lunes, 20 de enero de 2014

Mujeres de confort 1

Mujeres de confort


La existencia de las comfort woman (mujeres de confort o de solaz) no es conocido.
Seguramente los motivos son varios, comenzando por la naturalización que proporciona el patriarcado al determinar que debe haber mujeres destinadas a la satisfacción sexual del hombre que así lo desee, quizá el silencio también se deba a que son considerados daños colaterales de las guerras, y también porque las víctimas provenían de los sectores  más pobres y vulnerados de la población. Lo cierto es que muy tardíamente y gracias a los testimonios de algunas sobrevivientes pudo conocerse la atrocidad cometida.
Este trabajo es fruto de la recopilación de algún material que se halla a disposición pública en internet.

Alberto B Ilieff



Las mujeres confort también nos muestran que en situaciones de guerra las mujeres son víctimas no solamente de los ataques con armas sobre la población civil. También lo son de una violencia específica, el secuestro, violación, prostitución de las niñas y mujeres de los pueblos invadidos usados para dañar gravemente la moral del que se pretende doblegar, destruir  las comunidades,  y como botín de guerra. Al mismo tiempo  sirve para que la soldadesca descargue la violencia contenida. Sucedió en la segunda guerra mundial, y también en cada una de las que siguieron y actualmente están siendo ejecutadas.

Esta situación no nos es ajena, no es algo que solamente sucede en campos de batalla alejados de nuestras ciudades. La violencia contra la mujer no está limitada a un tiempo y espacio  determinados, sino que es algo presente en todo momento y en todo el mundo. Hoy podemos hablar de la trata de personas con fines sexuales y estaremos hablando del mismo procedimiento llevado adelante por los japoneses: secuestro, promesas laborales engañosas, violación, sometimiento y prostitución. La única diferencia es que quienes concurren a los prostíbulos no son soldados en guerra sino simples ciudadanos. Ni siquiera en la paga y en los turnos hay diferencias.

Tampoco el desinterés por las víctimas es distinto, son conocidos los casos en que ellas han pedido auxilio al prostituidor-cliente ocasional y este lo ha desoído o incluso lo ha  dicho al proxeneta.

 
mujeres de confort.Fuente kpop-argentina.com.ar


Los hechos que fueron organizados y sostenidos por el gobierno imperial japonés durante la segunda guerra mundial recién están siendo conocidos. La mayoría de las víctimas ya han muerto sin recibir ningún reconocimiento simbólico ni monetario, muchas de ellas en la mayor pobreza, condenadas a la prostitución o la mendicidad y rechazadas por las comunidades.

A tal punto estos delitos estaban organizados desde el mismo gobierno que un informe de la Oficina de Guerra de Estados Unidos  dejó en claro que estaban puntualizados el tiempo permitido, el precio,  así como los días que correspondían a cada unidad del ejército:
 Soldados. Horario: 10:00-17:00 Precio: ¥ 1,50 Tiempo: 20 a 30 minutos
1.       Suboficiales. Horario: 17:00-21:00 Precio: ¥ 3,00 Tiempo: 30 a 40 minutos
2.      Oficiales. Horario: 21:00-24:00 Precio: ¥ 5,00 Tiempo: 30 a 40 minutos

Turnos para las distintas unidades del ejército:
·         Domingo – Infantería
·         Lunes – Caballería
·         Martes – Ingenieros
·         Miércoles – Día de descanso semanal y un examen físico.
·         Jueves – Los médicos
·         Viernes – Artillería
·         Sábado – Transporte  -5-

Las estaciones o centros de solaz  fueron divididos en tres categorías:
·         Los dirigidos por el ejército y exclusivos para militares o agregados al ejército.
·         Los administrados por operadores privados, bajo reglamento, supervisión y control del ejército también para militares y agregados exclusivamente.
·         Los burdeles privados tomados por el ejército y designados como estaciones de solaz que podían ser usados tanto por soldados como por civiles.

Para estos efectos eran usados los edificios conquistados o barracas improvisadas al efecto. Las habitaciones eran estrechas con espacio solo para una cama.


