domingo, 19 de enero de 2020

A Silvia Federici


Sobre Silvia Federici. 

Copiado de Facebook

Eva Portillo
28 de octubre a las 14:38



Silvia Federici

Silvia Federici es profesora en la University de New York. Militante y referente del Feminismo desde 1960, por estos días está dando charlas en Argentina y Chile donde con total impunidad está Burguesa que pudo acceder a estudiar en una universidad, recibir educación para poder elegir libremente qué estudiar y ser una escritora y profesora univarsitaria, ésta nos viene a decir a nosotras las mujeres humildes que La Prostitución es un trabajo, para esta señora que nuestro cuerpo sea penetrado 10,20,30,50 ...mil veces por día, violado, eyaculado, denigrado, denigrada nuestra alma nuestro Cuerpo-Templo, nuestro útero, para ella esto es trabajo. O sea tenes sexo oral anal te mean te cagan te escupen te humillan y después que? Te vas a tu casa y a ser feliz? O te vas a la facu a rendir un parcial? O hacer el amor con tu pareja? Abrazar a un hijo? Ahhhh que felicidad estoy toda cogida !!!! Ese es mi trabajo. Burguesa que habrás estudiado en tu casa calentita tomando cafecito y ahora nos venís a decir a nosotras que la prostitución es un trabajo, o sea una opción, vos que hablas de explotación. Ninguna niña cuando se le pregunta ¿Qué soñas ser cuando seas grande ? Responde, quiero ser Prostituta, ninguna madre ningún padre sueña eso en ese lugar nos puso El Patriarcado y mujeres como usted que teniendo la posibilidad de llegar a millones de mujeres nos viene a decir que ser víctimas de un sistema prostituyente es un trabajo. Vaya usted a ser violada nosotras acá estamos construyendo un mundo nuevo. Yo vengo de un hogar pobre donde la prostitución era una opción, tuve fortaleza y buena gente que me ayudó en mi camino. Otras niñas, jóvenes, son secuestradas y obligadas, drogadas son prostituidas y una vez que no sirven más, las matan. Otras que creen que eso es una opción es porque están profundamente atravezadas por el Patriarcado. Ninguna mujer sueña ser Prostituta pero Señora Federeci si se arrepiente de poder dar Cátedra en la University de New York y viajar por el mundo todavía está a tiempo de pararse en una esquina o meterse en un piringundin y esperar a que decenas de hombres vayan a violarla. Acabo de tirar su libro a la basura.

Eva Portillo










El detallado registro fotográfico de las prostitutas mexicanas que realizó el emperador Maximiliano I en el siglo XIX


El detallado registro fotográfico de las prostitutas mexicanas que realizó el emperador Maximiliano I en el siglo XIX
Durante el reinado del archiduque de Austria se elaboró uno de los primeros registros de prostitutas en el mundo. Tenía catalogadas a las mujeres como prestadoras de servicios sexuales de primera, segunda y tercera clase. Incluía sus datos personales, laborales, historial de salud y empleos anteriores
Por Juliana Fregoso
17 de junio de 2018
Desde Ciudad de México



 El emperador Maximiliano ordenó el primer registro de mujeres públicas (Foto: especial)


En 1865, el emperador Maximiliano I de México, archiduque de Austria, emitió un decreto que tendría un doble valor histórico para el país: representaría uno de los primeros usos de la fotografía y también el primer registro de prostitutas en la Ciudad de México.

Un libro de 598 imágenes forma parte del "Registro de Mujeres Públicas", en el que se da a conocer su identidad, su imagen y sus registros sanitarios, pero también evidencia el clasismo de la época al dividir a las mujeres que aparecen a lo largo de las 166 páginas en distintas categoría. Incluso, deja entrever cierta permisibilidad hacia la pederastia.

Las mujeres están divididas en prostitutas de primera, segunda y tercera clase, pero también incluye otras dos partes: "Niñas criollas" y "callejeras sin categoría".

Entre las prostitutas de primera clase estaban mujeres extranjeras y las que trabajaban en casas de zonas residenciales a las que asistían personajes influyentes de la época; en segunda y tercera clase quienes trabajaban en burdeles, cantinas y casas de citas de menor categoría, en la sección "callejera sin categoría", aparecían quienes trabajaban en la vía pública.
Y en las menores aparecían adolescentes que en aquél entonces trabajaban en alguna casa de citas.


