Esta es una noticia de trata de personas pero bien puede
valer como ejemplo de la prostitución si tenemos en cuenta que alrededor del 90%
de las personas en situación de prostitución son víctimas de trata dura y el
resto lo es de trata blanda, inducidas por la familia, un novio, un/a
enganchador o captador, y con base en la vulneración de sus derechos, en la
incontinencia familiar y el abuso sexual (el 75% de las personas en
prostitución dicen haber sido abusadas en la niñez), pobreza, exclusión social.
La prostitución en todas sus formas daña severamente,
desintegra a la persona, mata.
Alberto B Ilieff
Testimonio de prostitución
Prostitución bajo amenaza de muerte
La pobreza y la búsqueda de una vida mejor es utilizada por
mafias para obligar a mujeres a prestar servicios sexuales
F. Guijarro 19.08.2018 |
El único centro de acogida para víctimas de trata de las
islas
El Casal Petit de las Hermanas Oblatas gestiona el único
centro de acogida para víctimas de trata en las islas (es del Govern), que
también utilizan otras mujeres en situación de prostitución. Son dos pisos, con
capacidad para un total de cinco personas, y que nace de un acuerdo con Policía
Nacional y Guardia Civil, que las envían allí cuando alguna mujer denuncia una
de esas situaciones o tras una redada, si lo desea. Pero no es el único
servicio que esta organización presta: ayuda en la tramitación de papeles, ofrece
orientación laboral y colabora en la búsqueda de una vivienda. Además, da apoyo
psicológico a personas con la autoestima dañada.
Víctimas de trata. "Hay pocas experiencias tan
dramáticas como las que viven las mujeres que son víctima de trata",
afirma el responsable de una de las
organizaciones que atienden a mujeres en situación de prostitución, entre las
que se encuentra el Casal Petit, que cada año da servicio a unas 250 personas
en la isla. Entre ellas se encuentra María, residente en Mallorca y madre de
tres hijos.
Amenazas de muerte hacia ellas o sus familias, agresiones y
humillaciones forman parte del recorrido realizado por las mujeres en situación
de prostitución que han sido objeto de trata. En el camino dejan buena parte de
su autoestima y heridas que no se ven sobre la piel. Algunas de ellas son
atendidas en Mallorca por el Casal Petit de las Hermanas Oblatas, entre las que
se encuentra María.
La historia de esta mujer latinoamericana tiene en sus
orígenes un factor que es prácticamente constante entre las personas afectadas
por estas situaciones: la pobreza. Madre de dos hijos y sin pareja, con un
trabajo de secretaria que no era suficiente para sacar adelante a su familia y
que les obligaba a vivir con su madre o con su abuela en barrios humildes, un
día se cruzó con una antigua amiga que "iba en un cochazo". "Lo
primero que pensé es que se había casado con un narco". Pero el lujo en el
que vivía procedía del ejercicio de la prostitución en Japón. Ella fue la que
la puso en contacto en un hotel con un japonés que hizo la primera oferta para
trasladarse a ese país, que en un principio rechazó. Más tarde llegó una nueva
reunión con una mujer que también había trabajado durante años en ese país
oriental y que le cobró un millón de pesos colombianos solo por ponerla en
contacto por personas que debían de ayudarla a realizar ese viaje. María no
oculta que era consciente de que la oferta era para ejercer la prostitución,
pero se la presentaban como "algo muy fácil por el carácter de los japoneses
y en lo que se podía ganar mucho dinero".
La organización con la que se relacionó le pagó el billete
de avión hasta Londres, para desde allí partir hacia Tokio, donde la policía
japonesa no la permitió entrar en el país, obligada a volver a Inglaterra donde
permaneció 15 días. Para poder mantenerse durante este tiempo, fue en Londres
donde ejerció la prostitución por primera vez. Regresó a su país para desde
allí hacer un nuevo intento para entrar en Japón, pasando previamente por Nueva
York y Corea. Esta vez lo consiguió. El año era 1993.
Un laberinto sin salida
Una vez allí, pasó a manos de una mujer a la que debía
entregar cada día 250 yenes para saldar una deuda de 60.000 dólares y que en
lugar de hacerlo en algún local, la puso a ejercer en la calle. Al verse en esa
situación, admite que se pasó la primera noche llorando y que rogó que la
dejaran volver
"La respuesta que recibí es que podía coger mi
pasaporte y mi dinero e irme, pero inmediatamente después con la advertencia de
que si me marchaba no iba a salir viva del aeropuerto de mi país".
