El documental que retrata la humillación y violencia de la
industria pornográfica
Martes, 16 de mayo de 2017 9:42|Alonso Martínez
«Quieren ver a una mujer que parezca una niña pequeña siendo
violada».
Cientos de escenas de pornografía hardcore se producen todos
los días. No son las clásicas secuencias de los años 70 en las que lo más
"pesado" que podía verse eran las escenas de sexo anal, sino otro
tipo de material. El nuevo porno está lleno de violencia y humillación. La
división entre trabajar frente a una pantalla y ser abusada sexualmente es
demasiado delgada.
Las mujeres son sometidas, golpeadas y tratadas como simples
muñecas de carne para el gusto de millones de consumidores alrededor del mundo.
Lloran para causarle placer a los fanáticos, gritan porque saben que eso causa
emoción en la audiencia y permiten que sus compañeros las lleven "al
límite" mientras sigan cobrando distintas cantidades de dinero, que van
desde lo alto (en las productoras importantes) hasta lo miserable (en los
filmes amateurs).
La mayoría de las actrices en esos filmes están conscientes
de las actividades que están a punto de realizar: desde participar en anales
brutales en posiciones humillantes, hasta ser golpeadas continuamente por
varios hombres. Sin embargo, es justo preguntar: ¿Cómo se llegó a ese punto de
la evolución de la pornografía en que las participantes deben parecer infantes
violadas?
¿Es sólo el dinero, o existen otros elementos detrás de esa
visión y representación trastornada de la realidad?
Hardcore
La violencia en la pornografía no es algo nuevo. A pesar de
que la llegada de Internet haya motivado su constante avance y degeneración, ha
estado en el panorama desde inicios de siglo. El galardonado periodista Stephen
Walker tomó la decisión de seguir el camino de una mujer que trató de entrar a
la industria en el año 2000. Felicity era una madre soltera de 25 años cuyo
interés en el porno nació de su gusto por el sexo y por lo fácil que era ganar
dinero vendiendo su cuerpo para ser filmada. Todo terminó en el momento en que
fue violada por uno de los personajes más controversiales del mundo del porno,
Max Hardcore. Fue manipulada, la llamaron "puta perdedora" y nunca
volvió a pensar en crear un filme para adultos. Si Walker no hubiese detenido
la grabación, Felicity pudo haber sufrido daños mucho más graves que aquellos
que la marcaron esa tarde.
Max Hardcore es conocido como uno de los monstruos más
temibles de la industria. Felicity se había mostrado nerviosa poco antes de la
filmación de su violación, ya que sabía la fama de violencia que tenía el
hombre. Desde que ganó notoriedad en 1992, se especializó en crear filmes con
mujeres que parecieran adolescentes o niñas. Las vestía con ropas infantiles y
las situaba en escenarios enfocados hacia un público pedófilo. En el acto
procedía de forma brutal. Las ahogaba con su pene, les orinaba encima, las
incitaba a vomitar y llorar para hacer más intensa la sesión. En el tiempo que
Max producía sus primeros filmes, era considerado uno de los más extremos de la
industria; sin embargo, hoy sus prácticas son cada vez más comunes.
¿Dónde se acaba el acuerdo?
En el documental de Walker, una actriz de su productora
afirmó que siempre llevará a las actrices «al límite» y que muchas prefieren
mantenerse alejadas de él. Sin embargo, no culpa la violencia de sus filmes
ligándola a su personalidad, sino al público: «[Los consumidores...] quieren
ver a una mujer que parezca una niña pequeña siendo violada». Pero, ¿es eso
cierto?
La industria porno crea material cada vez más enfocado al
hardcore, pero acusa a la audiencia, cuando ellos mismos son los culpables. El
sexo en los filmes se ha tornado más violento porque la industria lleva décadas
distorsionando la visión de la realidad. No sólo los jóvenes están
desarrollando ansiedad por cumplir los estándares ilógicos que presenta la
pornografía –tal como lo reportó el Telegraph–, sino que existe un segmento
erróneamente influenciado por los actos salvajes que se cometen en pantalla.
Las producciones actuales son consecuencia de todos esos años de consumir
material degradante, la novedad (en este caso: acciones aún más violentas) hace
que los usuarios sigan viéndolo y crean que es normal.
Lo que aparece en el documental de Walker –apropiadamente
titulado "Hardcore"– es el mejor ejemplo de lo anterior y de cómo la
industria manipula tanto a sus actrices como a la audiencia. Después de que
Felicity rompe en llanto y abandona la escena posterior a la que Max trata de
ahogarla con su pene, el hombre –similar a un psicópata– se acerca a ella y
trata de convencerla de que tiene una responsabilidad y de que el trabajo tiene
que realizarse, ya que, de lo contrario, no tendrá éxito como actriz en la
industria. Le reafirma con tranquilidad que tiene un contrato y que no puede
ser una "niña perdedora" si quiere lograr ser exitosa. Ella acepta
volver a la escena entre lágrimas, pero Walker detiene la filmación, convencido
de que lo que está presenciando es una violación.
Hace apenas dos años, el joven actor porno James Deen,
también conocido por su estilo rudo y violento, fue acusado de violación por su
exnovia Stoya, junto con otras actrices de la industria. La mujer aseguró que
durante una filmación había pedido que el hombre se detuviera y –a pesar de que
usó su palabra clave (término que daría fin a una sesión por incomodidad de
alguno de los participantes) no se detuvo y nadie en el equipo de producción
paró la filmación. Las demás acusaciones eran de tono similar, pero –aunque su
carrera y reputación estuvo en riesgo– aún continúa siendo uno de los actores
más prolíficos y celebrados de las películas porno. Sus víctimas fueron
ignoradas. Está claro que no son vistas como participantes reales dentro de la
industria. Son sólo objetos y su participación en los filmes las hacen ver
justo así; si no desean actuar, encontrarán a alguien más
Una investigación del Telegraph analizó múltiples asesinatos
brutales que pudieron ser influenciados por el alto consumo de pornografía
hardcore. En su artículo, Joan Smith, asegura que «el pensar que mirar este
tipo de contenido constantemente no puede tener efectos en la mente, desafía el
sentido común». No sólo habrá que preocuparse de que los adolescentes crean que
el sexo es de cierta forma, sino que ahora es posible que adopten ideas
violentas y humillantes hacia las personas del sexo femenino –en especial a
niñas pequeñas–. Esto también afectaría a las mujeres que miran este contenido.
La idea de ser sometidas y golpeadas sin el completo consentimiento puede
crecer dentro de ellas afectando también su percepción del sexo.
Sólo unas cuantas actrices soportan vivir en constante
humillación y aunque existan defensoras como la actriz Nina Hartley, que
asegura que todas las mujeres están conscientes del peligro al que se
enfrentan, la mayoría de ellas calla por miedo a ser desechadas. Que a algunas
personas les guste el sexo hardcore o el BDSM, no significa que alguien tenga
que sufrir de abuso.
El documental "Hardcore" de Stephen Walker es sólo
el viaje de una mujer a través de esa pesadilla que vive en las películas porno
todos los días, sin embargo, sirve como una ventana para mirar la forma en que
alguien puede caer prisionero de un ciclo de violencia y humillación. Cientos
continúan trabajando para una industria que las odia y las desechará si pueden
encontrar a alguien mejor.
Millones de jóvenes y personas alrededor del mundo
distorsionan su versión de la realidad masturbándose constantemente en sus
habitaciones con el dolor silencioso de esas mujeres.
Fuente
https://culturacolectiva.com/adulto/documental-hardcore/
No hay comentarios:
Publicar un comentario