domingo, 30 de julio de 2017

Pasando de defensora pro “Trabajo Sexual” a Líder Sobreviviente: una travesía con dignidad



Testimonio de prostitución


Pasando de defensora pro “Trabajo Sexual” a Líder Sobreviviente: una travesía con dignidad
6/24/2017
Por Taina Bien-Aimé
Directora Ejecutiva, Coalición contra la trata de mujeres (CATW)
05/25/2017
Texto original: http://www.huffingtonpost.com/entry/from-sex-work-advocate-to-survivor-leader-a-journey_us_5925fe95e4b0627b74360d0e
Traducción: CATW
Photo: Lynn Savarese

Nomonde Mihlali (“Mickey”) Meji está a cargo de las Iniciativas de Sobrevivientes, de la organización Embrace Dignity (Acogiendo la Dignidad en español) en Ciudad del Cabo, Suráfrica.

Embrace Dignity se dedica a luchar contra todas las formas de abuso sexual de mujeres y niñas a través de cabildeo legal, educación pública y ofreciendo servicios sociales para que las mujeres puedan salir de la prostitución. Durante su visita a Nueva York en Marzo de 2017 a la Comisión de Naciones Unidas sobre el Estatus de las Mujeres, hablamos de su activismo y de cómo pasó de apoyar la descriminalización total de la industria del sexo, a trabajar por una ley que busca su abolición.

Tienes una presencia fuerte en internet como una activista pro “trabajo sexual”, pero ahora haces parte de la organización abolicionista Embrace Dignity. ¿Cómo fue este paso?

Durante el tiempo que estuve en la calle, una de mis preocupaciones principales era el abuso policial. Necesitaba producir dinero para mantener a mis hijos y el único grupo que trabajaba sobre violencia policial era Sex Workers Education and Advocacy Task Force (S.W.E.A.T. por sus siglas en inglés, Fuerza Especial para la Educación y el Activismo de Trabajadoras Sexuales, en español). Ellos me enseñaron el término “trabajo sexual”, que nunca antes había escuchado. El concepto era atractivo en un principio, porque sentí que entendía nuestra situación extrema. “Trabajadora Sexual” sonaba más digno que la sucia palabra “prostituta”, y fortaleció mi activismo contra la implacable brutalidad de la policía. Sin embargo, la prostitución en sí misma no cambió, así que nunca creí que pudiera ser trabajo. Todavía no podía decirle a mi hija lo que hacía, la culpa y el estigma seguían ahí.

-Ingresaste en la prostitución a los 19 años. ¿Cómo le respondes a las personas que reclaman que no fuiste tratada o explotada y que por lo tanto era tu decisión?
¿A qué te refieres por decisión? Durante el apartheid mi madre trabajó como sirvienta doméstica en las casas de surafricanos blancos. Teníamos comida y lo básico en casa, pero éramos pobres. A los 16 años, nació mi hijo y tuve que dejar el colegio. Unos años más tarde, mi madre debía un préstamo a unos usureros y estuvimos en peligro de perder nuestra casa. Un día mientras caminaba a casa, un hombre blanco condujo su auto cerca de mí y me preguntó si yo era una “dama trabajadora”. Yo estaba desesperada por que quería que mi madre saliera del peligro, así que me subí a su auto hasta su hospedaje. Me pagó 550 rands ($40 dólares) y me sorprendió lo fácil que fue conseguir este dinero. Poco después de esto, puse condones en mi bolso y me fui a la calle Voortrekker en Ciudad del Cabo. Eso era el año 2001. Conocí a S.W.E.A.T. en el 2007 y salí de la prostitución en el 2010 cuando me contrataron como activista. No ofrecen esos cargos fácilmente porque normalizan la prostitución como trabajo. Pero tuve suerte.



Nomonde Mihlali (“Mickey”) Meji


-¿Cómo te reclutó S.W.E.A.T.?
En esa época, los líderes de S.W.E.A.T. eran casi todos blancos y el jefe era un hombre blanco que me reclutó agresivamente. Cuando una conocida mía fue apuñalada a muerte por dos mujeres, una de la cuales era una proxeneta, S.W.E.A.T. ofreció transporte para ir al velorio. Yo no quería ir con ellos, pero necesitaba llegar allá. Les pareció que yo era articulada, así que durante dos años insistieron en que yo hiciera parte de su organización. Me contrataron como “educadora par” para que distribuyera información sobre derechos humanos y también condones y lubricantes para promover sexo más seguro. Luego me pasaron a la African Sex Workers Alliance (ASWA por su siglas en inglés, Alianza Africana de Trabajadoras Sexuales, en español), donde me convertí en la coordinadora para Suráfrica y luego me pasaron a Sisonke, otro grupo de “trabajadores sexuales”. Pagaron mis viajes por el mundo, desde Mozambique donde se lanzó la ASWA, hasta Nueva Zelanda. Luego, S.W.E.A.T. quería a alguien que pudiera presentar sus políticas a alto nivel, con lo cual me nombraron Oficial de Redes y Enlace con el Parlamento. Hasta ahí, todo se veía legítimo.