El registro incluía todos los datos personales y sanitarios de las mujeres (Foto: especial)


"Descubrí que había una política de control y me di cuenta de que existía una idea respecto a la tolerancia de la prostitución que se consideraba un mal necesario", dijo a Infobae José Arturo Aguilar, una de las personas que se ha dedicado al estudio de este registro.

"El número de prostitutas registradas era menor a la cantidad real que existía en la ciudad. Las que están en el libro cuando mucho tienen 30 años. Una gran parte está entre los 17 y los 20 años", dijo.

La investigadora Fabiola Bailón Vásquez, describió en su trabajo "Reglamentarismo y prostitución en la ciudad de México, 1865-1940", que con este registró inició un periodo que se caracterizó por la imposición de un sistema de vigilancia y de control dirigido particularmente a las mujeres dedicadas a la prostitución.


El registro y el Ejército francés


El registro representa uno de los primeros usos de la fotografía en México (Foto: especial)

Maximiliano de Habsburgo nació en Austria en 1832, era el hermano más cercano del emperador Francisco José de Austria-Hungría, y consorte de la princesa Carlota Amalia de Bélgica.

Su posición al nacer fue la de tercero en la línea de sucesión a la corona imperial de Austria-Hungría, derechos a los que renunció al aceptar el trono de México que le fue ofrecido con el apoyo del partido conservador, de la Iglesia Católica y de buena parte de la población que profesaba esta religión, en un intento por instaurar en el país un imperio que detuviera el avance liberal.

La idea de elaborar un registro de mujeres públicas, según Aguilar, fue una medida implementada por el emperador para proteger a los soldados del Ejército francés durante la intervención gala entre 1862 y 1865.

"Se sabía que los soldados obviamente iban a tener contacto con mujeres que se dedicaban a la prostitución y como en aquél entonces no había todavía cura para enfermedades sexuales como la gonorrea, teniéndolas en un libro iba a ser más fácil tener un control sanitario", explicó Arturo Aguilar.

Junto a cada fotografía, aparecen los datos de la mujer, nombre, lugar de origen, edad, oficio previo, domicilio, categoría, forma de trabajo (prostíbulo o independiente), enfermedades padecidas, cambio de estado civil o incluso si se habían retirado del oficio por casamiento o fuga.

Dichas imágenes son en blanco y negro, de aproximadamente 10 por 8 centímetros. Las mujeres aparecen de cuerpo completo luciendo vestidos de la época.




En el libro, las mujeres están divididas en categorías (Foto: Especial)

Aguilar Ochoa explicó que, antes de dedicarse a la prostitución, estas mujeres habían sido en su mayoría costureras, sirvientas, planchadoras, lavanderas y bordadoras, la mayoría había huido de sectores marginales en los estados de Querétaro, Puebla, Oaxaca y Estado de México. Pero también, en la sección de primera clase aparecen los nombres de dos francesas procedentes de Nueva Orleans.

Consideró que en los últimos años se ha hecho mal uso de estas imágenes históricas, ya que distintas páginas de internet mencionan que estas mujeres fueron prostitutas al servicio del emperador.

 "Por ejemplo, hay sitios que dicen que son las putas de Maximiliano, usan las fotos para manejar ideas sin buena intención, para que se vea al imperio como algo morboso cuando este registro tuvo fin científico", expresó.

Existe la leyenda de que Maximiliano padeció de sífilis después de un viaje a Brasil y de ahí su interés por reglamentar la prostitución.

El registro, señala Aguilar Ochoa, sirvió también para darle un nuevo uso a la imagen, ya que los emperadores aprovecharon la tecnología de las cámaras y la impresión en papel y también para exportar a Europa imágenes coleccionables de cómo era la vida cotidiana en México.

Esta fue también probablemente la primera vez que se reglamentó la prostitución en México.