Según el Estatuto de Roma estos actos constituirían delitos de lesa humanidad por haber sido organizados desde el estado mismo.  Este documento dice:
1.         A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por "crimen de lesa humanidad" cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque:
c)         Esclavitud;
g)         Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable;
…….
c) Por "esclavitud" se entenderá el ejercicio de los atributos del derecho de propiedad sobre una persona, o de algunos de ellos, incluido el ejercicio de esos atributos en el tráfico de personas, en particular mujeres y niños; -1-



Debemos volver años atrás, desde  principios del siglo 20 llegando hasta 1945, cuando el imperio japonés fue derrotado.  Hablamos del tiempo que cubre la guerra sino-japonesa y la segunda guerra mundial. Durante  él Japón cometió crímenes de guerra tales que hicieron que se les llamara Holocausto asiático. Las matanzas y otros crímenes fueron cometidos contra varios millones de civiles y prisioneros de guerra.

Desde fines del siglo 19 Japón, al igual que las otras potencias, buscó desarrollar un imperio usando el poder bélico para lograrlo.

El nacionalismo Japonés se vio impulsado por la religión sintoísta, la que fue adoptada como religión oficial en 1890, la que consideraba al emperador como un ser divino, por lo que se le debía obediencia absoluta a su persona y a quienes lo representaran.

La violencia y el miedo se convirtieron en usos comunes. Un error o lo que se interpretaba como insuficiente devoción al Emperador implicaba fuertes castigos, incluso físicos. Los oficiales agredían a sus subordinados, y estos a quienes les seguían de manera descendente en la escala jerárquica, hasta llegar a los prisioneros quienes recibían el peor maltrato. Si colocamos  en este contexto a las  mujeres, de por sí subordinadas a los hombres, y en especial a las obligadas a prostituirse, podemos imaginar algo del trato que recibían por parte de los soldados.

El historiador Chalmers Johnson dice:

“...tratar de establecer cuál de los dos agresores del Eje, Alemania o Japón, fue el más brutal hacia los pueblos que persiguió no tendría sentido. Los alemanes mataron a 6 millones de judíos y 20 millones de rusos [sic, por soviéticos]; los japoneses masacraron a 30 millones de filipinos, malayos, vietnamitas, camboyanos, indonesios y birmanos y, al menos, a 23 millones de etnia china. Ambas naciones saquearon los países que conquistaron a una escala monumental, aunque Japón robó más durante un periodo más largo que los nazis. Ambos conquistadores esclavizaron a millones y los explotaron como mano de obra forzada —y, en el caso de los japoneses, como esclavas sexuales para las tropas en la línea de combate. En el caso de ser prisionero de guerra de los nazis procedente del Reino UnidoEstados UnidosAustralia, Nueva Zelandia o Canadá (pero no Rusia), se enfrentaban a una tasa de mortalidad del 4%; [en comparación] la tasa de mortalidad para los prisioneros de guerra aliados detenidos por los japoneses era de casi el 30%.”  (extraído de “Crímenes de guerra del Imperio del Japón”  -2-)

 
mujeres de confort. Fuente kpop-argentina.com.ar















Se llamó "mujeres de confort o solaz"  a aquellas que fueron forzadas a la esclavitud sexual por los militares japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.

No es posible establecer una cantidad, calculándose aproximadamente que podían haber sido unas 200mil las mujeres sometidas. Estas provenían de Corea, China mayoritariamente, siguiendo luego de Japón, Filipina, Tailandia, Vietnam, Malasia, Taiwán, Indonesia.

Los burdeles establecidos para los soldados eran eufemísticamente llamados “estaciones de confort” o  “centros de solaz” y se localizaron en Malasia, Tailandia, Birmania, Nueva Guinea, Hong Kong, Macao y la que fue Indochina Francesa. Algunos fueron administrados de manera privada, otros supervisados o directamente administrados por el ejército japonés.

El procedimiento usado para captar a las mujeres jóvenes  variaba desde el engaño con falsas promesas de trabajo, a ser retenidas a punta de pistola, ser violadas y luego llevadas a los prostíbulos.

A medida que la guerra avanzaba y desde Japón ya no se podía mandar mujeres, se exigía a los pobladores locales que se las suministrase o directamente se procedía al secuestro y violación.