-¿A qué te refieres por legítimo?
Pues aquí estaba con tarjetas de presentación y me destacaba en internet a favor de la descriminalización de la prostitución. Pero mi familia no está en internet. Nunca les conté sobre lo que yo hacía. Tampoco soy una persona que toma las cosas por su valor aparente, así que empecé a pensar en qué estaba incidiendo realmente. En Nueva Zelanda donde la prostitución está totalmente descriminalizada, entrevisté a una mujer en un prostíbulo. Expresó su neutralidad sobre la ley pero dijo que no servía para las mujeres y eso fue suficiente para mí. Me explicó que antes de la ley, las mujeres trabajaban en las calles sin protección, pero muchas veces con independencia de los proxenetas. Después de la descriminalización, tuvieron que entrar en los prostíbulos beneficiando solamente a los proxenetas y dueños de estos establecimientos. Ella dijo que la ley solo abordaba la brutalidad de la policía, pero que todavía eran vulnerables al VIH/SIDA y a la violencia de los clientes; además, los administradores de los prostíbulos negociaban con los clientes y no con las mujeres.

-¿Cómo conectaste esto con el contexto surafricano?
En el 2012, COSATOU, que es un colectivo de sindicatos en Suráfrica, organizó una conferencia sobre género. S.W.E.A.T. quería presentar una resolución que lograra la despenalización total. Para hacer esto, Open Society Foundations le dio a S.W.E.A.T. y al Women’s Legal Centre (Centro Legal de las Mujeres) fondos significativos para documentar los abusos de derechos humanos en los prostíbulos. Era una propuesta interesante dado el caso Kylie, en el cual una mujer había demandado con éxito a una sala de masajes que la despidió luego de que ella se negara a atender a un putero sin condón. La idea era entrenar a la mujer sobre sus derechos bajo contratos de empleador/empleado, a pesar de la ilegalidad de la prostitución en Suráfrica. Queríamos documentar los abusos perpetrados contra las mujeres a la vez que entrenábamos a los dueños de los prostíbulos sobre los derechos de las mujeres.

-¿Pudieron documentar estos abusos?
El problema es que la dirección de S.W.E.A.T. estaba tan a favor de la descriminalización, que solo querían información sobre el derecho de las mujeres a trabajar en la industria del sexo y en desarrollar políticas de reducción de daño. Yo apoyo las políticas de reducción de daño, pero no podemos parar ahí. Me di cuenta que S.W.E.A.T. estaba satisfaciendo la agenda del financiador y estaba dispuesta a sacrificar las vidas de estas mujeres. Todo el mundo sabe que se perpetran violaciones a los derechos humanos de las mujeres en los prostíbulos por parte de todos los que están involucrados. Aunque no le temas a la policía, ¿qué pasa con la vulnerabilidad frente a un cliente que te podría asesinar o desfigurar? ¿o frente al administrador del prostíbulo que te obliga a tener sexo sin condón por el precio correcto? Cuando comprendí que los financiadores requerían un marco de “trabajo sexual” que solo legitimaba a los explotadores, me enojé y dejé a S.W.E.A.T.

-¿Qué pasó luego?
Empecé a buscar una organización que empoderara a las mujeres y encontré a Embrace Dignity, pero debido a mi fuerte vinculación pública a los esfuerzos por la descriminalización, ellos no querían que yo fuera parte de su equipo. Necesitaba tiempo para reflexionar y cree el programa de Empoderamiento y Apoyo a Sobrevivientes (SESP por sus siglas en inglés). Empecé a estudiar las leyes de países europeos como Suecia, Noruega y Francia donde se protegía a las mujeres prostituidas, mientras se les ofrecían servicios sociales. Estas leyes se denominaban el “modelo nórdico”, que también se enfoca en la prevención y la responsabilidad de la demanda de los hombres que pagan por sexo.

 -¿Crees que el congreso de Suráfrica va a pasar una ley similar?
Nosotros lo llamamos el “Modelo de Equidad de Género”. Estamos incidiendo en el gobierno Surafricano para que se apruebe esta ley que va a proteger a las mujeres prostituidas de los arrestos y la brutalidad de la policía. Por otra parte, va a penalizar a los hombres que pagan por sexo por el daño que hacen. Sin clientes, no habría "industria del sexo" y por consiguiente no habría trata de personas para este fin. El gobierno debe también invertir en servicios y estrategias para que las mujeres salgan de la prostitución. La prostitución intergeneracional es una realidad en Suráfrica. No quiero que mis hijas o mis futuras nietas estén en una posición donde tener una vagina es la única calificación que se necesita para un "trabajo" o para pagar por su educación. Los retos son significativos porque que el movimiento pro “trabajo sexual” tiene mucha financiación y Embrace Dignity en cambio, no lo tiene. Pero las mujeres ansían el modelo de Equidad de Género. Lanzamos una campaña en Change.org para presionar al gobierno para que pase la ley e invierta en acabar la violencia contra las mujeres. La Constitución Surafricana establece nuestra responsabilidad en obtener equidad para todos.


