domingo, 3 de diciembre de 2017

Fui tratante de mujeres durante más de veinte años. Las compré y vendí como si fueran ganado

Uno de los criminales de la trata desvela cómo funcionan estas redes en España
MANUEL JABOIS
Madrid 11 NOV 2017


En primavera de 2000 llegó al aeropuerto de Madrid la selección nacional femenina de Colombia de taekwondo. 19 chicas que salieron por la puerta en fila india, ataviadas con el chándal oficial (azul, amarillo y rojo) y el escudo de la Federación. No tuvieron problemas con Inmigración pese a ser un vuelo 'caliente'. Contaban con sus visados obtenidos en el consulado de Colombia. Habían presentado sus fichas federativas y, desde luego, tenían la invitación y el programa de la competición que venían a disputar a España. Entre la documentación también contaban con papeles de un gimnasio de artes marciales de Cali en el que habían sido inscritas. Al llegar a Madrid, un autobús las desplazó a Valdepeñas, y allí se cambiaron los chándales por lencería para ser paseadas ante un grupo de hombres antes de ser distribuidas en diferentes clubes de España. En Colombia no existía ninguna federación de artes marciales, las chicas nunca se habían subido a un tatami, el chándal fue encargado por un matón, la invitación y el programa del gimnasio eran una patraña, el entrenador era el hombre que las había captado en Colombia y el proxeneta que las recibió en Barajas había ganado una apuesta a sus socios: conseguir meter el mayor número de mujeres en Madrid para ser prostituidas. 
Como lo consiguió, se quedó con todas las chicas y un BMW. Se trataba de Miguel, el Músico.


Mabel Lozano

"Hola, soy proxeneta". Ese fue el mensaje que recibió la directora Mabel Lozano, activista contra la trata de mujeres (ha realizado dos películas, la última Chicas Nuevas 24 Horas). Lozano esperaba la llamada. La gestión se produjo gracias a la intermediación de José Nieto Barroso, inspector jefe de la Unidad contra Redes de Inmigración Ilegal y Falsedad Documental (UCRIF). Nieto Barroso llevaba años en contacto con El Músico, que en un momento de su carrera criminal empezó a colaborar con la Policía como 'boquerón', chivato. El Músico fue uno de los primeros grandes jefes de la trata y secuestro de mujeres en España en una década, los 90, en la que el negocio de la prostitución cambió de tercio: de ser los chulos los que proveían a los clubes de mujeres españolas, fueron los propios clubes, a través de una estructura mafiosa con infiltraciones en policía, justicia y política, los que empezaron a 'importar' miles de mujeres extranjeras engañadas. Su larguísima confesión en forma de libro ('El proxeneta', Alrevés, 2017) contrastada con fechas, cifras y comisión de delitos en poder de la UCRIF, es la primera que revela el funcionamiento de la trata y prostitución en España. Un país en el que, según datos del Gobierno, se mueven alrededor de este negocio unos cinco millones de euros al día y fueron identificadas, en 2016, 14.000 víctimas de trata: apenas la tercera parte de las mujeres captadas en sus países de origen por las organizaciones criminales.

"La primera regla que se aprende es a no mirarlas como tuyas, sino como la materia prima de tu negocio. Es importante no involucrarse en su vida más allá de lo necesario (...) Simplemente es una propiedad, como la Coca-Cola que vendes, y hay que tratarla como tal. Si te involucras en su vida o en sus problemas, te puede afectar, porque esa mercancía tiene sentimientos (...) Creamos una forma de vida que se sostiene gracias a la esclavitud, sin siquiera saberlo o pensarlo (...) La trata dio paso a los macroburdeles para los clientes, que no eran otra cosa que cárceles de lujo repletas de miseria, para las mujeres esclavas de un sistema nuevo y cruel. Las convertimos en grandes máquinas expendedoras de dinero", dice Miguel, nombre falso cuyo apodo (El Músico) es real, así como las localizaciones y los sobrenombres del resto de proxenetas, todos aún en activo o encarcelados: Chepas, Dandy, Gallego... "No es un asunto de sexo, es un asunto de coco. Un buen chulo no cobra por follar; lo hace por tener la respuesta adecuada para lo que preocupa a una puta", dice Iceberg Slim en un libro autobiográfico (Pimp, memorias de un chulo, Capitán Swing, 2016).

