Testimonio de
prostitución
Pasando de defensora
pro “Trabajo Sexual” a Líder Sobreviviente: una travesía con dignidad
6/24/2017
Por
Taina Bien-Aimé
Directora
Ejecutiva, Coalición contra la trata de mujeres (CATW)
05/25/2017
Texto original: http://www.huffingtonpost.com/entry/from-sex-work-advocate-to-survivor-leader-a-journey_us_5925fe95e4b0627b74360d0e
Traducción: CATW
Photo: Lynn Savarese
Nomonde Mihlali (“Mickey”) Meji está a cargo de las
Iniciativas de Sobrevivientes, de la organización Embrace Dignity (Acogiendo la
Dignidad en español) en Ciudad del Cabo, Suráfrica.
Embrace
Dignity se dedica a luchar contra todas las formas de abuso sexual de mujeres y
niñas a través de cabildeo legal, educación pública y ofreciendo servicios
sociales para que las mujeres puedan salir de la prostitución. Durante su
visita a Nueva York en Marzo de 2017 a la Comisión de Naciones Unidas sobre el
Estatus de las Mujeres, hablamos de su activismo y de cómo pasó de apoyar la
descriminalización total de la industria del sexo, a trabajar por una ley que
busca su abolición.
Tienes una presencia fuerte en internet como una activista
pro “trabajo sexual”, pero ahora haces parte de la organización abolicionista
Embrace Dignity. ¿Cómo fue este paso?
Durante el tiempo que estuve en la calle, una de mis
preocupaciones principales era el abuso policial. Necesitaba producir dinero
para mantener a mis hijos y el único grupo que trabajaba sobre violencia
policial era Sex Workers Education and Advocacy Task Force (S.W.E.A.T. por sus
siglas en inglés, Fuerza Especial para la Educación y el Activismo de Trabajadoras
Sexuales, en español). Ellos me enseñaron el término “trabajo sexual”, que
nunca antes había escuchado. El concepto era atractivo en un principio, porque
sentí que entendía nuestra situación extrema. “Trabajadora Sexual” sonaba más
digno que la sucia palabra “prostituta”, y fortaleció mi activismo contra la
implacable brutalidad de la policía. Sin embargo, la prostitución en sí misma
no cambió, así que nunca creí que pudiera ser trabajo. Todavía no podía decirle
a mi hija lo que hacía, la culpa y el estigma seguían ahí.
-Ingresaste en la
prostitución a los 19 años. ¿Cómo le respondes a las personas que reclaman que
no fuiste tratada o explotada y que por lo tanto era tu decisión?
¿A qué te refieres por decisión? Durante el apartheid mi
madre trabajó como sirvienta doméstica en las casas de surafricanos blancos.
Teníamos comida y lo básico en casa, pero éramos pobres. A los 16 años, nació
mi hijo y tuve que dejar el colegio. Unos años más tarde, mi madre debía un
préstamo a unos usureros y estuvimos en peligro de perder nuestra casa. Un día
mientras caminaba a casa, un hombre blanco condujo su auto cerca de mí y me
preguntó si yo era una “dama trabajadora”. Yo estaba desesperada por que quería
que mi madre saliera del peligro, así que me subí a su auto hasta su hospedaje.
Me pagó 550 rands ($40 dólares) y me sorprendió lo fácil que fue conseguir este
dinero. Poco después de esto, puse condones en mi bolso y me fui a la calle
Voortrekker en Ciudad del Cabo. Eso era el año 2001. Conocí a S.W.E.A.T. en el
2007 y salí de la prostitución en el 2010 cuando me contrataron como activista.
No ofrecen esos cargos fácilmente porque normalizan la prostitución como
trabajo. Pero tuve suerte.
-¿Cómo te reclutó
S.W.E.A.T.?