El libro está actualmente bajo el resguardo del Instituto Nacional de Salud Pública de la Secretaría de Salud, ubicado en Cuernavaca, Morelos, pero antes de quedar bajo el encargo de alguna institución, compartió Aguilar, el documento estaba en la biblioteca que tenía en su despacho un ministro de salud, quien incluso se lo prestaba a sus nietos para que jugaran con él.

Maximiliano fue fusilado en México el 9 de junio de 1867, después de haber conducido un fugaz imperio que duró solo 3 años pero logró que Francia fracasara en su intentó de invadir tierras aztecas
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Fuente


Nota: las fotografías son sacadas de la noticia original






domingo, 12 de enero de 2020

La prostitución, la extraña fórmula que utilizaban los romanos para evitar el adulterio




Mosaico del Imperio romano



La prostitución, la extraña fórmula que utilizaban los romanos para evitar el adulterio

El servicio sexual era una de las fuentes de ingreso del Imperio romano y los recaudadores viajaban de burdel en burdel para recoger el pago correspondiente.
22 diciembre, 2019

La prostitución es comúnmente conocida como el oficio mas antiguo de la historia. Desde la Antigüedad, principalmente mujeres, prestaban servicios sexuales a cambio de una cantidad de dinero acordada. Durante años penalizada y considerada como indigna, a lo largo del Imperio romano gozó de cierto reconocimiento amparado por la ley.

Fue gracias a Calígula cuando la prostitución comenzó a institucionalizarse dentro de las fronteras romanas y a partir del siglo I d.C. tenían que pagar impuestos. "Este impuesto se recaudaba de diversas formas en las diferentes partes del Imperio, a veces por medio de recaudadores de impuestos, otras a través de funcionarios públicos" escribe el periodista Javier Ramos en su libro Eso no estaba en mi libro de Historia de Roma (Almuzara).

Pero esta tolerancia y aceptación de la prostitución no se limitaba única y exclusivamente al ámbito económico. Pese a los "suculentos ingresos" que pudieran reunir gracias al impuesto, era una función social muy clara y sencilla por la cual los servicios sexuales no estaban prohibidos: "evitaba que los jóvenes pusieran el honor de las familias en peligro al seducir a las esposas de sus vecinos".

Ni casarse ni heredar

De esta manera, la prostitución servía como control de aquellos varones que pudieran desestabilizar la familia romana. "Mantener relaciones sexuales con una prostituta no constituía adulterio, y una prostituta soltera no podía formar parte de un adulterio y mucho menos ser declarada culpable", añade Ramos. En el Imperio romano se denominaba stuprum a cualquier relación ilegal pero las rameras estaban exentas de dicha legislación.
Esta institucionalización no implicaba, empero, que las prostitutas tuvieran privilegios o compartieran los mismos derechos que los demás ciudadanos. Según las leyes matrimoniales de Augusto no podían casarse con ciudadanos romanos libres y tampoco podían redactar testamento ni ser herederas de pleno derecho.

Para llevar a cabo los encuentros sexuales los romanos frecuentaban los burdeles y los escritos que han llegado a la actualidad exponen numerosas anécdotas de aquellos jóvenes -y no tan jóvenes- que acudían al lupanar. El político y militar romano Catón el Viejo llegó a elogiar a un muchacho cuando lo vio salir de un burdel, pues siguiendo la función social por la que se había legalizado la prostitución, significaba que dejaría en paz a las esposas de los demás.

No obstante, el hombre que combatió a los cartagineses en la segunda guerra púnica, observó que aquel joven visitaba el prostíbulo regularmente y no dudó en acercarse a él. "Joven, te elogié por venir aquí de vez en cuando, no por vivir aquí", exclamó Catón el Viejo.


Fuente:


Nota: la imagen y las negritas están en el original

EL abolicionismo republicano



 EL abolicionismo republicano
 noviembre 11, 2018





Cuando la República dijo sí a la abolición de la prostitución

1932 fue el año en el que el debate sobre la prostitución llegó al Congreso, con un discurso ejemplar de Clara Campoamor. Hasta 1935 no se aprobaría por decreto el abolicionismo, como una forma de garantizar la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, para muchos sectores, fue una resolución poco ambiciosa.

Interesante artículo de Ana Bernal-Triviño para Público en el que hace un recorrido histórico sobre las posturas contra el sistema prostitucional a principios de siglo XX y durante la España republicana.