Debajo de ese mundo regido sin códigos, donde la degradación moral alcanza niveles irreversibles (pura esclavitud: palizas, violaciones, sometimiento a base del terror y la amenaza perpetua sobre sus familias en sus ciudades de origen, visitadas frecuentemente por el captador si la chica no rinde o da problemas) se entronizan hombres como Miguel, el Músico, y se van por el desagüe vidas como la de Lucía, que llegó con 18 años a Madrid, dejando a su hijo en Colombia al cuidado de su madre para trabajar de camarera, pagar su deuda con los tratantes y quedar libre para ahorrar un dinero durante meses que en su país sería una fortuna. Ya en España se le comunicó que tenía que prostituirse. Son reacciones, dice el Músico, "clonadas". Enmudecen. Luego entran en estado de shock y empiezan a llorar. De forma inagotable. Porque saben que no hay vuelta atrás, que se han quedado atrapadas.



En España, según datos del Gobierno, se mueven alrededor de este negocio unos cinco millones de euros al día y fueron identificadas, en 2016, 14.000 víctimas de trata

"Nadie se levanta una mañana y decide ser puta, pero nosotros tenemos la tela de araña perfectamente tejida donde caben las promesas de una vida mejor para ella y los suyos, los halagos que le gusta escuchar y algunas ayudas insignificantes que le presentamos como grandes favores y que ella nos agradece como si lo fueran. En cuanto la mosca pega sus diminutas patitas a la red pringosa, ya le es imposible soltarse. Y ahí se queda. Cazada. Lista (...) La balanza del acuerdo verbal no se inclina a ambos lados por igual. Por eso el supuesto consentimiento de las víctimas no es más que una farsa donde no existen los requisitos éticos imprescindibles en cualquier relación personal, social o laboral (...) Yo surtí, durante años, a doce de los mejores macroburdeles que existen en la actualidad en España. Los llené de esa materia prima que los puteros llaman 'carne fresca', día a día. Y jamás me paré a pensar si la mercancía que yo importaba eran personas como yo. Ellas eran otra cosa. Eran putas".

Asumido el golpe, Lucía hizo de tripas corazón "con enorme disciplina y a destajo". En tres meses consiguió los 6.000 euros del dinero que creía deber a Miguel por sacarla de su país y darle un trabajo. También había pagado cada día los 50 euros que se abonan para poder bajar al salón y ejercer allí. Se presentó en el despacho de su proxeneta con una sonrisa "de satisfacción y felicidad". Miguel hizo cuentas delante de ella y le dijo que ya solo le faltaban 425 euros para cumplir la deuda. La convenció de que dentro de un mes volvieran a hablar, pero necesitaba extender su visado por tres meses en España para poder seguir en el club "ya sin deuda" y ahorrar para volver a su país con dinero para su familia. La extensión del visado es gratuita, pero Miguel le dijo que costaría "apenas" 1.200 euros. Le explicó que con ese visado estaría tranquila en España en caso de una redada. Quieren todas lo mismo, dice Miguel: estar en España legalmente, ahorrar y volver con dinero a sus casas. Por eso Lucía regresó al mes siguiente creyendo la deuda saldada al despacho de Miguel, pero ésta había crecido; el proxeneta sumó un gasto que "había olvidado", el de la pensión diaria: cama y comidas. Sumado todo, incluido lo anterior, Lucía ya debía más dinero que en su primera visita. "Se empezó a morir por dentro", dice Miguel.

Ellas se convertían en un cheque en blanco. El beneficio de su explotación podía superar los doscientos mil euros

Foto Salvador Batalla



Pasaron los meses con nuevas promesas incumplidas, cientos de clientes ("aquí de viene a chupar y follar"), hasta que un día Lucía no apareció en el salón. Tampoco se había escapado ("en este negocio lo más importante es lo que está en la puerta") ni estaba en su cuarto. Finalmente apareció: lo hizo tirada en un charco de sangre en el baño. Se había cortado las venas. La llevaron al hospital, donde le salvaron la vida de milagro. Al regresar días después al club había envejecido veinte años. "Esa mujer mayor que había devorado sin compasión a la joven y bella Lucía dio por hecho que a su deuda interminable se le sumarían las facturas de la ambulancia, el médico, el hospital, las medicinas, la diaria, e incluso una multa por su intento de suicidio". La tuvieron prostituyéndose más tiempo en otro club, éste de Denia, y al cabo de unos meses tuvieron que ingresarla en un hospital psiquiátrico. Había muerto del todo. Nunca volvió a Colombia, nunca supo más de su madre, nunca volvió a ver a su hijo.

