9 de octubre de 2015
Hasta hoy tengo el
estigma de haber sido prostituta.
Lo dijo Alika Kinam, rescatada de una red de trata de
personas en 2012. Tras un largo proceso, pasó de ser víctima a militante por la
defensa de los derechos de las mujeres y hoy es la primera querellante contra
sus proxenetas. "Pese a la ley, el Estado no se ocupa de las víctimas de
trata", denunció
El 18 de octubre de 2012 a las 0:30, la puerta de la
whiskería "El Sheik" fue derribada en un allanamiento protagonizado
por efectivos de la Gendarmería Nacional. Detrás de una simple puerta había un
prostíbulo, tan oculto como conocido por todos: siete mujeres fueron
rescatadas, tres proxenetas detenidos y las historias de abuso, violencia,
drogas, alcohol y el aberrante delito de trata de personas quedaron al
descubierto en Ushuaia, la capital de Tierra del Fuego.
Una de ellas era Alika Kinan, una mujer que durante 20 años
fue prostituida y que hasta la medianoche de ese día ignoraba que tenía
derechos, porque había crecido en un mundo de obligaciones. Tampoco sabía que
era una víctima de uno de los sistemas más sanguinarios, fatales y crueles que
una sociedad puede esconder: el prostibulario, porque si hay algo de lo que
lamentablemente no quedan dudas es de la complicidad de las cientos de personas
que pagan para que esto siga pasando.
La municipalidad de Ushuaia se encargó de hacerle a cada
prostituta la libreta sanitaria
"Se entiende por trata de mayores la captación, el transporte
y/o traslado –ya sea dentro del país, desde o hacia el exterior–, la acogida o
la recepción de personas mayores de 18 años de edad, con fines de explotación,
cuando mediare engaño, fraude, violencia, amenaza o cualquier medio de
intimidación o coerción, abuso de autoridad o de una situación de vulnerabilidad,
concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de
una persona que tenga autoridad sobre la víctima, aun cuando existiere
asentimiento de ésta", explica el artículo 2 de la Ley 26.364 que sanciona
la trata de personas y ampara a sus víctimas, al menos en la letra.
"Viví en situación de esclavitud durante
tanto tiempo, fui explotada sexualmente durante 20 años... De eso no te
recuperás nunca porque es algo que vive con vos, son heridas que quedan en el
alma", dijo a Infobae Alika Kinan. Su voz es muy parecida a
su imagen: bella y poderosa, pero también tiene tanta fragilidad como firmeza,
propia de los años de dolor, de esos que jamás encuentran letras ni palabras
para poder ser expresados.
"En el sistema prostibulario no te tratan
bien. Soportás maltrato (psíquico y económico), vejaciones, demasiados abusos,
golpes... Hasta el día del rescate no sabía qué era la ley de trata, no sabía
cuáles eran mis derechos porque toda mi vida había vivido de esa forma. No
sabés que sos esclava de la situación –hasta crees que elegís, pero para elegir
debe haber otras opciones– y la negación de reconocerte como víctima es grande.
La trata ejerce la peor y la mayor violencia sobre el cuerpo de una mujer y
arruina el alma. Me costó mucho verme como víctima, por eso, el que cerraran el
lugar donde estaba segura fue terrible; los proxenetas te llegan a hacer creer
que son tu familia y que te cuidan, pero te cuidan para que no te enfermes,
para que no te contagies nada y así seguir generándoles dinero",
recordó. Para ella no fue fácil romper con ese paradigma, casi un destino: es
nieta, sobrina e hija de prostitutas. Sus padres la abandonaron cuando era
apenas una adolescente, junto a su hermana, mucho menor. Salir a la vida con 16
años y con una niña a quien criar no le fue fácil.
De Córdoba a Ushuaia,
de la prostitución a la trata
A Kinan no le tiembla la voz a la hora de contar su
historia, lo hace sabiendo que su testimonio puede ayudar a otras mujeres. Su
infancia fue con un padre violento, que tenía un bar y que luego maltrató a su
madre que fue prostituida junto a su tía en un burdel del tío. El hombre se
marchó, luego la madre abandonó a Alika y a su hermanita de 9 años.