Cuando la República dijo sí a la abolición de la prostitución
1932 fue el año en el que el debate sobre la prostitución llegó al Congreso


Aquí exponemos algunas ideas que se desarrollan en ese artículo:

Un punto de partida:
Concepción Arenal: decía en "La Mujer del Porvenir": “La prostitución es para la mujer el más horrible de todos los males”.

Emilia Pardo Bazán en 1899 decía que las mujeres se veían arrastradas al “matrimonio, al servicio doméstico, a la mendicidad y a la prostitución”, como únicas salidas posibles. Nadie como ella explicó en cuentos y discursos las violencias contra las mujeres, como se relata en el libro "El encaje Roto".

Consuelo Álvarez Pool (Violeta): en 1904, escribió un texto titulado “Del matrimonio” donde denunciaba la misma situación: “¡Cuántas mujeres se ven en el duro trance, en la cruel alternativa de casarse con el primero que llega… o prostituirse! Entonces la elección no es dudosa: se casan y hasta creen amar a su marido porque en él ven la tabla salvadora a que asirse en el naufragio de su pobreza”.

Margarita Nelken: decía que las mujeres de alta categoría que procedían de la clase media, se prostituían porque la educación no se había “preocupado de proporcionarles un medio de vida y que el día que necesitan bastarse a sí mismas se lanzan o caen poco a poco en la prostitución”. Las más pobres, indicaba, venían del campo a la capital y denuncia que caían “fácilmente seducidas por fantásticos espejuelos”.  Es aquí donde hace una crítica a la religión y una crítica de clase a aquellos “señoritos” que abusan sexualmente de sus sirvientas y que, con un hijo a su cargo, tenían que buscarse la vida. “...no se hace nada por impedir que las prostitutas lleguen a su triste condición...”.  Y, ante todo, declaraba que era un problema de Estado. “Dios sabe todavía hasta cuando la prostitución española seguirá siendo una vergüenza, no para las prostitutas, sino para todo el país socialmente culpable y responsable”.

Carmen de Burgos: En 1921, una manifestación feminista encabezada por ella llega al Congreso. Entregan a su Presidente un documento con la petición de derechos para la mujer, desde el derecho al voto, a la igualdad respecto al hombre en el Código Penal. El artículo 9 de ese documento es tajante: “Que desaparezca, en virtud de una ley, la prostitución reglamentada y que se persiga”.

Camino hacia la abolición: el discurso de Clara Campoamor
Con la II República todo este pensamiento se refuerza. En un estudio de Isabel Escobedo señala que el regulacionismo había sido alimentado por la ideología burguesa, para quienes la prostitución era un “mal necesario”.
Mercedes Rivas Arjona indica que la penetración del modelo abolicionista se produjo:
por un lado, para combatir la tradición regulacionista y los beneficios que “determinadas instituciones” recibían.
y por el desarrollo de un marco de lucha abolicionista impulsado desde Inglaterra por Josephine Butler.
En los diarios de sesiones del Congreso en 1932 reflejan el debate que llevó hacia la abolición de la prostitución.
Rico Avello (Agrupación al Servicio de la República), decía a la Cámara que la “prostitución reglamentada es absolutamente incompatible con la dignidad humana” y defendía que no cabía en esta materia otra postura que no fuera la “pura y simple de la teoría abolicionista”.
El diputado Carlos Martínez y Martínez expresó que la abolición debía ir acompañada de una nueva educación, y demandó ofrecer al pueblo “una noción nueva, clara y valiente de qué es la sexualidad”. Además, apuntó que prostitución estaba asociada a la pobreza y que debía implantarse una “libertad económica que permitirá a la mujer desenvolverse”.