-¿Ves algún vínculo entre prostitución y violencia basada en género?
La gran mayoría de mis hermanas de SESP me cuentan que fueron compradas en la prostitución por primera vez cuando tenían 14 o 15 años, lo cual es violación pagada y tráfico sexual. La violencia contra las mujeres y las niñas en Suráfrica es una epidemia. Fuimos violadas por nuestros padres, tíos, padrastros, vecinos y profesores. Nos empujan a matrimonios arreglados y polígamos. El abuso de los hombres hacia las mujeres está absolutamente normalizado. Nuestras energías deben enfocarse en presionar al gobierno para que apruebe leyes y políticas que terminen con esos abusos, y no que los alienten. Ninguna de las mujeres con las que trabajo reconoce la prostitución como trabajo. Ellas ven como muchas de nosotras están muriendo muy jóvenes. Necesitan cariño y amor, y no el estatus legal de “trabajadoras sexuales”.

-¿Sientes que el movimiento de sobrevivientes y feministas abolicionistas podrían no confiar en ti?
Mis decisiones no fueron entre el movimiento abolicionista y S.W.E.A.T. Mi transformación viene de mis propias experiencias y de hablar con mujeres de SESP. ¿Ves? Tengo un dedo que no se dobla. Un cliente trató de violarme a punta de navaja. Al tratar de escapar, agarré la navaja desde el filo y me rasgué gravemente un tendón. Mi dedo arruinado es un recordatorio diario de que he sobrevivido a armas que me han apuntado a la cabeza, intentos de secuestro, violencia y deshumanización. Mis jefes anteriores de S.W.E.A.T. ahora me acusan de trabajar para la derecha y dicen que quitarle la capacidad de decisión a las mujeres es peligroso. Lo peligroso son los hombres blancos y privilegiados y los académicos que promueven la "industria del sexo" como un estilo de vida para mujeres pobres y negras. Cuando dejas tu casa para ir a trabajar, deberías poder tener un grado de certeza de que tus hijos te van a ver de nuevo.

-¿Cuál es su visión para las mujeres en Suráfrica?
Cuando crezcan mis hijas, quiero preguntarles: “¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo?”. Si estás en la prostitución es imposible contestar esta pregunta. Suráfrica no puede volverse un país donde la prostitución es lo que nos queda a nosotras cuando nos han quitado todo lo demás. Las mujeres y las niñas merecen justicia e igualdad, no la prostitución.

Fuente
http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/pasando-de-defensora-pro-trabajo-sexual-a-lider-sobreviviente-una-travesia-con-dignidad


Párate en mi esquina, donde yo no estoy




Párate en mi esquina, donde yo no estoy
Por: Teresa C. Ulloa Ziáurriz*
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 27/06/2017
Desde las propias voces de las sobrevivientes, hoy les comparto  “Párate en mi esquina, donde yo no estoy”, un testimonio escrito por Delia Escudilla, sobreviviente de la prostitución, argentina, psicóloga social y abolicionista, que refleja con mucha claridad la oscuridad y aberración de los argumentos de quienes quieren reglamentar o legalizar la prostitución.
 Cabe mencionar que Delia se reivindicaba hace algunos años como “trabajadora sexual” integrante de la Asociación de Meretrices de la Argentina y de la Red de Trabajadoras Sexual LAC. 
Gracias, Delia, por regalarnos tu testimonio:



“Párate en mi esquina donde yo no estoy, porque estoy haciendo reuniones para legitimar la violación con “factura”. Párate en mi esquina, donde yo no estoy, porque estoy reunida con filósofas y filósofos, antropólogas y antropólogos y estudiantes de letras para reglamentar la prostitución y el uso de cuerpos adormecidos.

Párate en mi esquina, donde yo no estoy, porque yo estoy de viaje yendo a foros y plenarios para lavar cerebros de mujeres pobres.

Párate en mi esquina, donde yo no estoy, porque es copado (aceptado) ser puta, siempre y cuando te penetren a vos.

Párate en mi esquina, dale, que yo estoy celebrando mis logros y los “proyectos dolarizados”. Lo que no sean verdades, lo celebro igual.

Párate en mi esquina, donde yo no estoy y cágate de frío y hambre, que yo estoy en mi departamento bancado (mantenido) por el sindicato, pensando en tu bienestar.

Párate en mi esquina, mientras yo viajo por todo el Caribe trabajando por “la igualdad” y luchando por tu “trabajo sexual autónomo” que de paso me doy unas vueltas por la playa, mientras a vos te garchan (violan) reglamentadamente.

