lunes, 20 de noviembre de 2017

Las lágrimas me corrían por la cara mientras me violaban

Testimonios de Prostitución

Antes que un testimonio de prostitución esto es crónica de violaciones cometidas por los llamados "clientes de prostitución" a los que poco importa si es una niña, su vulnerabilidad, el daño que le causan. Poco les importa que esa violencia extrema destruya y como de costumbre, el Estado presente en mirar para otro lado, en no actuar en defensa de las débiles, cómplice de torturas.
Alberto B Ilieff

Las lágrimas me corrían por la cara mientras me violaban

"Las lágrimas me corrían por la cara mientras me violaban": niña fue ultrajada por 40 hombres tras ser vendida por su mejor amiga
"El dolor era insoportable, pero fue sólo el comienzo", relató una joven al hablar por primera vez sobre el drama que vivió enfrentar cuando apenas tenía 13 años.
Por Christian Monzón
 martes 10 de octubre del 2017

"Las lágrimas me corrían por la cara mientras me violaban": niña fue ultrajada por 40 hombres tras ser vendida por su mejor amiga

Samantha Owens, de 24 años, dio a conocer públicamente la dura infancia que vivió tras ser engañada por su mejor amiga cuando tenía 13 años, hecho que la llevó a ser violada por 40 hombres.

La joven fue detenida el 2012 tras robar en un centro comercial, y al ser llevada a un recinto penal juvenil rompió su silencio sobre el tema, el cual ahora relató públicamente a The Sun.

Todo comenzó cuando ella conoció a Amanda Spencer, dos años mayor que ella, y quien la impulsó a hurtar productos en negocios. Ambas se habían criado en hogares temporales, haciendo buenas migas de inmediato tras conocerse en la vía pública.



"Ella parecía mucho más vieja y más fresca que yo, y pese a que suena tonto, realmente quería que a ella yo le gustara, así que robé algunos dulces en una tienda", señaló.

Tras hacer este tipo de delitos, Spencer le preguntó si quería ganar aún más, mientras le mostró una gran cantidad de billetes. "Ella dijo que podría tener dinero como ella, si yo la ayudaba", expresó.

Su amiga le preguntó si era virgen y Owens le respondió que sí, por lo que ella le dijo que tenía que tener "relaciones sexuales con hombres". Tras esto, la llevó a una casa en donde habían cuatro o cinco adultos, cuyas paredes estaban cubiertas por cuadros de mujeres semidesnudas.

Mis piernas eran como jalea, estaba temblando de miedo, me sentía enfermo, sabiendo lo que estos hombres esperaban de mí.

"Lloré a Amanda que no quería hacerlo, pero ella me sacudió y se fue de la casa", confesó la joven. Tras esto, un hombre la llevó a una pieza mientras se quitaba la ropa. "Mi corazón martillaba mi pecho y las lágrimas corrían por mis mejillas mientras me violaba", señaló.

"El dolor era insoportable, pero fue sólo el comienzo. Me violaron dos veces más antes de que Amanda me recogiera a la mañana siguiente. Después de eso me sentí completamente perdida y rota", manifestó Owens.

Pese al duro momento que vivió, no quería perder la amistad de Spencer, por lo que continuó visitando hogares en donde los hombres la esperaban para violarla. Según reveló, al menos unos 40 hombres la ultrajaron durante todo este tiempo, mientras el dinero se la llevaba la otra mujer con la cual financiaba sus adicciones a las drogas.



El 2012 en tanto, Samantha quedó quedó embarazada y su novio la abandonó. Y mientras robaba productos en una tienda fue detenida por la policía, en donde recién logró darse cuenta del infierno que vivió. "Fue en ese momento cuando me di cuenta de que Amanda no era mi amiga".

Treinta días después, Owens quedó en libertad y la policía comenzó a investigar a Spencer. En mayo de 2014, la mujer aseguró ser inocente de 16 cargos relacionados con prostitución infantil contra Samantha y otras tres víctimas, aunque si admitió que recibió dinero por llevar a las niñas a tener sexo con hombres. La justicia la declaró culpable.

Amanda recibió una pena de 12 años de cárcel, la cual fue aumentada a 15 luego que se sumaran nuevas denuncias en contra de ella. Clave en eso fue Owens, quien se contactó contras mujeres que podrían haber sido víctimas de un hecho similar. Las que contaron que efectivamente también vivieron un calvario, se sumaron a las denuncias. En tanto, cinco hombres fueron hallados culpables de cuatro cargos por prostitución infantil y violación.