El libro que Mabel Lozano ha escrito basándose en decenas de entrevistas con El Músico explica la realidad del mundo de luces de neón y clubes repartidos por todos los pueblos, ciudades y carreteras de España. "Llegamos a ser los propietarios de algunos de los mejores burdeles de España: El Leidys, en Denia; El Glamour, en Córdoba; El Privé, en Tarragona; La Rosa Élite y El Venus, en Valdepeñas; Los Charlys, en Consolación; El Estel, en el Vendrell; El París, en Puerto de Sagunto; El Cuatro Hermanas, en el Puxol; Las Palmeras, en Castellón...". Un mundo a la vista y consumo de todos poblado de mujeres explotadas que llegaban a España de las más diversas maneras, siempre engañadas y después traicionadas, como campeonas de un deporte que en su país no existe para ser destinadas, como mercancía, a un esclavismo que desconocían que existiese en el siglo XXI. En un país, España, en el que no está perseguido penalmente el proxenetismo en todas sus formas, por ejemplo la consentida. Y en el que las víctimas tiene más miedo a la justicia que a sus captores por la amenaza que estos representan sobre sus familias. "Apenas se invertían mil doscientos o mil quinientos euros, todo lo más", resume El Músico. "Pero ellas se convertían en un cheque en blanco. El beneficio de su explotación podía superar los doscientos mil euros. ¡Se hubieran necesitado diez kilos de cocaína para alcanzar la misma cifra que con una sola víctima!".

Fuente

https://politica.elpais.com/politica/2017/11/11/actualidad/1510423180_056582.html?id_externo_rsoc=FB_CC



En los prostíbulos es donde los hombres son hermanos y gozan de su masculinidad

Testimonio de prostitución


"En los prostíbulos es donde los hombres son hermanos y gozan de su masculinidad"

25 de noviembre de 2017

Amelia Tiganus es una superviviente. Sobrevivió a la prostitución y al rechazo de la sociedad cómplice. Ahora no se esconde y reclama justicia

La voz de Amelia Tiganus (Rumanía, 1984) llega cálida y cariñosa, tanto, que a los pocos minutos de descolgar el teléfono una tiene la tentación de darle la vuelta a la entrevista y empezar a confesarle los problemas que le rondan la cabeza y el alma. Amelia debe ser buena amiga. Tiene que serlo. Cómo explicar si no todo lo que hace por tantas personas poniendo cara y voz a un tipo de violencia que sigue en los márgenes de la sociedad: la prostitución y la trata de mujeres.

Amelia sabe de lo que habla. Con 13 años sufrió una violación múltiple que marcaría para siempre su vida. "Me convirtieron en puta sin importarles si yo quería ser médica o profesora". Antes de alcanzar la mayoría de edad estaba viajando desde Rumanía en un autobús que la llevaría a un destino incierto. La habían vendido a un proxeneta español por 300 euros y durante cinco años fue esclavizada en más cuarenta burdeles.

Cuarenta "campos de concentración" en donde entendió que "acostarse con quince hombres en una noche no es un trabajo". Pero Amelia no está hundida, tampoco parece deprimida. Se ha convertido en una voz indispensable contra el proxenetismo y, como secretaria y coordinadora de formación online de feminicidio.net, trabaja para la visibilización de todos los asesinatos de mujeres a manos de hombres en España y en Latinoamérica. También los de las prostitutas. Bienvenidas a esta revuelta. La revuelta de las putas.
 
Amelia Tiganus
Con 17 años te marchaste de tu país para ejercer la prostitución en España pensando que te daría fortuna y la llave de la libertad en poco tiempo. ¿No tuviste el apoyo de nadie que evitase esa tragedia?
Realmente el círculo de amistades desapareció en el momento que se me puso la etiqueta de puta, y eso pasó con 13 años. Me quedé en una situación de absoluta vulnerabilidad en la cual el entorno no supo reaccionar. Digamos que sí recibí algún mensaje de que eso estaba mal, pero no tenía otra salida. Con que te digan que está mal no vale, si no te dan otras opciones.

Te vendieron por 300 euros a un proxeneta y, sin embargo, tardaste años en darte cuenta de que habías sido víctima de trata.
Sí. Primero porque no sabía qué era la trata, y segundo porque me habían hecho pensar, habían creado esa realidad, en la que estaba convencida de que yo decidía. Con el tiempo, al poder analizarlo con muchas más herramientas es cuando yo desarrollo el concepto de la fabricación de la puta. Nos movemos en un entorno muy hostil y violento en el cual nos venden la prostitución como una salvación y una decisión propia. Asumir la identidad de puta como algo con lo que has nacido y para lo que has nacido es un instrumento de supervivencia.