Párate en la esquina, así tus piernas revientan de estar parada sostenida por tacos y sobrepeso, mientras yo hago marketing de tacones, maquillaje y piernas torneadas. Párate en la esquina, así llega tu putero (prostituyente o consumidor de sexo de paga) maloliente y te coge salvajemente mientras vos gemís fingiendo placer, ocultando el dolor y la bronca. Al fin y al cabo, todas y todos somos explotados.

Párate en la esquina, así te llevas el pan a tu casa y tu cuerpo deshecho, mientras yo doy charlas en la universidad explicando que ser puta es autónomo, redituable y muy glamoroso, todo eso a costa tuya.

Delia Escudilla


Párate en la esquina de Constitución, de Retiro, de Liniers * y de todos los lugares donde nosotras y nosotros no estamos, porque en cualquier momento pasaremos a “afiliarte” para poder sostenerte, cuidarte y sindicalizarte el orto (culo). Estaremos con vos aunque seas menor, aunque tengas una discapacidad, aunque tengas ITS (infecciones de transmisión sexual), aunque tu fiolo (lenón, padrote o proxeneta) te cague a palos y te deje azul la cara o aunque estés cagada de hambre. Nosotras y nosotros estaremos allí para ayudarte a quedarte en la esquina para siempre y que nunca, pero nunca, salgas.

Por último párate en mi esquina, donde yo no estoy, porque hay mucho lugar. Porque muchas están muertas. Una murió de un ACV (accidente cerebrovascular), ¿sabes?, porque un putero (consumidor de sexo de paga) glamoroso le penetró el ano y ella eliminó heces con sangre y su mente no soportó. Párate en mi esquina, la esquina donde a “la paraguayita” el fiolo (padrote) la dejó coja de tres tiros.

Párate en mi esquina donde Gloria enloqueció y anda hablando sola, porque dice estar embarazada y que pronto tendrá una familia. Párate en mi esquina, dale, porque otras están en neuro-psiquiátricos o llenas de medicación para sobrevivir a tanta violación y yo tengo que sostener mi “kiosquito sindicalizado”. Además “las locas esas” ya son locas desde antes.

Párate en mi esquina, donde una compañera se ahorcó de tanto glamour y empoderamiento.

Párate en la esquina que se llevó a Erika (mi amiga). Párate en mi esquina, donde yo no estoy y pásate años de tu vida allí, mientras yo sigo luchando por tus derechos desde mi oficina. Párate en mi esquina, en Plaza Miserere, que ahí no vas estar sola. Vas a encontrar a una compañera que pertenecía al sindicato pero como no servía para la televisión, yo sindicato le di una patada en el orto (culo), aunque se consideraba “trabajadora sexual”.

Dale, párate en la esquina y sé parte de la peor de las violencias. De las violaciones. De la impuesta y mentirosa seducción. Sé parte de la mentira del mundo. Sé puta porque ser puta es “autónomo”, “autogestivo” y te da “libertad total”, por eso yo no lo hago ni por equivocación.

Si te cogen 10 ó 20 puteros (consumidores de sexo de paga)  alégrate que “eres la que mejor coge”. Después ¿cómo queda tu cuerpo, tu psiquis y tus emociones?: se soluciona con un “carnet de trabajadora autónoma (o en la Ciudad de México, trabajadora no asalariada)” y una caja de forros (condones).

Párate en mi esquina, donde yo no estoy, que las que andan por ahí llamándose abolicionistas y sobrevivientes, que pudieron salir y contar todas estas mentiras, se les ocurre de “locas” nomás. Dale, párate en la esquina, no vaya a ser que un día las abolicionistas sean más y yo me quede sin mi sindicalizada tranquilidad, con lo que estoy. Vos, no te preocupes, que ser puta es “autónomo”, te lo vuelvo a repetir. Vos, créeme a mí. No oigas a las sobrevivientes de la prostitución, están re locas nomás y yo tengo que cuidar mi quintita (virginidad).

Párate en mi esquina, donde yo no estoy, mientras desde el sindicato “yo hago petes (ensayos) como ustedes” a un pene de madera y le pongo un preservativo y te enseño cómo hacer para que el gil (imbécil) acabe rápido.

Párate en mi esquina, donde yo no estoy, que mientras vos soportas cansancio, violación, dolor y hemorragias, vómitos con vello púbico, humillación, vergüenza, impotencia y oís groserías de los puteros (prostituyente o consumidor de sexo de paga)  “dale, dale puta, haz lo que sabes hacer”, yo tengo que defender el “trabajo sexual autónomo”, “libre”, “autogestivo” y “voluntario” de las demás.

Párate en mi esquina, donde yo no estoy, aunque ya estés muerta.

La prostitución no es trabajo, es una de las peores violencias ejercidas sobre las mujeres, travestis, niñas, adultas y viejas”.

Y que se ponga el saco al o a la que le quede…
 
*Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés).
Twitter: @CATWLACDIR
Facebook: Catwlac Directora

* Barrios de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde se ejerce la prostitución.

