La Zwi migdal, trafico humano del siglo pasado
La de la Zwi Migdal es la historia de la esclavitud de la era moderna y tambien la evocación de una mentira
que recorrió los puertos de Nueva York, La Habana, San Pablo, Río de
Janeiro, Santos, Porto Alegre y Buenos Aires, constituyendo la
organización de trata de blancas mas importantes de la historia de
nuestro continente.
Con la palabra "América" como última posibilidad, Noé Trauman llegó a
la Argentina con documentos falsificados en Mayo de 1906, prófugo de la policía
secreta del zar Nicolás II. Dejaba para siempre en su Polonia natal un pasado
anarquista que lo llevó al reconocimiento popular
por sus intervenciones de acción directa, pero también por su nivel intelectual
que legitimó polemizando públicamente con íconos como Bakunín y hasta con el ideólogo
del marxismo ruso Pléjanov.
Trauman era uno de los dos millones y medio de inmigrantes europeos que llegaron a la Argentina durante las dos primeras décadas del siglo.
Trauman era uno de los dos millones y medio de inmigrantes europeos que llegaron a la Argentina durante las dos primeras décadas del siglo.
Noe Trauman |
Los
primeros años de aquel siglo fueron de un florecimiento económico que forjaría
una burguesía que miraba a las grandes capitales
europeas y plagiaba cada una de sus costumbres. Buenos Aires pretendía ser
cosmopolita a fuerza de copia y consumo y la prostitución aún no estaba
reglamentada en el país, siendo considerada una forma de diversión privada y
personal, sólo criticada por instituciones moralistas, que por otra parte
cuestionaban casi todas las formas de placer que no estuviesen vinculadas con
la oración y la misa de los domingos. El 9 de Agosto de 1911 el diario cordobés
Los Principios clamaba en su editorial, con furiosa indignación, una ley que
prohibiera las casonas de citas. Mejor suerte corría todo aquello que
funcionaba como un espejo del lujo europeo, y la sociedad se permitía saludar
la apertura del Armenonville, un lujosísimo cabaret restaurante inaugurado en
1912 en la antigua avenida Alvear (hoy Libertador) y Tagle.
Conciente del deseo que despertaban las mujeres en la inmensa población masculina, con conocimiento de lo que ocurría en Rosario, con el antecedente que imponían los ateneos franceses y algunas entidades catalanas y a sabiendas de que muchos integrantes de su comunidad se dedicaban a la explotación de mujeres en Brasil desde 1867, Noé Trauman contactó a un puñado de inmigrantes polacos y juntó a ellos creó la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos "Varsovia", instalándose en la avenida Mitre al 400 de Avellaneda. La Sociedad Varsovia obtuvo inmediatamente su personería jurídica con el amparo de su sede y los fundamentos de su acta fundacional: "... la ayuda mutua de todos sus asociados". El verdadero fin sería el desarrollo de una empresa floreciente ideada por Trauman: la "importación de jóvenes polacas" y su posterior explotación ilegal en el ejercicio de la prostitución.
Con el aporte económico de sus primeros asociados, la Varsovia comienza el desarrollo de su negocio. Para eso se sirven de sus contactos familiares en las aldeas polacas, en la misma Varsovia, en Lodz y Cracovia, que se encargan del reclutamiento, con un criterio de selección todavía no del todo afinado, al punto tal de que aún hoy, algún anciano memorioso recuerda que en Ensenada la consigna con la que se invitaba al cliente era: "No mire cara", anunciando en un castellano esquemático que lo poco agraciado de los rostros deparaban sorpresas corporales inimaginables.
La Varsovia comienza a imponerse como una entidad cuyos fines trascienden rápidamente lo comercial. Sus socios participaban socialmente de actividades culturales y políticas, a la vez que pretendían imponer que su profesión sea considerada dentro del rubro comercio, sin ninguna valoración moral sobre la modalidad, habida cuenta de que el Ministerio de Salud, reconocía su existencia. En Rosario en 1911 la Asistencia Pública había revisado a 35 mil mujeres en busca de gonorrea y blenorragia, escandalizando con otra institución condenada socialmente: el Sifilocomío municipal. Así la Varsovia por ser una entidad organizada le convenía al Estado, no solo porque controlaba su propia "mercadería" sino también porque parte de lo recaudado era para la policía y la justicia, instituciones ya entonces tradicionalmente vinculadas con el retorno de dinero por corrupción.
