sábado, 10 de marzo de 2018

Brenda Myers- Powell - Cómo sobreviví a 25 años de prostitución

Testimonio de prostitución



Cómo sobreviví a 25 años de prostitución
  Por: Daniela Jerez
Comunicadora por la Universidad Panamericana. Maestría en Periodismo Anahuac Sur. Amante de la política mexicana y la buena comida.
NOTA: El artículo puede ser fuerte para algunas personas. Se sugiere sensibilidad para su lectura


Brenda Myers- Powell era una niña cuando ingresó al mundo de la prostitución. A continuación parte de su testimonio y de la lucha que inició para evitar que más niñas caigan en la misma trampa.

La gente describe la prostitución como algo glamoroso, elegante, como en “Pretty Woman”, pero no es nada parecido.
Desde el principio, la vida me dio limones, pero siempre traté de hacer la mejor limonada posible.

Crecí en Chicago en la década de los 60. Mi madre murió cuando yo tenía 6 meses de edad. Ella tenía apenas 16 años y nunca supe de qué murió. Mi abuela, que bebía más de la cuenta, nunca me lo pudo decir.
Prefiero pensar que sencillamente Dios estaba listo para recibirla. He oído que era bella y tenía un buen sentido del humor, y sé que es cierto, pues yo también lo tengo.

Mi abuela fue quien se encargó de mí. No era mala persona; de hecho, tenía un aspecto maravilloso. Me leía historias, me horneaba cosas y cocinaba las mejores batatas. Pero tenía un problema con el alcohol.

"Traía amigos del bar a tomar a la casa y cuando ella colapsaba de la borrachera, esos hombres me hacían cosas."

Eso empezó cuando yo tenía 4 o 5 años, y se volvió algo regular. Estoy segura de que mi abuela no lo sabía.


Cortesía BBC News


Ella trabajaba como empleada doméstica en los suburbios. Le tomaba 2 horas ir y 2, volver. Por eso yo cargaba una llave alrededor de mi cuello, me iba y volvía sola del kínder. Los abusadores lo sabían y se aprovechaban de eso.

Yo veía mujeres con peinados y vestidos glamurosos y brillantes paradas en la calle en la que estaba nuestra casa.
No tenía ni idea de qué hacían, sólo pensaba que eran destellantes y, cuando era pequeña, eso era lo que yo quería ser.
Un día le pregunté a mi abuela qué hacían y me dijo:

"Esas mujeres se quitan sus calzones y los hombres les pagan"

Recuerdo que pensé: "Probablemente yo podría hacer eso", pues ya había hombre que me quitaban mi ropa interior.

Cuando llegó la década de los 70, me convertí en el tipo de chica que no sabía cómo decir "no": si los chicos de la comunidad me decían que yo les gustaba o me trataban bien, básicamente podían hacer lo que quisieran conmigo.

Para cuando cumplí 14 años ya tenía 2 hijos de chicos del vecindario. Mi abuela empezó a decir que yo tenía que ganar dinero para pagar por esos hijos, pues no había comida... no teníamos nada.

Así que una noche -un Viernes Santo- me paré frente a un hotel. Tenía puesto un vestido de dos piezas que me había costado 3.99 dólares, zapatos de plástico baratos y me había pintado los labios de naranja, pues pensaba que eso hacía que me viera mayor.

"Tenía 14 años y lloré todo el tiempo. Pero lo hice. No me gustó, pero los cinco hombres que estuvieron conmigo esa noche me mostraron qué hacer."

Sabían que era joven y era como si eso los excitara.

Gané 400 dólares. Me fui a casa en el tren y le entregué casi todo el dinero a mi abuela, quien no me preguntó de dónde lo había sacado.





Mil 800 hombres
El fin de semana siguiente volví al mismo lugar y parecía que mi abuela estaba contenta cuando yo regresé con dinero.

Pero la tercera vez que fui, un par de hombres me golpearon con una pistola y me pusieron en la bodega de su auto. Ya se habían acercado a mí antes a decirme que yo "no estaba representada" en esa calle.

Primero me llevaron a un campo en la mitad de la nada y me violaron. Luego me llevaron a la habitación de un hotel y me encerraron en el armario.
Me dejaron ahí por un largo rato. Yo les rogaba que me dejaran salir pues tenía hambre, pero me dijeron que sólo lo harían si aceptaba trabajar para ellos.
Me obligaron a hacerlo por unos 6 meses. No me dejaban ir a casa. Traté de escaparme, pero me atrapaban y me castigaban muy duro.