La denominación “confort o solaz” –según como se traduzca-  nos remite inmediatamente a la pregunta ¿confort para quién? Y la respuesta es obvia. En el sistema patriarcal el hombre, rey de la creación, debe tener sus deseos satisfechos y para esto están las mujeres. Podemos establecer una gradación desde las modalidades en tiempos de paz, como es la comúnmente llamada prostitución, la que es un claro acto de violencia apenas disimulado por la paga (sin olvidar que la mayoría de las mujeres que se hallan en situación de prostitución son víctimas de trata de personas), siguiendo por las violaciones y terminando en estos actos de violencia que aquí estamos tratando.

La palabra confort misma revela que aquello que lo proporciona es un objeto, no tiene existencia propia más allá que la de cumplir con esa finalidad, por lo que también es descartable.
Quien busca su satisfacción se preocupa únicamente en que el objeto cumpla con ese cometido, esto aparece claramente dicho por un soldado que frecuentó estos lugares:

...las mujeres gritaban, pero no nos importaba si las mujeres vivían o morían. Éramos los soldados del Emperador. En burdeles militares o en aldeas, violábamos sin renuencia”

Al mismo tiempo, tal como también sucede ahora, las estaciones de confort eran usadas como forma de control de la soldadesca, se debía llenar sus momentos vacíos y proveerles distracción para evitar amotinamientos. Recordemos el uso de las drogas entre los soldados en  situaciones de guerra.

También como en otros casos, la mujer aparece como botín de guerra y como modo de destruir la moral del pueblo invadido al ver como sus esposas o hijas son violadas, prostituidas.

Aproximadamente tres cuartas partes de estas mujeres murieron, y la mayoría de las sobrevivientes  quedaron estériles debido al trauma sexual o a enfermedades de transmisión sexual, las secuelas físicas como psicológicas fueron gravísimas.  Las palizas y la tortura física eran cosa común.

Aunque el reglamento estipulaba el uso del condón, la mayoría de las mujeres se contagiaron de enfermedades venéreas. Los médicos las controlaban para evitar la propagación de estas enfermedades a los combatientes, pero no se interesaban en la salud de ellas ni en las heridas, golpes, quemaduras por cigarrillos que les eran producidas. Sumado a esto a las coreanas se les prohibía hablar su lengua materna.

También las consecuencias sociales fueron de gran importancia, tengamos presente que la existencia de estas mujeres fue ocultada, que no se les prestó especial atención ni siquiera luego de la guerra. Al no ser consideradas víctimas por la población, el estigma y el rechazo fue muy fuerte. Por este motivo tampoco fueron aceptadas en sus poblados de origen o sus familias. Para poder subsistir tuvieron que dedicarse a la prostitución.

Cuando Japón fue derrotado en 1.945 las mujeres fueron abandonadas sin siquiera avisarles del resultado de la guerra, en algunos casos fueron forzadas a suicidarse o las mataron.

La existencia de las mujeres de confort no fue reconocida, el tema estuvo oculto durante muchos años hasta que en 1.991 la coreana Kim Hak-Soon, de 63 años, se atrevió a hacerlo público. Esta demora se debió a que esperó la muerte de sus familiares para evitarles la vergüenza.
A partir de esto diversos estudios y un informe de la Oficina de Guerra de Estados Unidos, confirmaron los hechos como una política sostenida y no algo circunstancial.

Kim hace el siguiente relato:
Tenía 14 años cuando me vi arrastrada a la fuerza a la esclavitud sexual por el ejército japonés. Dijeron que me contratarían como operaria de fábrica, pero en vez de eso nos llevaron a muchas hasta Taiwán, Hong Kong, China, Malasia e Indonesia. Yo estaba con la comandancia del ejército, así que prácticamente fui a todas partes con ellos.

No tengo palabras para describir lo que me hacían los soldados todos los sábados, desde el mediodía hasta las cinco de la tarde; y los domingos, de ocho de la mañana a ocho de la tarde. Al final del día no podía ni incorporarme. Tras ocho años de suplicio me pusieron a trabajar en un hospital del ejército. Su intención era ocultar cualquier prueba sobre las “confort women”.