Clara Campoamor, diputada del Partido Radical, explicó que “la ley no puede reglamentar un vicio”.  Expuso que existía una comisión de protección a la mujer y contra la trata para la desaparición de lo que, por entonces, denominaban “trata de blancas”,  en la Sociedad de Naciones de Ginebra de la cual España formaba parte. Sobre ello, Campoamor dejaba claro que “las casas de prostitución reglamentadas, autorizadas por el Estado, percibiendo directa o indirectamente de ellas tributos el Estado-tributos, de una corrupción, de un vicio, son los centros de contratación de la trata de blancas, en donde se pueden albergar fácilmente todas las mujeres, que un vividor, delincuente de oficio, traspasa de ciudad en ciudad y lleva de mercado en mercado”.
La mayoría de las víctimas de la prostitución en aquella época eran mujeres menores que además tenían prohibido firmar contratos por no tener la edad permitida. Campoamor continuó con la demanda de que el Estado se declarase de una vez abolicionista.
Meses después, se organizó la 'Semana abolicionista' con la presencia de Campoamor, en un intento de acercar esta postura a la sociedad.
Isabel Escobedo explica esa etapa en su estudio El Movimiento Abolicionista de la prostitución durante la II República: "La presión sobre el reglamentarismo seguía aumentando. En mayo de 1932, los abolicionistas de Madrid, liderados por el médico César Juarros, dedicaron una semana a la propaganda de sus ideas ante lo que consideraban una excesiva lentitud por parte del Ministerio de la Gobernación para decretar la abolición del reglamentarismo. De esta manera, se realizaron una serie de actos en distintas sedes políticas en las que participaron reconocidas figuras como Clara Campoamor, Concha Peña, María Martínez Sierra, Hildegart Rodríguez o Carmen de Burgos, siendo el cierre de la campaña en el propio Ateneo de Madrid".





Hasta tres años después, no se declaró el Estado como abolicionista en un decreto del 28 de junio del Ministerio de Trabajo, Sanidad y Previsión. También se prohibía “toda clase de publicidad que de manera más o menos encubierta tendiera a favorecer el comercio sexual”.

Las ‘Mujeres Libres’
Sin embargo se mantuvieron algunas normas reglamentaristas.
Mientras, Amparo Poch y Gascón, una de las tres fundadoras de Mujeres Libres, escribía en “La Vida sexual de la mujer”, en 1932, cómo la prostitución ponía también en riesgo a las mujeres que vivían con sus parejas. 
La formación feminista anarcosindicalista creó los liberatorios de prostitución, “no como solución, sino con un fin paliativo”.
En el número 9 de la revista lanzaban a sus lectoras la siguiente pregunta: “¿quién puede negar que la esclavitud sexual de la mujer no ha sido en principio y a través de los siglos una consecuencia del problema económico?”. Inciden en que la guerra había agudizado el problema económico de la mujer que, sin trabajo, se veía obligada a la prostitución sin otra alternativa.

Algunas de sus sentencias:

“si de veras queremos la Revolución social, no olvidemos que su principio primero está en la igualdad económica y política, no solo de las clases, sino de los sexos”.
“El problema sexual es una problema económico-político a la vez”.
"No podemos pensar en la producción, en el trabajo, en ninguna clase de justicia, mientras quede en pie la mayor de las esclavitudes: la que incapacita para todo vivir digno”.

Federica Montseny, ministra de Sanidad y Bienestar Social en 1937, señaló que más allá de ley, la prostitución solo quedaría abolida cuando “...las mujeres tengan profesiones y oportunidades sociales de asegurarse el sustento, la sociedad se establezca de forma que nadie quede excluido, cuando la sociedad pueda organizarse para asegurar la vida y los derechos de todos los seres humanos”.

En conclusión, el decreto de 1935 supuso un avance importante hacia el abolicionismo en España, pero no implicó una ruptura con el sistema anterior.

De hecho, se combinarán elementos reglamentaristas con los abolicionistas. Las autoridades lo justificaron por la falta de madurez social. La mentalidad de aquella época no estaba todavía preparada para aceptar un abolicionismo real. Sin embargo, se consiguió colocar en el debate político una cuestión que hasta ese momento había sido considerada un "problema menor".
El rol sexista asignado a la mujer, considerada procreadora por excelencia, la hacía más dada a la contención de los impulsos sexuales que al hombre, incapaz de resistir, y por tanto, la prostitución se entendía como un mal necesario, una especie de válvula de escape para que el orden social burgués pudiera mantenerse.