Fuente
 http://www.cimacnoticias.com.mx/taxonomy/term/6563




domingo, 9 de julio de 2017

Las Manadas de los #Sanfermines



Las Manadas de los #Sanfermines

La autora le arranca la máscara al patriarcado más duro, el más tolerado, el más defendido por la mayoría de las mentalidades sociales. No lo vemos porque no lo queremos ver y como dice Amelia Tiganus, no podemos imaginarnos el horror por el que pasan las mujeres que tienen que soportar a las manadas de hombres y sus prácticas sexuales violentas que en algunas ocasiones solo se pueden traducir como tortura: "Imaginad lo que la pedagogía de la crueldad hace con ciertos cuerpos. Imaginad que eso pasa porque una sociedad lo permite. Y el Estado lo financia y lo defiende bajo el manto de las tradiciones (patriarcales e intocables)".
Amelia Tiganus -- Feminicidio.net -- 08/07/2017

Si eres prostituta, “trabajar” en un prostíbulo de Pamplona en la época de Sanfermines puede llegar a ser una de las experiencias más traumáticas y duras que vives en el cuerpo de una mujer. Las cosas como son: esto solo nos pasa a las mujeres por ser mujeres, en Pamplona, Ámsterdam, Cali o Bangkok por no decir en casi todas las ciudades del mundo.

Para empezar, en el sistema prostitucional tú no eliges, y estás obligada a aceptar de antemano todas las reglas del juego a las que te someten los proxenetas (en el Estado español están enmascarados como empresarios del ocio aquellos que administran el negocio de la prostitución en algunos supuestos locales de ocio) y los puteros. La alianza putero-proxeneta es de las más fuertes y leales en el patriarcado, entre estos dos roles de machos no hay fisuras, protegen la masculinidad hegemónica y por eso necesitan resguardarse en lugares físicos donde las únicas mujeres que estén allí sean cosificadas, sumisas y estén dispuestas a ser humilladas, usadas y torturadas por ellos, bajo la “legalidad” que le concede el Estado proxeneta. El prostíbulo es el símbolo más contundente y claro de que el patriarcado no está dispuesto a que las mujeres alcancemos la igualdad. Mientras haya prostíbulos, no solo se garantizará que siempre hay un lugar en el que la masculinidad hegemónica está a salvo sino que los hombres como ciudadanos, con la ayuda del Estado, las leyes, los jueces, la policía, los partidos políticos, las religiones y la indiferencia social, pueden disponer de mujeres desechables y explotables.




Imaginad primero el prostíbulo en Sanfermines por dentro: sobrepoblación de mujeres, decenas y cientos se instalan unos días en la capital navarra (traficadas o explotadas en cualquier caso), son hacinadas cuatro o cinco chicas por habitación como en una granja de pollos. De día están encerradas y duermen en los mismos espacios asfixiantes por donde durante la noche anterior pasaron decenas de hombres. También de día, en las calles los enjaulados son los toros, torturados y asesinados por manadas de hombres en un ritual ancestral, las únicas manadas que matan porque sí, porque tienen la licencia para usar y disfrutar de la violencia patriarcal.

Las manadas practican lo que Rita Laura Segato define como “pedagogía de la crueldad”.
Imaginad lo que la pedagogía de la crueldad hace con ciertos cuerpos. Imaginad que eso pasa porque una sociedad lo permite. Y el Estado lo financia y lo defiende bajo el manto de las tradiciones (patriarcales e intocables).

A las últimas chicas que llegan, a falta de camas les toca dormir en colchones sobre el piso, por esas habitaciones pagan fortunas, más de la mitad de lo que reciben ellas de los clientes; muchos proxenetas lo confiesan abiertamente: “a una puta hay que cobrarle todo lo que hace dentro del club, cama, comida, venderle ropa, joyas, perfumes, cocaína...”.

Imaginad que la jornada empieza a las cinco de la tarde cuando las mujeres abandonan las habitaciones y esperan en el local a que lleguen los clientes. Por la tarde hay poca demanda. La gran afluencia de hombres empieza por la noche. Manadas de borrachos invaden los locales vestidos con su traje blanco y “pañuelico” rojo. Hasta altas horas de la madrugada llegan las manadas. Hombres de todas las edades y nacionalidades. Los taxistas cobran una comisión del prostíbulo por cada viaje que traiga una manada. Los hombres vienen envalentonados y sudados. La mayoría pide sexo grupal y normalmente se les concede el deseo. A más hombres y “servicios” en el local, más ingresos y enriquecimiento para los proxenetas.

A ellas les toca el sufrimiento, la explotación sexual y la degradación.
El hacinamiento de mujeres se hace notar solo cuando las colas para esperar una habitación libre inundan los pasillos del prostíbulo. Hacer cola para follar es algo muy común pero en Sanfermines se vuelve más pronunciada esta conducta de la manada. Una vez dentro de la habitación, la diversión machista de la manada (generalmente con una sola mujer) no cesa y las demostraciones de hombría patriarcal son cada vez más violentas. Solo se pueden traducir como sexo duro y tortura. La música alta, el olor a alcohol, tabaco y cocaína son insoportables.


