Cuando la Iglesia
apoyó firmemente la apertura de un gran número de prostíbulos durante el
declive de la Edad Media
Alfred López
Yahoo Noticias15 de noviembre de 2017
Uno de los periodos de la Historia en el que la prostitución
tuvo más auge y apoyo institucional en la Península Ibérica fue en el conocido
como ‘Baja Edad Media’, a principios del siglo XIV.
Hasta entonces el ejercicio del meretricio se había limitado
generalmente a mujeres que lo ejercían en calles o tabernas de forma aislada,
por su cuenta y sin control sanitario alguno y con las autoridades
manteniéndose al margen de tal actividad (cuando se había detenido alguna
prostituta había sido por algún escándalo o trifurca pero no por el ejercer
dicho oficio).
Pero llegó un momento en el que desde las instituciones
políticas (monarquía y señores feudales), militares y religiosas se decidió
regular tales prácticas con el fin de modernizar la sociedad, tener vigiladas a
todas las meretrices y apartar a estas del resto de ‘doncellas honradas’, por
lo que un modo de mantener ese control era teniéndolas controladas en
prostíbulos.
Eran conscientes de que la prosperidad de las poblaciones
más importantes estaban estrechamente relacionadas con su comercio y que muchos
eran los importantes hombres de negocios que se trasladaban de una ciudad a
otra para cerrar sus tratos, aprovechando dicho viaje para divertirse con las
rameras autóctonas. Proporcionarles un lugar seguro donde acudir a desfogarse
los mantendría más seguros de robos y peleas de taberna (que en numerosas
ocasiones acababan con el cliente muerto).
Fue durante el reinado de Jaime II cuando se puso más empeño
en que en las principales capitales de la Corona de Aragón (Zaragoza,
Barcelona, Valencia y Mallorca) dispusieran de mancebías en las que tener, de
forma controlada, a todas las prostitutas de cada población.
Lo curioso del caso es que una de las instituciones que más
apoyó (y más empeño puso para que así fuese) fue la Iglesia Católica. Desde los
púlpitos se había estado criticando ferozmente dichas prácticas pero a la hora
de regular la prostitución decidieron apoyar el proyecto del rey Jaime II.
Ello fue debido a una famosa alegoría defendida por San
Agustín en el siglo V en la que comparaba a las prostitutas con las cloacas,
pero no en un tono despectivo sino por la utilidad que ambas cosas tenían para
la sociedad. El religioso ponía como ejemplo que si desaparecían las cloacas de
un palacio este se llenaría de hedor y que lo mismo ocurriría si no había
prostitutas pues, según San Agustín, la sociedad se llenaría de sodomitas.
Otro de los motivos fundamentales era tener establecimientos
donde pudiesen acudir los soldados y demás miembros de los ejércitos (en una
época en la que las guerras y batallas eran continuas) y los que desfogarse de
sus largas estancias en el frente.
De todas las capitales de la Corona de Aragón, la ciudad
amurallada de Valencia fue donde se ubicaron el mayor número de mancebías y la
mayor cantidad de prostitutas.
Un barrio compuesto por cuatro calles en las que, uno al
lado de otro, se albergaban hasta una quincena de edificios en los que más de
un centenar de mujeres ejercían la prostitución de manera controlada. Con esta
medida los delitos sexuales descendieron, debido a que muchas agresiones que
hasta entonces se habían cometido por parte de jóvenes, soldados o borrachos
con ganas de sexo hacia cualquier doncella habían bajado gracias a la facilidad
de poder acudir a una de estas mancebías.
Y es que durante tres siglos Valencia se convirtió en la
capital europea de la prostitución (muchos la calificaron como el ‘burdel más
grande e importante de Europa’) y donde las rameras tenían unas tarifas que
doblaban a las de las prostitutas de otras poblaciones.
Dentro del control que ejercían las autoridades estaba las
revisiones periódicas por parte de médicos, con el fin de evitar enfermedades
venéreas (que por aquella época eran frecuentes y en muchos casos mortales).
Pero también el controlar que no se mezclaran prostitutas y clientes de
diferentes religiones. Por ejemplo, las rameras cristianas no podían atender
clientes musulmanes o judíos y a la inversa con las de esas confesiones
religiosas. A pesar de ello, hay constancia de numerosas denuncias en las que
se saltaba con frecuencia dicha prohibición.
Fuente
https://es-us.noticias.yahoo.com/cuando-la-iglesia-apoyo-firmemente-la-apertura-de-un-gran-numero-de-prostibulos-durante-el-declive-de-la-edad-media-130342771.html?hl=1&noRedirect=1
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