Ni siquiera me enteré de que la guerra había terminado. Cuando volví a casa tenía 22 años. ¿Cómo iba a contarle a nadie lo que me había sucedido? Mis padres no dejaban de decirme que me casara, pero no podía. Al final tuve que decirles la verdad. Al principio no me creyeron, y después dijeron que, al menos, había sido afortunada por sobrevivir a todo aquello.” -3-

Un  periodista y fotógrafo estadounidense de apellido Ahn, de familia coreana, desde 1.996 hizo su propia investigación, viajando a China en 2.001 donde conoció a 13 mujeres sobrevivientes.
El encuentro no fue fácil porque ellas sentían una profunda vergüenza por lo que les habían hecho, incluso por falta de otras posibilidades, seguían viviendo, gracias a la ayuda de los vecinos, en el lugar dónde fueron conducidas por los japoneses.

 
fuente  blog.20minutos.es


El siguiente párrafo extraído del artículo “Mujeres de confort” de wikipedia describe parte del horror:

Diez mujeres holandesas fueron sacadas por la fuerza de los campos de prisioneros en Java por oficiales del Ejército Imperial Japonés para convertirlas en esclavas sexuales forzadas en febrero del año 1944. Ellas fueron sistemáticamente golpeadas y violadas día y noche en uno de los llamados "centros de solaz". Como víctima del incidente, en el año 1990, Jan Ruff-O'Herne testificó ante un comité de la Casa de Representantes de EE.UU.: "Muchas historias se han relatado acerca de los horrores, crueldades, sufrimientos y el hambre de las mujeres holandesas en los campos de prisioneros japoneses. Pero una historia nunca fue contada; la historia más vergonzosa de los peores abusos de los derechos humanos cometidos por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial: La historia de las mujeres de solaz, la ianfu jugun, y cómo estas mujeres fueron capturadas por la fuerza y en contra de su voluntad, a prestar servicios sexuales para el Ejército Imperial Japonés. En el llamado centro de solaz, yo fui golpeada y violada sistemáticamente día y noche. Incluso el médico japonés me violaba cada vez que visitaba el burdel para examinarnos de enfermedades venéreas."
En su primera mañana en el burdel, fotografías de Jan Ruff-O'Herne y de las demás, se colocaron en una terraza que fue utilizada como un área de recepción para el personal japonés que las elegían a partir de estas fotografías. Durante los siguientes cuatro meses, las niñas fueron violadas y golpeadas día y noche, con lo que quedaban embarazadas y forzadas a abortar. Después de cuatro meses terribles, las niñas fueron trasladadas a un campamento en Bogor en Java Occidental, donde se reunieron con sus familias. Este campamento fue exclusivamente para mujeres que habían sido puestas en burdeles militares y los japoneses advirtieron a las reclusas que, si alguien relataba lo que les había sucedida a ellas, estas y sus familiares serían asesinados. Varios meses más tarde, las O'Herne fueron trasladadas a un campamento en Batavia, que fue liberado el 15 de agosto del año 1945.
…..Las víctimas de Timor Oriental testificaron que fueron forzadas a la esclavitud, aún cuando no tenían edad suficiente para haber comenzado a menstruar. Los testimomios en el Tribunal Estatal refleja que estas niñas pre-púberes fueron violadas repetidamente por soldados japoneses, mientras que las que se negaron a cumplir fueron ejecutadas.” -4-

No hay dudas que fue el gobierno japonés quien organizó y sostuvo esta forma de prostitución.  En 1992, el historiador Yoshiaki Yoshimi publicó un trabajo basado en su investigación en archivos del Instituto Nacional de Estudios de Defensa en Japón. Yoshimi sostiene que existió una relación directa entre las instituciones imperiales, tales como la Kôa-in y las "estaciones de confort"…… El 7 de abril de 2007, Yoshimi y otro historiador, Hirofumi Hayashi, anunciaron el descubrimiento en los archivos del Tribunal de Tokio, documentos oficiales que sugieren que las fuerzas imperiales, tales como la Tokeitai (policía secreta naval), coercionaban directamente a mujeres para trabajar en burdeles en la línea de batalla en China, Indochina e Indonesia. Estos documentos fueron hechos públicos inicialmente en el juicio por crímenes de guerra. En uno de ellos, un Teniente es citado al confesar haber organizado un burdel y haberlo usado él mismo. Otro fuente menciona que miembros del Tokeitai arrestaban mujeres en las calles y, tras realizarles exámenes médicos obligados, las ponían en burdeles.” -4-

