El drama de una
exiliada venezolana forzada a trabajar en webcams porno en Colombia
La migración masiva de ciudadanos que huyen del régimen de
Nicolás Maduro fortaleció a redes de trata de personas, que bajo engaños y
falsas promesas, los obligan a ejercer la prostitución, filmar material
pornográfico o vender droga
Por Adriana Chica García
24 de noviembre de 2018
El 75% de los casos de trata de personas registrados en
Bogotá desde 2016 involucran a venezolanos.
Cuando Alexandra salió de su natal Maracaibo, nunca pensó
que un día preferiría regresar, pese al hambre. Y es que en ese momento no
imaginaba que sería una de las migrantes venezolanas en caer en manos de la
explotación sexual, cuyas redes se han ampliado aprovechándose de la crisis
humanitaria del vecino país. En una semana, las autoridades colombianas
desmantelaron tres de estas bandas que comerciaban con el cuerpo ajeno. Una de
ellas fue la que la explotó por dos meses.
"Tengo hermanos pequeños que estaban comiendo una vez
al día. Así que los dos mayores decidimos buscar dinero en otro lado",
contó Alexandra, de 22 años, que prefirió no dar su nombre real por seguridad.
Así decidió aventurarse con Jonathan, de 27, a cruzar la frontera y llegar a La
Guajira. Se instalaron en Maicao con una mano adelante y la otra atrás, pero
con el ánimo de encontrar por lo menos una oportunidad.
Durante unas semanas pidieron limosnas en las calles de
Riohacha, la capital guajira, para reunir lo suficiente para llegar a Bogotá,
donde unos conocidos los esperaban ya con trabajo. "Nada estable, pero
ellos sabían cómo moverse allá", comentó. Pero su destino cambió con otra
recomendación y se fueron hasta Barranquilla, donde él trabajaba en un
restaurante informal y ella siguió con la venta de dulces.
Así, sin poder llegar a la capital, se cumplieron los seis
meses de estadía permitidos por el gobierno. "En esa situación no podíamos
irnos a Bogotá. Decidimos quedarnos hasta que mi hermano fue detenido. Él era
el que llevaba la mayor parte del dinero a la casa, casi que quedé en la
calle", contó Alexandra. En busca de una actividad más estable que la
venta de dulces, llegó a las manos equivocadas.
"Una venezolana que conocí por el barrio me dijo que le
habían contado de una casa donde daban una pieza y comida a cambio de estar
desnuda frente a una cámara. Ella no trabajó en eso, pero me dijo que solo era
desnudarse, nada grave", siguió. Alexandra llamó a un número y acordó una
cita. En el lugar, le ofrecieron conseguirle una cédula y le explicaron que con
el trabajo pagaba el alojamiento y la alimentación, y tendría algo más.
La casa tenía pequeños cubículos con un computador y objetos
sexuales que debía usar durante las sesiones. "Había unos que nunca había
visto, otros compañeros me enseñaron a usarlos (…) No me gustaba, todavía
siento vergüenza, pero necesitaba comer y mandar a mi casa", contó. Nunca
pudo mandar. A los pocos días se dio cuenta que no los dejaban salir del lugar,
y entonces conoció las verdaderas condiciones.
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Dormían arrumados en pequeñas habitaciones unos 30
venezolanos, hombres, mujeres y transexuales; de acuerdo a la Policía de
Barranquilla. Cumplían horarios de ocho horas de trabajo. Cada mes les pagaban
64,5 dólares, aunque el administrador recaudaba hasta 4.840 dólares. De ese dinero
debían sacar para pagar la estadía y las tres comidas que les suministraban
(5,4 dólares diarios). Y pronto le pidieron tener sexo con otro compañero
frente a las cámaras.
"Una se siente sucia, sabía que tenía que salir de
ahí", confesó Alexandra. Pero eso solo sucedió dos meses después de su
llegada cuando la Policía desmanteló, en dos días, unas casas en el barrio Los
Andes cuyos propietarios explotaban sexualmente a migrantes a través de la
modalidad webcam. Unos 60 venezolanos fueron encontrados. Dos falsos religiosos
fueron capturados.
