jueves, 19 de mayo de 2016

El franquismo usó la ciencia como coartada para controlar la prostitución



Sobre el artículo que les propongo.
Alberto B Ilieff

Este artículo tiene varios puntos interesantes. Uno de ellos es su referencia a la ciencia a partir del título mismo: El franquismo usó la ciencia como…
El autor, sin decirlo, pareciera pensar que existe una ciencia autónoma, objetiva, capaz de ser independiente de las circunstancias histórico sociales y que, por este motivo, puede ser utilizada y de algún modo desviada de su recto proceder haciéndole decir o justificar hechos netamente políticos.  En este caso fue el franquismo quien hizo indebido uso de ella.

No existe ciencia objetiva, deslindada de las circunstancias que le dieran origen y la sostienen. La ciencia es una construcción humana. No porque se maneje con teorías, ecuaciones, un lenguaje que es raro y casi incomprensible para la mayoría de las personas, deja ser serlo y por lo tanto susceptible de ser  orientada según los intereses propios o ajenos.
La emergencia misma de determinado conocimiento, el marco general en que se desarrolla y los objetivos mismos, son parte de parámetros sociales propios de su momento histórico y por lo tanto, desde ese comienzo, políticos.
El pensamiento en general y la ciencia en particular, como hecho específico, son pilares de la sociedad y estas íntimamente ligados con los sistemas políticos y de poder. Es más, ella misma es un sistema de poder político. Que se dedique a algunos  y circunscriptos temas y que tenga un método riguroso y que de ellos surjan aplicaciones técnicas, no invalida el hecho de ser elementos de determinada sociedad y en un tiempo también determinado. Por esto no se podría hablar de un “uso” de la ciencia, sino de una apoyatura mutua entre poder y conocimiento, lo que sí podría derivar, a posteriori, en la justificación  por parte del poder de su accionar.

La medicina en particular es un factor de control social muy importante y con sus enunciados o principios logra inducir o prohibir conductas y aún justificar hechos que luego pueden ser considerados más que violentos o incluso violatorios de los Derechos Humanos. Michael Foucault ha dedicado amplios estudios a este tema mostrando cómo el accionar científico ha formado parte del control aplicado, por ejemplo, sobre la sexualidad humana. Podemos recordar el uso que se ha dado mediante la justificación médica a temas como la masturbación, la homosexualidad, el aborto y otros.

El diagnóstico de “inferioridad mental” fue usado de manera abundante para encubrir atentados contra la persona humana de todo tipo. Bajo este rótulo se permitió internar-encarcelar, hacer pruebas “médicas” y esclavizar. La inferioridad mental es el equivalente científico de la inferioridad racial.
En este caso la calificación de las mujeres en prostitución de débiles mentales importaba varios resultados como por ejemplo quitar como causa a la marginación social y de ese modo volver materia individual, genética, algo que es netamente social. Operación similar a la actual en que, por el cambio de  épocas, ya no se habla médicamente sino que ahora la responsabilidad recae nuevamente en lo individual vía la “libre elección”, el consentimiento.
El diagnóstico médico también permitió la internación compulsiva y “humanitaria” ya que se hacía para protección de las mujeres que por su incapacidad no podían cuidarse a sí mismas.

Otro detalle importante es que las políticas represivas siempre se ejercen sobre los sectores que ya tienen vulnerados sus derechos y son los más débiles socialmente: niñez y mujeres. Estos sectores son usados como válvula regulatoria en las crisis económicas.
Las mujeres en prostitución reúnen las condiciones requeridas, son pobres, carentes de todo recurso, sin protección, llevadas por la necesidad y la violencia.
La represión que se ejerce sobre ellas actúa como contención y advertencia social, al mismo tiempo que aleja la posibilidad de pensar a la prostitución como un problema social y no individual. La culpabilización de la mujer, su declaración de “inferioridad mental” como también la de factor de trasmisión de enfermedades, colocan al individuo en el centro de la escena ocultando de ese modo la responsabilidad social y el factor demanda. Si fuere cierto –que no lo es-que las personas en prostitución adolecen de alguna inferioridad, cabría pensar qué sucede con los prostituidores-“clientes” ¿estarán en la misma condición?
Esta hipótesis sanitarista de la inferioridad mental nos muestra que el uso de una persona en prostitución por parte del prostituidor es un acto de violencia, es el uso que se hace de una persona que no se halla en condiciones de igualdad, carente de opciones entre las que elegir.
Todo esto no se dice, la responsabilidad social en general y la del prostituidor en particular no aparecen en los discursos.