A pesar de que las instituciones de control pretendían ignorar la existencia de la Varsovia, lo que le daba independencia para operar libremente, la comunidad judía no legitimaba a la próspera mutual, que administraba por entonces a 1500 mujeres y el marco político en el que Trauman se había formado le daba la espalda. Por un lado los primeros movimientos anarquistas argentinos lo repudiaban, porque para el pensamiento anarquista la prostitución es una lacra execrable. Por el otro, la propia comunidad lo rechazaba e impedía enterrar a los mutualistas en el cementerio judío de La Tablada y se negaba a casarlos en sus sinagogas. Asimismo la Cancillería de la República de Polonia intimaba al gobierno argentino al cambio de denominación de lo que consideraban una organización de proxenetas exiliados de su país utilizando el nombre de su ciudad emblemática: Varsovia.
La presión forzó a la Varsovia a pensar sus propias instituciones paralelas. Durante la primer década del 900 se producen importantes cambios en el seno de la mutual. En primer lugar se retiran los socios rusos y rumanos fundando la Asquenasum, una asociación mutual de características similares, pero con pupilas llegadas de otras regiones y un trato mucho más rígido. Comenzaría entonces la etapa de enriquecimiento de los asociados judíos polacos, quienes a partir del desplante de su propia comunidad, adquieren un palacete de dos plantas en la Avenida Córdoba 3280, donde funcionaría su sede capitalina, que albergaba en sus amplios ambientes una casa de velatorios, un salón de fiestas y su propia sinagoga con sus propios rabinos que, adherentes de la Varsovia, eran los encargados de casar a los rufianes con las futuras prostitutas. Con ese marco institucional solo faltaba el lugar donde enterrar a sus muertos, ya que el resto de la comunidad no permitía que lo tmeiin, considerados impuros por su condición de rufianes, fuesen enterrados en ninguno de sus cementerios.
Los mutualistas de la Varsovia, enfrentados por completo con el resto de la comunidad, compran terrenos contiguos al Cementerio Israelita de Avellaneda y fundan así su propio campo santo1. Desde entonces rufianes y pupilas vivían su vida dentro de la organización, desde el embarque en puerto europeo hasta el entierro en Buenos Aires.
Conciente del deseo que despertaban las mujeres en la inmensa población masculina, con conocimiento de lo que ocurría en Rosario, con el antecedente que imponían los ateneos franceses y algunas entidades catalanas y a sabiendas de que muchos integrantes de su comunidad se dedicaban a la explotación de mujeres en Brasil desde 1867, Noé Trauman contactó a un puñado de inmigrantes polacos y juntó a ellos creó la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos "Varsovia", instalándose en la avenida Mitre al 400 de Avellaneda. La Sociedad Varsovia obtuvo inmediatamente su personería jurídica con el amparo de su sede y los fundamentos de su acta fundacional: "... la ayuda mutua de todos sus asociados". El verdadero fin sería el desarrollo de una empresa floreciente ideada por Trauman: la "importación de jóvenes polacas" y su posterior explotación ilegal en el ejercicio de la prostitución.
Con el aporte económico de sus primeros asociados, la Varsovia comienza el desarrollo de su negocio. Para eso se sirven de sus contactos familiares en las aldeas polacas, en la misma Varsovia, en Lodz y Cracovia, que se encargan del reclutamiento, con un criterio de selección todavía no del todo afinado, al punto tal de que aún hoy, algún anciano memorioso recuerda que en Ensenada la consigna con la que se invitaba al cliente era: "No mire cara", anunciando en un castellano esquemático que lo poco agraciado de los rostros deparaban sorpresas corporales inimaginables.
La Varsovia comienza a imponerse como una entidad cuyos fines trascienden rápidamente lo comercial. Sus socios participaban socialmente de actividades culturales y políticas, a la vez que pretendían imponer que su profesión sea considerada dentro del rubro comercio, sin ninguna valoración moral sobre la modalidad, habida cuenta de que el Ministerio de Salud, reconocía su existencia. En Rosario en 1911 la Asistencia Pública había revisado a 35 mil mujeres en busca de gonorrea y blenorragia, escandalizando con otra institución condenada socialmente: el Sifilocomío municipal. Así la Varsovia por ser una entidad organizada le convenía al Estado, no solo porque controlaba su propia "mercadería" sino también porque parte de lo recaudado era para la policía y la justicia, instituciones ya entonces tradicionalmente vinculadas con el retorno de dinero por corrupción.
A pesar de que las instituciones de control pretendían ignorar la existencia de la Varsovia, lo que le daba independencia para operar libremente, la comunidad judía no legitimaba a la próspera mutual, que administraba por entonces a 1500 mujeres y el marco político en el que Trauman se había formado le daba la espalda. Por un lado los primeros movimientos anarquistas argentinos lo repudiaban, porque para el pensamiento anarquista la prostitución es una lacra execrable. Por el otro, la propia comunidad lo rechazaba e impedía enterrar a los mutualistas en el cementerio judío de La Tablada y se negaba a casarlos en sus sinagogas. Asimismo la Cancillería de la República de Polonia intimaba al gobierno argentino al cambio de denominación de lo que consideraban una organización de proxenetas exiliados de su país utilizando el nombre de su ciudad emblemática: Varsovia.