Los dos hombres habían ofrecido un tentador contrato que les
incluía estadía y alimentación, incluso una cédula para pasar de legales en el
país. Y solo debían satisfacer los deseos sexuales más perversos de clientes al
otro lado de la pantalla. Pero en vez de eso los encerraron y les pagaron mucho
menos de lo acordado.
En las casas allanadas fueron encontrados varios
computadores con videos y páginas donde montaban los actos sexuales que eran
comprados por consumidores de pornografía.
En las casas allanadas fueron encontrados varios
computadores con videos y páginas donde montaban los actos sexuales que eran
comprados por consumidores de pornografía.
Fue tal como suelen hacer las redes de trata de personas
-que no solo es para la explotación sexual, sino también laboral, matrimonio
servil, mendicidad-: ofrecen unos beneficios atractivos que al final no
cumplen; como explica la Organización Internacional para las Migraciones (OMI).
Y que se han fortalecido en Colombia a la medida que aumenta el número de
migrantes de Venezuela, que ya son más de 1.032.000, según cifras de Acnur y la
OMI.
Muestra de ellos son los casos que han sido descubiertos por
las autoridades. A los dos de Barranquilla les antecedió uno en Cúcuta (zona
fronteriza), donde la Seccional de Investigación Criminal de la Policía y la
Fiscalía desmantelaron una red que reclutaba venezolanos bajo la promesa de
trabajar en una finca cafetera en Quindío, pero que al llegar eran obligados a
convertirse en expendedores de droga.
Confinados en una casa ubicada en Armenia, capital del
departamento, fueron encontrados 20 extranjeros que fueron trasladados ahí en
busetas, y que estaban obligados a pagar a los delincuentes 200 dólares por los
gastos que les representaron. Además, eran sometidos a maltratos físicos y a
trabajo forzado bajo amenaza. De acuerdo con las autoridades, la organización
criminal ya había asesinado y desaparecido a varios ciudadanos venezolanos.
La trata de personas no es solamente por fines de
explotación sexual, sino también para matrimonio servil o esclavitud laboral.
La trata de personas no es solamente por fines de
explotación sexual, sino también para matrimonio servil o esclavitud laboral.
"Los criminales se aprovechan haciendo ofertas
engañosas y les ofrecen a sus presas una condición de trabajo distinta a la que
se concreta, además les impiden la movilidad y les suprimen sus documentos
personales para tenerlos condicionados a una relación de dependencia",
explicó a InSight Crime Lilian Aya, consultora del área de trata de personas de
la OIM.
Este es el crimen internacional considerado como una forma
de esclavitud moderna, y que es el tercer negocio más rentable del mundo, según
la OIM. Entre el año 2014 y mayo de 2018 han sido asistidas 243 posibles
víctimas de trata de personas en el país, según un informe de la Defensoría del
Pueblo; principalmente en casos de explotación sexual, laboral y matrimonio
servil. Y el 83% fueron mujeres.
Para las autoridades, sin embargo, la cifra podría aumentar
por la falta de denuncia por miedo o vergüenza, y por las víctimas a las que no
se logra recuperar. Mucho más complicado aún es conocer el estado de los
migrantes venezolanos. Solo en Bogotá, desde 2016 a la fecha, se han atendido
93 casos de trata, según datos de la Alcaldía Distrital. Y de ese total, el 75%
son de nacionalidad venezolana.
"La condición de vulnerabilidad de los venezolanos
aumenta debido a la situación de extrema precariedad económica que motiva la
migración masiva, y los convierte en presa fácil de los grupos criminales
dedicados a la trata de personas", aseguró Insight Crime.
La situación ha cambiado incluso las estrategias de
reclutamiento. Antes las redes estaban en las zonas más vulnerables, ahora solo
van a las fronteras o a las zonas de migrantes en las ciudades. Por eso, el
Gobierno colombiano ha aumentado los operativos para frustrar estas
organizaciones criminales y han lanzado campañas de prevención para que las
personas no caigan en ellas.
Fuente
https://www.infobae.com/america/colombia/2018/11/24/el-drama-de-una-exiliada-venezolana-forzada-a-trabajar-en-webcams-porno-en-colombia/
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