Flyer que se distribuye por las calles de Pamplona durante las fiestas.


Luego a la puta le toca soportar la soledad y recuperarse para volver a repetir al día siguiente la misma … Imaginad cómo llamar lo que le pasa a una puta en esas condiciones. ¿Qué nombre le pondríais?
Y después nos preguntan por qué algunas consideramos al prostíbulo un campo de concentración exclusivo para mujeres.

Las manadas de hombres están siempre dispuestas a volver para borrar cualquier rastro de humanidad de la puta.

¿Puede ser legal todo esto? Pues lo es.

Dice el folleto del Ayuntamiento de Pamplona:
“Por unas fiestas libres de agresiones sexistas: ¿Qué es la violencia sexista? Una violencia que se basa en las relaciones jerárquicas, en las relaciones de poder que sitúan al hombre por encima de la mujer, cuyo objetivo es garantizar que las mujeres vivan en una situación de sumisión”.

¿En qué parte de la campaña pública de prevención de las agresiones sexistas cabe mi relato?
Imaginad ahora que todos los días se publican avisos publicitarios en el periódico Noticias de Navarra (hoy, 8 de julio, ocupan una página entera de clasificados que pueden leer niños y niñas…). Este periódico recibe un beneficio directo de esa explotación sexual, el coste de los avisos publicitarios financia su sostenibilidad.


Lo que no podéis imaginar es el horror que vive una mujer en una situación como la que acabo de contar. 
Hay horrores que solo padecemos y vivimos algunas mujeres por ser mujeres pobres, migradas, racializadas, explotadas por el colonialismo sexual y el sistema prostitucional europeo. Y esto pasará cada día de Sanfermines, en una ciudad a la que cada año vienen las manadas de hombres a disfrutar de sus rituales patriarcales.

Fuente
http://feminicidio.net/articulo/las-manadas-los-sanfermines

Nota: las imágenes corresponden a la noticia original.




lunes, 3 de julio de 2017

Pasando de defensora pro “Trabajo Sexual” a Líder Sobreviviente: una travesía con dignidad



Testimonio de prostitución


Pasando de defensora pro “Trabajo Sexual” a Líder Sobreviviente: una travesía con dignidad
6/24/2017
Por Taina Bien-Aimé
Directora Ejecutiva, Coalición contra la trata de mujeres (CATW)
05/25/2017

Texto original: http://www.huffingtonpost.com/entry/from-sex-work-advocate-to-survivor-leader-a-journey_us_5925fe95e4b0627b74360d0e
Traducción: CATW
Photo: Lynn Savarese


Nomonde Mihlali (“Mickey”) Meji está a cargo de las Iniciativas de Sobrevivientes, de la organización Embrace Dignity (Acogiendo la Dignidad en español) en Ciudad del Cabo, Suráfrica.

 

Embrace Dignity se dedica a luchar contra todas las formas de abuso sexual de mujeres y niñas a través de cabildeo legal, educación pública y ofreciendo servicios sociales para que las mujeres puedan salir de la prostitución. Durante su visita a Nueva York en Marzo de 2017 a la Comisión de Naciones Unidas sobre el Estatus de las Mujeres, hablamos de su activismo y de cómo pasó de apoyar la descriminalización total de la industria del sexo, a trabajar por una ley que busca su abolición.

Tienes una presencia fuerte en internet como una activista pro “trabajo sexual”, pero ahora haces parte de la organización abolicionista Embrace Dignity. ¿Cómo fue este paso?

Durante el tiempo que estuve en la calle, una de mis preocupaciones principales era el abuso policial. Necesitaba producir dinero para mantener a mis hijos y el único grupo que trabajaba sobre violencia policial era Sex Workers Education and Advocacy Task Force (S.W.E.A.T. por sus siglas en inglés, Fuerza Especial para la Educación y el Activismo de Trabajadoras Sexuales, en español). Ellos me enseñaron el término “trabajo sexual”, que nunca antes había escuchado. El concepto era atractivo en un principio, porque sentí que entendía nuestra situación extrema. “Trabajadora Sexual” sonaba más digno que la sucia palabra “prostituta”, y fortaleció mi activismo contra la implacable brutalidad de la policía. Sin embargo, la prostitución en sí misma no cambió, así que nunca creí que pudiera ser trabajo. Todavía no podía decirle a mi hija lo que hacía, la culpa y el estigma seguían ahí.

Ingresaste en la prostitución a los 19 años. ¿Cómo le respondes a las personas que reclaman que no fuiste tratada o explotada y que por lo tanto era tu decisión?