Pero tras el golpe de Estado y la victoria del franquismo, las intenciones y el espíritu abolicionista de la República quedaron aplastadas y regresó al reglamentarismo por decreto el 27 de marzo de 1941.
A partir de entonces, la prostitución aumentó, junto al estigma y la criminalización de las prostitutas.




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jueves, 9 de enero de 2020

Los orígenes de la prostitución en la Argentina moderna


15 de diciembre de 2019

Los orígenes de la prostitución en la Argentina moderna
La prostitución se multiplicó en la segunda mitad del Siglo XIX.

Por Alberto Lettieri, especial para NOVA






Si bien la prostitución existió desde los tiempos coloniales en el Río de la Plata, su práctica se multiplicó en la segunda mitad del Siglo XIX, cuando se registró una inmigración masiva masculina que estableció una relación de cuatro hombres por cada mujer mayor de 14 años.

Este desequilibrio demográfico se combinó con la pre-existencia de una cultura sexual heterosexual, machista y conservadora, que confinó a las mujeres “decentes” al ámbito de lo privado.

La creciente demanda de servicios sexuales reclamada por los inmigrantes hacinados y sedientos de sexo favoreció la proliferación de cafishios, amparados por la institución policial y la Justicia de la época. Los burdeles y explotadores de mujeres eran abastecidos por una red de trata de mujeres que conseguía a sus víctimas en diversos lugares de Europa, principalmente, a través de promesas de casamientos o matrimonios que celebraban los propios traficantes con nombres falsos. Una vez llegadas a destino, las mujeres –sin conocimiento del idioma ni amparo alguno-, eran obligadas a ejercer la prostitución, estableciéndose un circuito de rotación que incluía a toda América Latina.

Si bien desde la moralina social se sacralizaba la familia nuclear y se condenaba el comercio sexual, en la práctica, las condiciones de desequilibrio entre hombres y mujeres lo potenciaba constantemente. Eran pocos los matrimonios por entonces, sobre todo celebrados en los segmentos de las clases medias y altas. Buenos Aires era una especie de Nueva Babilonia, donde se escuchaba multiplicidad de lenguas y los vínculos sociales y afectivos eran subordinados a intereses económicos individuales. Los inmigrantes querían “Hacer la América” y ya tenían sus novias o esposas en sus lugares de origen, por lo que sólo aspiraban a obtener dinero para enviar a sus familias o bien ahorrarlo para el momento de su retorno. Aunque el éxito, a menudo, no los acompañara.

En los ámbitos rurales, las mujeres indígenas a menudo estaban obligadas a su ejercicio y eran muy codiciadas por los consumidores blancos. A diferencia de sus congéneres blancas, las indígenas tenían un grado de libertad sexual mucho mayor, ya que no practicaban la monogamia ni existía, en general, un orden patriarcal estricto. Las mujeres indígenas actuaban por su cuenta, elegían a sus clientes y eran mucho más cuidadosas en su arreglo personal y la utilización de adornos que las prostitutas blancas urbanas, que eran sometidas a jornadas inagotables de trabajo por sus explotadores para incrementar sus beneficios.

En el caso de las mujeres indígenas, era frecuente la práctica de la bisexualidad, y también contaban con mayor capacidad de decidir sobre el curso de sus embarazos, al no estar sometidas a los mandatos culturales de la Iglesia Católica.

La situación de las mujeres blancas criollas y blancas que no pertenecían a las capas medias era desoladora. Sus posibilidades de trabajo se limitaban a tareas de limpieza doméstica o en fábricas hacinadas que, por un magro salario, incluían a menudo la utilización sexual por parte de sus patrones o capataces. Esta situación llevó a menudo a las mujeres al suicidio, como única vía para escapar de las alienantes condiciones de maltrato, explotación, abusos y violaciones constantes que recibían, al no tener posibilidades de conseguir respaldo alguno.

La oferta de servicios sexuales nunca resultaba suficiente para la demanda de los varones cebados, sobre todo para los más pobres, que no alcanzaban a juntar los módicos dineros que cobraban las prostitutas más baratas. Por esta razón, se difundieron otras formas de ejercicio de la prostitución, aún más sórdidas, consistentes en la prestación de servicios sexuales –oralidad, sexo anal- por parte de jóvenes varones desocupados o con empleos miserables. Estas formas de sexualidad se practicaban habitualmente en oscuros callejones o baños públicos, y a menudo iban acompañadas de golpizas o, incluso, de asesinatos de los denominados “maricas”.

