lunes, 28 de octubre de 2019

De proxeneta a activista contra la trata de mujeres: "Les rompes la voluntad, todos sus sueños, se quedan vacías"

Testimonio de prostitución


De proxeneta a activista contra la trata de mujeres: "Les rompes la voluntad, todos sus sueños, se quedan vacías"
ARACELI GUEDE @araceliguede 26.10.2018 –

Tras más de veinte años traficando con mujeres, Miguel se dedica ahora a ayudar a víctimas de la trata. Apodado el Músico, da la cara y desgrana los detalles de este negocio en un documental de Mabel Lozano. 

La Cineteca del Matadero de Madrid fue este miércoles escenario de algo, si no insólito, sí muy poco habitual. Miguel, conocido como 'el Músico', un hombre que durante dos décadas traficó con más de 1.700 mujeres, mostraba su arrepentimiento en público ante Amelia, obligada a prostituirse durante años: "Te quiero pedir perdón a ti y a todas las mujeres que han padecido por personas como la que yo era". El motivo de este encuentro fue la presentación de El Proxeneta. Paso corto, mala leche, un documental dirigido por Mabel Lozano y que Miguel protagoniza.

 A lo largo de una hora y veinte minutos, quien fuera uno de los principales capos de una red sin escrúpulos desentraña las claves de un negocio que se calcula que genera cinco millones de euros al día en España. "Contactó conmigo porque conocía mi trayectoria contra la trata y quería compartir el dolor que siente. Pero yo no quería que compartiera eso conmigo. Yo quería saber quién maneja los hilos, quién va a captar a las mujeres, quiénes son los dueños de los burdeles, cómo se blanquea ese dinero... Es muy importante meterles a ellos en el discurso de la prostitución, porque la invisibilidad les da impunidad", explica la directora a este diario.

El Músico habla por tanto de los verdugos, pero sin olvidar a las víctimas, y es ahí cuando el relato resulta especialmente desgarrador. "Hacían lo que nosotros queríamos. Les rompes la voluntad, todos sus sueños, se quedan vacías", cuenta y llega a compararlo con el Holocausto: "Si los nazis llevaban a los judíos a la cámara de gas, nosotros llevábamos a las mujeres al salón". La manipulación con la que las controlaban en un primer momento, con promesas como que les conseguirían los papeles, daba paso a las amenazas y las agresiones cuando dejaban de creer en que su situación sería regularizada. "A mí no me gustaba la violencia física porque dañaba el producto", reconoce y admite que no le resultó difícil verlas como mera mercancía: "Yo no quería al ser humano. No me costó. No porque fueran mujeres, sino porque no le tenía cariño a las personas".


Procedente de una familia pobre, este barcelonés vivió en un orfanato entre los cuatro y los trece años. Afirma no querer justificar sus actos con ese hecho, pero apunta que pasar por una infancia muy dura le sirvió para "sobrevivir a través de la picardía y la maldad" y para "aprender a manipular". Con diecisiete años empezó a trabajar como portero en un club de alterne y fue así como entró en un mundo que le deslumbró con sus lujos. En 1997 empezó a importar mujeres, en 2001 abrió el primer macroburdel del país junto a otros socios, y cuatro años después contaban con una decena. "Era todo tan fácil...", señala.

"Una mujer en una mala noche te movía entre 500 y 600 euros. Traerlas a cada una de ellas no costaba más de 1.000 pero la deuda que contraían con nosotros era de 6.000. La prostitución de antes no daba tantas ganancias. La trata sí. Teníamos el dinero en sacos", continúa. A las víctimas, entre las que había menores, se las hacía trabajar entre doce y catorce horas diarias, incluso cuando estaban con la regla, y a los tres años de estar siendo explotadas eran vendidas a clubs de tercera porque dejaban de ser rentables.  

"Un riesgo que tenía que correr"
La narración de esta historia tan dura como real se desarrolla en un tono sereno pero al recordar a Lucía, que se cortó las venas en el baño del local en el que trabajaba, a este exproxeneta se le saltan las lágrimas: "Hay chicas que te dejan huella. Estiré la cuerda demasiado con ella". Ese momento marca la segunda parte del documental, en la que Miguel continúa el relato a cara descubierta. La decisión de aparecer ante la cámara la tomó a mitad del rodaje. "Miedo tienen las mujeres. Ellas conocen lo que les puede pasar si denuncian y algunas sin embargo dan el paso. Es un riesgo que tenía que correr y que corro. Vale la pena", responde a la pregunta de 20minutos sobre si ha temido que esa exposición le haya puesto en peligro.

"Se está jugando la vida porque rompe todos los códigos de la delincuencia. No porque hable de las mujeres o de los clientes. Eso a ellos les da igual. Sino porque habla de cosas que hacen daño al negocio", remarca Lozano, para quien lo más llamativo es "ver cómo este sobrevive por las miles de complicidades que existen. Abogados, banqueros, notarios, médicos...". "No digo que toda esa gente sean delincuentes, pero él lo dice, y es muy significativo: ¿qué es lo más importante para un delincuente? Buscar a otro. Entre lobos se conocen", mantiene.

Ella aboga por una ley integral contra la trata, por tipificar "todas las caras del proxenetismo" y por una educación que conciencie a los jóvenes: "La ciudadanía mira para otro lado. Voy a institutos, imparto conferencias, les pregunto a los chavales y me dicen que nunca se han parado a pensar qué hacen esas señoras que están en la rotonda". 

"Hacemos más daño que un violador"
 Condenado por prostitución coactiva a 27 años de cárcel, el Músico salió a la calle en 2011 tras haber cumplido tres. Ahora, a sus 55, no solo está arrepentido de todo lo que hizo sino que se dedica a luchar contra ello desde el activismo y como colaborador de la Policía: "Asesoro a mujeres víctimas de trata o explotadas dentro de la prostitución y denuncio todo aquello que conozco". "No es un proceso que se hace de la noche a la mañana. Son las circunstancias las que te van abriendo los ojos de las cosas malas que has hecho", añade. En su caso, entre esas circunstancias está el haberse enamorado de una de sus víctimas.

Desde la perspectiva que le da esta nueva posición, Miguel se muestra contrario a la legalización de la prostitución y considera que hacerlo sería asumir el mensaje de las mafias. Denuncia que los políticos no están haciendo "nada" en esta materia y lamenta la visión que se tiene de este tipo de delitos: "En la cárcel me di cuenta de que no estaba mal visto, cuando en realidad hacemos más daño que un violador".


Fuente
https://www.20minutos.es/noticia/3474691/0/proxeneta-activista-contra-trata-mujeres-rompes-voluntad-suenos-quedan-vacias/

Nota: las negritas están en el original.






“Aunque no haya golpes, tener sexo sin desearlo con diez personas al día también es violencia machista”


Testimonio de prostitución

 “Aunque no haya golpes, tener sexo sin desearlo con diez personas al día también es violencia machista”
Melanie Thompson es una superviviente de trata y explotación sexual, que fue secuestrada cuando tenía 12 años. Ahora, con 22, utiliza su testimonio para hacer activismo por la igualdad.


Melanie Thompson, superviviente de prostitución. | Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres


MADRID 11/05/2019 13:18 Actualizado: 11/05/2019 13:18 SANDRA RODRÍGUEZ @Sandrary_5


Melanie Thompson, nacida en Estados Unidos, es superviviente de trata y explotación sexual. La secuestraron a los 12 años, cuando volvía del cine. Hoy, a sus 22, ha contado su historia miles de veces para hacer activismo, pero le siguen temblando las manos al hablar de la etapa en la que fue explotada sexualmente. Asegura que es algo que no se supera. Hace dos años que por fin salió de la prostitución, tras pasar por varios reformatorios y ser detenida por la Policía.

Ahora, relata su historia a Público entre las paredes de la Fundación Giner de los Ríos, en el marco de las jornadas que se celebraron los días 4 y 5 de febrero ‘Avances y retos de futuro en la lucha contra la trata y explotación sexual de mujeres y niñas’, organizadas por la CATW en Madrid.

Thompson ahora es consciente de su realidad y acaba de graduarse en Trabajo Social. Se siente agradecida por las organizaciones feministas que le tendieron la mano cuando aún era víctima de trata y el Estado y la sociedad le daban la espalda. Ahora se siente fuerte y utiliza su testimonio para ayudar a otras mujeres a salir de la prostitución, que califica como una infinita pesadilla.

¿Cuál es el proceso por el que pasa una mujer hasta darse cuenta de que es víctima de prostitución?
En mi experiencia, me di cuenta de que era víctima de trata un año después de ser secuestrada. La Policía me detuvo y ese fue mi punto de partida para abrir los ojos. Me pregunté: ¿Por qué estoy siendo detenida? ¿Qué he hecho? Antes de mi detención, siempre pensaba que era yo quien tenía la culpa de todo lo que me ocurría, desde que me raptaron.

A la hora de denunciar, ¿te sientes protegida por las instituciones?
Con respecto a esto, experimento diferentes sentimientos. A mí me detuvo la Policía con 12 años. Por entonces, el Tribunal descubrió quién era mi proxeneta. Así que me sentí muy vulnerable, porque estaba ahí delante mientras yo declaraba. También me sentí juzgada al relatar mi testimonio ante los jueces. Sentía que me juzgaban con la mirada.
Con 14 años, empecé a hacer mis testimonios públicos, pero con un nombre falso porque me seguía sintiendo desprotegida por la ley. Y empecé a representarme como una superviviente. Ahí comencé a sentirme segura, a raíz de dar mi testimonio públicamente y ver que no era la única. Creo que ese fue el comienzo de salida de mi captura, no sólo física, sino mental como mujer prostituida.

A los 18 años, empecé a usar mi nombre real para hacer mi activismo, por mí misma y por el resto de víctimas y sobrevivientes de trata. Ahora ya no tengo más miedo.