Por su parte, Samantha vive con su pequeña hija y dice que por ella lucha para ser fuerte día a día. "Estoy avanzando y quiero olvidar a Amanda Spencer", remató.

Fuente:

https://www.publimetro.cl/cl/estilo-vida/2017/10/10/las-lagrimas-me-corrian-la-cara-me-violaban-nina-fue-ultrajada-40-hombres-tras-vendida-mejor-amiga.html




Ambar IL-Mi historia es la crónica de una prostitución anunciada

Testimonio de prostitución




Mi historia es la crónica de una prostitución anunciada.

Empieza por las turbias circunstancias que propiciaron el abandono por parte de mis padres, los abusos sexuales y maltrato psicológico que sufrí en la familia a la que el estado otorgó mi custodia desde muy pequeña.

La trabajadora social asignada a mi caso, cuando venía no hablaba nunca a solas conmigo, nunca vio nada, nunca quiso “ver” nada.

Los posteriores años, en mi adolescencia, ella ya ni venía, solo llamaba por teléfono, creyendo a pies juntillas lo que decían mis tutores.

Para ella, su palabra tenía validez, la mía no. Para ella todo iba bien, todo perfecto, una niña encantadora que era feliz y no le faltaba de nada.

Nada más lejos de la realidad, una realidad que nadie quiso ver.

Los tres últimos años de colegio, cuando ya era consciente de los abusos que sufría, me volví una niña muy introvertida.

Mi personalidad cambió radicalmente, me hicieron bullying mis compañeras de clase. Tampoco nadie vio nada, nadie quiso ver nada salvo una compañera a la que yo confesé que tenía un secreto muy grande que no podía contar.

A los catorce años, recién salida de un colegio religioso, sin tener contacto con chicos apenas, algun@s miembros de la familia me llamaban puta, que era una puta como mi madre, que acabaría igual de mal que mis padres.


El maltrato físico y psicológico sobre todo en mi adolescencia era intenso.

Crecí sumisa, crecí manipulada, crecí anulada completamente.                                                               

 Sola, con el entorno llamándome puta, diciéndome a los doce años, que lo que tenía que hacer era buscarme un hombre rico que me mantuviera.
Así que, el destino, prácticamente lo tenía ya forjado. 

  A los diecisiete años tenía un novio al que le pedía cuando teníamos encuentros sexuales que asumiera el papel de mi abusador. Yo no conocía otra manera de tener sexo.

La situación cada vez era más insostenible. Me partieron una botella en la cabeza durante una comida familiar por un absurdo comentario. Es que yo era una rebelde según ellos. Pocos meses después me fui de esa casa, no aguantaba más allí.

Cogí un avión, me marché muy, muy lejos de la que había sido mi ciudad y volé. Volé hacia una engañosa libertad, una libertad que me esclavizó aún más de lo que ya estaba.

Al cabo de unos días de dormir en pensiones de mala muerte, sin prácticamente nada que comer, robando latas de conservas en los supermercados para subsistir, me enseñaron un anuncio que buscaban chicas para azafatas y llamé.

Al día siguiente empecé, empezó mi segundo periodo de esclavitud.

Y lo que siguió, ya fueron casi trece años más de explotación sexual, de proxenetas varios, de anulación de mi persona, física y psicológicamente.

De prolongación de esos abusos, de ese maltrato, de esa denigración, de esa sumisión tan bien adquirida en mi infancia, de la que yo no era ni consciente.

Era muy promiscua, estaba anestesiada física y emocionalmente para el sexo y creía, me convencieron de que era para lo único que servía. 
                                                                                                                                                             Aprendes a disociar física y mentalmente como método de supervivencia. Un robot sentía más de lo que sentía yo. Era una manera de no ver el infierno en el que estaba. 