"Cuando tenía 16 años, mi mamá nos abandonó. En mi familia la violencia era
algo naturalizado y la manera en que se llega a la prostitución, también. Mi
abuela era prostituta, al igual que mis tías y mi madre... Con mi hermana
quedamos solas y llegó el momento en que no teníamos ni para comer ni lugar
donde vivir y muy pocas opciones de vida. Era muy chica y en ningún trabajo me
tomaban... en todos excepto uno", lamentó. Fue una conocida la que le
comentó, ante esa situación extrema, que conocía un lugar de masajes privados
donde se hacían despedidas de solteros. La desesperación la llevó a tocar esa
puerta. Tiempo más tarde otra joven le contó que había estado en algunos
cabarets del Sur, donde se reconocía la buena paga por los
"servicios", como lo llaman en la jerga. Llegó a un burdel de Ushuaia
en 1996, con 18 años, y permaneció allí hasta 2012.
Alika tenía 18 años cuando llegó
a Tierra del Fuego. "Me dijeron que iba a inaugurar un boliche, estaba en una
situación de demasiada necesidad y la verdad es que no hice muchas preguntas.
Tampoco tenía los recursos, ni la familia para hacerlo. Nadie me ayudó a
pensarlo. Había buscado trabajo por mucho tiempo y me fue negado, era chica
para algunas cosas, pero al sistema prostibulario se llega fácil, pero tener
una vida normal no es fácil. Eso me fue negado".
Sin clientes no hay
trata
Ante tanta indiferencia y
desgaste los tratantes se presentaron ante ella casi como salvadores, aunque
fueron sus peores verdugos. Lo hacen con todas las mujeres que absorben: se
aprovechan de la poca o nula expectativa que tienen y de lo devastadas que están
sus vidas. Ellos saben cómo tener atada a una mujer y abusan de su poder: "Desde que llegás te
hacen un plan de multas que genera deudas de las que es imposible salir. La
deuda es por los pasajes, por llegadas tarde, por estar un minuto más en la habitación.
Por ejemplo, si llegabas tarde decían que les debías $500", explicó. Pero
todo eso no pasó inadvertido para los funcionarios de la ciudad austral, todo
lo contrario.
"Al llegar, mis proxenetas me llevaron a la
policía, que preguntó dónde iba a estar y me abrieron un legajo. Luego tuve que
hacerme la libreta sanitaria, ésta se hace cada tres meses, para decir que eras
una puta sana. La municipalidad (varios inspectores eran clientes del lugar)
hacía controles para comprobar que todas las mujeres tuvieran las suyas en
regla y controlaban que no hubiera menores... Que las libretas estuvieran en
regla quería decir que las chicas no tenían sida. Nadie frenaba para hablar con
ninguna, nos ninguneaban. Esto hoy en Tierra del Fuego ya no pasa, pese a que ese
sistema de libreta sanitaria y la ley de trata convivieron algunos años".
La vida en el
prostíbulo Sheik
"Desde que se cierra la puerta de una
habitación no sabés lo que va a pasar y de lo que pasa adentro no se habla, sí
antes. A veces se aconseja a las chicas, sobre todo a las más chicas y nuevas.
'Tené cuidado que no te pegue´, ´Ese se saca el forro´, ´Ese deja propina´...
Pero cuando se vuelve es en silencio, un silencio doloroso, vergonzante, porque
incluso hay que soportar las burlas y menosprecio de los proxenetas: ´Estuviste
flojita hoy´, a veces decían. Pese a eso adentro hay contención. Entre nosotras
nos conteníamos y nos cuidábamos, dentro de lo posible",
rememoró.
