28 de enero de 2018
Soraya Barbosa, la
trans que venció los prejuicios sociales y hoy es enfermera
Gracias a los planes laborales y en una beca, pudo trabajar
y terminar la secundaria en un bachillerato acelerado de adultos y luego
graduarse de enfermera. Hoy incentiva a otras chicas trans para salir de la
prostitución y forjar una mejor vida.
La historia de Soraya Barbosa (28 años) es la de un camino
lleno de obstáculos y adversidades, pero en cada tropiezo y con su fuerza de
voluntad, poco a poco fue alcanzando los objetivos de su vida.
Hoy hace casi tres años que se graduó como técnica en
Enfermería, trabaja en la sala de Siquiatría del Hospital Centenario y ahora
hace planes para cursar la licenciatura.
“Cuando cursaba la primaria ya tenía actitudes de chica, y
sufría acoso escolar por parte de mis compañeros. En la secundaria también la
pasé mal, al principio era un chico como todos y después comencé a entender que
en realidad no me sentía como hombre, sino como mujer.
Comencé a tener más lenguaje gestual con las manos, me
planchaba el pelo y me hacía reflejos. Era muy mirada y a veces me terminaba
peleando con mis compañeros y no quería volver a sufrir como en la primaria”,
recordó.
La convivencia en el aula llegó a ser tan difícil para
Soraya que al final, tuvo que dejar el colegio y desde ese momento con apenas
15 años, se convirtió en una joven con un futuro con pocas posibilidades.
Soraya intentó hacer algo con su tiempo y comenzó a estudiar
peluquería, pero sin dinero fue difícil poder abrir su propio emprendimiento.
“Comencé a transitar otra vida, este es el problema de las
chicas que nos asumimos como travestis, terminamos pensando que sólo se tiene
una única salida y es la de ofrecer servicios sexuales. Trabajé seis meses en
un cabaret, pero no era lo que yo quería, tampoco quería seguir haciendo sufrir
a mi familia, que siempre me aceptaron como soy”, agregó.
“No tenía otra opción, todas las puertas laborales se me
habían cerrado y, cuando finalmente me asumí como mujer, yo creía que la
prostitución era la única salida que había para ganarse la vida. El mismo
entorno social no me dejaba otra salida. La prostitución es terrible, porque
trae la droga y el alcohol, es la única manera de poder sostener tu cuerpo”.
Cuando finalmente pudo salir de ese ambiente, “tuve varios
meses depresiva hasta que finalmente me enteré que en la oficina de Empleo de
la Municipalidad, había posibilidades para los jóvenes de conseguir trabajo con
la finalidad de poder seguir estudiando. En los talleres conoció a otras
personas, intercambiábamos y debatíamos ideas. Finalmente decidí terminar la
secundaria y comencé junto a una amiga, recorrimos cinco colegios nocturnos y
en ninguno encontramos banco.
Lo que sucedía era que como yo entraba al colegio maquillada
y vestida de mujer, ningún directivo me quería tener. Volví a la Dirección de
Empleo para contarle lo que me estaba pasando, ellos se contactaron con la
directora de Educación de Adultos y finalmente pude conseguir un banco y me di
cuenta que había lugar de sobra en el turno noche”.
Recordó que: “en el primer día de clases la directora me
dijo que me tomaba con la condición de que no fuera al baño de mujeres y de
varones, sólo podía usar el baño de profesores, pero por supuesto que no le
hice caso y utilicé el baño de mujeres de la escuela”.
Al terminar el bachillerato acelerado de adultos, Soraya
decidió seguir estudiando para enfermera, pero tampoco le fue fácil poder pagar
su carrera pese a que tenía una beca, pero no era suficiente. Trabajó en un
hogar de ancianos como servicio de limpieza, en una veterinaria y en la
Guardería Nazareth al cuidado de niños, interactuando con las monjas y laicos
consagrados.
El 4 de marzo de 2016, por fin alcanzó la tan ansiada meta
de obtener el título de enfermera.
“Hoy trato de contener a otras chicas trans, para que puedan
salir de la prostitución pero no es fácil. Ellas me toman como un ejemplo de
vida a seguir, porque yo provengo de un hogar muy pobre y tuve que hacer un
gran esfuerzo para poder pagarme los estudios. En todos los ámbitos sufrimos
discriminación y no es fácil poder estar en un lugar en donde la gente te mira
y sientes que se están burlando de ti”, remarcó.
Fuente
https://www.diarioelargentino.com.ar/noticias/182821/Noticia
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