La presión forzó a la Varsovia a pensar sus propias instituciones paralelas. Durante la primer década del 900 se producen importantes cambios en el seno de la mutual. En primer lugar se retiran los socios rusos y rumanos fundando la Asquenasum, una asociación mutual de características similares, pero con pupilas llegadas de otras regiones y un trato mucho más rígido. Comenzaría entonces la etapa de enriquecimiento de los asociados judíos polacos, quienes a partir del desplante de su propia comunidad, adquieren un palacete de dos plantas en la Avenida Córdoba 3280, donde funcionaría su sede capitalina, que albergaba en sus amplios ambientes una casa de velatorios, un salón de fiestas y su propia sinagoga con sus propios rabinos que, adherentes de la Varsovia, eran los encargados de casar a los rufianes con las futuras prostitutas. Con ese marco institucional solo faltaba el lugar donde enterrar a sus muertos, ya que el resto de la comunidad no permitía que lo tmeiin, considerados impuros por su condición de rufianes, fuesen enterrados en ninguno de sus cementerios.
Los mutualistas de la Varsovia, enfrentados por completo con el resto de la comunidad, compran terrenos contiguos al Cementerio Israelita de Avellaneda y fundan así su propio campo santo1. Desde entonces rufianes y pupilas vivían su vida dentro de la organización, desde el embarque en puerto europeo hasta el entierro en Buenos Aires.
Sede de Córdoba 3280 |
DIVISIÓN DE TRABAJO
Como toda organización empresaria, la Varsovia debió desarrollar un cuidadoso sistema de trabajo. Para ello necesitó de una figura central en el andamiaje delictivo: el rufián, delegado por la organización para relacionarse directamente con la mercadería. El rufián, era el encargado de conquistar jovencitas a partir de seducción personal, intuición y conocimiento. Originalmente el rufián, también conocido como cafishio o fioca, no trabajaba en el marco de organizaciones grandes como la Varsovia o la Asquenasum, pero su modo de trabajar, que consistía en explotar a un número de mujeres sin descuidar su tarea de captar nuevas pupilas, fue rápidamente adoptado por la Varsovia.
Rufián y pupila conformaban un sistema de relación conocido como "pareja tutelar", en la que la mujer ponía el trabajo activo mientras el rufián regenteaba nuevos lugares en busca de la mercadería, en un rol pasivo que lo identificaría para siempre con la figura del mantenido2.
Para la Varsovia era indispensable dentro de su estructura, la presencia de rufianes, que a su vez contactaban en Europa con corresponsales y correos. Al llegar a las aldeas del Este europeo, las corresponsales marcaban a las doncellas disponibles. Entonces el rufián, presentado en los pueblos como comerciante del rubro "importador de pieles", acordaba su noviazgo con los padres de las jóvenes y rápidamente las pedía en matrimonio. Parte de sus condiciones, bajo el acuerdo de enviar dinero desde América, era casamiento en la Argentina. Los futuros suegros, ahogados por la necesidad, acordaban cualquier cosa.
Las pupilas que llegaban a los puertos brasileños, desembarcaban procedentes de Marsella y París luego de haber sido iniciadas durante un par de semanas en su futuro oficio sudamericano. Lo mismo ocurría con los rufianes que se embarcaban a Norteamérica.
En el caso argentino el regreso de los rufianes solo se justificaba por la cantidad de mujeres, que llegadas a Buenos Aires eran inmediatamente rematadas por lotes, previo casamiento en la sinagoga de la calle Córdoba, para iniciar su período de ablandamiento durante dos semanas.
Arribadas por docenas, el remate se efectuaba en Capital con una cotización fijada en libras esterlinas e inmediatamente debían transformar sus sueños de progreso en servicio sexual.
La ciudad de Buenos Aires representaba sólo el centro de un organigrama planteado según el comportamiento de las pupilas. En los remates los lotes estaban integrados tanto por novicias como pupilas retobadas que eran castigadas por mala conducta (hurto, desobediencia, amenaza con denuncia judicial). Las que no eran compradas se las mandaba a los prostíbulos de provincia e inclusive a la Patagonia. En la localidad bonaerense de Tres Arroyos había un prostíbulo especial para "castigadas" que contaba con una veintena de mujeres. Un anciano lugareño recuerda una prostituta húngara que había pasado por mas de quince pueblos por mala conducta: "...haciendo la vida desde los 16 años. Ha conocido prostíbulos de Rosario, Santa Fe, Paraná, Concordia, Bahía Blanca, Córdoba y Casilda3." La anécdota es recordada puesto que la joven había estado en manos del Tesorero General de la Varsovia, Achiel Moustowsky.