Entre los proxenetas había dos
mujeres que trabajaban en la barra del boliche de donde Alika y otras seis
mujeres fueron rescatadas. Ellas controlaban "el negocio". Sobre
ellas, Kinan dijo: "Ellas
fueron víctimas y creo que sintieron en ese poder de victimaria una especie de
revancha, lo sienten como un falso empoderamiento. En los prostíbulos siempre
hay mujeres, porque al hombre no le gusta pagarle a otro hombre. Debe sentir
que otro hombre esgrime poder sobre sus derechos."
Desde las 23 hasta las 6 de la
mañana, el desfile de hombres era continuo. Desde los que bajaban de los barcos
pesqueros, extranjeros que desembarcaban de lujosos cruceros hasta los que
entraban –carpeta en mano– para poner las "libretas sanitarias" en
orden. "Una
mujer en situación de trata siempre es sostén de una familia, si no,
hablaríamos de la prostitución vip, pero hablamos de mujeres que son sostén de
familia que fueron insertas en un sistema prostibulario. Si no, ¿quién querría
ser prostituta? Si existiera otra opción, otra contención, ¿quién quisiera
serlo?",
se preguntó Kinan, que tras ser rescatada luego de un operativo nacido
en una denuncia se dio cuenta del sistema esclavista en el que había estado
viviendo.
18 de octubre de
2012: allanamiento y rescate
Al sacarla del prostíbulo junto a
otras seis mujeres (una paraguaya, cuatro dominicanas y dos argentinas), Alika
contó todo lo que había pasado allí adentro; entonces entendió que durante
todos esos años había sido víctima de trata, no era una prostituta, fue
prostituida. En la fiscalía le explicaron qué pasaba y ella debió reacomodar
sus ideas y conceptos. "Yo creía que como me cuidaban, me daban un lugar donde
vivir y una paga, me querían. Es el síndrome de Estocolmo... reaccioné por mis
hijas, porque me dijeron que ellas podrían seguir el mismo camino si lo veían
naturalizado", explicó.
Después de declarar y de que ese
mundo de terror –pero suyo al fin– se terminara, la realidad del afuera volvió
a golpearla. "Al salir me encontré con la nada misma, como no tenía adónde
ir, la Provincia me ofrece meterme en una casa donde meterían llave de 22 a 10.
Les dije que no y que me iría a otro boliche. Ellos no dijeron nada. Me
ofrecieron pasajes avión por si quería irme, pero hablé en la Fiscalia y decidí
volver a Mar del Plata, en donde estaban mis hijas. Allí tuve problemas con mi
pareja y otra vez quedé en la nada. Nunca tuve contención, hasta que decidí
volver a Ushuaia para enfrentar todo lo que había pasado".
Aparte de ser víctima de trata,
Alika padeció violencia de género por parte de su ex pareja. "Fue justo cuando quise escaparme de una
situación de m... y me aferré al primer hombre que se mostró como un salvavidas
de esa situación. Volvés a caer en lo mismo porque jamás se reparó nuestra
situación de vulnerabilidad y me sometí a malos tratos otra vez, por lo que
pasaba en mi casa de niña (...) la prostitución de una persona pobre es el acto
más violento que puede ejercer un hombre en sociedad patriarcal y no hay manera
de removerlo, a no ser que se cambien cosas sobre el derecho de las mujeres.
Porque desde casa se tiene que decir a cada niño, a cada adolescente que no
tiene que consumir mujeres", remarcó.
De víctima a
militante y luego a querellante
Alika Kinan se convirtió en la
primera víctima de trata en ser querellante contra sus proxenetas que, contra
todos los pronósticos, estuvieron detenidos solamente dos meses y esperan el
juicio oral en libertad. "Tengo los nervios del caso, espero el
juicio", contó sobre el momento de volver a verse cara a cara con quienes
hicieron de ella un objeto de consumo para el gozo de otros que, sin una pizca
de remordimiento, iban a la whiskería y pagaban no solo por sexo, sino para que
la vida de las mujeres abusadas siguieran cayendo hasta lo más profundo. "Tengo los nervios
propios de la situación del juicio: presentarme frente a ellos, más allá de ser
víctima, y toda la situación que un juicio oral comprende, más allá de eso soy
una militante y para mí representa parte de eso".