Testimonio:
“Ha Koonja: Tenía sólo 17 años cuando llegó a aquel lugar en China traída en barco desde Corea. Llegó a una zona llena de casas donde habría más de cien mujeres que trabajaban de "comfort women" para los japoneses. Ella llegó engañada y no sabía nada. Dice: "Cuando llegué al puerto, al desembarcar, nos dieron la bienvenida. Así llegué contenta pero cuando llegué a ese lugar las chicas que ya estaban ahí empezaron a llorar, viéndome tan joven. Me preguntaron por qué vine. Yo no sabía nada...". (...) "Sólo después de recibir el visto bueno para vender mi cuerpo fue cuando lo comprendí. EL doctor sabía que yo era virgen. El doctor que dio el visto bueno vino y dijo que iba a dormir conmigo. Tenía más edad que mi padre. Pero yo no podía negarme. Después de terminar él se fue y yo no podía salir del cuarto. Me dolía tanto que ni siquiera podía hacer pipi. Ese día sólo el doctor durmió conmigo. Pero al día siguiente me tocó atender a muchos más. Uno tras otro. Salía uno y entraba otro. En los días festivos atendía 10, 15 o 20... Los días normales atendía 5 o 6 como mínimo. Ni siquiera podía moverme del dolor tan tremendo.".” -5-


A continuación copio parte del “Informe de la misión enviada a la República Popular Democrática de Corea, la República de Corea y el Japón sobre la cuestión de las esclavas sexuales de los militares en tiempo de guerra” presentado ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, el 4 de enero de 1996

“IV. TESTIMONIOS

52.       En primer lugar, la Relatora Especial desea expresar su sincera gratitud a todas las mujeres víctimas que tuvieron el valor de hablar con ella y dar su testimonio, aunque para ellas haya significado, sin duda, revivir los momentos más humillantes y dolorosos de su vida. A la Relatora Especial la conmovió profundamente conocer a estas mujeres que le contaron su experiencia en un estado de gran tensión emocional.

53.       Por las limitaciones impuestas a la longitud del presente informe, la Relatora Especial sólo puede resumir algunos de los 16 testimonios que escuchó en los tres países. Sin embargo, insiste en la importancia de haber podido escuchar todas las declaraciones, que le han permitido hacerse una idea de la situación imperante en aquella época. Para ilustrar los diversos aspectos del fenómeno de la esclavitud sexual por parte de los militares se han elegido los siguientes testimonios, que inducen a la Relatora Especial a pensar que los mandos del Ejército Imperial Japonés utilizaron la esclavitud sexual de manera sistemática y coercitiva o que se hizo con su conocimiento.

54.       El testimonio de Chong Ok Sun, que actualmente tiene 74 años, refleja en particular el trato brutal y duro que esas mujeres tuvieron que soportar además de las agresiones sexuales y violaciones diarias por parte de los soldados del Ejército Imperial Japonés:

"Nací el 28 de diciembre de 1920 en Phabal-Ri, condado de Pungsan, provincia de Hamgyong Meridional, al norte de la península de Corea.

Un día de junio, cuando tenía 13 años, tenía que preparar el almuerzo para mis padres que trabajaban en los campos y fui hasta el pozo de la aldea a buscar agua. Un soldado de la guarnición japonesa me vio allí y me llevó con él, de manera que mis padres nunca supieron qué había sucedido de mí. Me llevaron en camión hasta la comisaría, donde fui violada por varios policías. Cuando empecé a gritar me pusieron medias en la boca y siguieron violándome. El jefe de la comisaría me golpeó en el ojo izquierdo porque estaba llorando. Ese día perdí la vista del ojo izquierdo.

Después de unos diez días me llevaron al cuartel de la guarnición del ejército japonés en la ciudad de Heysan, donde había unas 400 chicas coreanas; todas teníamos que servir de esclavas sexuales todos los días para más de 5.000 soldados japoneses, es decir, hasta 40 hombres por día. Cada vez que protestaba, me pegaban o me metían trapos en la boca. Uno me ponía un fósforo en los genitales hasta que le obedecía, con lo que toda esa parte del cuerpo me sangraba.

