

En el 2006 yo renuncié a AMMAR Capital. Por qué tenemos que repartir forros? Nos venden el discurso de que es para que las putas se cuiden. Es mentira, es para que el prostituyente no se enferme, cuando él es el que te infecta a vos. Qué pasaba cuando decíamos que la prostitución no es trabajo? Queremos trabajo. No tenemos educación, queremos educación. Pedíamos esas dos cosas y el gobierno nos respondía con 7000 forros y 240 cajas de alimentos por mes.

Queríamos micro-emprendimientos, la puta no tiene cultura del trabajo, tiene cultura de la explotación. Había anotadas 50 y nos daban para 10. Aprendían a hacer cosas, pero para vender a dónde. Si las vendías en la calle, te perseguían como a los vendedores ambulantes.

Teníamos un espacio que se llamaba “espacio mujer”, era todos los miércoles y debatíamos sobre el tema de la violencia intrafamiliar e institucional, llegamos a nombrar al marido como fiolo, a decir que éramos violadas cuando no teníamos ganas de tener sexo. Tres fiolos participaron de algunas reuniones porque las mujeres los traían para que escucharan. Fue un espacio muy fuerte, muy rico, que se acabó cuando cayeron nuestras dos compañeras presas por lo de la legislatura, Marcela Sanagua y Carmen lfrán.

MUJERES CREANDO

En el 2006, María Galindo hace la muestra “Ninguna mujer nace para puta” y me invita. Traemos esa muestra a Argentina, al Centro Cultural Borges, por ahí pasaron más de 5000 personas. Ahí comenzamos a desdibujar las fronteras del patriarcado para que exista la buena y la mala. La iniciativa nació desde la puta. Ahí tuvimos voz propia desde un lugar no permitido. No era la Calle, ni el burdel. Y ahí operaron los parásitos, los que te vienen a ayudar pero en realidad te expropian tu lucha. Operaron en lo peor de nosotras, termina la muestra, y AMMAR con una ruptura. Para mí la Organización tenía sentido para pensarnos y pensar, corrernos de lugar. Digas trabajo o digas “situación de prostitución”. Yo no me organicé para seguir estando presa.

Los ghettos son un fracaso. La puta tiene un guión oficial que es el Sida, IPS y forro. ¿La puta discute sobre economía, política o educación? iEstá atragantada de forros! Tus interlocutores son otras putas y el fiolo. Es un mundo muy pobre. En cambio si te organizas con otras mujeres tu mundo crece, se hace mucho más rica la discusión.

Ahora estoy en Lavaca que es una cooperativa de periodistas, aunque no soy periodista me han abierto ese espacio. Hemos formado un grupo que Se llama ‛‛Las Locas". Es una palabra que nos dicen a las mujeres para descalificarnos. Y desde la locura puedes crear. Hay periodistas, hay una puta, hay maestras, una estudiante, diversos mundos de mujeres que no tenemos miedo de decir lo que sentimos, de hacer un escrache y de sostener un debate político sobre nosotras en esta sociedad. Empezamos este año en un Congreso de VIH Sida de América Latina y el Caribe. Lo organizaron las trabajadoras Sexuales de la CTA y vinieron de Brasil y otros países, mucha plata. Cobraban 250 dólares para entrar.

Hicimos un volante que decía “mientras ustedes hablan las putas se siguen infectando”. Y de eso no hablan. El forro que te dan te lo saca el prostituyente con 5 pesos más. Te prostituye el hambre por 15 pesos, el prostituyente te da $20 pero saca el forro. Con el hambre no hay negociación posible.

Sonia Sánchez en La Casona

Debemos discutir esto, pero no entre putas, no se les puede meter más culpa a esas mujeres. Esa mujer que no lo usó, no viene al otro día a decir ‛‛mira no lo usé" porque le dá vergüenza, porque el día anterior y el anterior y el anterior te viene escuchando como loro.
Hay que discutir con el Ministerio de Salud, con las ONGS porque esto no sirve. Hoy al SIDA le cuesta 5 pesos entrar a tu vida. No se discute a fondo el tema de la prostitución. Se habla de la zona roja, de las travestis, de las putas; pero nunca del prostituyente. Al que consume, al tipo que busca no se lo pone en cuestión. Ni siquiera las organizaciones de putas. El fiolo, la policía y el prostituyente están los tres al mismo nivel. Es una cadena de explotación. Esto las organizaciones de putas no lo cuestionan. Y tampoco cuestionan el lugar de las mujeres en esta sociedad, que yo no llamo patriarcal, yo lo llamo estado proxeneta. El lugar sexual nuestro como objetos sexuales, por eso digo todas tenemos cara de putas. Toquemos más a fondo, toquemos el cuerpo, toquemos todo esto.

Lucía García
DISEÑO LEOFOLOO DAMENO


Fuente

Notas aclaratorias (no figuran en el original)




[i] AMMAR Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina. Asociación dedicada a la promoción de la prostitución como “trabajo”.
[ii] CTA Central de Trabajadores de la Argentina. Una de las varias organizaciones que nuclean a los trabajadores.
[iii] Dirigente gremial. Uno de los fundadores de la CTA
[iv] Ammar Capital, separación de Ammar caracterizada por su posición abolicionista. Posteriormente pasó a llamarse AMADH Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos


Vea también la entrada anterior con otra entrevista: Sonia Sánchez 1

VER VIDEOS en:


Sonia Sánchez - Panel Abolicionista (1 de 2) en espacio FRACCTAL


Sonia Sánchez - Panel Abolicionista (2 de 2)