Testimonio de prostitución
La historia de Camila, prostituta en Miraflores: “Cualquiera
que tenga 20 o 30 euros ya se cree superior a ti”
Esta trabajadora brasileña asegura que “todas aquí somos
madres y, si tiran estos edificios, las perjudicadas seremos nosotras y
nuestras familias”. Camila cuenta a DIARIO DE AVISOS su desgarradora historia
en el mundo de la prostitución, en el que comenzó siendo una niña de 14 años
JUAN JESÚS GUTIÉRREZ 29/07/2018 ·
Las mujeres que ejercen la prostitución en la zona de
Miraflores llevan semanas de intranquilidad. Las excavadoras y las grúas están
adueñándose de lo que, en su momento, fue su tranquilo lugar de trabajo. Ahora
miran con recelo todo lo que ocurre, la especulación llega inexorablemente para
echarlas.
Camila [nombre de trabajo de nuestra protagonista], afirma
que “no sabemos lo que va a pasar y nos gustaría que hicieran por nosotras lo
mismo que hicieron en Las Palmas con las compañeras que sacaron de la Isleta.
Todas aquí somos madres y, si tiran estos edificios, las perjudicadas seremos
nosotras y nuestras familias”. Asegura que “el trato con los vecinos es, en la
mayoría de los casos correcto, creo que no nos aceptan pero ya están
acostumbrados a nuestra presencia”.
Camila ejerce la prostitución en la zona de Miraflores y
mira con recelo la llegada de las máquinas que derribarán en breve la manzana
de viviendas en las que trabaja. Fran Pallero
Camila nos cuenta su desgarradora historia en el mundo de la
prostitución, en el que comenzó siendo una niña. “Entre con 14 años y no conozco
otro mundo laboral que no sea este. Empecé por necesidad, hambre, pobreza y
miseria. Soy de Sao Paulo, la ciudad más grande de Brasil, y casi de
Latinoamérica, un lugar donde el rico es asquerosamente rico y el pobre
tremendamente pobre. Nací y me crié en una favela, por lo que conozco todo lo
que conlleva de pobreza, marginalidad, violencia y delincuencia. Estuve cerca
del mundo de la droga, he visto asesinar a varias personas delante de mí y
pensaba que quitar la vida a una persona era normal”.
Camila comenzó entonces a narrarnos cómo entró en este mundo
de la prostitución siendo una adolescente. “Yo entré en la prostitución porque
mi madre enfermó tras morir mi hermano, mi familia no tenía recursos
económicos, mis abuelos eran ya ancianos y mis otros hermanos eran pequeños.
Por tanto, me ví con la responsabilidad de buscar la comida para mi familia.
Fui a pedirle ayuda a un vecino que tenía dinero, y el acepto ayudarme pero
pidió a cambio mi virginidad. Ni siquiera tenía la regla y, por el hambre y la
necesidad, tuve que aceptarlo”.
Tras este inicio, vivió otra traumática experiencia,
trabajar para una madame que la engañó. “Posteriormente, el primer sitio donde
comencé a trabajar fue, siendo menor de edad, en una casa con documentación
falsa que me hizo la dueña. Era la más joven de la casa y todo el dinero que
ganaba, incluso las propinas se lo dejaba la dueña, porque ella me decía que me
lo guardaba. No tenía ninguna experiencia de la vida, y mi sueño era tener una
casa con piscina para mi madre [se le entrecorta la voz y se seca las
lágrimas]. Así trabajé un año y medio y cuando fui a reclamarle mi dinero, la
madame me dio una paliza, me tiro a la calle desnuda, y me amenazó con
contárselo a mi madre y a mis abuelos”. “Fueron años duros, continuó, aprendí a
base de golpes y, por eso, desconfío de la gente, pues he sufrido mucho en la
vida”.