El interior de la provincia de Buenos Aires era regenteado por los mas importantes representantes de la organización entre los que se destacaba Kloter Leille, comerciante cercano a Trauman y Moustowsky y propietario de veinte prostíbulos esparcidos en Benito Juárez, González Cháves, Tres Arroyos, Olavaria y Bahía Blanca.
De todas las poblaciones entre las que se esparcía la esclavitud transformada en negocio se destacan no solo la Capital Federal sino también San Fernando y muy especialmente Rosario, que alrededor de 1912 comienza a centralizar una zona dedicada a la prostitución en el barrio de Pichincha.
La zona de Rosario Norte representaba el centro prostibulario del país, llegando a figurar incluso en guías turísticas impresas en Europa, que consignaban entre sus recomendaciones: "Argentina, Rosario, Pichincha", antecedente de una idea de zona roja que se desarrollaría con el tiempo.
Si bien en 1915 el 70% de su población era masculina había ciertos supuestos teóricos de parte del Estado, que sostenía que eran necesarias las prostitutas para evitar desbordes, el caso rosarino guardaba algunas particularidades que le complicaban el negocio a los mutualistas de la Varsovia.
En Rosario convivían todos los grupos de explotación de mujeres que residían en el país, pero el monopolio era de los rufianes franceses, conocedores del mundillo portuario y denominados desde entonces por la jerga rosarina como "panzones"4. La zona norte de Rosario caracterizó otro tipo de rufián, representado por su condición de criollo. El rufián criollo tenía una doble aptitud para relacionarse con la ilegalidad, ya que no solo era rufián sino que también era guapo. A diferencia del resto de los inmigrantes puestos a explotadores, que enmascaraban su profesión ilegal con negocios y profesiones comerciales, la forma de trabajo del rufián criollo lo vinculaba con la política.
Cuatro detenidos de la organización. Diario Crítica 1930 |
Los mutualistas judíos se enfrentaban a una competencia propia de la fauna rosarina, que incluía, en las afueras de la ciudad, lejos de las luces y la vorágine sexual diaria, un suburbio conocido como "La Ciudad Perdida", barrio bajo cuya característica eran sus calles de tierra y el olor a permanganato usado para la higiene que salía de entre sus cortinados. Sin embargo el prestigio de la Varsovia estaba dado por la célebre casa de citas Madame Safo, manejado por Malatesta, testaferro de la mutual y su esposa, la dama que le diera nombre al lugar. El Madame Safo ostentaba un plantel de treinta jóvenes mujeres y habitaciones tapizadas de alfombras y gobelinos con espejos en el techo. Su plantel era dócil, integrado por blanquísimas jovencitas europeas que costaban cinco pesos la lata5, la cifra más cara abonada por un placer sexual tan ilimitado, que algún memorioso santafesino recuerda la pregunta: "¿Con peguito o sin peguito?", en clara alusión a un tipo definido de cliente, denominado actualmente zoofílico, conocido entonces como reventado6.
El ribereño poblado bonaerense de San Fernando era un lugar igualmente regenteado por la organización de judíos polacos. Pero la Capital Federal seguía siendo el lugar clave desde donde operar. Bajo el lema: "Rufián en la calle, señor en la casa" los mutualistas se mezclaban con la comunidad israelita que se iba corriendo hacia la zona lindera de la estación ferroviaria Once de Septiembre, conformando el gueto del Once. Los alrededores de Plaza Miserere centralizaban la actividad comercial de turcos y judíos extendiendo su zona de desarrollo hasta el centro.
Pero su existencia dejó una marca imborrable en nuestra literatura. Largas charlas en la Confitería Las Violetas entre Noé Trauman y el periodista del diario Crítica, Roberto Arlt, dieron como resultado el personaje de Haffner, el Rufián Melancólico de su novela Los Siete Locos. El Rufián Melancólico de Arlt se dibuja a partir del pasado anarco de Trauman y su posterior desarrollo comercial. Dice su criatura: "el poder de ésta sociedad no derivará de lo que los socios quieran dar, sino de los prostíbulos anexos a cada célula. (...) Los prostíbulos producirán ingresos como para mantener las crecientes ramificaciones de la sociedad. En la cordillera estableceremos una colonia revolucionaria. Allí los novicios seguirán cursos de táctica ácrata, propaganda revolucionaria, ingeniería militar, instalaciones industriales, de manera que estos asociados el día que salgan de la colonia puedan establecer en cualquier parte una rama de la sociedad... ¿Me entiende? La sociedad secreta tendrá su academia, la academia de los revolucionarios7"
Trauman prefirió, en la vida real, poner la pedagogía al servicio del placer del cliente, entendiendo la acción directa como algo mucho más divertido.
Fuente
http://www.documentalistas.org.ar/notaescritos.shtml?sh_itm=4d395582aa194b969ff3ed887b735b0b
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