 Estás tan sola que llegas a creerte que los proxenetas te cuidan, te protegen y que los clientes son tus amigos que miran por ti. Te convences de que haces un trabajo como otro cualquiera, que haces una labor social de atención al cliente y te sientes poderosa, cuando en realidad, estas rota por dentro.                                                                        
Intentaba buscarme trabajos, pero tenía tantas secuelas, estaba tan anulada que seguía creyendo que lo único que sabía, lo único que podía, para lo único que podía servir era para ofrecer sexo agravado por la circunstancia de que en la mayoría de trabajos sufría acoso sexual.  Y volvían a recluirme de nuevo, en esa espiral devastadora   prostituyente.  
                                                                          
Soportaba todo ese dolor con un trastorno alimentario que desarrollé enorme, una anorexia tremenda que posteriormente se convirtió en bulimia. Llegue a pesar 38 kg, frente a la indiferencia que arrastré durante muchísimos años y la marginación de los que tenía alrededor.

Intenté quitarme la vida varias veces. La sensación de soledad, de incomprensión, de ira, de dolor, han sido compañeras de viaje durante muchos años de mi vida.

Yo era la culpable, yo era la que me buscaba parejas maltratadoras, yo era la que adelgazaba, yo era la que comía y vomitaba porque me apetecía molestar a los demás con mi extrema delgadez , con mis trastornos alimentarios, con mis intentos de suicidio.

La que durante dos años tenía que tomar cocaína para aguantar la hora de servicio con un cliente. La que comía y vomitaba, antes y después de estar con un hombre, por el inmenso asco que sentía de lo que hacía, el inmenso asco que me tenía a mí misma. El asco que sentía cuando en casa me preguntaban con cuantos había estado ese día, cuánto dinero había sacado.

Hasta que un día, sentí que me rompía por dentro, no físicamente, puesto que yo estaba ya desde el principio de empezar en la prostitución como he dicho, en modo autómata, robot.



Y ese día dije NO.
NO a que me pusiera más la mano encima ningún hombre de esa manera.
 NO a que me siguieran humillando. 
NO a esa sumisión tan terriblemente arraigada en mi mente.

Y todo esto, analizado con el paso del tiempo, de los años, me ha hecho darme cuenta de lo que han hecho conmigo, de lo mucho que modificaron mi vida, mi personalidad, mi alma, mi integridad como persona. Me dejaron rota.

De la nula ayuda recibida antes para salir de toda esa mierda y de la indiferencia ahora de las personas, las cercanas y las lejanas para poder recuperar mi vida y a mí misma.

Trabajo que tengo que hacer yo sola.

En estos años me he dado cuenta de quién es quién, pero también de quien soy yo, ahora, a día de hoy.

Y soy una mujer que lucha por sanar sus heridas, por recuperar momentos, sensaciones que no viví, por ser feliz en la medida que me sea posible, a pesar del tremendo estrés postraumático diagnosticado que arrastro desde niña y que condiciona de manera brutal mi vida en muchas aspectos.

Una superviviente de abusos sexuales, de incesto, de un sistema prostituyente y de una infancia y adolescencia que me condenaron sin miramientos a una vida que casi acaba conmigo.

Ambar IL.


 Fuente: Comunicación personal. 

NOTA: Las imágenes no pertenecen al original.






sábado, 4 de noviembre de 2017

Las tragedias y secuelas psicológicas de tres ex pornostars

Testimonios de prostitución


28 de Octubre de 2017 |
Las tragedias y secuelas psicológicas de tres ex pornostars


Fue solo al principio. Sucedió en el momento inicial, cuando la excursión en el mundo de las fantasías y las mujeres perfectas aún no había mostrado su verdadera faceta. La que, en la creencia popular, se traduce en un escape post adolescencia con el afán de ganar dinero, ser famoso y tener mucho sexo.

Los primeros kilómetros en el mundo del cine porno marcan el futuro de las actrices. Luego, los dilemas de la crisis del cuarto de vida son también un reflejo de la presión que la sociedad ejerce sobre las mujeres, por ejemplo, para que sean madres. Se enfrentan, sin querer serlo, a las miradas y opiniones que la sociedad ejerce sobre ellas. Son tres testimonios, pero podrían ser cientos más. Todas tienen algo en común: se inundaron en una cultura oscura, a la cual no quieren pertenecer más.

Vanessa Belmond
En Date My Porn Star, la ex actriz Vanessa Belmond confesó que, tras 7 años en el porno (y con solo 25 años de edad) la propia industria la llevó más lejos de lo que ella pensaba, al punto de convertirse en voluntaria en una organización que lucha contra la pornografía: antipornography. org.