Hace 20 años que Camila llegó a Europa para ejercer la
prostitución de la mano de una mafia de su país. “Tuve que trabajar muchas
horas durante mucho tiempo para pagar la deuda de unos 6.000 euros para que me
devolvieran mi pasaporte. Tienes que trabajar para pagar porque tampoco sabes
si van a hacer algo malo a tu familia que se queda en tu país”.
La brasileña trabaja en la calle Miraflores porque se ha
fijado un turno de día. Sin embargo, cuestionada si es más peligroso trabajar
en la calle o en una casa, aseguró “el peligro está en todos lados. Hay muchas
situaciones de inquietud tanto en la calle como en una casa. Sí un hombre
quiere hacer daño a una mujer basta con tener mala intención, nosotras también
ejercemos un poco de psicólogas y vemos como hay hombres que han tenido un mal
día en el trabajo, no es feliz en su casa, o no le han salido bien las cosas.
Siempre debemos estar alerta, porque no sabes lo que va a pasar, estamos
expuestas a que nos llegue un psicópata”.
INTENTARON ASESINARLA
Llegados a este punto, Camila nos sorprende con una
sorprendente confesión. “Siempre tienes una cierta inseguridad, podríamos
trabajar solas pero si lo hiciéramos no tendríamos ninguna protección. Entre
compañeras aquí en Miraflores nos vigilamos y protegemos y, sí un cliente
quiere propasarse o hacer algo malo, entre todas nos defendemos. No es menos
peligroso una casa que la calle, pues un cliente intentó matarme mientras estaba
trabajando en una casa en la avenida de Las Palmeras, en Finca España. Intentó
ahorcarme y, por suerte, un amigo suyo fue el que me salvó la vida. Se lo
agradeceré siempre”, rememoró.
Nos cuestionamos entonces si el ser humano es malo por
naturaleza o saca su lado más vil al abusar de una mujer. “En ese caso no
estaba borracho ni drogado, era un ser asqueroso. Para muchas personas, las
prostitutas somos lo más bajo de la sociedad, somos mierda, lo peor de lo peor,
pero nadie se ha parado a pensar ni ponerse en nuestras vidas y las
circunstancias que nos han llevado a este trabajo. Cada una de nosotras tiene
su historia”. “Cualquiera que tenga 20 o 30 euros ya se cree superior a tí,
continuó, pues él paga y nosotras tenemos que aceptar, porque una profesional
no puede, en muchos casos, rechazar el servicio. Me han venido hombres
vomitados, meados, sin ducharse -en varios días- y tenemos que aceptarlo
porque, si no has tenido un buen día, no puedes elegir”.
“Yo solo pido un poco de respeto y educación. Muchas veces
saludamos de forma cortés a la gente que pasa a nuestro lado y rara vez nos
devuelven el saludo. La mayoría nos giran la cara, se ríen, nos insultan, nos
miran con desprecio, sobre todo las mujeres”.
Esta brasileña reconoce que le gustaría trabajar en otra
ocupación pero, afirma resignada que “si pudiera hacerlo lo cogería. Me he
planteado dejarlo, y lo he intentado, pero no tuve suerte. Trabajé varios meses
en un restaurante como una burra pero no me pagaron”.
LA REALIDAD NO ES LA QUE SALE EN TELEVISIÓN
Durante la charla, Camila reiteró en varias ocasiones la
distorsión de la realidad por parte de las películas, qué daño hizo Pretty
Woman, y está haciendo los programas actuales de televisión. “Que nosotras
salgamos todos los días a trabajar no significa que volvamos a casa con dinero,
la gente está equivocada. No es habitual tener un día bueno, y menos los que te
permiten no trabajar dos días seguidos. En las películas y los reportajes de
televisión sale habitualmente una prostitución que muchas veces no es acorde a
la realidad. La prostitución de lujo existe, pero en casos muy puntuales. Hay
muchas famosas que dicen que son modelos, presentadoras, actrices… y hacen lo
mismo que nosotras, pues desde el mismo momento que vendes tu cuerpo a cambio
de dinero o caprichos no deja de ser prostitución pero, en ese caso, consentida
por la sociedad. La realidad no es como la pintan, cuando llueve tenemos que
protegernos con paraguas para no mojarnos, y cuando hace sol y calor, buscamos
la sombra con una sombrilla”.