"Asumir la identidad de puta como algo con lo que has nacido es un instrumento de supervivencia"

¿Qué opinas del concepto del consentimiento tan usado estas semanas por el juicio de la violación en San Fermín?
El entorno y la sociedad creen que si tú das tu consentimiento es algo que tú quieres, sin tener en cuenta que el consentimiento queda invalidado siempre y cuando se da en una situación de vulnerabilidad. El concepto de consentimiento es algo muy tramposo. Hay que analizarlo desde un marco patriarcal, que es el mundo en que vivimos.

Hablas de muchos tipos de violencia dentro de la prostitución: la sexual, la física, la psicológica… pero hay una que me interesa especialmente, la violencia institucional. Dices que el Estado español es un estado proxeneta. Explícamelo.
El estado proxeneta es el que, primero, se lucra con la explotación sexual de las mujeres que mayoritariamente somos mujeres migradas de países empobrecidos por este primer mundo, y, segundo, es un estado que pretende alcanzar la igualdad real maquillando los datos (de la violencia) al obviar a las mujeres de otros países más pobres. En vez de crear oportunidades y velar por los derechos humanos de todos los sujetos, creen que las mujeres somos utilizables y reutilizables las veces que podamos producir algo, se nos ve como riqueza. En este momento ni siquiera hay una ley integral contra la trata en el estado español y se están llevando a cabo debates absurdos de si la prostitución es trabajo o no lo es. Necesitamos una ley para reparar y defender a las víctimas, y después incidir en la demanda.

¿Qué sientes cuando escuchas a Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, hablar de poner "puticlubs con habitaciones cojonudas"?
En este caso escucho la voz del discurso proxeneta.

¿Conociste a políticos puteros?
Sí. Son puteros y son proxenetas.

"Todos los fines de semana, manada tras manada, hacen el mismo ritual de dominación"

¿Y a policías o guardias civiles?
Sí, sí. Están todos metidos. Jueces, fiscales, policías, periodistas. Ahí es donde todos los hombres son hermanos y disfrutan de su masculinidad. En los prostíbulos es donde pueden sentirse hombres de verdad.

Tú haces una clasificación muy interesante de los clientes: los violadores, los maltratadores y, los peores, los puteros majos, los que no te dejan desconectar mentalmente.
Sí, ellos exigen a través de ese acto tu afectividad y el estar presente en cuerpo y alma. Es lo que más me costaba a mí. Es el tipo de putero halagado por la sociedad y parece ser que es único del que hablan ciertos sectores que están a favor de la prostitución y los pintan como hombres normales. Ese es el problema: que son hombres normales que entienden que las mujeres tenemos que estar para ellos.

¿Qué le dirías a esos hombres que están preparando la despedida de soltero de su amigo y que están pensando en irse de putas el fin de semana?
Posiblemente lo que les podría decir ni se molestarían en escucharme porque han sido socializados de una forma que entienden que las mujeres somos objetos de diversión. Lo que tenemos que hacer es señalarlos y ponerlos en el foco del análisis porque tenemos que entender que lo que les excita a esos hombres nos afecta a todas. Estamos muy horrorizadas por lo que ha ocurrido en Pamplona pero todos los fines de semana, manada tras manada, hacen el mismo ritual de dominación y terror sexual a las mujeres que están en estos campos de concentración. Se entrenan en la violencia sexual con las mujeres que están en situación de prostitución para ejercerla con todas nosotras.

Ninguna mujer nace para puta, pero ¿qué pasa con los hombres? ¿Nacen ellos para puteros?
Creo que tampoco, creo que les hacen ser puteros. En estos momentos además de demanda, hay un gran generador de demandas que es la pornografía, que hace que nuestra sexualidad tenga que pasar por el capital sí o sí para el beneficio de unos pocos.

"El consentimiento queda invalidado siempre y cuando se da en una situación de vulnerabilidad"

Reconoces que los mismos argumentos que usan los proxenetas son los que utilizan algunas activistas (regulacionistas) pare referirse  a la prostitución como un trabajo que empodera. ¿Cuáles son?
El más peligroso es cuando se nos dice que nosotras tenemos el control y que a partir de nuestro cuerpo manejamos a los hombres y sacamos dinero. Eso es totalmente perverso porque no se nos dice lo que supone a largo plazo y qué secuelas puede dejar eso. Se frivoliza con las repercusiones que tiene sobre nuestra vida y nuestra salud, física y mental. Creo que ese es el discurso más fácil dentro de la prostitución porque resulta de lo más liviano, para poder llevarlo, creerse que llevas el control sobre esa situación. Pero son unas relaciones completamente desequilibradas donde el poder lo tiene quien pone el dinero y quien paga.



Después de cinco años ejerciendo, abandonas la prostitución. ¿Qué fue antes, el feminismo o la salida del círculo prostitucional? ¿Tuviste contradicciones a la hora de dar un paso al frente y salir del anonimato?
Primero fue la salida de la prostitución y, seis años después, o sea hace cuatro, fue cuando descubrí el feminismo y fue cuando realmente empecé a rehacer mi vida. Rehacer tu vida no es casarse y tener hijos para vivir con la culpa. Para mí es convertirte en un sujeto político que reclama reparación para que esta injusticia deje de pasar. Más que contradicciones tuve un tiempo de reflexión en el que estuve valorando si mi vida, que suponía que era perfecta porque había conseguido una familia, un trabajo y estabilidad económica (algo a lo que he renunciado por el activismo), si eso me compensaba o, si desde mi obligación ética de actuar a través de los conocimientos que tenía, podía apostar más. No podía quedarme callada y vivir mi felicidad sabiendo que cada día ingresan al mercado de la prostitución un montón de mujeres que van a pasar por lo que yo he pasado. Pero lo que más me motivó fue ver a esta sociedad ignorante. Ignorancia que muchas veces pienso que es elegida. Ver que los hombres siguen yendo a putas. Hombre que acaban sus fiestas en el puticlub de al lado que patrocina fiestas populares y que todo el mundo está encantadísimo con el sistema prostitucional, mientras la vida de las mujeres que están dentro pues importa más bien poco.

¿Fue complicado tu integración en la sociedad?
La sociedad no estaba preparada para recibirme y no recibí el apoyo ni mucho menos la atención que necesitaba. Mi suerte fue encontrar un trabajo y resistir en ese trabajo, porque como durante muchos años me habían dicho que no valía para otra cosa, llevé una batalla psicológica muy dura conmigo misma. A partir de ahí, tuve un entorno que supo respetar mis tiempos y que me brindaron la oportunidad de reencontrarme conmigo misma.
Amelia desde hace año y medio eres una cara conocida, muchas personas te leen o te escuchan, ¿qué es lo mejor que has conseguido desde entonces?
Hay más de una mujer que ha salido de la prostitución a través de conocerme. Me gusta, pero a la vez me preocupa porque les obliga a darse de bruces con la realidad y ver que también hay muchísimos problemas de integración. Eso, y que haya hombres puteros arrepentidos, que me han confesado que han sido unos estúpidos y que se han dejado llevar por una dinámica de grupo. Algunos me han dicho que van a intentar trabajar en su grupo de amigos para que esto deje de pasar. Me enorgullece muchísimo.

"UN MUNDO MEJOR PASA POR NO SER CRUELES CON NADIE"
Te declaras constantemente anticapitalista, vegana y un poco "loca de los gatos".
(Risas) Un mundo mejor pasa por no ser crueles con nadie y respetar la vida, no sólo de los animales y de las personas, sino la vida del planeta. Entiendo que mis acciones como mujer blanca europea que vivo, entre comillas, en el primer mundo generan pobreza en otros sitios y el colapso de este planeta.

¿Crees que el feminismo debe apropiarse de ese discurso del ecofeminismo?
A mí me parece que es fundamental pero luego me encuentro con que no todas (las feministas) lo ven así. En el discurso parece que estamos de acuerdo, pero a la hora de cuestionar una misma sus actitudes ya empieza a costar un poquito más. Estamos en ello y por supuesto que urge.

Tú te has replanteado hasta tu heterosexualidad…
Sí. Porque estando del lado de las más oprimidas, escuchando sus relatos, he llegado a pensar cómo es posible que yo me acueste con quien se supone que es el opresor, no a nivel personal, pero a nivel político sí. Y, aparte de eso, creo que es importante cuestionarse cosas siempre, es la única manera que tenemos de avanzar.

La revuelta de las putas acaba de empezar, ¿vais a dar un salto más político?
Estamos creando un grupo llamado ‘Las Resilentes’ y nos estamos formando y empoderando a nivel individual para pasar a ser sujetos políticos. Un grupo de putas indignadas para que tengamos voz en contra del proxenetismo como colectivo. No hay que olvidar que yo, de momento, soy la excepción.