Una chica coreana que estaba con nosotros un día preguntó por qué teníamos que servir a tantos hombres por día, hasta 40. Para castigarla por esa pregunta el comandante Yamamoto de la compañía japonesa ordenó que le pegaran con una espada. En nuestra presencia le quitaron la ropa, la ataron de piernas y de manos y la hicieron rodar sobre una tabla erizada de clavos hasta que los clavos quedaron cubiertos de sangre y trozos de su piel. Al final le cortaron la cabeza. Otro japonés, Yamamoto, nos dijo que era fácil matarnos a todas, más fácil que matar perros. También dijo: "como esas chicas coreanas están llorando porque no han comido, hiervan la carne humana y hágansela comer".

Una chica coreana contrajo una enfermedad venérea por haber sido violada tantas veces y más de 50 soldados japoneses fueron infectados. Para impedir que se propagara la enfermedad y "esterilizar" a la chica, le metieron un hierro candente en los genitales.

A 40 de nosotras un día nos llevaron en un camión lejos, a un estanque lleno de agua y serpientes. Los soldados golpearon a varias de las chicas, las empujaron al agua, amontonaron tierra en el estanque y las enterraron vivas.

Creo que mataron a más de la mitad de las chicas que había en el cuartel de la guarnición. Traté de escaparme dos veces, pero nos capturaron pocos días después. Nos torturaron aún más que antes, y me pegaron en la cabeza tantas veces que todavía tengo todas las cicatrices. También me tatuaron en la parte interior de los labios, el tórax, el estómago y por todo el cuerpo. Cuando me desperté estaba en la ladera de una montaña, supongo que me habían dado por muerta. De las tres que éramos, sólo Kuk Hae y yo sobrevivimos. Un hombre de 50 años que vivía en las montañas nos encontró y nos dio ropa y algo que comer. También nos ayudó a volver a Corea, a donde llegué con cicatrices, estéril y dificultades para hablar, a la edad de 18 años, después de cinco años de servir de esclava sexual para los japoneses."

55.       El testimonio de Hwang So Gyun, de 77 años, demuestra la forma de reclutamiento engañosa que se utilizaba, que hizo que tantas chicas terminaran siendo esclavas sexuales del ejército:

"Nací el 28 de noviembre de 1918, segunda hija de un jornalero. Vivíamos en el distrito de trabajadores de Taeri, condado de Kangdong, ciudad de Pyongyang.

En 1936, cuando tenía 17 años, el jefe de la aldea vino a nuestra casa y me prometió que me ayudaría a encontrar trabajo en una fábrica. Como mi familia era muy pobre, acepté de buen grado ese ofrecimiento de trabajo bien remunerado. Me llevaron a la estación ferroviaria, en un camión japonés, donde ya había unas 20 chicas coreanas esperando. Subimos al tren, después a un camión y unos días más tarde llegamos a una gran casa a orillas del río Mudinjian, en China. Pensé que debía ser la fábrica, pero me di cuenta de que no había ninguna fábrica. A cada chica le asignaron una pequeña habitación con una bolsa de paja para dormir, y un número en cada puerta.

Después de esperar dos días, sin saber lo que me estaba pasando, un soldado japonés con uniforme del ejército y espada, entró en mi cuarto. Me preguntó "¿obedecerás mis órdenes o no?", después me tiró del pelo, me arrastró al suelo y me pidió que abriera las piernas. Me violó. Cuando se fue, vi que afuera había de 20 a 30 hombres esperando. Ese día me violaron todos. Desde entonces, cada noche me violaban de 15 a 20 hombres.

Periódicamente teníamos que someternos a exámenes médicos. A las que habían contraído alguna enfermedad las mataban y las enterraban en lugares desconocidos. Un día pusieron a una chica nueva en el compartimiento contiguo al mío. La chica trató de resistirse y a uno de los hombres le mordió en el brazo. La llevaron al patio y en presencia de todas nosotras le cercenaron la cabeza con una espada, y después cortaron el cuerpo en pedacitos."

56.       El testimonio de Kum Ju Hwang, que actualmente tiene 73 años, de Dungchongdong, Youngdungpoku (República de Corea) ilustra la manera en que el ejército regulaba las residencias de solaz.

