martes, 14 de diciembre de 2021

Cajas de miseria

 

Me harté del abolicionismo de sillón. Basta. Me fui de todos los grupos, me cansé de relatar cómo Orellano busca a las pibas acá, en la esquina de mi casa, llena listas, gestiona un privado también cerca en donde las pibas pueden retirar una caja de alimentos cada quince días a cambio de las firmas. Mientras algunas se niegan a autodenominarse trabajadoras sexuales el precio es quedarse sin la caja de la miseria. La semana pasada una mujer de más 50 que se para en la esquina hace 20 festejaba el kilo de yerba que vino. Otras no quieren consumir más pero los clientes / prostituyentes se niegan a subirlas a los autos sin esa condición. Súmale el forro que siguen sin querer usar.

Mientras Marga me preparaba una caja de alimentos para tratar que esta semana X no vuelva a la calle llegaron dos víctimas de trata. Rotas, sin conocerme una de ellas se agarró a mi brazo y lo apretó hasta dejarme las marcas en la piel, una suerte de transferencia de dolor acumulado. Ella, secuestrada a cuadras de mi casa me hizo pensar otra vez en lo contradictorio que es decirnos abolicionistas y no movernos de nuestras pantallas bajando línea (y no hablo de todas, pero si de aquellas que hoy gestionan en el gobierno y no aparece nada).

De la otra compa no puedo ni hablar después de que nos mostró cómo le rompieron los dientes, le cortaron su hermosa cabellera rizada y dejaron huellas en partes de su cuerpo para aleccionarla.


Este estado que amplía derechos para todxs se está olvidando otra vez. No es un olvido casual. La trata y la prostitución, la explotación de cuerpos feminizados NO puede no ser agenda. Regular no es la salida pero es lo que tratan de imponer con el discurso liberal de mi cuerpo mi decisión. Hablen con ellas, las sobrevientes y hablemos después de elecciones.

del muro de Mariel Rosciano en facebook





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