Testimonios de Prostitución
Tatiana García: "Lo hago por estricta necesidad"
Tatiana García: "Lo hago por estricta necesidad"
marina fernández 18.12.2016 |
Tatiana García se define como trabajadora
del sexo, no le gusta la palabra prostituta. Supera los 40 años y lleva
ofreciendo sexo a cambio de dinero desde el año 2002, cuando se vino de su
país, Ecuador, a Europa.
Primero trabajó en Francia, pero pronto
cambió de destino. «Estábamos en un bosque y pasaba mucho frío», cuenta la
mujer. Después recaló en la Casa de Campo de Madrid, donde estuvo hasta 2008
que se vino a Málaga. Allí compaginó la prostitución con otros trabajos, como
el cuidado de personas mayores. Pero cuando se quedaba en el paro, volvía a la
calle. «Yo lo hago por estricta necesidad», reconoce la mujer, que hace un mes
cobró la última mensualidad del desempleo y ha tenido que volver al Polígono
del Guadalhorce, donde trabaja habitualmente. «A nadie le gusta acostarse con
quien no te apetece, pero es que tengo que vivir», se lamenta Tatiana, que
tiene estudios de estilista y desea volver a ejercer como tal. Admite que es su
sueño y que, de saberlo, no se habría ido de su natal Ecuador.
Como tantas mujeres latinoamericanas, quiso
probar suerte en el viejo continente, sin suerte. Ser una persona transexual
tampoco le beneficia a la hora de buscar trabajo, ya que reconoce que aún hay
quien les mira «de otra manera» cuando hace una entrevista.
Además de los gastos evidentes de vivir en
una casa en la que pagar comida, alquiler, luz y agua, Tatiana García tiene que
enviar todos los meses 400 dólares a Ecuador. El tratamiento médico de su
madre, enferma del corazón y ya viuda, depende de ella.
Muchas de las personas con las que se
relaciona también viven a cambio de ofrecer sexo por dinero. Y no se corta en
afirmar que casi todas lo dejarían si tuvieran un puesto de trabajo.
«Necesitamos dinero para vivir, ¿qué hacemos?», se lamenta la mujer, que busca
un empleo«de lo que sea». El último trabajo que ha tenido era de jardinera, pero
antes ha sido reponedora en supermercados o empleada de hogar.
Lejos de lo que muchas personas puedan
pensar, Tatiana apenas gana dinero en la calle. Aparte de que los 20 euros por
cliente que gana son «una miseria», la cifra de hombres que demanda sexo se
redujo drásticamente a consecuencia de la crisis económica y de la aplicación
de la ordenanza municipal. Cada vez que la Policía multa a un hombre, son 750
euros. «No hay clientes en el Polígono, han dejado de venir porque hay muchos
policías cerca así que no se atreven», asegura la mujer que, no obstante, se
siente más segura desde que las patrullas policiales han intensificado su
presencia en el Guadalhorce. «Estamos expuestas a todo: a locos, a drogados, a
una enfermedad sexual... Y hace poco me robaron cuatro chavales el móvil. Y eso
no es nada, acuérdate de que hace poco le dieron una paliza a otra transexual»,
afirma en relación a la agresión y al robo que sufrió otra mujer en agosto.
Aunque se siente más segura, acumula siete multas por la ordenanza de
Convivencial, que ha logrado eludir pagar gracias a la ayuda jurídica de
Médicos del Mundo.
Tatiana García confiesa que seguirá en el
polígono. Hoy, mañana, pasado. «Hasta que encuentre un empleo», dice. Asegura
que la labor contra este tipo de trabajos debería empezar por sensibilizar a
los hombres y seguir con oportunidades de empleo o ayudas. «Se me acabó el
paro. ¿Qué hago para comer?», se pregunta.
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