El discurso de la libre elección, ¿defiende la igualdad real?
Definitivamente, no. Aunque en la prostitución no haya golpes, tener sexo con más de diez hombres al día también es violencia machista.

¿Cómo puede combatirse?
Hay que empezar por re-educar a las personas que tienen la opinión de que esa es una posición feminista. La educación es la base de todo. Y hay que hacerlo a través de las experiencias de las supervivientes de prostitución. Además de ayudar a esas personas a entender y reconocer que está es una “elección” que parece ser libre en su superficie, pero realmente no lo es. En realidad son decisiones forzadas por las circunstancias.

Cuando todas entendamos esta idea, toda la sociedad podrá entender que la trata con fines de explotación sexual es una violencia basada íntegramente en el género.

¿Cómo te ha ayudado el activismo feminista en tu lucha?
“Comencé a sentirme segura cuando rebelé mi historia públicamente y vi que no estaba sola”
El feminismo y la lucha son dos conceptos que tienen poder individualmente por sí mismos. El feminismo es el movimiento para luchar por la igualdad de género, que las mujeres estén al mismo nivel que los hombres. El activismo soy yo usando mi voz para luchar contra la injusticia. La lucha feminista es usar mi historia para llegar a la igualdad entre hombres y mujeres. Comencé a sentirme segura cuando rebelé mi historia públicamente y vi que no era la única, que no estaba sola.

¿Qué le dirías a las mujeres que se encuentran ahora mismo sometidas a la trata y la explotación sexual?
Quiero que sepáis que no estáis solas. Aunque puede que no os sintáis así en este momento, hay alguien en el mundo que está luchando por vosotras. Y va a salir bien, tarde o temprano.

¿Y qué mensaje mandarías a los hombres demandantes de prostitución?
Me han dado escalofríos con esta pregunta. (Toma un respiro). A los hombres que compran el cuerpo de las mujeres les invito a hacer una reflexión dentro de sí mismos, para intentar entender el dolor que causan y el prejuicio que inculcan en las mujeres. Si tuviera enfrente a un hombre comprador de sexo, le diría: Imagina que lo que le estás haciendo a las mujeres en prostitución, se lo hicieran a tu hija, a tu madre o a tu hermana, delante de tus ojos. Imagina cómo te sentirías si estuvieras viendo cómo violentan a una mujer que quieres. Es todo lo que tengo que decirles.


Fuente

Nota: las negritas e imagen están en el original.







Entrevista con Mia Khalifa: "Quería hacer porno como mi pequeño y sucio secreto, pero me explotó en la cara"


Entrevista con Mia Khalifa: "Quería hacer porno como mi pequeño y sucio secreto, pero me explotó en la cara"
Redacción
BBC News Mundo
27 agosto 2019




Mia Khalifa tuvo un breve pero muy exitoso paso por la industria pornográfica en Estados Unidos.


El interés humano por el sexo no es nada nuevo, pero internet ha hecho que sea mucho más fácil explorar y explotar todos los matices del deseo.

La industria del porno en línea obtiene miles de millones de dólares en ganancias cada año, pero los grandes beneficiados son los productores, no las mujeres y los hombres que realizan los actos sexuales frente a la cámara.

Mia Khalifa fue actriz porno por un breve periodo a fines de 2014.

Ganó fama mundial cuando apareció en un video de contenido sexual portando un hiyab islámico (el pañuelo usado por algunas mujeres musulmanas para cubrirse la cabeza) que causó gran controversia e hizo que recibiera amenazas de simpatizantes del autodenominado Estado Islámico (EI).

¿Hasta qué punto la pornografía todavía domina internet?
En la actualidad cuenta con 16 millones de seguidores en Instagram y si se busca su nombre en Google aparecen miles de resultados.

Pero Khalifa no está orgullosa de su fama mundial.

Después de años de amenazas, ahora está hablando abiertamente de su pasado.

¿Qué nos dice su historia sobre la industria del porno y la cultura del siglo XXI? Esto es lo que contó en una entrevista con Stephen Sackur en el programa Hard Talk de la BBC.



Khalifa, quien nació y se crió en Líbano en el seno de una familia cristiana, recibió amenazas de muerte por parte de presuntos miembros de Estado Islámico.


En muchos sentidos, eres una mujer muy famosa. Pero el origen de tu fama radica en tu breve participación en la industria del porno. ¿Es difícil para ti lidiar con eso?

Absolutamente. Después de dejarlo, mi cuenta de Instagram fue hackeada por simpatizantes de EI, que publicaron propaganda por todas partes. Así que Instagram la eliminó y no me hice una cuenta nueva hasta un año después, cuando decidí aceptar mi destino como la infame exestrella porno e intentar cambiar la narrativa.

Así que volví a crear una cuenta de Instagram e intenté, a falta de un mejor término, convertirme en una influencer.

Si pones tu nombre en Google aparecen innumerables enlaces a videos. Las palabras"estrella porno" aparecen inmediatamente, ¿eso es algo que nunca superarás?

Estoy tratando de hacerlo. No soy muy amigable con Google y estamos tratando de cambiar eso.

Lo primero que aparece es un sitio del que no tengo control, pero que desde el inicio está escrito en primera persona, como si fuera mío. Y en mi Wikipedia se publica como mi sitio web oficial. Y hemos intentado innumerables veces eliminarlo, incluso a través de acciones legales, pero la compañía no escucha. Y les hemos hecho innumerables propuestas.

-"Por qué escogí una carrera en pornografía"
Fuiste llevada por tus padres siendo una niña desde Líbano a EE.UU., donde recibiste tu educación. Eres claramente inteligente, fuiste a la universidad en Texas, donde estudiaste historia. ¿Cómo entraste en la industria del porno?

Yo no creo que la baja autoestima discrimine a nadie.

¿Importa si vienes de una buena familia o si vienes de un entorno no tan bueno? Luché toda mi infancia con el sobrepeso y nunca me sentí atractiva o digna de la atención masculina.

Y de repente, en mi primer año de universidad, empecé a perder mucho peso al hacer pequeños cambios. Y para cuando me gradué, estaba lista para marcar la diferencia. Me sentí muy cohibida por mis senos, porque eso fue lo primero que perdí cuando bajé casi 50 libras (22,6 kg).



Ciudades de Florida como Tampa y Miami han estado atrayendo durante años a modelos, productores y cazatalentos de la industria del porno.


Así que mi mayor inseguridad fueron mis senos, y quería recuperarlos. Y una vez que lo hice (Khalifa se sometió a una operación de cirugía estética), comencé a atraer toda esta atención de los hombres y nunca me acostumbré. Sentí que, a menos que me aferrara a eso e hiciera lo que se me pedía o lo que se esperaba de mí, sería insignificante.

Y después de sentir cómo era esa validación y los cumplidos, no quería que eso acabara.

Eras una joven graduada que deseaba encontrar un trabajo y un chico en la calle te dijo que podía trabajar contigo. Fue sincero y dijo que era en el negocio del porno. ¿Qué te hizo sentirte atraída por esta propuesta?

Así no fue como ocurrió. No fue "Oye, ¿quieres meterte al porno?". Fue más un "Eres hermosa, ¿te gustaría modelar un poco? Sabes, tienes un gran cuerpo y creo que serías genial para modelar". Cosas así.

Y después de que llegué al estudio, era un lugar muy respetable, un lugar magnífico en Miami, en Doral, Florida. Estaba limpio. Todos los que trabajaban allí eran amables. Todos sus cubículos estaban decorados con fotos familiares. Como si no fuera nada dudoso o algo que me hiciera sentir incómoda.

La primera vez que entré no fue la primera vez que filmé una película porno. Fue la segunda vez. En la primera fue más de firmar el papeleo, etcétera.

-Por qué Florida se convirtió en un imán para la industria del porno

Ahora tienes 26 años, pero esto fue cuando tenías 21. ¿Miras a esa chica de 21 años y sientes que fue utilizada? ¿Fue una víctima?



Pornhub es el sitio web de pornografía más visitado del mundo.


Siento que aquella chica no tenía las herramientas para identificar que se estaban aprovechando de ella y que lo que le dijeron eran mentiras. Tal vez no mentiras, pero tratar de manipularme para que hiciera lo que ellos querían.

Realmente no me veo como una víctima. No me gusta esa palabra. Tomé mis propias decisiones, a pesar de que fueron decisiones terribles. Creo que algo debe cambiar en la forma en que se aborda a las mujeres, incluso si solo se les acercan.

Has contado recientemente que tuviste una especie de "bloqueo" cuando actuabas en escenas sexuales, que en realidad no puedes recordar muy bien muchas de las cosas que hiciste. Intenta explicarme lo que estaba sucediendo en tu cabeza a medida que te sumergías en esta industria.

Creo que la palabra que no pude encontrar cuando dije eso era "adrenalina". Creo que mi adrenalina era tan alta porque sabía que lo que estaba haciendo estaba más allá de lo que nunca pensé que haría. Entonces, la adrenalina hasta hace que sea difícil mirar atrás y recordar exactamente lo que sucedió y las cosas que ocurrieron.

Tu origen cultural es el árabe, que es profundamente conservador en general. ¿Crees que fue una capa extra que tuviste que quitarte cuando entraste en este negocio?

Probablemente. Creo que una parte de eso también fue rebeldía y querer hacer algo tan fuera de los límites y tan fuera de lugar que me sorprendió incluso a mí misma.



Mia Khalifa ha generado mucha controversia en países árabes donde incluso su figura es usada en las protestas políticas.


Y supongo que esta es una pregunta muy estúpida, pero ¿tu familia, por supuesto, no tenía idea de lo que hacías?

No. Y me repudiaron cuando se enteraron, sí.