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Nota: la imagen está en el original





EL 29 DE OCTUBRE DE 1913 Reglamentan el ejercicio de la prostitución en Tierra del Fuego


La historia no ha cambiado, son las “pupilas” las que tienen coartada su libertad, las que quedan confinadas en los burdeles, las que deben someterse a una “inspección sanitaria”. Estos son los derechos de los que habla el reglamentarismo. De los proxenetas, tratantes, puteros, nada dice la reglamentación.


EL 29 DE OCTUBRE DE 1913
Reglamentan el ejercicio de la prostitución en Tierra del Fuego
29/10/2019

Este día, con la firma del gobernador Manuel Fernández Valdés y su secretario Francisco J. Cubas, se promulga la ordenanza de reglamentación del “Ejercicio de la Prostitución en el Territorio Nacional de Tierra del Fuego”. En el considerando se alude “a las conclusiones pertinentes de la Conferencia de Gobernadores celebrada en marzo ppdos” (Jorge Castelli y Patricia Halvorsen. Esas mujeres).
Luego de establecer que para el funcionamiento de las “casas de tolerancia” se debe contar con “el previo permiso de la Policía”, se fija que el local no podrá estar situado “a menos de 500 metros de los templos y establecimientos de educación y sólo podrán vivir en ella las pupilas y personas de servicio”. 
Además, establece que “el edificio no puede ostentar atributos inmorales, ni signo ninguno exterior o interior que indique su carácter, debiendo tener todas sus aperturas (puertas y ventanas) con vista al exterior, sus correspondientes celosías que deberán permanecer siempre cerradas” y que “la puerta principal deberá tener un cancel, a fin de que no sea visible el interior de la casa”, que a la medianoche deberá terminar la actividad.
Prohíbe el expendio de “bebidas alcohólicas y comestibles” en esas casas, definidas como “las habitadas por dos o más prostitutas”. También inhabilita la realización de “bailes públicos”, que “bajo ningún concepto podrá autorizarlos la autoridad policial”, y el acceso de menores de edad.
 Sobre las pupilas, establece que deberán inscribirse “en la Jefatura de Policía, haciendo constar en cada caso que la interesada lo hace espontáneamente (…) siempre que tenga 18 años cumplidos de edad”. 


“Ninguna de las moradoras de las casas de tolerancia podrá exhibirse en la puerta de la calle ni en las ventanas, ni llamar a los transeúntes o entrar en cualquier género de provocación o solicitación”.
 Deberán contar con un certificado médico y que tanto las pupilas como la regenta “están obligadas a someterse dos veces por semana, lunes y viernes, a la inspección sanitaria correspondiente”. Estas revisiones deberán constar en una libreta sanitaria con su correspondiente fotografía. Además, las mujeres “deberán poseer su respectivo espéculo e irrigador”.
La regenta deberá informar a la policía cada vez que alguna pupila esté afectada por una enfermedad venérea u otra enfermedad infecto contagiosa.

 Autor : Bernardo Veksler

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Nota: la imagen está en el original




Crónicas de La Pampa: ¿Cómo fue la historia de los primeros prostíbulos en General Pico?


28 de abril de 2019
Crónicas de La Pampa: ¿Cómo fue la historia de los primeros prostíbulos en General Pico?

El 1 de diciembre de 1920, se sancionó la Ordenanza N° 41, que reglamentaba el ejercicio de la prostitución en la ciudad, con idéntico espíritu de la ordenanza porteña de 1875 y sus reglamentaciones posteriores. Durante los primeros años de la década del ’20 se instalaron los primeros dos burdeles. Para bailar el tango, se cobraba 10 centavos, y el pasodoble, 20.
Por Santiago A. Wiggenhauser.

Desde comienzos del siglo pasado, la llegada masiva de inmigrantes, hombres en su inmensa mayoría, “generó” la necesidad de importar prostitutas y la consecuente instalación de prostíbulos en la Provincia.