Todo esto puede ser extrapolado a la actualidad, los argumentos no se han modificado en lo básico: se sigue hablando de las personas en prostitución como factores de riesgo, no se buscan los condicionantes sociales, se aplica un nuevo ordenamiento que no deja de ser tan moral como


Otro punto que rescato de este artículo es que mientras la República abolió la prostitución como corresponde a un movimiento con fuertes bases socialistas, el franquismo la legalizó. No olvidemos que el franquismo fue un régimen de derecha defensor del tradicionalismo y la moral represora con fuerte ligazón a la iglesia católica. Esta aparente contradicción –legalizar y perseguir- es la que a lo largo de nuestra historia han mantenido la iglesia y las derechas con relación a la prostitución, un rechazo de su existencia al mismo tiempo que el favorecimiento. Esto es debido seguramente a que la prostitución es una eficaz herramienta de control social, y sobre todo de reglamentación del rol de la mujer en general en la sociedad. Mantiene la división entre las honestas-privadas y las licenciosas-públicas. Este dato histórico desmiente que la regulación o reglamentación de la prostitución sea parte de las ideas “progresitas” o basadas en los derechos de las mujeres, al contrario, se enmarca en el tradicionalismo moral, patriarcal y represivo más cerrado. 


 Dos palabras sobre el franquismo
Los siguientes párrafos los obtuve de wikipedia -

Francisco Franco

https_//es.wikipedia.org/wiki/Franquismo


El franquismo es el término empleado para referirse al período histórico o ideología cuyo movimiento social de carácter autoritario sirvió de apoyo y sustento a la dictadura que surgió en España tras la Guerra Civil comprendida entre 1936 y 1939 que como consecuencia del golpe de Estado dirigido por Emilio Mola en julio de 1936, derrocó al gobierno de la Segunda República haciéndose prevalecer hasta la muerte del dictador de esta, Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975 y que continuó hasta la autodisolución de las Cortes franquistas en 1977 mediante la aprobación de la Ley para la Reforma Política sometida a referéndum el 15 de diciembre de 1976.

…..
Las bases del régimen fueron, entre otras, el nacionalismo español excluyente, el catolicismo y el anticomunismo, que sirvieron de apoyo a una dictadura militar autoritaria que se autoproclamó como «democracia orgánica» en oposición a la democracia parlamentaria.

Nacional catolicismo


Durante los años del franquismo se mantuvieron una serie de fundamentos políticos e ideológicos, característicos algunos de los regímenes fascistas en general, y otros particulares de la versión española del fascimo, el franquismo….
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Nacionalsocialismo. El régimen estaba estrechamente relacionado con la iglesia católica y muy especialmente con el ultramontanismo. El clericalismo católico controlaba en gran medida la sociedad mediante la censura, la prensa, el código penal, etc.



Franco junto a Hitler



El franquismo usó la ciencia como coartada para controlar la prostitución


Con el objetivo de limitar el número de prostitutas que había durante el franquismo, las autoridades las detenían y recluían en centros especiales utilizando argumentos científicos que carecían de rigor. Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid refleja cómo tres expertos en psicología y psiquiatría afines al régimen publicaron informes en los que las definían como “inferiores mentales” para justificar su internamiento.
UCM |   | 24 noviembre 2015 13:26

La grave depresión económica vivida en España tras la Guerra Civil empujó a muchas mujeres a recurrir a la prostitución como único medio de subsistencia. “Eran mujeres completamente normales. Pobres, sencillamente”, explica Javier Bandrés, profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

En un estudio publicado en Universitas Psychologica, Bandrés y otros dos investigadores de la UCM han analizado de qué forma utilizó la dictadura trabajos sobre psicología de la prostitución para frenar el crecimiento descontrolado de esta actividad.

La República había abolido su práctica reglamentada en 1935, pero las autoridades franquistas anularon el decreto en 1941, por lo que el comercio sexual volvió a ser legal. Esta luz verde y la desesperada situación económica del país provocaron que la prostitución fuera mucho más allá de los prostíbulos, donde las mujeres eran controladas por la policía.  

Bandera de España franquista usada entre 1945 y 1977

Un decreto permitía que cualquier menor sospechosa de ejercer la prostitución pudiera ser internada
Calles, cines o pensiones también se utilizaban para esas prácticas. Su expansión fue unida a un aumento de las enfermedades de transmisión sexual lo que provocó que las autoridades detuvieran y recluyeran a muchas mujeres, de forma arbitraria, con el fin de limitar la actividad.

Para ello, la dictadura utilizó las cárceles convencionales (para prostitutas acusadas de algún delito), los reformatorios del Patronato de Protección a la Mujer (para adolescentes) y las Cárceles Especiales para Mujeres Caídas (para prostitutas adultas ‘problemáticas’).

Un decreto firmado por Francisco Franco en 1941, referido al Patronato de Protección a la Mujer, permitía que cualquier menor sospechosa de ejercer la prostitución pudiera ser internada en los reformatorios a propuesta de jueces, policías o incluso simples particulares.

En cuanto a las cárceles para ‘mujeres caídas’, otro decreto permitía a la policía recluir hasta dos años, sin proceso judicial, a las prostitutas que se consideraran molestas o problemáticas.

“Ambos textos compartían un hilo argumental esencial: las autoridades no se enfrentaban a un problema social o económico, sino de conducta moral desviada. El problema no era la prostitución sino la prostituta”, afirma Eva Zübieta, coautora del estudio.

