Dos trabajadoras de
la calle contaron su desgracia
“No somos perros, solo pedimos dejar de trabajar como
prostitutas”
Luisa tiene 41 años y tres hijos (dos discapacitados). Irene
tiene 25 años, está desnutrida, trabaja
desde los 15 y tiene tres hijos pequeños.
lunes, 25 de julio de 2016
“No somos perros, solo pedimos
dejar de trabajar como prostitutas”
Cansadas. Están obligadas a vender y exponer su cuerpo.
Dos historias desgarradoras fueron reveladas por sus
protagonistas ante EL ANCASTI. Luisa e Irene trabajan en "paradas"
del centro de la ciudad Capital como prostitutas desde hace más de 10 años. Su
situación económica es acuciante, ya que no cuentan con recursos para
alimentarse ellas ni sus hijos. Piden desde hace varios años la posibilidad de
que sus casos sean tomados y resueltos por el equipo de Trata de Personas y
tener un trabajo digno, pero las respuestas no llegan.
Luisa contó que "trabaja" desde los 18 años.
"Mi mamá y mi hermana me encerraron en un prostíbulo de Andalgalá cuando
cumplí la mayoría de edad. Salía de ahí cada 6 u 8 meses y la gran parte de mi
plata se la llevaban ellas. Hoy tengo 41 años, dos hijos mayores discapacitados
y una más chica que está bien y va a la escuela, pero a veces no tengo para
alimentarlos", aseguró.
Luisa contó que en los últimos años por la precariedad de su
trabajo tuvo que soportar millones de iniquidades. Desde el abuso policial, al
de quienes describió como los "clientes más violentos",
que llegaban a apagarle cigarrillos en el cuerpo y forzarla a situaciones
impronunciables, hasta las 5 veces que tuvo neumonía y la operación que sufrió
luego "de que me reventaran un ovario".
"La gente piensa que a nosotras nos gusta,
pero yo no quiero trabajar más de prostituta. Vengo intentando por todos los
medios desde hace años para que me den un emprendimiento, un carro panchero.
Hasta hice el curso que me dijeron desde la Gerencia de Empleo, pero nunca me
lo dieron.
Luisa mostró decenas de cartas que presentó a la gobernadora
Lucía Corpacci y al intendente Raúl Jalil, contándoles sobre sus limitaciones y
su deseo de ser ayudada y tener un trabajo digno. "Nunca me respondieron",
contó resignada.
La historia de Irene es similar. Ella trabaja con Luisa en
la misma esquina y tiene tres criaturas pequeñas. Luisa a veces la aloja en su
casa, porque ella no tiene donde vivir.
A Irene su madre la expulsó para que trabaje cuando solo
tenía 15 años. El Estado ausente permitió que lo hiciera siendo menor. Hoy con
sus 25 años y las precariedades en las que se ve inmersa son muchas.
"Se supone que un servicio cuesta 200 pesos, pero a veces y por
hambre terminamos cobrando casi nada. Mi mamá me cuida a mis hijos y me cobra
por hacerlo, y muchas veces no tengo dónde dejarlos. Yo quiero lo mejor para
ellos, pero muchas veces no tengo para darles de comer", aseguró.
Luisa contó que Irene "ahora está gordita", ya que
en otras oportunidades y como consecuencia del maltrato del que son víctima en
su profesión y el hambre, estuvo muy flaca y desnutrida. "Ella necesita donde vivir.
A veces nos ayudaron con algo de ropa o bolsones, pero "hoy no tenemos ni
una colchita para los chicos. A nosotras nadie nos quiere ayudar, somos como
perros”.
Fuente:
http://www.elancasti.com.ar/policiales/2016/7/25/somos-perros-solo-pedimos-dejar-trabajar-como-prostitutas-305525.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario