Testimonio de prostitución
"En los prostíbulos es donde los hombres son hermanos y
gozan de su masculinidad"
25 de noviembre de 2017
Amelia Tiganus es una superviviente. Sobrevivió a la
prostitución y al rechazo de la sociedad cómplice. Ahora no se esconde y
reclama justicia
La voz de Amelia Tiganus (Rumanía, 1984) llega cálida y
cariñosa, tanto, que a los pocos minutos de descolgar el teléfono una tiene la
tentación de darle la vuelta a la entrevista y empezar a confesarle los
problemas que le rondan la cabeza y el alma. Amelia debe ser buena amiga. Tiene
que serlo. Cómo explicar si no todo lo que hace por tantas personas poniendo
cara y voz a un tipo de violencia que sigue en los márgenes de la sociedad: la
prostitución y la trata de mujeres.
Amelia sabe de lo que habla. Con 13 años sufrió una
violación múltiple que marcaría para siempre su vida. "Me convirtieron en
puta sin importarles si yo quería ser médica o profesora". Antes de
alcanzar la mayoría de edad estaba viajando desde Rumanía en un autobús que la
llevaría a un destino incierto. La habían vendido a un proxeneta español por
300 euros y durante cinco años fue esclavizada en más cuarenta burdeles.
Cuarenta "campos de concentración" en donde
entendió que "acostarse con quince hombres en una noche no es un
trabajo". Pero Amelia no está hundida, tampoco parece deprimida. Se ha
convertido en una voz indispensable contra el proxenetismo y, como secretaria y
coordinadora de formación online de feminicidio.net, trabaja para la
visibilización de todos los asesinatos de mujeres a manos de hombres en España
y en Latinoamérica. También los de las prostitutas. Bienvenidas a esta
revuelta. La revuelta de las putas.
Con 17 años te
marchaste de tu país para ejercer la prostitución en España pensando que te
daría fortuna y la llave de la libertad en poco tiempo. ¿No tuviste el apoyo de
nadie que evitase esa tragedia?
Realmente el círculo de amistades desapareció en el momento
que se me puso la etiqueta de puta, y eso pasó con 13 años. Me quedé en una
situación de absoluta vulnerabilidad en la cual el entorno no supo reaccionar.
Digamos que sí recibí algún mensaje de que eso estaba mal, pero no tenía otra salida.
Con que te digan que está mal no vale, si no te dan otras opciones.
Te vendieron por 300
euros a un proxeneta y, sin embargo, tardaste años en darte cuenta de que
habías sido víctima de trata.
Sí. Primero porque no sabía qué era la trata, y segundo
porque me habían hecho pensar, habían creado esa realidad, en la que estaba
convencida de que yo decidía. Con el tiempo, al poder analizarlo con muchas más
herramientas es cuando yo desarrollo el concepto de la fabricación de la puta.
Nos movemos en un entorno muy hostil y violento en el cual nos venden la
prostitución como una salvación y una decisión propia. Asumir la identidad de
puta como algo con lo que has nacido y para lo que has nacido es un instrumento
de supervivencia.
"Asumir la
identidad de puta como algo con lo que has nacido es un instrumento de
supervivencia"
¿Qué opinas del
concepto del consentimiento tan usado estas semanas por el juicio de la
violación en San Fermín?
El entorno y la sociedad creen que si tú das tu
consentimiento es algo que tú quieres, sin tener en cuenta que el
consentimiento queda invalidado siempre y cuando se da en una situación de
vulnerabilidad. El concepto de consentimiento es algo muy tramposo. Hay que
analizarlo desde un marco patriarcal, que es el mundo en que vivimos.
Hablas de muchos tipos
de violencia dentro de la prostitución: la sexual, la física, la psicológica…
pero hay una que me interesa especialmente, la violencia institucional. Dices
que el Estado español es un estado proxeneta. Explícamelo.