"Sexo del futuro": cómo las cámaras web y las estrellas del porno ayudaron a una mujer a adoptar una nueva actitud ante el sexo y las relaciones

Debe haber sido terriblemente difícil.

Me sentí completamente alienada, no solo por el mundo, sino también por mi familia y las personas que me rodeaban. Especialmente después de dejarlo, cuando aún estaba sola. Y quiero decir que me di cuenta de que algunos errores son imperdonables. Pero el tiempo cura todas las heridas y las cosas están mejorando ahora.

Te pagaron US$12.000 por un total de seis videos que hiciste. Generaste millones y millones de dólares, tanto para Bang Bros, la empresa con la que trabajaste, como para el sitio PornHub, ¿cómo es posible?

Así son las cosas. No soy la única. No es que tuviera un contrato terrible o un mánager terrible.




Khalifa ha decidido romper su silencio y hablar de su experiencia en la industria para adultos en diferentes foros.


Y tenías 21 años, apenas estabas saliendo de la infancia.

El cerebro humano no se desarrolla completamente hasta los 25 años. Entonces la parte de tomar decisiones de mi cerebro aún necesitaba formarse. No había nadie que me dijera qué hacer.

Te convertiste en la estrella número uno en este negocio. ¿No tenía regalías, ni derechos de obtener algún tipo de recompensa por tu popularidad?

Ninguno. Ninguno en absoluto.

En el video del hiyab, el más popular, participan tres jóvenes. Eras una de ellas y llevabas el pañuelo islámico. Tenías que saber lo provocativo que era eso.

Les dije literalmente que me van a matar.

¿Por qué no dijiste que no lo ibas a hacer?

Intimidación. Estaba asustada. Nadie te obliga a tener sexo, pero aún así estaba asustada. ¿Alguna vez te has sentido nervioso de decir algo en un restaurante cuando la comida no está bien y el mesero viene y te pregunta "cómo está todo"? Estaba intimidada. Estaba nerviosa.

Dices que el concepto de consentimiento no tiene sentido en la dinámica de poder entre los hombres que controlan la industria del porno y una joven actriz de 21 años como tú.

Absolutamente. Cuando hay cuatro productores blancos en la sala y les dices algo así, y todos se ríen, es algo devastador y hace que no quieras hablar ni decir nada. Es lo mismo cuando firmas tu contrato, conoces al presidente y al CEO de la compañía en la sala, está contigo esperando que lo leas y cuando lo estás leyendo no entiendes nada de lo que está escrito, porque estás muy nerviosa, porque la gente te está mirando.

Cuando saliste del set de filmación al final de esa película en particular, ¿sabías en el fondo que esto iba a ser un desastre para ti?

No me golpeó hasta el día siguiente, porque la adrenalina todavía estaba muy alta.

Pero inmediatamente después de su lanzamiento, todo mi mundo quedó destrozado. La razón por la que pensé que estaba bien que hiciera porno era porque pensé que nadie lo descubriría. Hay millones de chicas que se graban a sí mismas teniendo sexo y hacen cosas así, y nadie sabe sus nombres. Nadie sabe quiénes son. Nadie las reconoce así. Quería hacerlo como mi pequeño y sucio secreto, pero me explotó en la cara.



Khalifa dice que asume al 100% la responsabilidad de haber participado en la industria del porno, lo cual hoy considera que fue un error.


Desde el punto de vista de los cineastas y los distribuidores, fue un triunfo.

Dijeron que fui como un rayo que cayó en una botella.

La realidad para ti fue que tu cara era conocida en todo el mundo como la estrella porno que llevaba hiyab y sufriste amenazas.

Oh, sí. No voy a decir de EI, porque no creo que todos los que están muy involucrados con EI tengan una cuenta de Twitter. Pusieron una foto mía sobre la de alguien que fue decapitado y dijeron… no sé exactamente lo que dijeron. Dijeron algo de que sería la próxima.

No puedo imaginar cuán sola debes haberte sentido en ese momento, porque no podías discutir esto con tu familia.

No. Fue aterrador. Pero mi mecanismo para afrontar estas cosas es el humor. Entonces mi respuesta fue: "Bueno, siempre y cuando no me cortes las tetas. Valen mucho dinero".

Tenías 21 años. Ahorahan pasado cinco años. ¿Cuánta responsabilidad personal asumes por lo que hiciste?

El 100%. Tomé la decisión. Por supuesto que la industria es imperfecta y debemos hacer algo para proteger a otras chicas para que no caigan en la misma trampa que yo. Pero fue mi elección.

Salir del negocio cuando ese video viral era tan conocido yestaba asociado con algo tan provocativo, y tú recibías las amenazas... ¿Fue una decisión muy rápida para ti?

No diría que muy rápida, porque todavía estaba nerviosa. No sabía cómo reaccionar ante eso. De hecho, los convoqué a todos en una reunión un mes después y tenía una carta de renuncia para cada uno y les hablé sobre mis sentimientos. Intentaron convencerme de que me quedara y me dijeron que todo esto pasaría y que estaba a salvo, que estaba exagerando.

Entonces estos tipos te vieron francamente como una máquina de dinero.

Absolutamente.

¿Crees que sufres algún tipo de estrés postraumático por esta experiencia?

Sí. Y creo que se activa principalmente cuando salgo a la calle porque siento que la gente puede ver a través de mi ropa y me da mucha vergüenza y me hace sentir como si hubiera perdido toda mi privacidad. Porque estoy a una búsqueda de Google.



El suicidio de la actriz porno August Ames a finales de 2017 llevó a algunas compañeras de profesión a protestar por su situación y las presiones que enfrentan.


No tienes derecho a que se borren las imágenes, aunque sean profundamente personales para ti. Es muy difícil.

Lo es.

Esta historia es tu historia. Pero, francamente, también es la historia de otros actores y actrices porno.

Honestamente, comencé a darme cuenta de eso hace poco. La gente comenzó a comunicarse conmigo. Mi gerente revisa los correos electrónicos y cuando recibe cosas así, las filtra y me las envía. Leer las palabras de algunas de estas chicas que han sido traficadas y forzadas a la pornografía, todas estas historias de chicas cuyas vidas se han arruinado (...) me hace sentir que fue bueno que empezara a hablar y que hiciera esta entrevista.

Las muertes consecutivas de 5 actrices porno que encendieron las alarmas sobre las duras condiciones de industria del entretenimiento adulto en EE.UU.

Hay una escuela de pensamiento que dice que en muchos países los jóvenes están tan expuestos a la pornografía que está cambiandola forma en que los hombres y las mujeres se relacionan ¿Qué opinas?

Por supuesto que afecta las relaciones. La adicción a la pornografía es muy frecuente. Las cosas que los hombres ven en los videos las esperan de las mujeres en sus vidas, y eso no es la realidad. Nadie va a ser tan perfecto, nadie hará esos actos un miércoles por la noche.

Si pudieras hablar con esa chica de 21 años, Mia Khalifa, caminando por la calle en Florida, detenida por el chico que dijo: "Eres hermosa, encantadora. Puedo trabajar contigo", ¿qué le dirías que haga hoy?

Hay un spray de gas pimienta en tu bolso por un motivo. Úsala. ¡Corre!


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Nota: las negritas y las imágenes están en el original




viernes, 18 de octubre de 2019

Sobre la prostitución: “La imagen de felicidad que se proyecta no es así, te sientes sucia y vacía”


Sobre la prostitución: “La imagen de felicidad que se proyecta no es así, te sientes sucia y vacía”
DUQUESA DOSLABIOS 21 DE MARZO DE 2019


Dentro de la prostitución: conversaciones con Ojitos Hechiceros

Tras leer la experiencia de Chica X, se puso en contacto conmigo Ojitos Hechiceros, un pseudónimo con el que protege su identidad y que, como exprostituta, sabe cómo funcionan las cosas en la otra cara de la luna, esa más oscura y desconocida por la gran mayoría de nosotros. Tiene 24 años pero llegó a España mucho antes. Una nueva vida en un país diferente en el que empezó como estudiante de secundaria, después un curso de grado medio y, luego, la prostitución.

¿Cómo empezaste en esto? ¿Fuiste tú quien decidió empezar a ejercerla o te viste coaccionada a hacerlo?
Empecé por necesidad y problemas económicos familiares. Me veía en la necesidad de hacerlo. Se pusieron en contacto conmigo por internet a través de una página para ligar y me empezaron a comentar si estaría interesada en trabajar en la prostitución diciéndome que ganaría mucho dinero en poco tiempo. A mí me sonaba que era una cosa que no estaba bien pero no le hice mucho caso al asunto hasta después de 4 0 5 años.

Tenía 24 años cuando empecé en una casa. No fue nada fácil para mí cuando me tocó el primer hombre. Era joven pero su manera de comportarse fue muy desagradable, chula y asquerosa. Me trató de forma muy violenta pasándose de lo que se había acordado.

¿Consideras que es algo que hacer libremente o más bien una vía de escape que te permita sobrevivir?
Pues por la experiencia que yo viví es una manera de sobrevivir, de todo lo que me habían contado nada tuvo que ver con realidad. De lo bonito y fácil que me habían dicho que sería, nada fue verdad. Llegué con poco y con poco me fui.



¿Te gustaría dedicarte a otra cosa? ¿A qué?
Pues de momento a estar detrás de un mostrador como dependienta, como hace poco, que estuve reponiendo y arreglando cosas atendiendo al público.

Cuéntame un poco cómo era tu día a día. ¿Cuántos hombre solían visitarte?
Pues muy triste, la verdad, sin sentido y vacía. Solía tener una máxima de dos o tres al día, aunque había días o semanas que no se hacía nada.

¿Consideras la prostitución una forma de violación ya que, si no fuera por el dinero, no accederías a tener sexo con esas personas?
Considero que es una violación en toda regla porque estás dando tu consentimiento porque te pagan para que abusen de ti y te hagan de todo, desde humillaciones hasta que te roben y más cosas.  Yo no estaría con esos tíos ni para mirarlos de los guarros, enfermos y misóginos qué son.

 ¿Crees que es realista la imagen que se busca dar de mujeres felices que lo ejercen libremente ganando sueldos de miles de euros al mes?
Para nada es así, esa imagen que proyectan de la prostitución de felicidad no es así. Esa vida no es nada bonita, te sientes sucia y vacía y de lo peor. Lo de cobrar miles de euros lo dudo, no te vas a hacer rica en esto, no es así.

¿Cómo es el tipo de cliente que te visita? ¿Qué perfiles dirías que hay?
Chavales de 18 años, tíos de 35 y hasta hombres mayores de 56. Casados y, en su gran mayoría, misóginos. De esos venían montones

¿Alguna vez han reaccionado de manera violenta o realizando algo que te haya hecho sentir especialmente incómoda?
Muchas veces. Recuerdo uno que vino a agredirme de todas las maneras posibles verbalmente y sexualmente. Intentaba hacerlo sin preservativo porque se ve que venía con intención de hacer daño. Recuerdo decirle al putero que tuviera cuidado con el preservativo, que yo veía venir lo que quería hacer: quitar el preservativo y meterla sin nada. Yo pensaba cómo de enfermas tienen las cabezas estos tíos para ir por ahí sin tomar precauciones.

Solo con verle la cara cuando llegó tenía que haberle dejado plantado ni atenderlo porque estaba loco. Me agredió físicamente yendo con el coche en marcha muy rápido y sin cinturón y dándome contra la parte del asiento de detrás del coche en la cabeza y en el pecho para robarme el móvil.

En varias ocasiones varios se quitaron el preservativo sin mi consentimiento, otro me dejó tirada en medio de la calle porque se le fue la olla y yo sin dinero para volver, otro se puso violento pidiéndome que le devolviera el dinero por las guarradas que pedía. Van sin conocimiento y su salud les da igual. Si tienen parejas las compadezco, porque no saben lo que tienen en casa una persona sin escrúpulos cogiendo enfermedades por todos los lados.

Muchos pedían que la chupara sin goma o meterla sin condón por el culo, correrse en la boca, en medio de los labios de la vagina o que les chupara el culo o los pies. Una serie de cosas asquerosas que me daban repugnancia.



¿Te sentías segura realizando ese trabajo?
No, muchas veces me daba miedo con lo que iba a salir el próximo tío que vendría. Muchas supongo que tienen chulos. Yo tenía un chulo que se llevaba la mitad de todo. Si era una miseria también y encima ni te protegen.

¿Crees que en España la justicia está de parte del putero o de las personas que ejercen la prostitución?
Sin duda alguna del putero. La peor fama se la lleva la mujer.

¿Qué preferirías, que la prostitución se regulara o que se aboliera?
Que se aboliera claramente.

¿Dirías que es una profesión que pasa más factura física o emocional?
De las dos, tanto física como emocionalmente. Es jodido estar en esa vida porque ya no te sientes mujer.
Ya no te sientes nada. Yo aún estoy superando ese estilo de vida.

Que cada cual saque sus propias conclusiones, pero la mía está clara. Hay que poner fin a este negocio basado en la explotación, en el engaño, en el sufrimiento, en el maltrato, en el sometimiento de mujeres aprovechándose de una necesidad económica.

Son hombres que no vienen a buscar cariño y amor como piensa la mayoría. Los hay que empiezan a ligar y que hacen como que se interesan por ti, pero te das cuenta de que solo quieren follar gratis. Yo he llegado a sentir afecto por alguno, pero si un hombre paga por compañía es por sexo o porque tiene un problema. Quien viene aquí viene a maltratarte, a humillarte, a vejarte, a tratarte como una mierda, a intentar follar de gratis, a engañarte o a robarte.

Me ha pasado de no poder superarlo incluso estando estudiando o no poder acabar un curso por las heridas que me había dejado. Esto es muy duro, me sentía hundida y tenía que dejar a medias los estudios. Te pierdes mucho y a la hora de querer conocer a alguien, desconfías.


Y a todos aquellos defensores de la práctica, que ni leyendo estos testimonios tan duros sois capaces de empatizar con mis entrevistadas viendo lo necesario que es abolirla, contestadme a una pregunta: si tan a favor estáis de la prostitución, ¿os gustaría que vuestra hija se dedicara a ello?

Duquesa Doslabios.
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En las profundidades del Amazonas continúa la lucha contra el abuso sexual


En las profundidades del Amazonas continúa la lucha contra el abuso sexual
Por Marina Lopes
15 de noviembre de 2018

Breves (Brasil) – Durante años, las autoridades brasileñas han estado luchando contra el abuso sexual de las niñas a través de campañas de educación, líneas directas y leyes más estrictas. Pero en el corazón de la Amazonía, se enfrentan a un enemigo inusual: un místico delfín rosado.

El folklore amazónico ha advertido durante mucho tiempo sobre la leyenda que decía que el delfín seduciría a las jóvenes y las embarazaría.

Cuando Marili Pinheiros, de 33 años, iba a bañarse junto a sus hijas en un río cercano a su casa, solía recorrer las aguas fangosas en busca de signos de la elegante criatura rosada. "Tenía miedo que nos impregnara", dijo. Pero cuando su hija de 9 años fue abusada sexualmente, la culpa fue de un vecino de 51 años, no del delfín.



"Nunca lo sospeché", afirmó Pinheiros al tiempo que decía que descubrió que el vecino le estaba dando comida y dinero a su hija a cambio de tocamientos.

El abuso sexual es la segunda ofensa más común contra los niños en Brasil, después del abandono, según el Ministerio de Salud. El gobierno ha hecho algunos avances en los últimos años para frenarlo. Los informes de abuso sexual aumentaron al 83 por ciento entre 2011 y 2017, según cifras del gobierno, lo que refleja un aumento de la conciencia.

Pero las autoridades dicen que la batalla más dura es contra las normas culturales profundamente arraigadas que han ocultado y excusado el abuso por generaciones. Muchos residentes creen que las relaciones sexuales entre hombres mayores y niñas menores de edad son aceptables. A lo largo de los años, el mito del delfín rosado del río se ha utilizado para explicar los embarazos no deseados, a menudo como resultado de tales relaciones. Se ha vuelto tan generalizado que algunos se lo creen.

En la selva amazónica, donde las familias sufren pobreza crónica y bajos niveles de educación, una vasta red de ríos aísla a las comunidades de las autoridades que intentan disuadir la explotación de los niños. Una investigación del gobierno de 2010 consideró el estado de Pará -en la región amazónica- como el área más crítica en la lucha del país contra el abuso sexual debido a la gran cantidad de casos registrados en el lugar.

En un esfuerzo por frenar la violencia sexual, el gobierno del estado de Pará ha sido pionero en impulsar centros para víctimas con estaciones de policía, clínicas médicas, oficinas de trabajadores sociales e instalaciones de trauma psicológico en un solo edificio. Desde su inicio en 2004, los centros han asistido a más de 17.000 víctimas de abuso sexual, ayudándoles a presentar cargos contra los abusadores, brindando abortos gratuitos y tratando enfermedades de transmisión sexual.

Pero la lucha para cambiar la cultura que rodea al abuso sexual, a veces, ha puesto al gobierno en desacuerdo con los locales en una región que tiene una relación complicada con las niñas y su sexualidad.

El delfín rosado es una criatura real, común en las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco. Los lugareños siempre han creído que el animal tiene poderes especiales. La figura que aparece en los cuentos de hadas es una versión alegre del delfín. Típicamente representado en un sombrero de paja, se dice que la criatura se transforma en un apuesto músico que asiste a las fiestas en busca de chicas para seducir.

De acuerdo con expertos que tratan de desalentar el abuso sexual en las comunidades, se sabe que los residentes de este lugar se aferran al mito del delfín.

"Estamos luchando contra una leyenda", comentó Pablo Cardoso, un psicólogo de 45 años que ha tratado a niños víctimas de abusos en la cuenca del río Amazonas. "La gente culpa al delfín por tratar de proteger a los perpetradores. Especialmente cuando el agresor es el proveedor, la gente lo protegerá". Cardoso, que a menudo trabaja con la policía local y los trabajadores sociales, ha sido objeto de amenazas de muerte por parte de agresores y familiares que intentan preservar su única fuente de ingresos.

Por primera vez, el programa Bolsa Familia, acreditado por sacar a más de 30 millones de brasileños de la pobreza extrema desde 2003, ha puesto a estos distritos amazónicos en contacto regular con el gobierno. Pero a medida que estas comunidades se integran lentamente en la sociedad brasileña, muchas están rechazando las definiciones gubernamentales de consentimiento y abuso.

Con poco acceso a la educación secundaria, las niñas en las comunidades del delta del río tienen pocas opciones. Las primeras experiencias sexuales y el matrimonio infantil son generalizadas.

En el tranquilo pueblo de Breves, barcos de tres pisos bordean el puerto. Las madres acunan a sus bebés y hacen una travesía de 12 horas desde comunidades remotas para vacunar a sus hijos y obtener beneficios del gobierno.

Sandra Lopes, de 39 años, llevaba a un recién nacido en su pecho, el menor de sus nueve hijos. El año pasado, cuando un hombre de 32 años pidió casarse con su hija de 16 años, ella lo vio como una oportunidad.
"Ella no tenía lo que necesitaba. No podía permitirme comprarle ropa y zapatos bonitos. Estaba mejor con él que conmigo. Era un gasto menos para mí", relató.

Muchas comunidades confían en los transbordadores masivos que recorren el río, transportando docenas de camiones, para obtener alimentos e ingresos. Las mujeres y niñas, algunas de ellas aún no son adolescentes, remarán en canoas de madera hacia los transbordadores e intercambiarán camarones, bayas y, en ocasiones, sexo, galletas, gasolina y dinero.