Fuente
http://www.galiciae.com/articulo/sociedad/34-prostibulos-donde-todos-hombres-son-hermanos34/20171125192214018975.amp.html






Soltar las cadenas de la prostitución

Testimonio de prostitución


24 NOV 2017 -
TESTIMONIO

Soltar las cadenas de la prostitución
En el Día Internacional de la No Violencia Hacia la Mujer presentamos el relato de una mujer que logró salir del mundo de la prostitución y la explotación sexual. Un escenario que según ella es la suma de todas las violencias.
Natalia Herrera Durán - @Natal1aH
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“Esta historia empieza como la de muchas otras. Llegué del campo a trabajar como empleada doméstica en una casa de familia en Bogotá. Tenía 12 años. A los 14 conocí a un hombre y por desespero me fui a vivir con él. Con él conocí el maltrato. Me golpeó decenas de veces, me humilló cuando traté de terminar la primaria y un día intentó ahorcarme. Así pasé años amargos, dando tumbos en comisarías de familia y en Medicina Legal, mostrando heridas y moretones.

Mientras buscaba ganarme la vida en una tienda, una clienta me ofreció trabajo atendiendo eventos como mesera. Yo accedí y así conocí la desolación. Durante un año fui secuestrada, violada y mutilada por hombres que pertenecían a un grupo armado. Me vendieron como una cosa y producto de esos abusos quedé en embarazo. Llegué al hospital sin saberlo, pensando que iba a morir de lo mal que me sentía. Tuve la ilusión de que al decir mi cédula saldría reportada como desaparecida. Nada, no apareció nada. Nadie me estaba buscando. Nadie puso un denuncio. No volví a hablar. Cuando salí del hospital casi me mata el desprecio de mi familia, la pobreza, la indolencia.

Con el tiempo y con la angustia de sacar adelante a mi familia, y luego entendí que por los abusos que había vivido, terminé atrapada en la prostitución. Allí me di cuenta de que era como estar secuestrada, pero esta vez frente a la Policía, la Fiscalía y otras instituciones. Un secuestro “normal” para un país que normaliza esta violencia como el “oficio más viejo del mundo”.

En ese camino de dolor conocí a personas que buscaron ayudarme. Personas que me dijeron y explicaron que eso de pelear por mi compañera que estaba endeudada por proxenetas para poder enviarle dinero a su familia era activismo, era defender derechos humanos. Que eso de que no saliéramos de las casas, ni para comprar algo de comer, no era normal. Tan lindas que nos veíamos, maquilladas y entaconadas, pero éramos presas. Algo que no es fácil de identificar. La mayoría contesta que están ahí porque quieren. La mayoría no sabe que es víctima de trata de personas o de inducción a la prostitución.

De hecho, antes de que yo entendiera que esto estaba sucediendo, llegué a creer que me estaban haciendo un favor. Ellos saben las debilidades que uno tiene, las utilizan, las manosean. Saben que uno no tuvo familia o la tuvo y no fue querido o cuidado, saben que debe dinero, que tiene hijos por quien responder. Se hacen amigos o esposos, lo que sea. Todo para asegurar las ganancias diarias de un cuerpo a su lado.

“Las internas”, por ejemplo, que en su mayoría son menores de edad, están confinadas en casas muy bonitas al norte de la ciudad. Son las niñas que no quedan registradas en las planillas de la Alcaldía. Son tratadas como mercancía. Los “clientes” son los tipos bien que no quieren que los vean en las zonas de tolerancia. Si se necesitan diez pocillos, diez pocillos traen de cualquier ciudad. Si se portan mal, las desaparecen. Aunque llegan de otros lados (la mayoría de las mujeres en situación de prostitución en Bogotá vienen de ciudades intermedias y pueblos), tienen, tenemos, historias en común: pobreza extrema, hemos sido abusadas por familiares de niñas, hemos tenido madres adolescentes, familias maltratadoras (si hemos tenido familia), y hemos vivido otras violencias y desprecios.

Conozco chicas que “trabajan” o viven en estratos altos, que han sido operadas, sofisticadas y endeudadas por la industria del sexo. Pero como sobreviviente y activista puedo decir que en este país no existe la “prostituta” o prepago estrato seis, feliz y libre de “ejercer”. Hay mujeres que otros han modelado al antojo de un prototipo, pero detrás de ese rostro o silueta perfecta y glamurosa hay poca educación, pobreza, una familia destrozada, hay violencia sexual durante la infancia. Cuando somos menores de edad, el Estado y la sociedad dicen: “¡Huy, Dios mío, las violaron!”. Pero cuando cumplen 18 años ya son "trabajadoras sexuales independientes" y el Estado dice no tener ninguna responsabilidad. Esas cadenas invisibles duelen.