En esa época, los líderes de S.W.E.A.T. eran casi todos
blancos y el jefe era un hombre blanco que me reclutó agresivamente. Cuando una
conocida mía fue apuñalada a muerte por dos mujeres, una de la cuales era una
proxeneta, S.W.E.A.T. ofreció transporte para ir al velorio. Yo no quería ir
con ellos, pero necesitaba llegar allá. Les pareció que yo era articulada, así
que durante dos años insistieron en que yo hiciera parte de su organización. Me
contrataron como “educadora par” para que distribuyera información sobre
derechos humanos y también condones y lubricantes para promover sexo más
seguro. Luego me pasaron a la African Sex Workers Alliance (ASWA por su siglas
en inglés, Alianza Africana de Trabajadoras Sexuales, en español), donde me
convertí en la coordinadora para Suráfrica y luego me pasaron a Sisonke, otro
grupo de “trabajadores sexuales”. Pagaron mis viajes por el mundo, desde
Mozambique donde se lanzó la ASWA, hasta Nueva Zelanda. Luego, S.W.E.A.T.
quería a alguien que pudiera presentar sus políticas a alto nivel, con lo cual
me nombraron Oficial de Redes y Enlace con el Parlamento. Hasta ahí, todo se
veía legítimo.
-¿A qué te refieres
por legítimo?
Pues aquí estaba con tarjetas de presentación y me destacaba
en internet a favor de la descriminalización de la prostitución. Pero mi
familia no está en internet. Nunca les conté sobre lo que yo hacía. Tampoco soy
una persona que toma las cosas por su valor aparente, así que empecé a pensar
en qué estaba incidiendo realmente. En Nueva Zelanda donde la prostitución está
totalmente descriminalizada, entrevisté a una mujer en un prostíbulo. Expresó
su neutralidad sobre la ley pero dijo que no servía para las mujeres y eso fue
suficiente para mí. Me explicó que antes de la ley, las mujeres trabajaban en
las calles sin protección, pero muchas veces con independencia de los
proxenetas. Después de la descriminalización, tuvieron que entrar en los
prostíbulos beneficiando solamente a los proxenetas y dueños de estos
establecimientos. Ella dijo que la ley solo abordaba la brutalidad de la
policía, pero que todavía eran vulnerables al VIH/SIDA y a la violencia de los
clientes; además, los administradores de los prostíbulos negociaban con los
clientes y no con las mujeres.
-¿Cómo conectaste esto
con el contexto surafricano?
En el 2012, COSATOU, que es un colectivo de sindicatos en
Suráfrica, organizó una conferencia sobre género. S.W.E.A.T. quería presentar
una resolución que lograra la despenalización total. Para hacer esto, Open
Society Foundations le dio a S.W.E.A.T. y al Women’s Legal Centre (Centro Legal
de las Mujeres) fondos significativos para documentar los abusos de derechos
humanos en los prostíbulos. Era una propuesta interesante dado el caso Kylie,
en el cual una mujer había demandado con éxito a una sala de masajes que la
despidió luego de que ella se negara a atender a un putero sin condón. La idea
era entrenar a la mujer sobre sus derechos bajo contratos de
empleador/empleado, a pesar de la ilegalidad de la prostitución en Suráfrica.
Queríamos documentar los abusos perpetrados contra las mujeres a la vez que
entrenábamos a los dueños de los prostíbulos sobre los derechos de las mujeres.
-¿Pudieron documentar
estos abusos?
El problema es que la dirección de S.W.E.A.T. estaba tan a
favor de la descriminalización, que solo querían información sobre el derecho
de las mujeres a trabajar en la industria del sexo y en desarrollar políticas
de reducción de daño. Yo apoyo las políticas de reducción de daño, pero no
podemos parar ahí. Me di cuenta que S.W.E.A.T. estaba satisfaciendo la agenda
del financiador y estaba dispuesta a sacrificar las vidas de estas mujeres.
Todo el mundo sabe que se perpetran violaciones a los derechos humanos de las
mujeres en los prostíbulos por parte de todos los que están involucrados.
Aunque no le temas a la policía, ¿qué pasa con la vulnerabilidad frente a un
cliente que te podría asesinar o desfigurar? ¿o frente al administrador del
prostíbulo que te obliga a tener sexo sin condón por el precio correcto? Cuando
comprendí que los financiadores requerían un marco de “trabajo sexual” que solo
legitimaba a los explotadores, me enojé y dejé a S.W.E.A.T.
-¿Qué pasó luego?
Empecé a buscar una organización que empoderara a las
mujeres y encontré a Embrace Dignity, pero debido a mi fuerte vinculación
pública a los esfuerzos por la descriminalización, ellos no querían que yo
fuera parte de su equipo. Necesitaba tiempo para reflexionar y cree el programa
de Empoderamiento y Apoyo a Sobrevivientes (SESP por sus siglas en inglés).