Desde Breves, la policía ha tratado de acabar con la prostitución infantil patrullando los ríos e inspeccionando los transbordadores dos veces a la semana. Pero la práctica se ha vuelto cada vez más difícil de atrapar a medida que los capitanes de barcos y los residentes se vuelven más inteligentes para ocultarlo.

Durante una reciente inspección realizada por un barco de la policía, el rugido del motor asustó a los aldeanos que se acercaban a un barco. Varios niños que remaban hasta el ferry cambiaron de rumbo, mientras que dos mujeres locales a bordo del barco se escondieron en las cabinas mientras la policía lo abordaba. Estaban vendiendo bayas, según dijeron a un reportero.



"Es un crimen silencioso", declaró Vanessa Macedo, de 31 años, jefa de la policía local, en referencia a la prostitución. "Estamos tratando con una víctima que no se ve a sí misma como una víctima, con familias que ven esto como una fuente de ingresos y con un agresor que está constantemente en tránsito".

En el distrito que abarca Breves, las tasas de condena por abuso sexual de menores aumentaron un 60 por ciento de 2012 a 2016, gracias en parte a una ley más estricta que hace que las relaciones con menores de 14 años sean ilegales.

Muchos aquí ahora están tratando de convertir la historia del delfín, un elemento básico en los libros de cuentos de hadas brasileños, en un conducto para una discusión nacional sobre el abuso sexual. Las maestras están integrando la leyenda en los planes de lecciones sobre cómo identificar y denunciar el abuso sexual, mientras que un colectivo de mujeres amazónicas con el nombre de "Mujeres del Delfín: Nunca más" está utilizando la historia para mantener discusiones sobre la violencia y la opresión femenina.

A pesar de estos esfuerzos, algunos residentes están rechazando lo que consideran una interferencia excesiva del gobierno en la forma en que siempre han sido las cosas.

Sandra Lopes tuvo que hacer una travesía de 12 horas para que su hijo fuera vacunado y recibiera beneficios del gobierno (The Washington Post / Lianne Milton)
Sandra Lopes tuvo que hacer una travesía de 12 horas para que su hijo fuera vacunado y recibiera beneficios del gobierno (The Washington Post / Lianne Milton)
Janette Bahia dos Santos enfureció cuando la policía irrumpió en su casa en busca de su hija adolescente, Leticia. La joven de 13 años estaba saliendo con un amigo de la familia que tenía 28 años. Su relación estaba violando la ley, que establece sentencias de hasta 15 años para hombres que tienen relaciones sexuales con niños menores de 14 años.

"No es un delito, es privado", dijo dos Santos, que dio a luz a Leticia cuando tenía 16 años con un hombre que le doblaba la edad . "Aquí en Breves, eso es lo normal".

Fuente
https://www.infobae.com/america/wapo/2018/11/15/en-las-profundidades-del-amazonas-continua-la-lucha-contra-el-abuso-sexual/




“Cuando no sirve más el cuerpo nos pegan un tiro y morimos dentro”


Dirán que es un trabajo como cualquier otro, que empodera, que da libertad y mucho dinero, que es autónomo. Dicen y dicen pero de todo esto callan. Lo callan y no porque no saben, porqué desconocen lo que sucede en los burdeles, porque no han sufrido o visto el dolor de otras. Callan y niegan todo esto porque son parte de los tratantes, son su cara visible que puede abiertamente sentarse en los despachos oficiales porque van por “derechos”. Prostituir niñas y mujeres no es un derecho, encadenar mediante la drogadependencia no es un derecho, embarazar y vender les niñes tampoco es un derecho. De qué derechos hablan mientras callan todo esto????


“Cuando no sirve más el cuerpo nos pegan un tiro y morimos dentro”
Augusto Morel .
22 de septiembre de 2019

 “Me trajeron de chica cuando tenía 14 años de (la provincia de) Misiones a conocer Buenos Aires. Llegamos a una casa en un campo, dentro había un montón de nenas sentadas en una mesa larga, desnudas”, recordó Sabrina. Ahora tiene 34 y hace 11 años escapó de una red de trata de personas que opera en Argentina y cuenta con complicidad policial. Su compañera, Luciana, le daba fuerzas para que pudiera relatar su historia, ella también fue víctima de una organización de tráfico de personas que funciona en Sudamérica. Se conocieron en un refugio del Estado que debía brindarles asistencia tanto psicológica como la posibilidad de reinsertarse en la sociedad, pero tras denunciar lo que sufrieron las causas quedaron archivadas. Actualmente deben permanecer protegidas, con identidad reservada, ocultas de la vista de los esclavistas que se dedican a secuestrar, violar y prostituir niñas, adolescentes y mujeres a cambio de dinero.

Sabrina estuvo desde los 14 años hasta los 22 en ese “campo”. Se trataba del pueblo de Magdalena que queda a 106 kilómetros de la Capital Federal. La “casa” servía de prostíbulo. “La primera vez que intenté huir fue a los 18, por una ventana. A mitad de camino, en ropa interior con bombacha y corpiño me agarró de los pelos la Policía y me trajo de nuevo. Me cagaron a palos entre todos: los policías, la dueña y el dueño”, relató Sabrina. Pensaron que de esa forma la podrían volver a someter, corregir y castigar. Cuatro años más tarde y “gracias a un cliente” logró escapar por el ventiluz del baño. “Salí embarazada de ahí. Hoy mi hija tiene 16 años”, contó. Sostuvo la mano de su amiga para no descompensarse, los recuerdos le seguían haciendo daño.

Luciana con 27 años abandonó Bolivia después de ser prostituida desde los 14. A mitad de 2019 arribó al país engañada, y su testimonio forma parte de las múltiples herramientas con las que cuentan estas organizaciones criminales para apropiarse de las mujeres. “Me dijeron que iba a trabajar y a estudiar. Al llegar me encerraron en Laferrere (una localidad a 24 kilómetros de Buenos Aires). No conocía la luz y nos drogaban para ser violadas”, explicó. La operación se repite: niñas, adolescentes y mujeres son recluidas en prostíbulos que simulan ser casas de familia. “En donde estuve había niñas de 12, 13 y 14 años. Cada dos semanas llegaban más chicas. Estaban algunos días y luego se las llevaban a otro sitio”, describió. Las jóvenes terminaron en un albergue de paso, para luego ser trasladadas a burdeles de la capital y alrededores.



Las redes de trata de personas que agarraron a Luciana trabajan a gran escala y con sedes en Brasil, Perú, Chile, Bolivia y Argentina. “Una amiga que era menor de edad cruzó la frontera como mayor. Pasó como si nada, con documentación falsa por Yacuiba” (ciudad boliviana que limita con la provincia de Salta), “se sabe que es el territorio por donde continuamente trafican personas”, reveló.

Ella no fue reubicada porque la usaban “de madre” para las demás niñas que traían. “Tenía que cocinarles, lavarlas y darles de comer. Por eso no me llevaron a otro lugar, pero igualmente me drogaban para violarme. Una día escapé y vagué por la calle pidiendo ayuda hasta que di con un refugio”, rememoró Luciana. Luego de denunciar su situación hace cinco meses, la Justicia argentina la encomendó a una de las Casas Refugio que dependen del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y se olvidaron de ella. “De mí causa no sé nada hasta ahora. Me movieron a un último refugio para devolverme a Bolivia. La red que me traficó primero es la misma que ahora me está buscando. Tengo amenaza de muerte en mi país”, develó. Se enteró por su madre cuando intentó comunicarse con su familia: “Mi mamá me dijo ‘no me llames, cuelga la llamada porque mi celular debe estar pinchado. Tengo miedo, me han mandado fotos de nuestra casa. A tu hermana nos las han querido secuestrar dos veces’”, relató.

Las dos amigas pasaron la mayor parte de su vida huyendo. Están cansadas, pero los programas de asistencia del Estado no les han servido. “Nunca han hecho nada para protegernos, nos tenían guardadas en refugios a puertas cerradas. Estábamos un mes o dos y dependíamos únicamente de ellos, si nos podían mantener una semana entera a fideos hervidos lo hacían”, contó Sabrina.

“Lo único que quiero es tener un trabajo digno, normal y no puedo porque nadie se hace cargo de esto”, afirmó. A mitad de 2017, Sabrina, por falta de una asistencia real para poder retomar sus estudios, conseguir trabajo y lograr reinsertarse en la sociedad se vio obligada a volver a la única vida que conoció desde que fue secuestrada. Esta vez, entró en lo que la jerga se denomina como “privados” o trata blanda. Los proxenetas ponen el sitio, que puede ser desde un apartamento o una habitación en el fondo de un comercio con pinta de bar y les imponen un monto a dejar. A pesar de que el “mutuo acuerdo” les permita abandonar a los tratantes cuando quieran, en realidad, buscan engancharlas a las drogas para que indirectamente siempre haya cadenas entre sus brazos.

Desde la Asociación Madres Víctimas de Trata (MVT) llevada adelante por Margarita Meira explican que “casi no hay chicas libres. Dicen que sí porque que ya no tiene opción de vida, pero una vez que estás dentro hay un sistema de deudas y ‘endrogamiento’ que te obligan a necesitar la droga para poder mantenerte y además les debes plata a estos tipos. Entonces, comienza a ser trata de personas a los tres días”. La MVT lucha para visibilizar los casos de chicas desaparecidas, participar como querellas en las causas con sus propios abogados, brindar contención y apoyo a las familias y a las víctimas recuperadas de la explotación sexual.

La asociación comenzó a raíz de la lucha de Margarita por recuperar a su hija, Susana Betker, que a los 17 años desapareció, ingresó al circuito de la trata de personas y fue asesinada. “Mi hija está muerta, nada me la va a devolver. Pero hay miles de chicas desaparecidas allá afuera que nadie sabe donde están”, expresó.