Base científica sin rigor

Tres especialistas en psicología y psiquiatría justificaron y confirmaron este punto de vista con informes médicos: Antonio Vallejo Nágera y sus colaboradores, Eduardo Martínez Martínez y Francisco J. Echalecu y Canino. “La base científica servía como coartada para detener a estas mujeres, para justificar la necesidad de recluir y reeducar a algunas de ellas”, asegura Bandrés.

El rigor científico de todos estos trabajos era nulo, según el autor. “No hay análisis estadísticos ortodoxos ni ningún otro rastro de metodología respetable”, denuncia. “En la posición de absoluto control que tenían, no necesitaban justificar sólidamente nada”, añade.

“No hay análisis estadísticos ortodoxos ni ningún otro rastro de metodología respetable”, denuncia el profesor
Los tres expertos eran afines al régimen. En plena guerra, Vallejo Nágera –entonces jefe de los servicios psiquiátricos del ejército rebelde– publicó el libro Eugenesia de la Hispanidad y Regeneración de la Raza (1937), en el que se refería a las prostitutas en estos términos: “Más del 50% de las rameras son deficientes mentales, unas eréticas (irritables), otras apáticas, algunas sensitivas, casi todas amorales”.

Terminada la contienda, en 1942 Vallejo era catedrático de la Universidad de Madrid y miembro de los consejos nacionales de sanidad y educación. En el artículo Higiene mental en las grandes urbes (1942) afirmaba: “Impulsan a la prostitución causas endógenas (oligofrenia, psicopatía) o que radican en la constitución biopsíquica del sujeto; y causas ambientales o exógenas”.

La opinión del catedrático era fundamental para sentar la doctrina oficial sobre el fenómeno. “Las prisiones especiales para mujeres caídas eran la respuesta científica correcta al problema de la prostitución desde los puntos de vista psicológico y pedagógico”, señala Rafael Llavona, coautor del trabajo de la UCM.

“Inferiores mentales”

Uno de los colaboradores de Vallejo era Eduardo Martínez Martínez, director de la Clínica Psiquiátrica Penitenciaria de Mujeres de Madrid. Ocupando ese cargo escribió tres artículos sobre la prostitución, repitiendo las mismas ideas que su mentor. "Está claro que no es el ambiente sino la constitución biopsíquica de estas mujeres la que las empuja a la prostitución", afirmaba en uno de ellos.

En Biopsicología de la Prostitución (1945) Martínez se había propuesto estudiar la curva de vida de cien mujeres de la clínica. Una de sus conclusiones fue que “la anomalía mental, casi siempre de fondo psicopático, es el factor predisponente más importante de la prostitución”.

Por su parte, Francisco J. Echalecu y Canino, director de los servicios médicos del Patronato de Protección a la Mujer y neuropsiquiatra de la Dirección General de Seguridad, era otro de los especialistas que dio supuestos argumentos científicos al régimen para recluir a estas mujeres.

En una investigación realizada con cien prostitutas internadas en los reformatorios del patronato aseguró: “El nivel mental de estas muchachas, el 60% es inferior al normal, con 54% de débiles mentales; la personalidad psíquica es anormal; el 40% son psicopáticas; las vagabundas dan el 34%; en cambio las psicosis solo encontramos un 2%”.

En los textos de los tres especialistas se comprueba que a las prostitutas se las trataba como “inferiores mentales”, pero no como enfermas, matiza Bandrés. “Se las recluía arbitrariamente para mantener la prostitución dentro de ciertos límites, no porque se las considerara afectadas de ninguna enfermedad mental”, subraya.

“Se las recluía arbitrariamente para mantener la prostitución dentro de ciertos límites", afirma el experto

Archivos desaparecidos

Según los autores, esta situación se prolongó durante todo el franquismo, hasta que se aprobó la Constitución de 1978. Recabar toda la información no ha sido una tarea sencilla ante la falta de documentos.

“Las actividades de estos individuos y otros parecidos en el Patronato de Protección a la Mujer son difíciles de investigar porque los archivos en su mayor parte han desaparecido”, se lamenta Bandrés. “Después de peregrinar por varios depósitos ministeriales nos dijeron que la mayor parte de la documentación desapareció ‘en una inundación’”, añade.

En opinión de los autores, el trabajo de Vallejo, Martínez y Echalecu puede entenderse como un ejemplo de la biopsicología puesta al servicio de un proyecto de biopolítica, en el marco de un estado totalitario.

Obispos hacen el saludo fascista

Referencia bibliográfica:

Javier Bandrés, Eva Zübieta y Rafael Llavona. “Mujeres extraviadas: psicología y prostitución en la España de postguerra”, Universitas Psychologica 13 (5). DOI: 10.11144/Javeriana.upsy13-5.mepp.

Fuente:
http://www.agenciasinc.es/Noticias/El-franquismo-uso-la-ciencia-como-coartada-para-controlar-la-prostitucion

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