Empecé a estudiar las leyes de países europeos como Suecia, Noruega y Francia
donde se protegía a las mujeres prostituidas, mientras se les ofrecían
servicios sociales. Estas leyes se denominaban el “modelo nórdico”, que también
se enfoca en la prevención y la responsabilidad de la demanda de los hombres
que pagan por sexo.
-¿Crees que el congreso de Suráfrica va a
pasar una ley similar?
Nosotros lo llamamos el “Modelo de Equidad de Género”.
Estamos incidiendo en el gobierno Surafricano para que se apruebe esta ley que
va a proteger a las mujeres prostituidas de los arrestos y la brutalidad de la
policía. Por otra parte, va a penalizar a los hombres que pagan por sexo por el
daño que hacen. Sin clientes, no habría "industria del sexo" y por
consiguiente no habría trata de personas para este fin. El gobierno debe
también invertir en servicios y estrategias para que las mujeres salgan de la
prostitución. La prostitución intergeneracional es una realidad en Suráfrica.
No quiero que mis hijas o mis futuras nietas estén en una posición donde tener
una vagina es la única calificación que se necesita para un "trabajo"
o para pagar por su educación. Los retos son significativos porque que el
movimiento pro “trabajo sexual” tiene mucha financiación y Embrace Dignity en
cambio, no lo tiene. Pero las mujeres ansían el modelo de Equidad de Género.
Lanzamos una campaña en Change.org para presionar al gobierno para que pase la
ley e invierta en acabar la violencia contra las mujeres. La Constitución
Surafricana establece nuestra responsabilidad en obtener equidad para todos.
-¿Ves algún vínculo
entre prostitución y violencia basada en género?
La gran mayoría de mis hermanas de SESP me cuentan que
fueron compradas en la prostitución por primera vez cuando tenían 14 o 15 años,
lo cual es violación pagada y tráfico sexual. La violencia contra las mujeres y
las niñas en Suráfrica es una epidemia. Fuimos violadas por nuestros padres,
tíos, padrastros, vecinos y profesores. Nos empujan a matrimonios arreglados y
polígamos. El abuso de los hombres hacia las mujeres está absolutamente normalizado.
Nuestras energías deben enfocarse en presionar al gobierno para que apruebe
leyes y políticas que terminen con esos abusos, y no que los alienten. Ninguna
de las mujeres con las que trabajo reconoce la prostitución como trabajo. Ellas
ven como muchas de nosotras están muriendo muy jóvenes. Necesitan cariño y
amor, y no el estatus legal de “trabajadoras sexuales”.
-¿Sientes que el
movimiento de sobrevivientes y feministas abolicionistas podrían no confiar en
ti?
Mis decisiones no fueron entre el movimiento abolicionista y
S.W.E.A.T. Mi transformación viene de mis propias experiencias y de hablar con
mujeres de SESP. ¿Ves? Tengo un dedo que no se dobla. Un cliente trató de
violarme a punta de navaja. Al tratar de escapar, agarré la navaja desde el filo
y me rasgué gravemente un tendón. Mi dedo arruinado es un recordatorio diario
de que he sobrevivido a armas que me han apuntado a la cabeza, intentos de
secuestro, violencia y deshumanización. Mis jefes anteriores de S.W.E.A.T.
ahora me acusan de trabajar para la derecha y dicen que quitarle la capacidad
de decisión a las mujeres es peligroso. Lo peligroso son los hombres blancos y
privilegiados y los académicos que promueven la "industria del sexo"
como un estilo de vida para mujeres pobres y negras. Cuando dejas tu casa para
ir a trabajar, deberías poder tener un grado de certeza de que tus hijos te van
a ver de nuevo.
-¿Cuál es su visión
para las mujeres en Suráfrica?
Cuando crezcan mis hijas, quiero preguntarles: “¿Qué es lo
que más disfrutas de tu trabajo?”. Si estás en la prostitución es imposible
contestar esta pregunta. Suráfrica no puede volverse un país donde la
prostitución es lo que nos queda a nosotras cuando nos han quitado todo lo
demás. Las mujeres y las niñas merecen
justicia e igualdad, no la prostitución.
Fuente
http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/pasando-de-defensora-pro-trabajo-sexual-a-lider-sobreviviente-una-travesia-con-dignidad