El relato de Alika es muy duro, cuesta creer que entre seres
humanos exista tanto maltrato y desprecio por la vida. Es tan impensado como
que, sabiendo lo que ocurre, haya tantos hombres que no duden en entrar a un
prostíbulo y pagar por estos "servicios".
Bajo la carátula de "delito de trata de persona
agravada" por explotación sexual, serán llevados a juicio oral tres de sus
proxenetas, Pedro Eduardo Montoya y Claudia Ivana García (el matrimonio dueño
del local) y Lucy Alberca Campos, gerente, que para el asombro de muchos y
dentro de la lógica de otros, esperan esa instancia en libertad porque "no
representaban peligro" para la sociedad. El juicio sería recién en 2016.
"Estoy convencida de que van a quedar
detenidos, porque ya maduraron los jueces, ya maduró la ley de trata, hoy no es
como hace tres años. Hay una condena social, antes no se sabía qué era y hoy
muchos funcionarios reconocen que no hicieron bien las cosas. La sociedad
evolucionó porque antes había un prostíbulo al lado de un jardín de infantes y
nadie hacía nada, hoy la sociedad los condena. Sin dudas, todo es gracias al
trabajo de muchos militantes, porque antes la víctima era la mala, hoy la puta
es lo mismo que cualquier otra víctima, antes la prostitución era un privilegio
de los hombres, hoy es un delito", apuntó la mujer que hoy
levanta la bandera por la defensa de los derechos de las mujeres violentadas.
Las ayuda porque teme que muchas no puedan solas. Por eso, le dio vida al
Instituto de Género Spa Kippa (sangre de mujer) de la mano de la Fundación
Manos Abiertas.
Las muchas falencias
del Estado ante las víctimas de trata
La trata de personas es un delito, el sistema prostibulario
es uno de los más sanguinarios y violentos. Por favor, no seas parte.
Luego de que Alika Kinan fuera rescatada del prostíbulo
"El Sheik" no tuvo contención psicológica ni de ningún profesional
que pudiera asistirla, porque una víctima de trata no es una víctima
cualquiera; tiene sus sentidos y sensibilidades alteradas. La desconfianza
primó por mucho tiempo en esta mujer, que "ya no sentía ni el peor de los
dolores".
"Una no elige ser puta,
porque no es una opción de vida, pero el Estado debería garantizar ciertos
derechos, pero en caso de trata, el Estado es inoperante aunque la ley sea
perfecta. Lo que está alrededor no es operante, con lo cual la ley está
condenada al fracaso. La cárcel a los proxenetas forma parte de la reparación,
pese a ello el Estado está ausente. Si bien se creó la Oficina de Rescate y se
iniciaron dispositivos de investigación, todo eso no funciona porque en el
momento de tener que articular desde Nación con las provincias y con políticas
públicas hay fallas. Cuando luchamos por derechos, es por el de todas, no de
una sola. Debería haber contención para las víctimas porque no hay cupos
laborales y cuando los trabajos se consiguen la víctima es estigmatizada. En
muchos lugares eso pasa, entonces la mujer vuelve al círculo prostibulario. Hoy
hay 6 mil rescatadas, pero no las veo. O son las mismas rescatadas una y otra
vez. Hay que ofrecer oportunidades, empleos dignos, no subsidios. Hay que dar
oportunidades de acceder a una vivienda digna, que se paguen con el mismo
trabajo digno. El Estado debería comprometerse a llenar un cupo o comprometer a
empresas a ofrecer empleos. Defiendo los derechos de las mujeres en un sistema
de esclavitud porque sé por qué están ahí, y porque si no tienen nada afuera
vuelven a entrar en el sistema y el delito sigue",
finalizó.
Fuente:
http://www.infobae.com/2015/10/08/1761064-hasta-hoy-tengo-el-estigma-haber-sido-prostituta
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"Prostitución: ¿trabajo o explotación? - panelista Alika Kinan"
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"Prostitución: ¿trabajo o explotación? - panelista Alika Kinan"