Las Manadas de los
#Sanfermines
La autora le arranca la máscara al patriarcado más duro, el
más tolerado, el más defendido por la mayoría de las mentalidades sociales. No
lo vemos porque no lo queremos ver y como dice Amelia Tiganus, no podemos
imaginarnos el horror por el que pasan las mujeres que tienen que soportar a
las manadas de hombres y sus prácticas sexuales violentas que en algunas
ocasiones solo se pueden traducir como tortura: "Imaginad lo que la
pedagogía de la crueldad hace con ciertos cuerpos. Imaginad que eso pasa porque
una sociedad lo permite. Y el Estado lo financia y lo defiende bajo el manto de
las tradiciones (patriarcales e intocables)".
Amelia Tiganus -- Feminicidio.net -- 08/07/2017
Si eres prostituta, “trabajar” en un prostíbulo de Pamplona
en la época de Sanfermines puede llegar a ser una de las experiencias más
traumáticas y duras que vives en el cuerpo de una mujer. Las cosas como son:
esto solo nos pasa a las mujeres por ser mujeres, en Pamplona, Ámsterdam, Cali
o Bangkok por no decir en casi todas las ciudades del mundo.
Para empezar, en el sistema prostitucional tú no eliges, y
estás obligada a aceptar de antemano todas las reglas del juego a las que te
someten los proxenetas (en el Estado español están enmascarados como empresarios
del ocio aquellos que administran el negocio de la prostitución en algunos
supuestos locales de ocio) y los puteros. La alianza putero-proxeneta es de las
más fuertes y leales en el patriarcado, entre estos dos roles de machos no hay
fisuras, protegen la masculinidad hegemónica y por eso necesitan resguardarse
en lugares físicos donde las únicas mujeres que estén allí sean cosificadas,
sumisas y estén dispuestas a ser humilladas, usadas y torturadas por ellos,
bajo la “legalidad” que le concede el Estado proxeneta. El prostíbulo es el
símbolo más contundente y claro de que el patriarcado no está dispuesto a que
las mujeres alcancemos la igualdad. Mientras haya prostíbulos, no solo se
garantizará que siempre hay un lugar en el que la masculinidad hegemónica está
a salvo sino que los hombres como ciudadanos, con la ayuda del Estado, las
leyes, los jueces, la policía, los partidos políticos, las religiones y la
indiferencia social, pueden disponer de mujeres desechables y explotables.
Imaginad primero el prostíbulo en Sanfermines por dentro:
sobrepoblación de mujeres, decenas y cientos se instalan unos días en la
capital navarra (traficadas o explotadas en cualquier caso), son hacinadas
cuatro o cinco chicas por habitación como en una granja de pollos. De día están
encerradas y duermen en los mismos espacios asfixiantes por donde durante la
noche anterior pasaron decenas de hombres. También de día, en las calles los
enjaulados son los toros, torturados y asesinados por manadas de hombres en un
ritual ancestral, las únicas manadas que matan porque sí, porque tienen la
licencia para usar y disfrutar de la violencia patriarcal.
Las manadas practican lo que Rita Laura Segato define como
“pedagogía de la crueldad”.
Imaginad lo que la pedagogía de la crueldad hace con ciertos
cuerpos. Imaginad que eso pasa porque una sociedad lo permite. Y el Estado lo
financia y lo defiende bajo el manto de las tradiciones (patriarcales e
intocables).
A las últimas chicas que llegan, a falta de camas les toca
dormir en colchones sobre el piso, por esas habitaciones pagan fortunas, más de
la mitad de lo que reciben ellas de los clientes; muchos proxenetas lo
confiesan abiertamente: “a una puta hay que cobrarle todo lo que hace dentro
del club, cama, comida, venderle ropa, joyas, perfumes, cocaína...”.
Imaginad que la jornada empieza a las cinco de la tarde
cuando las mujeres abandonan las habitaciones y esperan en el local a que
lleguen los clientes. Por la tarde hay poca demanda. La gran afluencia de
hombres empieza por la noche. Manadas de borrachos invaden los locales vestidos
con su traje blanco y “pañuelico” rojo. Hasta altas horas de la madrugada
llegan las manadas. Hombres de todas las edades y nacionalidades. Los taxistas
cobran una comisión del prostíbulo por cada viaje que traiga una manada. Los
hombres vienen envalentonados y sudados. La mayoría pide sexo grupal y
normalmente se les concede el deseo. A más hombres y “servicios” en el local,
más ingresos y enriquecimiento para los proxenetas.
A ellas les toca el sufrimiento, la explotación sexual y la
degradación.
El hacinamiento de mujeres se hace notar solo cuando las
colas para esperar una habitación libre inundan los pasillos del prostíbulo.
Hacer cola para follar es algo muy común pero en Sanfermines se vuelve más
pronunciada esta conducta de la manada. Una vez dentro de la habitación, la
diversión machista de la manada (generalmente con una sola mujer) no cesa y las
demostraciones de hombría patriarcal son cada vez más violentas. Solo se pueden
traducir como sexo duro y tortura. La música alta, el olor a alcohol, tabaco y
cocaína son insoportables.
Flyer que se distribuye por las calles de Pamplona durante
las fiestas.
Luego a la puta le toca soportar la soledad y recuperarse
para volver a repetir al día siguiente la misma … Imaginad cómo llamar lo que
le pasa a una puta en esas condiciones. ¿Qué nombre le pondríais?
Y después nos preguntan por qué algunas consideramos al
prostíbulo un campo de concentración exclusivo para mujeres.
Las manadas de hombres están siempre dispuestas a volver
para borrar cualquier rastro de humanidad de la puta.
¿Puede ser legal todo esto? Pues lo es.
Dice el folleto del Ayuntamiento de Pamplona:
“Por unas fiestas libres de agresiones sexistas: ¿Qué es la
violencia sexista? Una violencia que se basa en las relaciones jerárquicas, en
las relaciones de poder que sitúan al hombre por encima de la mujer, cuyo
objetivo es garantizar que las mujeres vivan en una situación de sumisión”.
¿En qué parte de la campaña pública de prevención de las
agresiones sexistas cabe mi relato?
Imaginad ahora que todos los días se publican avisos
publicitarios en el periódico Noticias de Navarra (hoy, 8 de julio, ocupan una
página entera de clasificados que pueden leer niños y niñas…). Este periódico
recibe un beneficio directo de esa explotación sexual, el coste de los avisos
publicitarios financia su sostenibilidad.
Lo que no podéis imaginar es el horror que vive una mujer en
una situación como la que acabo de contar.
Hay horrores que solo padecemos y
vivimos algunas mujeres por ser mujeres pobres, migradas, racializadas,
explotadas por el colonialismo sexual y el sistema prostitucional europeo. Y
esto pasará cada día de Sanfermines, en una ciudad a la que cada año vienen las
manadas de hombres a disfrutar de sus rituales patriarcales.
Fuente
http://feminicidio.net/articulo/las-manadas-los-sanfermines
Nota: las imágenes corresponden a la noticia original.
No hay comentarios:
Publicar un comentario