Explotación sexual en
el Territorio Nacional de La Pampa Central
PUBLICADO: 05 JULIO
2020
Por Margarita Bastián*
Acerca de la
prostitución.
En uno de los capítulos del libro "Historia y
Género", de los editores María
Herminia Di Liscia, María Eugenia Caviglia y Daniel Villar, se analiza la
prostitución en el entonces Territorio Nacional de La Pampa. La investigación,
a cargo de María Herminia Di Liscia, Ana María Rodríguez y María José Billorou,
expresa que en el entonces territorio, la prostitución se encuadra en una
ordenanza de 1911.
En la Argentina, la legislación sobre el tema comenzó en
1875, siguiendo los lineamientos generales de Francia, Italia, Inglaterra y
gran parte del mundo. La justificación moral de considerarla "un mal
necesario" como así el discurso higienista, provienen de Europa.
En nuestro territorio, tres poderes ejercían el control - el
municipio (político- administrativo), la policía (control) y la sanidad
(médicos). Los prostíbulos se denominaban "casas de tolerancia" o
"lenocinio". Estos "edificios" debían estar alejados de
escuelas e iglesias (entre 3 y 5 cuadras), no podían ostentar signos
exteriores, debían respetar los horarios, no podían ingresar varones menores de
18 años y debían mantener en secreto la actividad.
Según la reglamentación, existían pupilas y regentas,
consideradas también prostitutas. El control sanitario se realizaba dos veces
por semana y se asentaba en la libreta sanitaria. Cada mujer tenía que comprar
los elementos para la revisación: espéculo e irrigador. El
"lenocinio" funcionaba como un internado: no podían asomarse a las
ventanas, sólo salían dos veces a la semana (para ir al médico), no podían
hablar con los transeúntes ni concurrir a fiestas o carnavales.
Los registros encontrados, que fuentes son limitadas,
pertenecen a Caleufú y Uriburu. Las autoras de la investigación plantean lo
llamativo de las fotografías halladas. Dichos registros, similares a un
prontuario policial, se encuentran en el Archivo Histórico Provincial y
muestran imágenes de distintas mujeres, en muchos casos, con la misma
"escenografía" y algunas con la misma vestimenta.
Según las fuentes halladas, en casi 8 años se verifica el
movimiento de 105 prostitutas. Su permanencia es estacional, ya que rotan dado que "se variaba la
mercadería" para agradar a los clientes. La edad promedio de estas mujeres
es de 28 años, la mayoría solteras y en menor número, casadas y viudas.
Todas pobres.
En ese período, las "casas de tolerancia" o
"lenocinio" se ubicaban cerca de donde se llevaban a cabo actividades
económicas ligadas a la cosecha.
Recordemos que en los grandes centros urbanos, como Buenos Aires y
Rosario, las "exigencias" de la "clientela" requería de
mujeres "más sofisticadas". La trata de blancas en nuestro país se
orientó particularmente hacia las mujeres polacas, "captadas" por
redes mafiosas mediante engaños y que, gracias al accionar de anarquistas y
socialistas se pudieron llevar a cabo accciones para defenderlas.
En el Archivo Historici Provincial, además del trabajo
realizado por el Instituto Interdisciplinario de la Mujer perteneciente a la
Universidad Nacional de La Pampa, se encuentra documentación relacionada a Juan
Bautista Bairoleto. En uno de sus libros el investigador Hugo Chumbita menciona
que Bairoleto, que por entonces vivía en Eduardo Castex, se enamora de una
prostituta y por ese motivo se enfrenta con el gendarme Farache - quién también
la pretendía -, y le da muerte. Allí comienza la larga huída de Bairoleto hacia
tierras mendocinas.
Transcurrido el tiempo, el 28 de mayo de 2009, se puso fin a
los prostíbulos en Santa Rosa, gracias a la extraordinaria tarea de Mónica
Molina, desde su secretaría en la
Municipalidad de Santa Rosa, y junto a la militancia feminista. La trata de
blancas y la explotación del "comercio de la carne" continúan. El
negocio, unos de los más grandes de la historia de la humanidad, tiene una red
de implicados enorme.
Ninguna mujer nace para puta, como nos enseñó y nos sigue
enseñando Sonia Sánchez. El Estado debe crear las condiciones necesarias y
alternativas para terminar, como sostenemos las abolicionistas, con este
deshumanizante mercado. No somos moralistas. Sostenemos que hay que seguir
luchando para crear las oportunidades y sustento legal, priorizando al ser por
encima del "deber ser".
*docente
Fuente