Vanessa Belmond estuvo 7 años en la industria del porno

Dijo Belmond: “Nadie quiere salir con una estrella porno, stripper o acompañante. En cuanto a la familia y tener hijos, yo estoy como: ‘¿quién va a tener hijos con una ex estrella porno?’. Y cuando yo tenga 60 años, aún voy a tener videos triple X en Internet. Es como tener un virus o algo que nunca se va”.

“Enfermé de clamidia en mi primera escena. En cuanto a las enfermedades de transmisión sexual, tuve clamidia unas tres veces o más. Tuve gonorrea. Tuve infecciones bacterianas muchas veces, y llegué a pensar que las pruebas podían mantenerme a salvo, ya que ellos lo hacen parecer como que todos son sometidos a exámenes. La cosa es que es que sólo te haces la prueba una vez al mes y durante todo ese mes ellos todavía tienen un examen ‘limpio’, pero podrían haber conseguido algo”, sostuvo.

Shelley Lubben
Shelley Lubben es otra de las activistas anti-porno que supo brillar en la industria erótica durante los 90. “La pornografía no es más que un círculo vicioso que te deja secuelas emocionales. De pronto, pasás a ser una trabajadora sexual a la que le mienten una y otra vez. Te dicen que vas a estar a salvo de las enfermedades de transmisión sexual y que vas a ganar mucho dinero fácil. Y al final, nada de eso termina siendo cierto”, dijo la mujer de 49 años.


Lubben relató su terrible historia en el documental After Porn Ends, en donde narró algunas de las torturas físicas y psicológicas a las que fue sometida durante los años que trabajó para diferentes productoras. “Es un negocio tan feroz como la trata. Todos nosotros hemos sido obligados a hacer una escena que no queríamos hacer. Fuimos a los médicos fraudulentos o clínicas fraudulentas a las que nos enviaron para hacernos los exámenes”.

La ex actriz expresó su disconformidad en base al desinterés legal de muchos estados norteamericanos en cuanto al cuidado sexual. “Nos obligaban a hacerlo sin protección. Yo no puedo decirles cuántas personas alteran sus pruebas para poder filmar. Se que más del 66% de los actores porno son portadores del virus del herpes”.

Bree Olson
En Real Women Real Stories, Bree Olson -ex pareja del actor Charlie Sheen-expuso un video en donde explicó las serias dificultades con las que convive en su vida diaria luego de dejar el porno en 2011. “La gente me trata como si fuese una pedófila, no lo hacen como si fuese una antigua trabajadora del sexo, sino como si hiciese daño a los niños”.


“He llegado a un punto en el que hay veces que paso días o semanas sin salir de casa, porque no tengo ganas enfrentarme al mundo. Me decepciona encontrarme con un amigo y darme cuenta que ya no quiere serlo. Es más fácil quedarme en casa”, agregó.

Olson dijo que podía llegar a ganar más de USD 20 mil a la semana. Dejó la pornografía a los 24 y, con 30 años, se arrepiente de no haber aguantado cinco años más, “para poder vivir a gusto el resto de mi vida”.


Bree Olson fue pareja del actor Charlie Sheen

 “Le mando un mensaje muy importante a las jóvenes: no hagan porno. Querrán abrazar su sexualidad y dirán ‘puedo hacer lo que quiera con mi cuerpo’. Pero van a tener una vida de mierda por delante. Nunca podrán trabajar con niños después del porno, nunca podrán hacerlo en medicina. No vale la pena hacerlo, la gente te va a tratar muy mal el resto de tu vida”, concluyó.


http://www.airedesantafe.com.ar/tragedias-secuelas-psicologicas-tres-ex-pornostars/

Nota: las imágenes son de la publicación original. Valen para contrastar los rostros con las historias.



El testimonio del actor mejor valorado de la industria pornográfica no te dejará indiferente

Testimonios de prostitución




El testimonio del actor mejor valorado de la industria pornográfica no te dejará indiferente
Publicado por Alejandro Villena Moya el 03/11/2017

“Fight the new drug” es una plataforma estadounidense cuya misión es informar sobre las posibles consecuencias perjudiciales que el consumo de pornografía puede llegar a tener en las personas que la consumen. Se llaman a sí mismos “fighters” (luchadores en inglés) y cuentan con miles de personas voluntarias que día a día conciencian a la sociedad sobre como la pornografía puede destruir la sexualidad de los más jóvenes.