En cuanto a la decisión de Sabrina de volver a la prostitución definió: “Ya nos han robado y quitado la dignidad. Las mujeres no nacimos para ser putas, sino que dentro de los prostíbulos nos hacen putas por plata. Uno no decide, se tiene que dejar hacer y seguir siendo un juguete sexual”. Gracias a los refugios, supuestamente podrían volver a una vida “normal”, pero estos no las ayudan. “Un día me sacaron de uno de estos refugios y me tiraron en la casa de una amiga, sin plata ni comida. Allí me dejaron, a cargo de mí”, describió.

Estos lugares de trata “blanda” aprovechan un hueco legal para zafarse de la Justicia: “Cuando vienen los allanamientos teníamos que decir que trabajábamos para nosotras”, mencionó, y graficó que generaban cerca de 5.000 pesos por anoche, alrededor de US$ 91. Aparejado, los prostíbulos venden un 1 kilo de cocaína por día, que hasta 2018 en Argentina estaba valuado entre 3.000 y 4.000 dólares. Las mujeres debían dejar del 50% al 60% de lo que sacaran y eran forzadas a consumir drogas si el cliente pagaba. “Hace dos años y medio hubo un allanamiento y entregué a toda la mafia. La Policía me dejó en los refugios que debían ayudarme, pero nunca lo hicieron”, indicó Sabrina.

Hoy en día ella no puede caminar sola por la calle: “Tengo miedo de que me agarren de nuevo de los pelos, me metan a un auto para volverme a prostituir, matarme a palos o a tiros. Porque eso es lo que hacen con nosotras, cuando no sirve más el cuerpo nos pegan un tiro y morimos dentro. Total nadie se entera”.

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A ‘Lily’ la invitaron al cine y así la convencieron de hacerse prostituta


A ‘Lily’ la invitaron al cine y así la convencieron de hacerse prostituta
MILENIO
Viernes, 16 Agosto 2019 -

Testimonio de una de las miles de jóvenes víctimas del mundo machista más extremo; el texto, nunca antes publicado en el país, forma parte de la antología británica ‘The Sorrows of Mexico’.

Si en La Merced ven a una nueva, todos quieren pasar con ella. (Mónica González) Dijo que tenía 7 departamentos en Puebla en renta y que iba por 50. Quería lucirse con mi familia y lo había logrado. (Arturo Black Fonseca)
Labia
Mi papá murió antes de que yo terminara la preparatoria. Así fue como se desintegró la familia. Mi mamá y mi hermano se fueron a vivir con mis abuelitos y yo me fui con una hermana de mi mamá, porque mi papá así lo había decidido. A mi abuelito no le tenía confianza porque le faltaba al respeto a sus nietas.

Un día mi tía me contó unos chismes: un brujo le había dicho que yo había robado una cadena de oro y no sé qué otras cosas. Puras tonterías. Lo que creo es que ella quería que yo me fuera de su casa y se inventaba pretextos. Así que le comenté a una hermana de mi papá lo que me estaba pasando con la familia de mi mamá, y ella decidió recibirme en su casa.

A esas alturas yo ya había empezado a estudiar en la universidad. Tenía 19 años e iba muy avanzada en la carrera de turismo en la Universidad Tecnológica del Centro de Veracruz, pero tenía que trabajar. Lo hacía en una zapatería y una tienda donde vendían ropa y accesorios.

Un sábado me dieron media hora para salir a comer. Fui al parque de la ciudad y a lo lejos vi a un chico. Parecía simpático, iba bien vestido y me miraba. Me observaba muchísimo, hasta que fue a tirar un envase vacío cerca de donde yo estaba; creo que lo hizo a propósito. «Hola, ¿cómo te llamas?», me dijo.
Empezamos a platicar. Me dijo que se llamaba Alex, que era de Querétaro, que tenía 25 años y estaba esperando a un amigo con el que iba a buscar empleados para que trabajaran con él en Puebla. Luego me preguntó: «¿Y tú a qué te dedicas?». Yo le dije que estudiaba y trabajaba y que ya se me estaba haciendo tarde, así que tenía que regresar a mi trabajo, me estaban esperando.

Él me pidió mi número de teléfono. Como tonta, se lo di, y él me dio el suyo, aunque fui sincera y le dije que no tendría dinero para contestar sus mensajes. Luego él sacó un billete de 100 pesos, pero le dije que yo jamás recibiría un peso de él. Si quería hacerme una recarga en mi teléfono, que lo hiciera. Después me puso crédito y solía llamarme y enviarme mensajes.

En los mensajes me decía que yo le gustaba mucho. Un día me harté de que me mandara tantos mensajes y le dije que si de verdad quería algo serio conmigo, que le pidiera permiso a mi familia. No tardó en decirme que sí; de modo que fue hasta mi casa a hablar con mi tía. Mi tía aceptó que fuéramos novios oficiales, porque lo veía mayor y parecía una persona responsable y amable.

Era alto, delgado, moreno y a veces los ojos se le veían aceitunados —creo que se ponía pupilentes—. Usaba un fleco, cabello lacio, vestía ropa entallada, por lo regular camisetas color fucsia o negras pero garigoleadas, y pantalones entallados, tipo acampanados, y zapatos picudos o tenis blancos. Tenía un automóvil Bora blanco que parecía del año. En ese carro llegó a ver a mi familia. Recuerdo que me sentía muy presionada porque el día que fue hablar con mi tía me dijo: «Es que quiero que te cases conmigo. Me gustas mucho». ¡Y apenas acabábamos de conocernos!

No sé qué me pasó en ese momento y le dije: «¿Sabes qué?, aquí lo dejamos, yo todavía tengo que estudiar»; entonces él se enojó y se fue rápido en el coche. Le conté a mi tía lo que estaba pasando y me dijo: "Lily, eres una tonta, se ve que ese muchacho te quiere, es mayor y responsable". A mi tía le había dicho que él mantenía al hijo de su hermana y que de vez en cuando apoyaba a su familia, ya que tenía 7 departamentos en Puebla en renta y que iba por 15 y luego por 50 departamentos. Quería lucirse con mi familia y lo había logrado; entonces me arrepentí y le mandé un mensaje: «Te quiero ver, perdóname y todo el chorote». «Okey, ahorita ya voy en camino para Puebla, pero luego te voy a ver», me respondió.


Y luego me iba a ver, salíamos a comer o a cenar. Siempre se mostró como una persona respetuosa. Me proponía que me quedara con él en un hotel y yo le decía que eso no era para mí y él me decía: «Okey, si no quieres, por mí no hay problema, yo te respeto». Hasta que un día le mandé un mensaje para decirle que me tenía que mudar a otro pueblo de Veracruz a hacer mis prácticas profesionales. Él me respondió enojado: «Quédate con tus estudios y la escuela, a ver si te dan amor y felicidad como yo». Después me dijo que si íbamos a terminar, había que hacerlo bien. Nos citamos enCórdoba, Veracruz, en el parque. Yo estaba muy triste y él trataba de convencerme: «Vente conmigo, estarás bien, si quieres, te puedo apoyar para pagarte la universidad». No te puedes imaginar la labia y el don de persuasión que tenía.


Así que, después de tanto insistir me convenció y me llevó a Puebla. Esa misma tarde nos fuimos. Le advertí que al día siguiente regresaría y que él tenía que respetarme, pero no fue así. Al llegar a Puebla hizo conmigo lo que quiso y al otro día me dijo: «¿Qué?, ¿te vas a ir?» Y yo: «No, ya no, ¿para qué?». Así que tuve que quedarme con él. Los primeros días me trataba bien, salíamos de compras y paseábamos como una pareja normal.

El príncipe de Persia
Durante los primeros días que viví con él en Puebla, de repente me empezó a platicar que tenía un amigo cuyas esposas trabajaban como prostitutas y que ganaban muy bien, hasta 20 mil pesos semanales. Otro día me dijo: «Si trabajaras para mí, ganarías mucho dinero»; luego empezó a hablarme de una amiga suya que era muy pobre y que tenía un hijo, a la cual él había ayudado explicándole cómo estaba el mundo de la prostitución.

Según él, su amiga se metió a trabajar y en un año había conseguido tener una casa grande de dos plantas en León, Guanajuato, así como una camioneta nuevecita de agencia. Me platicaba muchas de estas cosas que a mí no me importaban; también me decía que había tenido novias de Estados Unidos, de España, de Honduras, de Ecuador, de República Dominicana, y hasta de Kenia, África, así se llama ese lugar, ¿no? A mí me daba mucho coraje cuando me contaba eso.

Un día me soltó la pregunta directa: «¿Trabajarías para mí como prostituta?» Yo le respondí de inmediato que qué le pasaba, que si estaba loco. Después de eso, todos los días me preguntaba lo mismo. Luego empezó a insistir más cuando llegaba tomado. Me decía pendeja, loca, estúpida, que la mujer que no ayudaba a su marido valía mierda y que yo tenía que dar la vida por él, así como él la daba por mí.

Y ahora puedo ver que, como yo siempre me negaba, un día decidió cambiar de táctica y me invitó al cine. Yo estaba muy emocionada porque era la primera vez en mi vida que iba al cine. Fuimos a Cholula, Puebla.

Recuerdo que él me dijo: «Te voy a llevar a ver una película para que por lo menos digas que tu primer esposo te llevó al cine». Vimos la película de El príncipe de Persia. De regreso paramos en un restaurante y él me dijo: «Flaca, estás muy bonita, pero ya no puedo continuar contigo».