Camila afirmó que “somos las mujeres que más visitamos al
ginecólogo, utilizamos siempre protección y, aunque estamos en el grupo de
riesgo de las personas con venéreas y sexualmente trasmisibles, sin embargo
somos las más limpias. Si abres el bolso de cualquier prostituta siempre
encontrarás condones, y prácticamente ninguna dará un servicio sin usar
condón”, y reprochó a las mujeres que hacen una vida ‘normal’ que no se
protejan en una relación. “Se ha dado cuenta que la ropa que utilizamos nosotras
para trabajar, las mujeres de vida normal salen con ellas de fiesta, o como en
Carnaval muchas mujeres se disfrazan de prostituta porque, en el fondo, todas
quieren sentirse prostitutas por un día”. “Las mujeres que llamamos de vida
normal si salen un día o un fin de semana a una discoteca y ligan con un hombre
podrían llegar a tener relaciones pues se venden, en muchos casos, por una raya
o para que les pagué unas copas”. También reconoció que conoce “algunos casos
puntuales, que trabajan un mes o dos para comprarse un bolso de marca o darse
un viaje, el capricho de una joya, un perfume, un coche para aparentar un nivel
de vida superior. También hay otras que trabajan para pagarse la droga. Pero
también la crisis del país de origen marca la prostitución, pues antiguamente
era muy difícil ver a una venezolana y ahora muchas ofrecen sus servicios”.
CRISIS Y COMPETENCIA
Antiguamente se podía asegurar que en los fines de semana
era “cuanto más se podía ganar en la prostitución” y podías descansar algunos días
durante la semana “pero ahora, con la crisis, y que cada vez somos más chicas
ejerciendo la prostitución, hay que trabajar más días y no sabes si será un día
bueno o malo”. Nos aseguró que fueron “las primeras en notar los efectos de la
crisis porque trabajamos con los hombres y, al final, la puta es un lujo para
el que puede pagarlo. Con la llegada de rumanas y búlgaras se han empeorado las
condiciones de trabajo, pues antiguamente cobramos todas el mismo precio, pero
ellas los bajaron. Esto ha sido muy malo para todas pero, en especial, para
mujeres de más de 50 años”.
Esta brasileña reconoce que se medica para dormir y sufre
psoriasis, y hay otras compañeras que están perdiendo el pelo. “Tengo miedo a
ser rechazada y humillada. Yo cuando estoy en mi casa hago una vida normal.
Allí soy ama de casa, cuido de mis hijos, los llevo al colegio y procuro darles
una vida normal. Sin embargo, soy incapaz de ser una persona social, tengo
miedo de relacionarme, soy desconfiada”.
Por último, reconoció la gran hipocresía de la sociedad.
“Nadie quiere una prostituta en la familia pero no hacen ascos a vivir de su
dinero. Mi madre no sabe que yo ejerzo la prostitución, si lo supiera me
repudiaría, pero ella como mi familia se mantienen el Brasil gracias al dinero
que les envío”, finalizó.
“QUIERO DAR UN FUTURO Y UNA VIDA DIGNA A MIS HIJOS, ESA QUE
NO TUVE YO”
Nuestra protagonista vive en el sur de Tenerife y se
desplaza a trabajar a la capital. Sus dos hijos desconocen a qué se dedica.
“Continúo en la prostitución por necesidad, para que mis dos hijos no pasen
hambre, tengan colegio y una educación. Yo me someto a esta situación para dar
un futuro y una vida digna a mis hijos, esa que a mí me hubiera gustado tener a
su edad”.
Fuente
https://diariodeavisos.elespanol.com/2018/07/camila-prostituta-en-miraflores-cualquiera-que-tenga-20-o-30-euros-ya-se-cree-superior-a-ti/
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