miércoles, 18 de enero de 2017

Tatiana García: "Lo hago por estricta necesidad"

Testimonios de Prostitución

Tatiana García: "Lo hago por estricta necesidad"
marina fernández 18.12.2016 |


­Tatiana García se define como trabajadora del sexo, no le gusta la palabra prostituta. Supera los 40 años y lleva ofreciendo sexo a cambio de dinero desde el año 2002, cuando se vino de su país, Ecuador, a Europa.

Primero trabajó en Francia, pero pronto cambió de destino. «Estábamos en un bosque y pasaba mucho frío», cuenta la mujer. Después recaló en la Casa de Campo de Madrid, donde estuvo hasta 2008 que se vino a Málaga. Allí compaginó la prostitución con otros trabajos, como el cuidado de personas mayores. Pero cuando se quedaba en el paro, volvía a la calle. «Yo lo hago por estricta necesidad», reconoce la mujer, que hace un mes cobró la última mensualidad del desempleo y ha tenido que volver al Polígono del Guadalhorce, donde trabaja habitualmente. «A nadie le gusta acostarse con quien no te apetece, pero es que tengo que vivir», se lamenta Tatiana, que tiene estudios de estilista y desea volver a ejercer como tal. Admite que es su sueño y que, de saberlo, no se habría ido de su natal Ecuador.

Como tantas mujeres latinoamericanas, quiso probar suerte en el viejo continente, sin suerte. Ser una persona transexual tampoco le beneficia a la hora de buscar trabajo, ya que reconoce que aún hay quien les mira «de otra manera» cuando hace una entrevista.

Además de los gastos evidentes de vivir en una casa en la que pagar comida, alquiler, luz y agua, Tatiana García tiene que enviar todos los meses 400 dólares a Ecuador. El tratamiento médico de su madre, enferma del corazón y ya viuda, depende de ella.

Muchas de las personas con las que se relaciona también viven a cambio de ofrecer sexo por dinero. Y no se corta en afirmar que casi todas lo dejarían si tuvieran un puesto de trabajo. «Necesitamos dinero para vivir, ¿qué hacemos?», se lamenta la mujer, que busca un empleo«de lo que sea». El último trabajo que ha tenido era de jardinera, pero antes ha sido reponedora en supermercados o empleada de hogar.



Lejos de lo que muchas personas puedan pensar, Tatiana apenas gana dinero en la calle. Aparte de que los 20 euros por cliente que gana son «una miseria», la cifra de hombres que demanda sexo se redujo drásticamente a consecuencia de la crisis económica y de la aplicación de la ordenanza municipal. Cada vez que la Policía multa a un hombre, son 750 euros. «No hay clientes en el Polígono, han dejado de venir porque hay muchos policías cerca así que no se atreven», asegura la mujer que, no obstante, se siente más segura desde que las patrullas policiales han intensificado su presencia en el Guadalhorce. «Estamos expuestas a todo: a locos, a drogados, a una enfermedad sexual... Y hace poco me robaron cuatro chavales el móvil. Y eso no es nada, acuérdate de que hace poco le dieron una paliza a otra transexual», afirma en relación a la agresión y al robo que sufrió otra mujer en agosto. Aunque se siente más segura, acumula siete multas por la ordenanza de Convivencial, que ha logrado eludir pagar gracias a la ayuda jurídica de Médicos del Mundo.

Tatiana García confiesa que seguirá en el polígono. Hoy, mañana, pasado. «Hasta que encuentre un empleo», dice. Asegura que la labor contra este tipo de trabajos debería empezar por sensibilizar a los hombres y seguir con oportunidades de empleo o ayudas. «Se me acabó el paro. ¿Qué hago para comer?», se pregunta.

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