¿A qué te refieres por decisión? Durante el apartheid mi madre trabajó como sirvienta doméstica en las casas de surafricanos blancos. Teníamos comida y lo básico en casa, pero éramos pobres. A los 16 años, nació mi hijo y tuve que dejar el colegio. Unos años más tarde, mi madre debía un préstamo a unos usureros y estuvimos en peligro de perder nuestra casa. Un día mientras caminaba a casa, un hombre blanco condujo su auto cerca de mí y me preguntó si yo era una “dama trabajadora”. Yo estaba desesperada por que quería que mi madre saliera del peligro, así que me subí a su auto hasta su hospedaje. Me pagó 550 rands ($40 dólares) y me sorprendió lo fácil que fue conseguir este dinero. Poco después de esto, puse condones en mi bolso y me fui a la calle Voortrekker en Ciudad del Cabo. Eso era el año 2001. Conocí a S.W.E.A.T. en el 2007 y salí de la prostitución en el 2010 cuando me contrataron como activista. No ofrecen esos cargos fácilmente porque normalizan la prostitución como trabajo. Pero tuve suerte.

¿Cómo te reclutó S.W.E.A.T.?

En esa época, los líderes de S.W.E.A.T. eran casi todos blancos y el jefe era un hombre blanco que me reclutó agresivamente. Cuando una conocida mía fue apuñalada a muerte por dos mujeres, una de la cuales era una proxeneta, S.W.E.A.T. ofreció transporte para ir al velorio. Yo no quería ir con ellos, pero necesitaba llegar allá. Les pareció que yo era articulada, así que durante dos años insistieron en que yo hiciera parte de su organización. Me contrataron como “educadora par” para que distribuyera información sobre derechos humanos y también condones y lubricantes para promover sexo más seguro. Luego me pasaron a la African Sex Workers Alliance (ASWA por su siglas en inglés, Alianza Africana de Trabajadoras Sexuales, en español), donde me convertí en la coordinadora para Suráfrica y luego me pasaron a Sisonke, otro grupo de “trabajadores sexuales”. Pagaron mis viajes por el mundo, desde Mozambique donde se lanzó la ASWA, hasta Nueva Zelanda. Luego, S.W.E.A.T. quería a alguien que pudiera presentar sus políticas a alto nivel, con lo cual me nombraron Oficial de Redes y Enlace con el Parlamento. Hasta ahí, todo se veía legítimo.

¿A qué te refieres por legítimo?

Pues aquí estaba con tarjetas de presentación y me destacaba en internet a favor de la descriminalización de la prostitución. Pero mi familia no está en internet. Nunca les conté sobre lo que yo hacía. Tampoco soy una persona que toma las cosas por su valor aparente, así que empecé a pensar en qué estaba incidiendo realmente. En Nueva Zelanda donde la prostitución está totalmente descriminalizada, entrevisté a una mujer en un prostíbulo. Expresó su neutralidad sobre la ley pero dijo que no servía para las mujeres y eso fue suficiente para mí. Me explicó que antes de la ley, las mujeres trabajaban en las calles sin protección, pero muchas veces con independencia de los proxenetas. Después de la descriminalización, tuvieron que entrar en los prostíbulos beneficiando solamente a los proxenetas y dueños de estos establecimientos. Ella dijo que la ley solo abordaba la brutalidad de la policía, pero que todavía eran vulnerables al VIH/SIDA y a la violencia de los clientes; además, los administradores de los prostíbulos negociaban con los clientes y no con las mujeres.

¿Cómo conectaste esto con el contexto surafricano?

En el 2012, COSATOU, que es un colectivo de sindicatos en Suráfrica, organizó una conferencia sobre género. S.W.E.A.T. quería presentar una resolución que lograra la despenalización total. Para hacer esto, Open Society Foundations le dio a S.W.E.A.T. y al Women’s Legal Centre (Centro Legal de las Mujeres) fondos significativos para documentar los abusos de derechos humanos en los prostíbulos. Era una propuesta interesante dado el caso Kylie, en el cual una mujer había demandado con éxito a una sala de masajes que la despidió luego de que ella se negara a atender a un putero sin condón. La idea era entrenar a la mujer sobre sus derechos bajo contratos de empleador/empleado, a pesar de la ilegalidad de la prostitución en Suráfrica. Queríamos documentar los abusos perpetrados contra las mujeres a la vez que entrenábamos a los dueños de los prostíbulos sobre los derechos de las mujeres.

¿Pudieron documentar estos abusos?

El problema es que la dirección de S.W.E.A.T. estaba tan a favor de la descriminalización, que solo querían información sobre el derecho de las mujeres a trabajar en la industria del sexo y en desarrollar políticas de reducción de daño. Yo apoyo las políticas de reducción de daño, pero no podemos parar ahí. Me di cuenta que S.W.E.A.T. estaba satisfaciendo la agenda del financiador y estaba dispuesta a sacrificar las vidas de estas mujeres. Todo el mundo sabe que se perpetran violaciones a los derechos humanos de las mujeres en los prostíbulos por parte de todos los que están involucrados. Aunque no le temas a la policía, ¿qué pasa con la vulnerabilidad frente a un cliente que te podría asesinar o desfigurar? ¿o frente al administrador del prostíbulo que te obliga a tener sexo sin condón por el precio correcto? Cuando comprendí que los financiadores requerían un marco de “trabajo sexual” que solo legitimaba a los explotadores, me enojé y dejé a S.W.E.A.T.