Las llamadas “casas públicas” en la zona de la Pampa Central tuvieron su origen durante la colonización y se produjeron en simultáneo al proceso de poblamiento de los pueblos pampeanos.

En General Pico, el 1° de diciembre de 1920, se sancionó la Ordenanza N° 41, que reglamentaba el ejercicio de la prostitución, con idéntico espíritu de la ordenanza porteña de 1875 y sus reglamentaciones posteriores.

De acuerdo a la ley, se restringían los derechos de las prostitutas -obligadas a inscribirse en un registro municipal, imponiendo una revisión sanitaria-, y se reprimía la prostitución clandestina, con el fin de ejercer un control localizado de la actividad.




En los primeros años de la década del ’20 se instalan en General Pico los primeros dos burdeles, ubicados cerca de las vías del ferrocarril, en la intersección de las calles 17 y 10, sobre calle 17 hasta la mitad de la cuadra, el conocido popularmente como el “quilombo grande”; enfrente, entre la 10 y la 8, estaba el “quilombo chico”.

La diferencia más sustancial entre ambos, era que “el grande” contaba con unas 16 o 17 pupilas, mientras que “el chico” tendría unas diez o doce.
En estos lugares, al margen del motivo principal, los concurrentes encontraban buena bebida y mejor música, ya que a veces actuaban algunas orquestas que venían de gira.

En los locales, para bailar el tango, se cobraba 10 centavos, y el pasodoble 20. Se bailaba con grabaciones, por lo general, y a veces se presentaba algún músico con su instrumento, para deleite de la concurrencia que se congregaba en el patio del burdel. Los peones “golondrina” y los obreros ferroviarios eran los clientes más frecuentes.

Más en las afueras de la ciudad, en las quintas, funcionaban durante aquellos años, ya sin autorización legal, uno al que llamaban “Las catorce provincias” y en calle 28 esquina 13, el conocido como “La cueva del chancho”.

Era común que hubiera disputas en esos establecimientos. Según “La Reforma”, que daba cuenta de los hechos policiales, una noticia del 1° de diciembre de 1927 revela que “un empleado municipal asesinó a un hombre ayer en la Casa de Tolerancia. Ramón Andrés Farías y Flores (a) ”Andresino”, se encerró con la pupila Julia Arteaga. Se siente desde el interior golpes, gritos y ruidos de todo tipo. Ingresa con ánimo de apaciguar el vecino José Ganzerain, a lo que “Andresino” disparó tres disparos mortales. Fue detenido por los empleados Morales, Videla y Herrera. El asesino era encargado del cementerio local y tenía antecedentes policiales”.

En cuanto a las denominaciones de la época, es preciso destacar la “lata”, en términos de burdel, que era la ficha que el cliente compraba en la caja del prostíbulo y que debía dar a la pupila, ésta a su vez, le daba las latas a su “protector”, quien las hacía dinero efectivo frente a la “madama”, previa deducción de los gastos de comida y ropa.

Según la ordenanza N° 41, de 1920, al referirse a las pupilas, éstas debían ser inscriptas en la Inspección General de la Municipalidad, ser mayores de 22 años y presentar un certificado médico del facultativo municipal, donde se comprobara libre de enfermedades contagiosas.

También establecía los días de salida de las pupilas, ya que según el Art. 14, decía “sólo podrán salir a la calle de paseo o a compras durante el día y en coche, los martes y jueves, las asiladas en el lenocinio N°1, y los miércoles y sábados las del número 2”.

Estaban obligadas todas, regenta, pupilas y personal de servicio, a someterse dos veces por semana, a la inspección sanitaria correspondiente.

Algún tiempo después, la ordenanza cayó en el olvido. Las ideas reglamentaristas fueron revisadas en función de no poder controlar las enfermedades venéreas, haber aumentado el proxenetismo y la trata de blancas, y además el golpe militar del general Uriburu en 1930 contribuyó en gran medida a desautorizar el funcionamiento legal de los prostíbulos.

A pesar de todo, durante muchos años siguieron existiendo en General Pico varios prostíbulos clandestinos.

*Este artículo fue escrito en base a la investigación de Ruben M. Wiggenhauser.

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