El estado proxeneta es el que, primero, se lucra con la
explotación sexual de las mujeres que mayoritariamente somos mujeres migradas
de países empobrecidos por este primer mundo, y, segundo, es un estado que
pretende alcanzar la igualdad real maquillando los datos (de la violencia) al
obviar a las mujeres de otros países más pobres. En vez de crear oportunidades
y velar por los derechos humanos de todos los sujetos, creen que las mujeres
somos utilizables y reutilizables las veces que podamos producir algo, se nos
ve como riqueza. En este momento ni siquiera hay una ley integral contra la
trata en el estado español y se están llevando a cabo debates absurdos de si la
prostitución es trabajo o no lo es. Necesitamos una ley para reparar y defender
a las víctimas, y después incidir en la demanda.
¿Qué sientes cuando
escuchas a Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, hablar de
poner "puticlubs con habitaciones cojonudas"?
En este caso escucho la voz del discurso proxeneta.
¿Conociste a políticos
puteros?
Sí. Son puteros y son proxenetas.
"Todos los fines
de semana, manada tras manada, hacen el mismo ritual de dominación"
¿Y a policías o
guardias civiles?
Sí, sí. Están todos metidos. Jueces, fiscales, policías,
periodistas. Ahí es donde todos los hombres son hermanos y disfrutan de su
masculinidad. En los prostíbulos es donde pueden sentirse hombres de verdad.
Tú haces una
clasificación muy interesante de los clientes: los violadores, los maltratadores
y, los peores, los puteros majos, los que no te dejan desconectar mentalmente.
Sí, ellos exigen a través de ese acto tu afectividad y el
estar presente en cuerpo y alma. Es lo que más me costaba a mí. Es el tipo de
putero halagado por la sociedad y parece ser que es único del que hablan
ciertos sectores que están a favor de la prostitución y los pintan como hombres
normales. Ese es el problema: que son hombres normales que entienden que las
mujeres tenemos que estar para ellos.
¿Qué le dirías a esos
hombres que están preparando la despedida de soltero de su amigo y que están
pensando en irse de putas el fin de semana?
Posiblemente lo que les podría decir ni se molestarían en
escucharme porque han sido socializados de una forma que entienden que las
mujeres somos objetos de diversión. Lo que tenemos que hacer es señalarlos y
ponerlos en el foco del análisis porque tenemos que entender que lo que les
excita a esos hombres nos afecta a todas. Estamos muy horrorizadas por lo que
ha ocurrido en Pamplona pero todos los fines de semana, manada tras manada,
hacen el mismo ritual de dominación y terror sexual a las mujeres que están en
estos campos de concentración. Se entrenan en la violencia sexual con las
mujeres que están en situación de prostitución para ejercerla con todas nosotras.
Ninguna mujer nace
para puta, pero ¿qué pasa con los hombres? ¿Nacen ellos para puteros?
Creo que tampoco, creo que les hacen ser puteros. En estos
momentos además de demanda, hay un gran generador de demandas que es la
pornografía, que hace que nuestra sexualidad tenga que pasar por el capital sí
o sí para el beneficio de unos pocos.
"El
consentimiento queda invalidado siempre y cuando se da en una situación de
vulnerabilidad"
Reconoces que los
mismos argumentos que usan los proxenetas son los que utilizan algunas
activistas (regulacionistas) pare referirse
a la prostitución como un trabajo que empodera. ¿Cuáles son?
El más peligroso es cuando se nos dice que nosotras tenemos
el control y que a partir de nuestro cuerpo manejamos a los hombres y sacamos
dinero. Eso es totalmente perverso porque no se nos dice lo que supone a largo
plazo y qué secuelas puede dejar eso. Se frivoliza con las repercusiones que
tiene sobre nuestra vida y nuestra salud, física y mental. Creo que ese es el
discurso más fácil dentro de la prostitución porque resulta de lo más liviano,
para poder llevarlo, creerse que llevas el control sobre esa situación. Pero
son unas relaciones completamente desequilibradas donde el poder lo tiene quien
pone el dinero y quien paga.
Después de cinco años
ejerciendo, abandonas la prostitución. ¿Qué fue antes, el feminismo o la salida
del círculo prostitucional? ¿Tuviste contradicciones a la hora de dar un paso
al frente y salir del anonimato?