Ahí se inició una etapa de meses en la que se la obligaba a
trabajar cada día y en la que durante los fines de semana debía atender a
trabajadores extranjeros que pagaban menos pero que apenas permanecían con ella
poco más de 10 minutos. Si un japonés le abonaba 250 o 300 yenes, estos
migrantes solo pagaban entre 100 y 150, pero con una enorme rotación.
Llegó a enfermar por este exceso de trabajo y comenzó a
consumir drogas. "Me volví agresiva y tenía problemas con todos",
lamenta.
Hasta que un día decidió que ya había saldado su deuda de
60.000 euros y escapó de la mujer para la que trabajaba. La reacción de ésta
fue vender esa deuda pendiente a la mafia japonesa. "Me encontraron, me
sacaron de madrugada de la casa en la que estaba" y la obligaron a hacer
una gira por tres ciudades, trabajando 10 días en cada una. Allí aprendió una
nueva forma de ejercer en Japón. Debía actuar en 'teatros' con público donde
hacía un baile. Luego los asistentes se jugaban quién subía al escenario con
ella, donde practicaban sexo a la vista de todos y la tradición hacía que luego
el hombre se sacara el preservativo para demostrar que había eyaculado, entre
aplausos del público. Después debía de atender a los asistentes que lo deseaban
en pequeñas salas, con una relación que duraba muy poco tiempo en cada caso.
Durante esas semanas, la mafia japonesa se quedaba con la mitad de las
ganancias que generaba, y permitía que la otra mitad se la enviará a su madre.
Al dar por saldada su deuda, le organizaron una fiesta.
Ella se quedó a vivir en Japón con el novio que había
conocido allí, pero las actividades de este último hicieron que la policía les
detuviera y la devolviera a su país, cerrando una etapa de tres años en
Oriente.
Entonces decidió viajar a España, de nuevo para ejercer la
prostitución, y permaneció en un hotel de carretera durante un mes, con una
notable diferencia con la clientela japonesa, porque "en España muchos
querían hacerlo sin preservativo y sin lavarse".
En esa etapa sucede una de las situaciones más dramáticas
que ha vivido. Se quedó embarazada de un cliente (no sabe de cuál, porque a uno
se le rompió el preservativo y a otro se le enrollo en su interior al sacarlo y
se derramó el semen). Cuando pretendía abortar en España, fue detenida y
deportada, y al llegar a su país lo intentó de nuevo pero le dijeron que el
feto ya estaba demasiado desarrollado. Es al llegar a este punto cuando algo se
rompe en María y empieza a llorar, porque quiso desprenderse "de lo mejor
que he hecho en mi vida", su hija. "Ella conoce toda esta
historia", afirma entre lágrimas.
De nuevo hizo las maletas y viajó a Europa, esta vez con su
hijo mayor y su hija pequeña (el mediano no quiso abandonar su país). Tras una
peripecia en Suiza, volvió a España en noviembre de 2000, para instalarse en
Barcelona. Allí trabajó un tiempo en un mercado, pero no conseguía ingresos
suficientes para mantener a sus hijos y volvió a la prostitución. "Llega
un momento en el que piensas que no sirves para otra cosa. En esas fechas tenía
que haber parado, pero no lo hice", señala con lágrimas.
Barcelona la asusta para vivir con sus hijos y viajó a
Mallorca, donde ha criado a dos de ellos. Ha trabajado en el club Globo Rojo y
en un chalé de la calle Hiroshima, entre otros lugares. Más de tres lustros
después de llegar a la isla, sigue en situación de prostitución, y con el
dinero que gana ayuda a su segundo hijo, que terminó viviendo en EE UU donde se
le detectó un cáncer, al que envía 800 dólares cada mes porque allí la sanidad
es muy cara. "La vida no me deja respirar". Durante esos 17 años,
solo ha encontrado algún empleo precario, "y de algo tenemos que vivir",
concluye.
Fuente
https://www.diariodemallorca.es/mallorca/2018/08/19/prostitucion-amenaza-muerte/1340227.html
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