Daniela Chavez – Testimonio de
Prostitución
Daniela Chávez, una mujer fuerte que
intenta superar un pasado muy doloroso
Fue víctima
de trata y hoy trabaja a diario por renacer
Domingo, 7 de agosto de 2016
“Siempre digo que la
prostitución no es un trabajo, porque cada uno se queda con un pedazo de una
chica”, confió
Daniela ayer. Días atrás contó su historia de vida en el Centro Favio ante
mucho público
Entrevista
de Diego Bengoa
“Tenía 12 años cuando me llevaron por primera
vez a pararme a una esquina y con el paso del tiempo lo empecé a ver como algo
normal. Después que nació mi hijo, cuando apenas él tenía tres meses, hicieron
un cambio por una cantidad de plata”.
–¿Te
vendieron?
-Me vendieron, sí.
–¿Quiénes?
-Mi madre.
Daniela
Chávez es de San Francisco. Allí nació, se crió y estuvo hasta hace 18 años,
cuando la vida la llevó a instalarse en
Ausonia, donde habita actualmente. Tiene 37 años, integra la ONG Vínculos en
Red y es miembro activo del Comité
Nacional de Trata.
“Vivía con mi mamá y mis hermanos:
cuatro mujeres y un varón. Con mi papá tenemos una historia complicada. Me tuvo
un tiempo, es una historia de abusos, de ausencia y cuando estuvo presente no
ayudó en nada”.
–¿Tus
hermanos también vivieron una situación así, de tener que salir a pararse en la
esquina?
-No, no… La más chica sé que está en
algo. Siempre en algún sentido y de alguna u otra forma había que llevar el
dinero a casa. Por ser la mayor, siempre traté que mis hermanas no pasaran por
lo mismo y llevar la mayor cantidad de plata a casa para que no tuvieran que
salir, pero la más chica lo empezó a hacer.
–Es decir,
ibas a la calle por orden de tu mamá a prostituirte.
-Sí.
–¿Y ella qué
hacía? ¿Trabajaba?
-Iba para todos lados, no sé qué
hacía de su vida. Uno cuando es chico no toma noción de muchas cosas. A lo
mejor uno también hace la vista ciega a muchas cosas.
–¿Estuviste
muchos años en situación de prostitución?
-Sí, cerca de 11 años.
–¿Alguien
buscó ayudarte? ¿Algún familiar, alguna institución, el Estado?
-No. De parte de mi familia ha habido
ausencia, con maltratos desde muy niños. Mi mamá se crió sola, en el Buen
Pastor de Córdoba, con una madre que nunca apareció, que no sabemos dónde está
y con un padre golpeador. Un papá que trató de manosear a mis hermanas cuando
vivíamos ahí. Nadie te ayudaba. A mi papá nunca le importábamos. Nos criamos a
la deriva, fue vivir sólo porque nos levantábamos día a día. Y el Estado nunca
me ayudó en nada. Golpeé muchísimas puertas para conseguir un trabajo, para
progresar en algo y fue todo lo contrario. Todo me costó el triple. Fue una
cosa de señalarme con el dedo, no sé si de discriminación, sino de señalarme.
–La
estigmatización…
-Sí. Nunca vieron el lado bueno, que
uno podía ser mejor. Mejor que el que estaba sentado ahí.
-¿Conociste
muchas chicas en tu misma situación?
-Sí, muchas chicas con muchas historias
que uno no podía entender.
–¿Se
repetían las características de vida: familias ausentes, abusos, etcétera?
-Muchas sí y otras no. Conocí a una
chica, Marisa, que lo único que tenía era una valija. Cada vez que iba a ver a
su padre la cambiaba. Cada dos meses venía el marido, un “fiolo” muy reconocido
de Río Cuarto y entonces a ella le tocaba descansar porque él traía sus otras
mujeres. Marisa cambiaba la valija por la valija de una persona común para
poder ir a descansar 20 días a la casa de sus padres, y ellos no sabían qué
hacía de su vida.
–¿Las chicas
que conociste ejercían de manera independiente o había un “fiolo” detrás?