El turismo extranjero, por ejemplo, está a la cacería de quienes no hayan estado en prostitución, niñas y mujeres campesinas o negras. Yo llegué a la prostitución, por ejemplo, porque respondía al prototipo de mujer campesina, indefensa, delgada, e ingenua. Pusieron precio por mí y una supuesta “amiga” me convenció diciéndome que si yo se lo daba gratis a un novio que me ponía los cachos por qué no iba a cobrar. Luego me enteré de que a ella le habían pagado más de un millón de pesos por venderme. A mí me dieron $300.000 y eso era muchísima plata para alguien que, como yo, ganaba $20.000 por trabajar 12 horas diarias. En el “oficio” algunas veces me obligaron a drogarme porque el cliente quería drogarse en compañía. La industria lo pide y hay que hacerlo, sin importar que sea una mujer que jamás haya oído hablar de eso.

Cuando era “prostituta” no sabía que habían cometido tantos delitos conmigo. Hoy, que ya lo sé, que trato de ser y sentirme sobreviviente me duelen aún más, como me duele la indiferencia de los funcionarios, que juzgan y te culpan de lo que has padecido. Quizás, porque conozco el discurso institucional, la famosa “ruta de atención”, el “protocolo de trata”, todo lo que difícilmente se aplica o llega a las mujeres violentadas. “¿Por qué no olvidas o te callas?”, me dicen. Pero no puedo. Yo no hablo de estas cosas simplemente porque fue un discurso chévere que escuché y me gustó. No. Yo lo he vivido. Lo he visto malvivir de cerquita y espero seguir aportando para que esto cambie”.

*Este relato es de una sobreviviente de trata y explotación sexual que salió del país por amenazas a su vida.


Fuente

https://colombia2020.elespectador.com/pais/soltar-las-cadenas-de-la-prostitucion

Nota: las imágenes están en el original.




Sobrevivir a la prostitución: ‘La violencia me marcó’

Testimonio de prostitución


Sobrevivir a la prostitución: ‘La violencia me marcó’
7/21/2017
Por Alisa Bernard  Publicado originalmente el 14 de julio de 2017

 Traducción del inglés: Atenea Acevedo
Original en inglés: http://crosscut.com/2017/07/seattle-prostitution-survivor-violence-police-sting/
Imagen


​Odio el color marrón. Los moteles tienen cierta predilección por el marrón. Las alfombras son color marrón, las lámparas son color marrón… incluso los marcos de las duchas parecen tener un tono marrón. Pero lo que más odio son los cubrecamas color marrón, delgados como las sábanas de motel con hilos de plástico que sobresalen. Siempre hay uno que va a acabar clavado en tus nalgas.

Cuando fui prostituta pasaba muchas horas contemplando el exterior marrón de un motel barato y popular cerca de la carretera I-5, cerca de Everett. Si tenía suerte, mi proxeneta, una mujer, dejaba pasar una o dos horas entre puteros; eso significaba la oportunidad de intentar no ver el entorno y perderme en algún episodio de Law and Order Special Victims Unit. Después de haberme dado el cuarto o quinto duchazo desinfectante del día, claro.

La prostitución. Pedro Lobos

Era más o menos consciente de la ironía de mi adicción a un programa de televisión como Special Victims Unit, donde la mayoría de las víctimas son mujeres prostituidas como lo era yo. Después de ver un episodio especialmente sangriento, cuando el siguiente putero llamaba a mi puerta invariablemente me invadía un miedo capaz de despertar tensión en mi pecho, una tensión peor a la habitual. No tiene nada de raro: las prostitutas somos el grupo con mayor probabilidad de ser víctimas de homicidio.

Hay un estudio que afirma que, de 1981 a 1990, las mujeres estadounidenses que ejercían la prostitución tenían 18 veces más probabilidades de ser asesinadas que sus contrapartes en el resto del mundo.[i] La verdad es que no sabía quién sería el próximo en tocar esa puerta, la posibilidad de que un putero sea violento nunca cambia. Gary Ridgeway, el asesino de Green River que mató a 48 mujeres y niñas prostituidas en Seattle era putero. También Robert Pickton, Rurik Jutting, Joel Rifkin y un sinfín de asesinos seriales más. No hay diferencia alguna entre el putero promedio de todos los días y estos tipos. No son menos terroríficos y las mujeres que están en la prostitución, como estaba yo, siempre les tienen miedo.