Pensé que me habían contratado de bracera cuando, teniendo yo 17 años, la esposa japonesa del jefe de la aldea ordenó a todas las chicas coreanas solteras que fueran a trabajar a una fábrica del ejército japonés. Trabajé allí tres años, hasta el día que me pidieron que me fuese con un soldado japonés a su tienda. Me dijo que me desnudara. Me resistí porque tenía mucho miedo y todavía era virgen. Pero me arrancó la falda y me cortó la ropa interior con un fusil con la bayoneta calada. Entonces me desmayé. Cuando volví en mí estaba cubierta con una manta pero había sangre por todas partes.

Me dí cuenta de que, durante el primer año, como a todas las demás chicas coreanas que estaban conmigo, me ordenaron que sirviera a oficiales de alto rango y, cuando el tiempo pasó, como ya nos habían "usado" tanto, tuvimos que servir a oficiales de rango inferior. Cuando una mujer contraía una enfermedad, generalmente desaparecía. También nos dieron 606 inyecciones para que no quedásemos embarazadas o para que abortásemos.

Sólo nos daban ropa dos veces al año y no nos daban comida suficiente, sólo tortas de arroz y agua. Nunca me pagaron por "mis servicios". Trabajé cinco años de "mujer de solaz", pero toda la vida he sufrido de ello. Me han tenido que extraer gran parte de los intestinos por las numerosas infecciones que contraje, y no he podido tener relaciones sexuales a causa de las experiencias dolorosas y vergonzosas. No puedo beber leche ni jugo de frutas sin que me den náuseas por el recuerdo tan vívido de las cosas sucias que me hicieron hacer."
 
joven de confort china. Birmania 1945. Fuente Wikipedia



57.       Otra superviviente, Hwang So Gyun, pudo escaparse de la "casa de solaz" en 1943, después de haber pasado siete años sirviendo de esclava sexual a los soldados japoneses. Más tarde, a la edad de 39 años, pudo casarse, pero nunca ha hablado a su familia de su pasado. Debido a las secuelas psicológicas y físicas y los problemas ginecológicos, nunca pudo tener hijos.

58.       Otra superviviente Kum Ju Hwang, contó a la Relatora Especial que el primer día que pasó en la residencia de solaz de Kilim (China), un soldado japonés le dijo que había cinco órdenes que tenía que obedecer o si no, moriría: primero, las órdenes del Emperador; segundo, las órdenes del Gobierno japonés; tercero, las órdenes de la compañía del ejército a la que estaba destinada; cuarto, las órdenes de la subunidad de esa compañía y, por último, las órdenes de él como ocupante de la tienda en que prestaba servicios. Otra superviviente, Bok Sun Kim, de la República de Corea, declaró que su vida de esclava sexual dependía directamente del ejército: cada día, de 3 a 7 de la tarde, tenía que servir a los sargentos, y por la noche, a partir de las 21 horas, estaba reservada para los tenientes. Además, a todas las mujeres les dieron preservativos para proteger a los soldados de enfermedades venéreas, pero casi todos los soldados se negaban a utilizarlos.

59.       Estas declaraciones confirman la información recibida por escrito por la Relatora Especial, que le hace pensar que el sistema de esclavas sexuales fue establecido y regulado estrictamente por el Ejército Imperial Japonés de manera sistemática, conforme a órdenes de los mandos militar y civil.

60.       La Relatora Especial también pudo observar las cicatrices y marcas de que hablaban esas mujeres en sus declaraciones. Cuando la Relatora Especial consultó a la Dra. Cho Hung Ok, médico a cargo de las ex "mujeres de solaz" en Pyongyang, ésta le confirmó que durante la mayor parte de su vida esas mujeres han estado en malas condiciones físicas y mentales a causa de las múltiples violaciones que sufrieron diariamente durante tantos años. La Dra. Cho también recalcó que, además de sus cicatrices físicas visibles, esas mujeres padecen de sufrimientos psíquicos que las han torturado a lo largo de su vida, lo que es mucho más importante. Asimismo, declaró que gran parte de esas mujeres padecen de insomnio, pesadillas, presión alta y nerviosismo. Muchas tuvieron que ser esterilizadas porque sus órganos reproductivos y vías urinarias quedaron afectados por enfermedades de transmisión sexual.