Después de un largo trabajo, la plataforma ha lanzado un documental breve en el que se relata la vida de Greg Ory, el actor mejor valorado de toda la historia de la industria pornográfica. Las palabras de Greg, una persona totalmente absorbida por la industria pornográfica, hacen reflexionar:

“En los años 80, fui a California persiguiendo ser actor. Todo me fue realmente bien, tenía un manager un agente, me sentía orgulloso de lo que había conseguido sin demasiado esfuerzo. Pero justo por aquel entonces, empezó un momento de crisis en la industria del cine y la gente empezó a pasar hambre”.

Greg tenía unas motivaciones diferentes en su vida, un sueño que perseguir y por el que luchar. Pero ciertas dificultades en el camino hicieron que la vida de Greg diera un giro de 180º

“En esos complicados días recibí una llamada inesperada para realizar una película porno, yo tenía claro que eso arruinaría mi carrera, pero necesitaba comer así que decidí hacer mi primera película pornográfica”.

Fruto de la desesperación, la mala situación económica y la falta de motivación, Greg decidió comenzar en el mundo del porno.

“Me convertí en el actor más premiado de la industria pornográfica, el más valorado, el mejor pagado de todos los tiempos, todo era demasiado fácil”.

Empezó a recibir un reconocimiento de gran magnitud, era admirado y querido entre las personas cercanas de la industria.

“Cada vez tenía más y más dinero, mi madre no sabía nada, le dolió, le impactó, le supuso un tormento”.

Empezó a disfrutar del dinero sin pensar en las posibles consecuencias negativas que podía tener su nuevo trabajo a nivel familiar, en las relaciones personales o en su entorno social.

“Se me olvidó lo que era el amor, ya no pensaba en el amor, miraba a las mujeres como objetos, no había emoción que envolviese al acto de hacer el amor… ¿Qué es hacer el amor? Yo hago sexo por dinero soy un prostituto, dejé de sentir”

La manera de concebir las relaciones sexuales en la pornografía empezó a dejar huella en su propia visión personal sobre el mundo, sobre los afectos y sobre la mujer.

“Tenia que ir a trabajar para hacer porno, para poder pagar las drogas que me hacían dejar de sufrir el dolor que me producía el porno”.

Pero no todo eran beneficios, dinero o reconocimiento; si no que empezó a sufrir a nivel emocional e incluso físico…

“Lo que la pornografía me hizo es cambiar la forma en la que pensaba y sentía sobre la mujer, empecé a verlas aún más si cabe como objetos sexuales”.

Aquel Greg que fue en busca de un trabajo cinematográfico, se quedó por el camino, había dado un cambio radical, transformando incluso sus propios valores y creencias sobre la vida. Sin darse cuenta, se vio inmerso en un nuevo mundo en el que su antiguo “yo” ya no tenía cabida.

Esta es una de las experiencias que hacen reflexionar sobre si el mundo de la pornografía es un mero entretenimiento y una forma legítima de trabajo, o si realmente puede tener serias consecuencias tanto en la persona que lo consume como en los miembros que pertenecen a la industria y hacen posible la existencia de estos vídeos.

Afortunadamente, un día Greg, cansado del sufrimiento derivado de ser el actor más reputado de la industria, volvió a casa. Decidió nunca más hacer pornografía y desde entonces sigue sin hacerlo. 

Ahora Greg comparte esta increíble experiencia en “Fight the new drug” para que la sociedad reflexione sobre el consumo de pornografía y su posible impacto en las personas.

Los “luchadores” no son los únicos preocupados en el mundo sobre este problema. En España también existen algunas asociaciones encargadas de informar y ofrecer ayuda a personas con un consumo elevado de pornografía como “Dale una vuelta” o “Sexólicos anónimos“.

Si te has visto reflejado en el sufrimiento de Greg o crees que tienes algún problema con el consumo de pornografía no dudes en ponerte en contacto con nosotros o con cualquier asociación que pueda asesorarte y ayudarte con tu problema.

Alejandro Villena Moya.
Psicólogo General Sanitario e Investigador en Sexualidad.
Coordinador de la Unidad de Sexología Clínica y Salud Sexual.

Fuente

http://abcblogs.abc.es/sexo-salud/2017/11/03/el-testimonio-del-actor-mejor-valorado-de-la-industria-pornografica-no-te-dejara-indiferente/

Nota: la foto es de la publicación original