Más tarde, fue traficada por otros hombres. El abuso físico era horrible, pero el abuso real era el mental: las cosas que te decían se te quedaban y uno nunca podía salirse del hueco.

La gente describe la prostitución como algo glamoroso, elegante -como en la historia de la película "Pretty Woman",  pero no es nada parecido.

"Una prostituta puede acostarse con cinco extraños al día. En un año, son más de 1.800 hombres con los que tiene relaciones sexuales o sexo oral."

No se trata de relaciones, nadie me traía flores, te lo aseguro. Estaban usando mi cuerpo como un inodoro. Y los clientes son violentos.

"A mí me han disparado cinco veces y me han apuñalado 13 veces."

Yo no sé por qué esos hombres me atacaron. Sólo sé que la sociedad hace que se sientan cómodos haciéndolo.
Trajeron consigo su ira o su enfermedad mental o lo que sea y decidieron desquitarse con una prostituta, sabiendo que yo no podía acudir a la policía y que si lo hacía, no me tomarían en serio.
De hecho, yo tuve suerte. Conocí a mujeres bellas que fueron asesinadas en las calles.




Fui prostituta durante 14 o 15 años antes de probar drogas.
Pero después de un tiempo, después de acostarse con todos los que puedes, después de que te han estrangulado, de que te han puesto un cuchillo en la garganta o te han puesto una almohada sobre la cabeza, necesitas algo que te dé valentía.

Fui prostituta durante 25 años y en todo ese tiempo, nunca supe cómo salir de eso.

Pero el 1 de abril de 1997, cuando tenía casi 40 años de edad, un cliente me tiró de su auto. Mi vestido se atascó en la puerta y él me arrastró por seis cuadras. Me arrancó la piel de mi cara y de un costado de mi cuerpo.

Fui al hospital y me llevaron inmediatamente a Emergencias. Debido a la condición en la que me encontraba, llamaron a un oficial de policía quien me vio y dijo: "Yo la conozco. No es más que una puta. Seguro golpeó a algún tipo y le quitó el dinero y recibió su merecido".
Yo oía cómo la enfermera se reía con él. Me dejaron en la sala de espera pues yo no valía nada, como si no mereciera los servicios de Emergencias después de todo.

Y fue en ese momento, mientras esperaba a que llegaran los del nuevo turno y a que alguien me atendiera, que empecé a reflexionar sobre mi vida.

Hasta entonces, siempre había tenido alguna idea de qué hacer, a dónde ir, cómo levantarme de nuevo.




Recuerdo que miré hacia arriba y le dije a Dios: A esta gente no le importó. ¿Me puedes ayudar por favor?
Dios se ocupó de mí inmediatamente. Una doctora vino, me atendió y me dijo que fuera a la asistencia social del hospital.
Lo que yo sabía de la asistencia social es que eran todo menos sociales.
Pero me dieron un boleto de bus para que fuera a un lugar llamado Casa Génesis, que manejaba una maravillosa inglesa llamada Edwina Gateley, quien se convirtió en mi heroína y mentora. Me ayudó a cambiar mi vida.

Empecé a ser voluntaria con trabajadoras sexuales y a ayudar en una investigación de una universidad.

Después de un tiempo me di cuenta de que nadie estaba ayudando a esas jóvenes. Nadie iba y les decía: "Así era yo, ahí estuve yo. Ahora soy así y tú también puedes cambiar, tú también puedes aliviarte".

"Así que en 2008, junto con Stephanie Daniels-Wilson, creamos la Fundación Dreamcatcher (Atrapasueños)."

Un atrapasueños es un objeto de los americanos nativos que se cuelga cerca de la cuna de los niños. Se supone que no deja pasar a las pesadillas.
Eso es lo que nosotras queremos hacer: ahuyentar esos malos sueños, esas cosas malas que le pasaron a mujeres jóvenes y adultas.

Puedes encontrar el artículo completo, en su versión en inglés en BBC News

Fuente:

http://www.actitudfem.com/entorno/noticias/como-sobrevivi-25-anos-de-prostitucion

Nota: las imágenes y las negritas son del original.





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