Hacia fines de junio, la Policía de Seattle organizó una operación encubierta para atrapar puteros. De los 138 detenidos por explotación sexual, dos habían cometido delitos sexuales; uno de ellos había sido condenado por pederastia. Uno de los puteros llevaba metadona, otro portaba una pistola, una navaja y un par de esposas. En un estudio,[ii] más de 80% de las prostituidas afirmaron haber sido atacadas físicamente y/o amenazadas con un arma, y casi 70% dijeron haber sido violadas. Las probabilidades no favorecen a la prostituta. Me encantaría dorarles la píldora y decir que no viví violencia, pero no hay forma de edulcorar la realidad. La violencia me marcó y, para ser sincera, es igual con la mayoría de las mujeres y niñas que están en la prostitución.

Si eres putero y estás leyendo mi testimonio, a lo mejor piensas “No soy como esos tipos”. Bueno, te lo diré al oído: si compras sexo eres uno más de los que infunden miedo. Estás alimentando la compraventa de sexo y perpetuando la violencia contra las mujeres, así que eres parte del problema en conjunto. Las únicas personas que se benefician de que compres sexo son los proxenetas y los tratantes. Otro estudio señala que 90% de las mujeres prostituidas ejercen bajo coerción,[iii] así que resulta difícil negar las probabilidades de que un putero haya pagado por acostarse con una víctima de trata en algún momento.

Voy a ser muy clara ante quienes podrían no tener mi experiencia como prostituta: nadie elige prostituirse. No es un trabajo como cualquier otro. Claro que hay algunas autodenominadas trabajadoras sexuales que dirán que sí lo es, pero yo llevo casi cinco años trabajando en la Organización de Sobrevivientes de Prostitución. Mujeres de todo el país, mujeres de todo tipo, raza y orientación, narran violaciones, golpizas y violencia más allá de lo que cualquier medio escrito se atrevería a publicar.

Las opciones que una enfrenta al entrar en la prostitución nunca son muchas ni dan paso a decisiones libres. Siempre está la coerción, ya sea por la pobreza o el proxeneta. La decisión de ejercer es una opción que no es realmente una elección. Si eres como yo y el 65% a 90% de las mujeres que ejercen y han sufrido violencia sexual en la infancia,[iv] elegir la prostitución es tan libre como elegir el lugar donde deseas sufrir tu inevitable y próxima violación.



Las mujeres que, como yo, han pasado por la prostitución no necesitan de estudios o estadísticas que les recuerden lo peligrosos que pueden ser los puteros. Antes de terminar mi primera jornada en aquel motel ya tenía las piernas y los brazos cubiertos de moretones, y sentía dolor en el cuello y el cuero cabelludo de tanto que me habían tironeado del pelo para zarandear mi cabeza. No quiero hablar de la sensación de vacío y muerte que empezó a apoderarse de mi mente. No pasó un día sin encontrarme al menos un putero que actuaba como si no se diera cuenta de los evidentes dolores que yo estaba pasando, o quizás disfrutaba al ser testigo de mi sufrimiento. Los puteros ven a las prostitutas como objetos, no como seres humanos con sentimientos, emociones y vidas más allá de lo que tienen entre las piernas. Eso son los hombres arrestados en la operación encubierta de hace un mes.

Solo pude salir de la prostitución después de un colapso físico y mental. Me tomó casi diez años buscar ayuda para aliviar las pesadillas, los recuerdos traumáticos recurrentes, el insomnio, la depresión y la disociación, es decir, las secuelas que constituyen mi diagnóstico: trastorno de estrés postraumático. Lo cierto es que busqué apoyo y me lo dieron.

No es el caso de todas las mujeres y niñas que lo necesitan. La Oficina de Servicios para la Infancia, la Juventud y la Familia calcula que, en los casos de explotación sexual comercial de niños, entre 50% y 90% logra obtener atención especializada. Sin embargo, aun cuando exista esa atención, dejemos la ingenuidad a un lado: muchas mueren en el intento de salir de la prostitución.



[i] https://academic.oup.com/aje/article/159/8/778/91471/Mortality-in-a-Long-term-Open-Cohort-of-Prostitute

[ii] http://www.prostitutionresearch.com/Farley%26Barkan%201998.pdf

[iii] http://www.prostitutionresearch.com/Prostitution%20Quick%20Facts%2012-21-12.pdf


Fuente

http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/