Empezó a contarme que su primera opción para casarse había sido la reina de la feria de Loma Bonita, Oaxaca, que la segunda opción había sido una chica de Acapulco, y la tercera opción había sido yo, pero como no quería ayudarlo tendría que dejarme. Siguió hablando mucho hasta que acabó diciendo: «Te ofrezco tres opciones: la primera es que te doy 300 mil pesos y te vas y terminas la carrera, pero entre tú y yo ya no habrá nada de nada»; la segunda opción era que me enviaría mil pesos semanales, aparte de ropa y comida, con sus empleados, pero que entre yo y él ya no habría nada; «la tercera opción es que te quedes a trabajar como prostituta para mí».

Me lo había puesto difícil. «Aquí no te voy a decir nada, mejor nos vamos al departamento y allí hablamos», le dije. Y otra vez pasó lo mismo; él me intimidaba, me minusvaloraba, me decía: «Tu papá ya no vive, tu familia no te quiere y, además, si regresas, ¿adónde irás?, si ni casa tienes». Todo eso me dolía porque tenía razón. Si yo regresaba con mi familia, ya no me querrían, ni me verían con los mismos ojos. Bueno, por desgracia y después de insistirme mucho, acepté la última propuesta que me había hecho. Él andaba súper contento y hasta me llevó al pueblo a ver la tumba de mi papá antes de que yo empezara a trabajar para él. En el camino me advirtió que no le dijera a nadie que ahora iba a ser una prostituta. A esas alturas, él ya no era mi novio. Yo no tenía papá, pero tenía padrote.

El detective que me presentó a Lily
Primero fui dentista y luego, ya mayor, estudié la carrera de derecho. Por esa época necesitaba hacer un proyecto para una fundación, porque estaba llevando una clase de desarrollo comunitario y te pedían colaborar en alguna. Alguien me habló de La Roca, una asociación civil que ayuda a niños y niñas. Cuando fui allí me dijeron que necesitaban un análisis legislativo y uno comparativo en el ámbito de la trata de personas, pero luego se dieron cuenta de que ya estaba hecho. Total, que empecé a involucrarme y acabé investigando el caso de una niña que estaba desaparecida ¡y encontramos a la niña! Así empezó todo.

En el caso de Lily, cuando ella se dio cuenta de que no era la única chica a la que estaba tomando el pelo el mismo sujeto, y que éste tenía el mismo modus operandi y varias novias y esposas, se desengañó y cayó en la cuenta de lo que estaba sucediendo.

Pero al principio Lily no se reconocía como una víctima de la trata de personas. Protegía a ese tipo. El día que decidió cantar, lo hizo como un pajarito. Recuerdo que estuvo en el albergue unos dos meses y no habló nada, ni una sola palabra. Cuando finalmente lo hizo, le poníamos una cinta en la boca.

Viaje a La Merced
Había conocido como esposa de un amigo del padrote a la chica que me enseñó cómo se tenía que trabajar en ese ambiente y a decirme cuánto tenía que cobrar. Los dos me habían llevado con un doctor para que me inyectara no sé cuántas cosas y, al final él me dijo: «Si te quedas embarazada, tendrás que abortar».

Luego el padrote nos llevó a las dos a la terminal para tomar un autobús a la Ciudad de México. Durante el viaje nos sentamos en la parte trasera y ella empezó a contarme todo el rollo. Cosas como cuánto tenía que cobrar por las posiciones. Llegando a la Ciudad de México, tomamos el metro rumbo a La Merced. Ella tenía una habitación allí en el hotel Necaxa. Recuerdo que era la número 206. Allí nos cambiamos, nos arreglamos y luego me llevó primero al hotel Las Cruces.

A la hora de entrevistarme con el recepcionista, me preguntó: «¿Qué año naciste?». Yo le dije que en 1991. Él dijo que no se creía que yo fuera mayor de edad, aunque tenía una credencial de elector. La chica que iba conmigo le rogó al bendito recepcionista, pero él no quiso, entonces ella se puso en contacto con otra muchacha. Le mandó un mensaje al celular. La otra chica estaba en el callejón de Santo Tomás, conocido como La Pasarela.

Fuimos a ese callejón y me quedé con la otra chica. Entramos en los departamentuchos que había allí; estaba la encargada, una señora a la que llamaban La Pancha. Era remala, tenía cara de bruja. Sin embargo, me aceptó, porque la otra chica me recomendó que dijera que yo ya había trabajado antes en Tijuana. Después llegó la hora de ponernos las zapatillas y yo no me las quería poner.

Me daba vergüenza porque había visto muchachas en la vía pública en el hotel Las Cruces. Recuerdo que me las quedaba mirando y me preguntaba: «¿Así voy a estar? No puede ser». Entonces una de las muchachas me regañó. Tuve que ponerme las zapatillas y me situé en la entrada, porque las chicas que iban llegando, las que eran nuevas, se ponían en la puerta, y así los hombres estaban alrededor y las observaban. Si veían a una nueva, todos querían pasar con ella.

Enseguida me escogió el primer tipo y pasamos, luego el segundo y así. Yo no sabía nada y se me ocurrió dejar los papeles de baño que había utilizado con los otros dos tipos; entonces una de las chicas que llevaba más tiempo allí me regañó y me dijo: «¡Saca los papeles de los dos que te tiraste!». Yo casi lloraba, pero no podía llorar porque había gente vigilándonos, y si veían a alguien así la regañaban.

De hecho, La Pancha regañaba continuamente también a la chica que estaba conmigo allí, porque ella era como mi maestra o responsable. La regañaba si yo masticaba chicle, si yo no daba vueltas por la calle, si hablaba por teléfono, o si no hacía bien la revisión de los clientes. Para entrar en los cuartos con el cliente, lo primero que hacíamos era revisarlos a todos. Si tenían celular, se los apagábamos, después tenían que pagar 60 pesos por el cuarto y 10 pesos por el condón y luego ya entrábamos. Cuando se terminaba todo, yo tenía que dejar al cliente de nuevo en la salida.
 
obra de Giselle Ciardullo Lucero




Acerca de los halcones
Te voy a contar cómo trabajan esos desgraciados. Analizan el entorno del mismo modo que un halcón antes de atrapar a su presa: dónde viven, quién es su familia, dónde se desenvuelve, dónde estudia. Una vez analizado todo, se acerca a ella y se lleva a su presa.

Hay casos de todo tipo: una niña de Guatemala que si te enseño sus fotos en Facebook, te quedas de piedra; es guapísima. ¿Y cómo llegó aquí? Era menor de edad, la durmieron y la trajeron hasta Toluca. En su pueblo de Guatemala le dijeron que se tomara unas pastillas para el mareo, y ella despertó en Toluca. La niña sólo quería ser modelo, y fue a un sitio con una amiga que le dijo: «Acompáñame, vamos por los uniformes». Y sucedió esto. Todavía no lo entendemos, ¿cómo puede cruzar la frontera una menor dormida y las autoridades no se dan cuenta?

Las edades desconocidas
El padrote me había dicho que pronto harían un operativo en La Merced y que cuando lo hicieran, si me preguntaban, yo dijera que no tenía padrote. Yo tenía que informarle de todo. Le decía cuándo me iba a trabajar y cuándo terminaba. Además, tenía que decirle cuánto dinero había ganado. Al día tenía que hacer entre 3 mil o 4 mil pesos para completar la cuota. Me exigía 20 mil pesos por semana. La primera semana sólo le di 15 mil y la segunda, 18 mil.

Todas mis compañeras tenían padrotes, aunque estaba prohibido decirlo. Cuando hablábamos de ellos pasaban cosas raras. Una vez recibí un mensaje de él diciéndome: «Ponte a trabajar, chingada madre». Luego se lo comenté a las demás y resulta que a ellas les habían llegado mensajes parecidos de sus padrotes justo cuando estábamos hablando de ellos.

Casi ninguna se rebelaba. Bueno, yo en una ocasión me puse bien loca porque me había bajado la regla y tenía que seguir trabajando poniéndome una esponja. Hice un show y el padrote tuvo que mandar a una chava para que pagara a La Pancha y que yo saliera, porque cuando ya estabas dentro del lugar, no podías salir tan fácilmente. Esa vez me fui a Puebla, y cuando llegó el padrote me echó una santa regañiza: «Es que tú estás loca, necesitas un psicólogo, ¿cómo se te ocurre hacer eso?». Me regañó fuerte y yo me quedé callada, no le decía nada porque era capaz de pegarme y no quería que me pegara. Ya de por sí había sufrido mucho cuando era chiquita.

Mientras pasaba esto, a veces yo decía: «Dios mío por qué me diste a una persona así como esposo. Bueno, pues que se haga tu voluntad sobre mi vida». Yo no sabía qué hacer. Intentaba no llorar delante de los demás, pero siempre que me quedaba solita no paraba de llorar. Hasta que un día la policía hizo un operativo y me llevaron a la Procuraduría. Era el 24 de julio de 2010. Nunca lo olvidaré.

Serían las dos de la tarde. Poco antes de que llegara la policía, avisaron de que irían, por lo que las compañeras más jóvenes se escondieron. A mí también me dijeron que me fuera, pero me quedé. Llegó la policía, nos llevaron a declarar, nos dieron de comer y luego nos enseñaron unas fotos de unas chicas que trabajaban allí y que habían sido asesinadas y luego quemadas.

Una de las agentes del Ministerio Público estaba en mi contra. Decía que yo era menor de edad y que tenía un padrote. Yo le decía que no. Aún lo negaba todo. Pasaron las horas, las demás chicas salieron y yo aún seguía allí. Me hicieron unos análisis médicos, ¿y qué crees que pasó? Resulta que yo no tenía los diecinueve años que creía y que decían mis papeles. Según los estudios médicos, era todavía menor de edad. Decían que a lo mejor mi mamá me aumentó la edad de bebé, pero, no sé; está medio raro.