¿Qué pasó luego?

Empecé a buscar una organización que empoderara a las mujeres y encontré a Embrace Dignity, pero debido a mi fuerte vinculación pública a los esfuerzos por la descriminalización, ellos no querían que yo fuera parte de su equipo. Necesitaba tiempo para reflexionar y cree el programa de Empoderamiento y Apoyo a Sobrevivientes (SESP por sus siglas en inglés). Empecé a estudiar las leyes de países europeos como Suecia, Noruega y Francia donde se protegía a las mujeres prostituidas, mientras se les ofrecían servicios sociales. Estas leyes se denominaban el “modelo nórdico”, que también se enfoca en la prevención y la responsabilidad de la demanda de los hombres que pagan por sexo.

 ¿Crees que el congreso de Suráfrica va a pasar una ley similar?

Nosotros lo llamamos el “Modelo de Equidad de Género”. Estamos incidiendo en el gobierno Surafricano para que se apruebe esta ley que va a proteger a las mujeres prostituidas de los arrestos y la brutalidad de la policía. Por otra parte, va a penalizar a los hombres que pagan por sexo por el daño que hacen. Sin clientes, no habría "industria del sexo" y por consiguiente no habría trata de personas para este fin. El gobierno debe también invertir en servicios y estrategias para que las mujeres salgan de la prostitución. La prostitución intergeneracional es una realidad en Suráfrica. No quiero que mis hijas o mis futuras nietas estén en una posición donde tener una vagina es la única calificación que se necesita para un "trabajo" o para pagar por su educación. Los retos son significativos porque que el movimiento pro “trabajo sexual” tiene mucha financiación y Embrace Dignity en cambio, no lo tiene. Pero las mujeres ansían el modelo de Equidad de Género. Lanzamos una campaña en Change.org para presionar al gobierno para que pase la ley e invierta en acabar la violencia contra las mujeres. La Constitución Surafricana establece nuestra responsabilidad en obtener equidad para todos.

¿Ves algún vínculo entre prostitución y violencia basada en género?

La gran mayoría de mis hermanas de SESP me cuentan que fueron compradas en la prostitución por primera vez cuando tenían 14 o 15 años, lo cual es violación pagada y tráfico sexual. La violencia contra las mujeres y las niñas en Suráfrica es una epidemia. Fuimos violadas por nuestros padres, tíos, padrastros, vecinos y profesores. Nos empujan a matrimonios arreglados y polígamos. El abuso de los hombres hacia las mujeres está absolutamente normalizado. Nuestras energías deben enfocarse en presionar al gobierno para que apruebe leyes y políticas que terminen con esos abusos, y no que los alienten. Ninguna de las mujeres con las que trabajo reconoce la prostitución como trabajo. Ellas ven como muchas de nosotras están muriendo muy jóvenes. Necesitan cariño y amor, y no el estatus legal de “trabajadoras sexuales”.

¿Sientes que el movimiento de sobrevivientes y feministas abolicionistas podrían no confiar en ti?

Mis decisiones no fueron entre el movimiento abolicionista y S.W.E.A.T. Mi transformación viene de mis propias experiencias y de hablar con mujeres de SESP. ¿Ves? Tengo un dedo que no se dobla. Un cliente trató de violarme a punta de navaja. Al tratar de escapar, agarré la navaja desde el filo y me rasgué gravemente un tendón. Mi dedo arruinado es un recordatorio diario de que he sobrevivido a armas que me han apuntado a la cabeza, intentos de secuestro, violencia y deshumanización. Mis jefes anteriores de S.W.E.A.T. ahora me acusan de trabajar para la derecha y dicen que quitarle la capacidad de decisión a las mujeres es peligroso. Lo peligroso son los hombres blancos y privilegiados y los académicos que promueven la "industria del sexo" como un estilo de vida para mujeres pobres y negras. Cuando dejas tu casa para ir a trabajar, deberías poder tener un grado de certeza de que tus hijos te van a ver de nuevo.

¿Cuál es su visión para las mujeres en Suráfrica?

Cuando crezcan mis hijas, quiero preguntarles: “¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo?”. Si estás en la prostitución es imposible contestar esta pregunta. Suráfrica no puede volverse un país donde la prostitución es lo que nos queda a nosotras cuando nos han quitado todo lo demás. Las mujeres y las niñas merecen justicia e igualdad, no la prostitución.

http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/pasando-de-defensora-pro-trabajo-sexual-a-lider-sobreviviente-una-travesia-con-dignidad