-Muy pocas lo hacían de manera
independiente. Siempre había alguien que las mandaba. Por eso siempre digo que
la prostitución no es un trabajo: hay alguien detrás. Siempre está el que saca
provecho.
–¿Alguna
elegía esta vida?
-El enamoramiento incide mucho. Las
chicas estaban enamoradas de su pareja y les parecía que hacer esto servía para
retenerlos. Lo psicológico influye muchísimo. Sentían que estaba bien lo que
hacían y por otro lado se sentían destruidas. Y había muchas chicas solas, por
eso pienso que si hubiesen tenido apoyo familiar no hubiesen pasado estas
cosas.
–¿Cómo se
dio el proceso de ser mamá y que luego te entregaran?
-Quedé embarazada de mi primer hijo
(N. de la R: hoy de 20 años, además tiene una hija de 14), el padre me dejó y
se hizo cargo mi mamá. Ahí fue cuando me dijo que había que ir a trabajar a
Villa Mercedes, San Luis. Nunca me dijo de qué, me decía que mi hijo necesitaba
cosas. Fue a mis 18 años.
–¿Te fuiste
para allá?
-No me fui, me llevaron.
–¿Era un
prostíbulo?
-Una whiskería, la famosa whiskería.
Estuve un año allí. Me llevaban a trabajar ahí y en la ruta.
–¿Tu mamá te
dejó allí y se volvió a San Francisco?
-No, me fueron a buscar a mi ciudad.
Y no me pude volver más, cuando llegué a la whiskería y quise volverme ya no
pude. La parte psicológica es terrible. Había quedado mi hijo en San Francisco,
no tenía cómo comunicarme y me acuerdo que el tipo me decía que ellos conocían
gente, que nos estaban viendo y por eso no podíamos escaparnos. En la ruta le
pagábamos a la Policía. Yo no estaba con cadenas ni continuamente rehén, podía
salir pero corría riesgo. Un domingo me fui hasta la estación de servicio
porque no había comido y luego el tipo me pegó todo un fin de semana con un
cable. Sentía que si me escapaba me iban a matar, hasta que un día dije: que
sea lo que Dios quiera. Y me volví a San Francisco.
–¿Y cómo
siguió tu vida?
-Igual. (Daniela llora por primera vez y
hacemos una breve pausa).
–¿Y cuándo
pudiste cortar con todo esto?
-Cuando conocí al papá de mi hija. Me
dijo que si quería una vida mejor me tenía que venir con él y me dio una vida
nueva.
–¿Cómo es tu
vida hoy?
-Hoy volvieron todos los fantasmas
del pasado (vuelve a quebrarse). El dolor volvió.
–Es muy
difícil dejar atrás tantos años de tristeza.
-Sí.
–Pero te
parece positivo contar tu historia. ¿Qué le dirías a las chicas que atraviesan
lo que vos pasaste y quizás hoy están leyendo esta nota?
-Hay que tener fuerza de voluntad y
amar la vida. La vida es una m… y con gente de m…, pero en mi camino se cruzó
mucha gente muy buena. Hace seis años estuve en un momento muy complicado,
intenté suicidarme y apareció Alicia (Peressutti, fundadora de Vínculos en Red)
a dar una charla a Ausonia y me ayudó muchísimo a salir. Fue como esa madre,
ese padre, una gran compañera. Nosotras sabemos que hay otras historias, pero
cada vida es un mundo. Siempre digo que la prostitución no es un trabajo porque
cada uno se queda con un pedazo de una chica. Les digo que no se queden en ese
mundo. Es bueno que nuestros hijos nos miren de otra forma. Mis hijos fueron
muy discriminados por tener esta mamá. Siempre viví para los demás y eso me
desgastó muchísimo. Hoy vuelven los fantasmas. La suerte es que no tuve
problemas de salud. Quedaron las cicatrices, pero quiero transmitir esperanza.
Fuente:
http://www.eldiariocba.com.ar/fue-victima-trata-hoy-trabaja-diario-renacer/
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