61.       La Relatora Especial, además de escuchar los testimonios, trató de encontrar una forma de resolver la cuestión que fuese aceptable para los interesados y preguntó, entre otras cosas, qué medidas de indemnización pedían las víctimas y cuál era su reacción ante el arreglo propuesto por el Gobierno del Japón mediante el Fondo Asiático de Paz y Amistad para la Mujer. A este respecto, a la Relatora Especial le gustaría indicar con detalle las peticiones concretas de las ex "mujeres de solaz" que quieren que la comunidad internacional y, en particular, el Gobierno del Japón oigan su voz. La respuesta de la mayoría de las mujeres a las preguntas formuladas por la Relatora Especial, fue que el Gobierno del Japón debía:

a)         Pedir disculpas individualmente a cada una de las mujeres supervivientes por los sufrimientos que habían tenido que soportar. Las víctimas supervivientes en la República Popular Democrática de Corea también consideraron que se debía presentar disculpas al pueblo del país, por conducto del Gobierno, mientras que las víctimas de la República de Corea en general opinaron que debían enviarse cartas de disculpas a todas las víctimas que hubieran sobrevivido. Además, la mayoría de las víctimas estimaba que las disculpas que había pedido el Primer Ministro Murayama durante su misión no eran suficientemente sinceras, especialmente porque la Dieta japonesa no había hecho suya esa declaración.

b)         Reconocer que el reclutamiento de unas 200.000 mujeres coreanos como esclavas sexuales del ejército y el establecimiento de casas de solaz para uso del Ejército Imperial Japonés tuvieron lugar de manera sistemática y forzosa por obra del Gobierno y el mando del ejército, o con su conocimiento.

c)         Reconocer que el reclutamiento sistemático de mujeres para usarlas de esclavas sexuales debe considerarse un crimen contra la humanidad, una violación grave del derecho internacional humanitario y un crimen contra la paz, así como un delito de esclavitud, trata de personas y prostitución forzosa.

d)        Aceptar la responsabilidad moral y legal por esos delitos.

e)         Pagar una indemnización a las víctimas supervivientes con cargo a recursos gubernamentales. Con este fin se propuso que el Gobierno del Japón promulgara una ley especial que permitiera también resolver las reclamaciones individuales de indemnización mediante juicios civiles ante los tribunales municipales japoneses.

62.       Con respecto al pago de una indemnización, muchas mujeres insistieron en que la cuantía de la indemnización no sería tan importante como su significado simbólico. No mencionó a la Relatora Especial ninguna suma particular de indemnización.

63.       Además, muchas mujeres pidieron que se retirase el Fondo Asiático de Paz y Amistad para la Mujer, establecido por el Gobierno del Japón, entre otras cosas, para indemnizar a las víctimas que fueron "mujeres de solaz" con contribuciones de fuentes civiles. La mayoría de las interesadas consideran que ese Fondo es una forma de que el Gobierno del Japón eluda la responsabilidad legal del Estado por los actos realizados.

64.       Asimismo, las antiguas "mujeres de solaz" piden que el Gobierno del Japón adopte las siguientes medidas:

a)         una investigación a fondo de los hechos históricos referentes a la cuestión de la esclavitud sexual por parte de los militares durante la segunda guerra mundial, con publicación de todos los documentos y materiales oficiales sobre el tema que aún existan en el Japón y, en particular, en los archivos gubernamentales oficiales;

b)         la revisión de los libros de historia y programas de estudio japoneses para que reflejen los hechos que emerjan de la investigación;

c)         la identificación y el enjuiciamiento, con arreglo al derecho interno japonés, de todos los que participaron en el reclutamiento de esclavas sexuales para el ejército y la institucionalización de la esclavitud sexual en el ejército.

65.       La Relatora Especial desea señalar que todas las supervivientes le pidieron a ella y al sistema de las Naciones Unidas, como actores internacionales, que trataran de encontrar un arreglo adecuado de la cuestión ejerciendo presión internacional. En diversas ocasiones se habló de recurrir a la Corte Internacional de Justicia o a la Corte Permanente de Arbitraje.”  -6-


Estatua frente a la embajada de Japón en Corea. Fuente kpop-argentina.com.ar
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http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nsf/0/04f22829ad3ffdaf802566d70050b45b?Opendocument




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