Tlaxcaltecas
De cualquier modo, creo que los tratantes de mujeres no son tan sofisticados, porque también son gente de bajos recursos. El 80 por ciento de ellos nacieron en Tlaxcala, son de pueblos como Tenancingo, Zacatencoy San Pablo del Monte. No sé por qué tantos de ellos proceden de allí. En una ocasión un antropólogo me platicó que los indígenas tlaxcaltecas, cuando peleaban con los aztecas, iban por las mujeres, las secuestraban y se las llevaban. Tiene una explicación antropológica, pues desde aquellos tiempos se daba esa situación y de hecho continúan llevándose a las mujeres. En esos pueblos nadie puede entrar; si te metes en Tenancingo como reportero, corres el riesgo de que te agarren a palos.

En nuestros albergues ya hemos recibido más de 100 jóvenes de todos los estados de México, de muchos países de América Central (Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador...), así como de Argentina y Cuba. Los casos son distintos; en algunos casos las engañaron haciéndoles creer que estaban enamorados de ellas; en otros, fueron secuestradas.

Hemos visto todo tipo de modalidades: la muchacha engañada, la que vendieron como niña, porque así son los usos y las costumbres en muchos pueblos, las muchachas de bajos recursos, las de altos recursos, la chica a quien violaba su padre desde hacía mucho tiempo, la joven a la que enamoraron porque soñó con que se casaría, la que metió la mano en el fuego y se quemó siendo menor de edad o incluso siendo mayor de edad... Hemos conocido toda clase de casos. Pero en estas historias siempre hay un tlaxcalteca, aunque muchas veces cambian su identidad y aparentan ser de otros lugares de México.

La cámara de Gessel
Como era menor de edad, me mandaron a un refugio de la Fundación Camino a Casa. Yo estaba muy triste porque a las demás las habían dejado ir y a mí no. Me recibieron unas niñas que estaban en la cocina preparándome de comer. Luego me dieron ropa, ya que yo había llegado sin nada. Al día siguiente llegaron las directoras de la fundación para hacerme unas preguntas. Yo bien rejega les decía que estaba allí porque quería, que nadie me explotaba ni me obligaba como ellas decían.

Pasaron muchos días hasta que tuve que ir a la Procuraduría a declarar. Llegué con un comandante, que me dijo: «¿Sabes qué?, tú sí tienes padrote. —Me lo quedé mirando—. Tu padrote también tiene a Lucero y a Carolina trabajando». (Lucero era la chica que me había llevado desde Puebla a México, la que había sido mi supuesta maestra. Y Carolina era la que me había llevado al callejón de Santo Tomás, donde estaba La Pancha.) La verdad es que eso me sacó de onda. El comandante añadió: «Vamos a hacer un convenio. Ese muchacho que ves sentado ahí se hace pasar por abogado, pero no es abogado. Supuestamente te quiere ayudar. Le van a dar cierta cantidad de dinero para que tú salgas y luego te llevará con los padrotes. Quiero que nos ayudes para seguirte y detener a tu padrote y a todos los demás». Yo le dije que sí y le di todos los datos que pude. Estaba muy enojada; me decía que denunciaría a ese estúpido y que la cosa no se quedaría así, ¿cómo podía ser que también fuera el padrote de la Carolina y la Lucero?

Entonces me fui con el abogado. Me dijo que me llevaría a Circunvalación y que allí estaría Carolina. Pero ¿qué crees? Llegamos y no estaba Carolina, sino otra chica; y el comandante a quien quería era a Carolina. Entonces el abogado llamó por teléfono a Carolina y me la pasó. Yo le preguntaba por el padrote y ella no me decía nada hasta que de repente el padrote, desesperado, le quitó el teléfono para decirme: «Chingada madre, que te vayas para Puebla, ¿no ves que te están siguiendo? Métete en el Metro y ve a la central a comprar un boleto para Puebla, pero no des tu nombre». Él estaba en ese momento con Carolina escondido en Circunvalación y veía cómo me seguía la policía. Lo sé porque justo después de colgar vi pasar al padrote por allí a lo lejos. Se lo dije a la policía y lo persiguieron, pero no pudieron atraparlo porque se metió súper rápido en el Metro.

Una vez finalizado el borlote, el comandante se llevó a la muchacha que había mandado Carolina. Tuvieron dificultades para entrevistarla, porque la chava no sabía ni cuántos días tenía una semana, mucho menos cuántos meses el año. Estaba muy perdida; había estudiado muy poco, unos años de la primaria nada más.

El asunto es que al día siguiente dijo que la estaba llamando su padrote. Cuando sonaba el celular vi el número y me di cuenta de que era el mismo que el del mío. Me dio mucho coraje otra vez. Ella puso el altavoz y yo escuché lo que él le decía: «Hola, mi amor, recuerda que tienes que venir temprano para Puebla, porque tienes que lavar tu ropita y por la tarde vamos a salir por unos pantaloncitos.

—Luego le preguntó por la bruja. La bruja era yo, y ella le dijo que no sabía dónde me había metido—. La hija de su madre se tiene que haber metido entre las piedras», añadió, y luego se rió. Después de eso, el comandante se llevó a la chica a Puebla porque tenía que estar a una hora adecuada para reunirse con el padrote y que lo atrapara la policía. Y así fue como lo detuvieron y lo trajeron al DF. No pude verlo en persona porque me dijeron que era peligroso, pero me lo pusieron en la cámara de Gessel y lo reconocí de inmediato.

Entonces me enteré de que el padrote no se llamaba Alex Guzmán Herreray que tampoco era de Querétaro ni tenía veinticinco años. Se llama Arturo Galindo Martínez, tenía treinta y cinco años y era de San Pablo del Monte, Tlaxcala.

Algo mexicano
Han pasado cinco años desde entonces y si hoy vas a La Merced, las jóvenes siguen en los callejones. Sobre Circunvalación y la calle que va hacia Arcos de Belén. Ahí están paradas todavía. No se trata de criminalizar a la mujer, porque la prostitución no es ilegal, pero ahí siguen. Y todas, las grandes inclusive, son víctimas de la explotación sexual. Aunque hay quienes dicen que no es cierto, pero la prostitución protege, promueve y fomenta la trata de personas. Ése es el problema.

Y no es cierto que haya policías que protegen estas redes. A estas redes las protegen también las autoridades judiciales, administrativas, de salud, de desarrollo urbano y una larga lista. Llevan 30 años trabajando en la zona. Hay quienes dicen —y no en broma— que las niñas de La Merced ya son patrimonio cultural de la Ciudad de México. Lo dicen de verdad. Dicen que es «pintoresco» y folclórico que esas chicas estén ahí. Que es algo mexicano.

Pero eso no tiene nada que ver con la cultura. Es un negocio. Una chica como Lily reunía de 3 mil a 4 mil pesos diarios, un mínimo de 20 mil pesos semanales. El padrote de ella tenía otras cuatro chicas más, o sea que ganaba unos 400 mil pesos mensuales, una enorme cantidad de dinero.

La Merced es el prostíbulo más grande de América Latina. Son muchísimas las mujeres que hay allí. En los pasillos de la Procuraduría dicen que unas 5 mil en total. Si es así, el negocio mensual sería de unos 400 millones de pesos. Por eso digo que esto no tiene nada que ver con la cultura.

Dios como psicólogo
Lily es bonita y núbil. Tiene una mirada brillante en sus ojos y un cuerpo moreno, tan macizo y estoico como suele permanecer un pájaro cuando no está en el aire. Su voz emite una rabia solemne cuando me relata su historia, cuando la canta.

—A lo largo de todos estos días, mientras me has contado lo que sucedió, te he visto fuerte, Lily. ¿Platicaste con psicólogos o qué hiciste? —le pregunto.

—No, no necesité de psicólogos, jamás fui con la psicóloga. Mi único psicólogo fue Dios.



El escape
Cuando Lily te dijo que no vio a una psicóloga después de lo que sucedió es porque la base del modelo de atención de la fundación es el aspecto espiritual. A las chicas no las puedes forzar para que se sometan a una terapia psicológica, pero lo que hacemos es involucrarlas en lo que nosotros hacemos, en la parte espiritual, que es tener una relación personal con Dios. Dios tiene algo que opinar, algo que decir, Dios está ahí para escucharte, Dios está ahí para sanarte, para cuidarte, para protegerte, para reintegrarte, para todo, pero ¿cómo lo descubres? Teniendo una relación personal con Él, no a través de ninguna persona. Eres tú con Él.

El encuentro con Dios te va fortaleciendo la autoestima para que no te vuelva a suceder lo que te ocurrió, para que no tengas ese problema de autoestima y entonces venga alguien y vea que tienes una necesidad o vives una circunstancia difícil. ¿Qué hiciste para acabar en esa situación? No estoy justificando el mal que los padrotes producen, ya que su proceder es incorrecto, pero ellas tenían una situación vulnerable y acabaron siendo víctimas de esos tipos y, bueno, nuestro modelo de atención se basa en trabajar ese aspecto.

Muchos critican lo que hacemos con las chicas. Dicen que somos demasiado religiosos, que somos de ultraderecha y cosas por el estilo, pero nosotros sabemos lo que estamos haciendo y ayudamos a muchas chicas como Lily a escapar de las redes de trata de personas en México, no sólo físicamente, sino también espiritualmente.

Sabaneta vieja, Sabaneta chica
Cuando era niña vivíamos en una ranchería apartada que se llama Sabaneta Vieja, y si querías ir a una ciudad tenías que caminar media hora hasta Sabaneta Chica, donde pasaba un camión hasta Tres Valles, el pueblo grande de la zona. El recuerdo más bonito de mi vida es cuando mi papá me llevaba de niña a la escuela. Iba siempre cargándome la mochila y yo era la niña más feliz del mundo. Un papá es lo mejor que le puede pasar en la vida a una niña.

* Texto nunca publicado en México. Forma parte de antología británica The Sorrows of Mexico (McLehohse Press).

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