Primero fue la salida de la prostitución y, seis años
después, o sea hace cuatro, fue cuando descubrí el feminismo y fue cuando
realmente empecé a rehacer mi vida. Rehacer tu vida no es casarse y tener hijos
para vivir con la culpa. Para mí es convertirte en un sujeto político que
reclama reparación para que esta injusticia deje de pasar. Más que
contradicciones tuve un tiempo de reflexión en el que estuve valorando si mi
vida, que suponía que era perfecta porque había conseguido una familia, un
trabajo y estabilidad económica (algo a lo que he renunciado por el activismo),
si eso me compensaba o, si desde mi obligación ética de actuar a través de los
conocimientos que tenía, podía apostar más.
No podía quedarme callada y vivir mi felicidad sabiendo que cada día ingresan
al mercado de la prostitución un montón de mujeres que van a pasar por lo que
yo he pasado. Pero lo que más me motivó fue ver a esta sociedad ignorante.
Ignorancia que muchas veces pienso que es elegida. Ver que los hombres siguen
yendo a putas. Hombre que acaban sus fiestas en el puticlub de al lado que
patrocina fiestas populares y que todo el mundo está encantadísimo con el
sistema prostitucional, mientras la vida de las mujeres que están dentro pues
importa más bien poco.
¿Fue complicado tu
integración en la sociedad?
La sociedad no estaba preparada para recibirme y no recibí
el apoyo ni mucho menos la atención que necesitaba. Mi suerte fue encontrar un
trabajo y resistir en ese trabajo, porque como durante muchos años me habían
dicho que no valía para otra cosa, llevé una batalla psicológica muy dura
conmigo misma. A partir de ahí, tuve un entorno que supo respetar mis tiempos y
que me brindaron la oportunidad de reencontrarme conmigo misma.
Amelia desde hace año
y medio eres una cara conocida, muchas personas te leen o te escuchan, ¿qué es
lo mejor que has conseguido desde entonces?
Hay más de una mujer que ha salido de la prostitución a
través de conocerme. Me gusta, pero a la vez me preocupa porque les obliga a
darse de bruces con la realidad y ver que también hay muchísimos problemas de
integración. Eso, y que haya hombres puteros arrepentidos, que me han confesado
que han sido unos estúpidos y que se han dejado llevar por una dinámica de
grupo. Algunos me han dicho que van a intentar trabajar en su grupo de amigos
para que esto deje de pasar. Me enorgullece muchísimo.
"UN MUNDO MEJOR
PASA POR NO SER CRUELES CON NADIE"
Te declaras
constantemente anticapitalista, vegana y un poco "loca de los gatos".
(Risas) Un mundo mejor pasa por no ser crueles con nadie y
respetar la vida, no sólo de los animales y de las personas, sino la vida del
planeta. Entiendo que mis acciones como mujer blanca europea que vivo, entre
comillas, en el primer mundo generan pobreza en otros sitios y el colapso de
este planeta.
¿Crees que el
feminismo debe apropiarse de ese discurso del ecofeminismo?
A mí me parece que es fundamental pero luego me encuentro
con que no todas (las feministas) lo ven así. En el discurso parece que estamos
de acuerdo, pero a la hora de cuestionar una misma sus actitudes ya empieza a costar
un poquito más. Estamos en ello y por supuesto que urge.
Tú te has replanteado
hasta tu heterosexualidad…
Sí. Porque estando del lado de las más oprimidas, escuchando
sus relatos, he llegado a pensar cómo es posible que yo me acueste con quien se
supone que es el opresor, no a nivel personal, pero a nivel político sí. Y,
aparte de eso, creo que es importante cuestionarse cosas siempre, es la única
manera que tenemos de avanzar.
La revuelta de las
putas acaba de empezar, ¿vais a dar un salto más político?
Estamos creando un grupo llamado ‘Las Resilentes’ y nos
estamos formando y empoderando a nivel individual para pasar a ser sujetos
políticos. Un grupo de putas indignadas para que tengamos voz en contra del
proxenetismo como colectivo. No hay que olvidar que yo, de momento, soy la
excepción.
Fuente
http://www.galiciae.com/articulo/sociedad/34-prostibulos-donde-todos-hombres-son-hermanos34/20171125192214018975.amp.html
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