La pornografía es
parte del sistema prostituyente, una máquina que enriquece a unos pocos y lastima, muchas veces de manera irreparable, a tanto/as otro/as. Lejos de los
vidrios de colores con que nos quieren crear la ilusión de buen vivir,
lujos, comodidades y placer, sobre todo mucho placer, la verdad es muy otra,
tan sórdida que no queremos conocerla y la seguimos dejando oculta.
La pornografía es una
herramienta de control social, penetra nuestra subjetividad y nos dice qué tipo
de relaciones debemos entablar entre hombres y mujeres, quien es activo y quien
pasiva, sumisa, quién el dueño del placer. Nos alecciona y condiciona quitando
vitalidad al deseo sexual, llevándolo por el camino que la sociedad quiere para
que deje de ser liberador, expansivo.
Esta nota nos muestra
apenas un signo de todo esto.
Alberto B Ilieff
¿De qué trabaja una
actriz porno cuando ya no puede rodar películas?
“Con mi primera escena porno, gané 350 euros con solo una
felación, pero era tan violenta que vomité”, recuerda Diana. Años más tarde,
Diana dejo la pornografía. "El primer trabajo serio fue en una
multinacional de ropa, pero me echaron en una semana, porque venían tíos que me
reconocían, porque me habían puesto en un foro de prostitutas”.
DAVID NAVARRO | @madnavarro | Madrid | Actualizado el
03/07/2018
A sus 36 años Diana no ha cotizado demasiado pese a que
lleva trabajando desde los 19. Fue actriz porno hasta los 32, cuando decidió
que era el momento de cambiar de vida y empezar una nueva etapa. No es una
estrella mediática del porno, ni tiene su propia productora, es una currante
más que un día decide cambiar su vida, pero el porno te atrapa.
Diana no se llama Diana realmente, pero tampoco es su nombre
artístico. Es el nombre que ella misma ha elegido para aparecer en este
reportaje, porque pese a que no oculta su vida anterior, no pretende
convertirse en un ejemplo para nadie, ni quiere que le reprochen cuánto ganó o
qué cosas ha tenido que hacer. De hecho, Diana ha tardado más de dos meses en
responder y aceptar aparecer en este reportaje.
La primera escena porno que rodó fue con un productor
francés, y no era una escena en sí misma, sino que formaba parte de un casting
grabado. Sin saber realmente si ya habían empezado a grabar, lo que ella vivió
es lo más parecido a una violación.
“La felación era tan fuerte que vomité, y eso era lo que
buscaban, a todo el mundo le pareció bien”. Su primer porno no era muy común,
era sólo una felación pero con la intención de hacerlo de la forma más violenta
posible y grabarlo. “Gané con 350 euros con solo una felación”, recuerda Diana.
Durante los siguientes años ha grabado más de 300 escenas. Y
ha cobrado de media de 500 euros. “Todo depende de cuánto tengas que hacer, y
si ya les conoces y sabes que te van a llamar de continuo, gana menos. Lo menos
que he ganado por una escena han sido 200”.
Si cogemos la calculadora, nos sale que en el mejor de los
casos, Diana podría haber ganado unos 150.000 euros en 10 años. No suena mal,
pero eso son solo 15.000 euros al año, que no es mucho.
“Yo he grabado solo en España, pero para vídeos, webs y peep
shows de varios países. He grabado con gente de Italia, de Francia y de
Alemania, en Madrid, en Barcelona, Valencia y en Ibiza”, explica Diana.
“No voy a decir que todas las actrices porno ejerzan la
prostitución, porque no es en absoluto el caso, pero yo y muchas chicas lo
hemos hecho de forma esporádica para complementar lo que se gana en el porno”.
Ser reconocida es un reclamo publicitario, las pornstars que también ejercen la
prostitución pueden pedir mucho más, porque son reconocidas.
El día en el que Diana decide cambiar de vida es cuando una
de sus compañeras descubre tener una enfermedad de transmisión sexual y a la
vez, en la misma semana, Diana tiene un problema con su prótesis de pecho, una
infección bastante urgente.
El médico le alerta sobre que tienen que operarle para
cambiársela porque está en mal estado.
“En solo una semana te sientes la persona más tonta del
mundo. Sientes que has metido la pata por jugar con tu cuerpo, porque si mi
amiga está como está, yo podría estar igual. Y además, yo tuve una infección de
pecho muy grave por la prótesis, y eso me hizo pensar en qué estaba haciendo
con mi cuerpo, y si todo esto tiene sentido”, reflexiona Diana.
Además reconoce que desde los 19 años no ha tenido una
relación amorosa estable en la que pudiera sentirse realmente cómoda, por su
profesión.
Diana se gastó parte del dinero que tenía ahorrado en la
operación para cambiarse la prótesis, y estuvo tres meses sin poder trabajar,
por el post-operatorio de la cicatriz. Y fue entonces cuando, a los 32 años,
decidió cortar por lo sano y no volver a grabar. Aunque Diana reconoce que
hacía tiempo que no le llamaban como antes.
Echó currículums a trabajos comunes. “El problema es que con
una 110 de pecho, tatuajes, sin estudios y con ninguna experiencia en nada que
no sea el porno, no te cogen en ningún sitio. No sabes qué decir cuando te
preguntan ¿pero tú en qué has trabajado antes? Con 32 años tuve que empezar
desde la nada”.
El primer trabajo “serio” fue en una famosa multinacional de
ropa, “Y me echaron en una semana, porque venía gente a vacilarme, tíos que me
reconocían, hasta que me enteré que habían puesto donde trabajaba en un foro de
prostitutas”.
Después Diana pasó un par de meses estirando lo poco que
tenía ahorrado, hasta que encontró trabajo en un call center, pero no pasó el
periodo de prueba, pidió algún dinero prestado, y llegó un momento que se vio
sin nada. “Debía tanto dinero y necesitaba tanto para salir a flote que acepté
un trabajo de animación sexual haciendo algo que jamás había querido hacer en
el porno, un bukkake, algo que ahora no volvería hacer jamás, por mal que me
viera”.
Durante un año Diana se dedicó únicamente a la prostitución.
“Hay dos foros de putas donde es fácil encontrar clientes si has sido actriz
porno, hay una sección especial para eso, y si te curras bien a los primeros,
te ponen buenas puntuaciones y así la gente se anima más y puedes ir subiendo
la tarifa”.
Diana reconoce que el tiempo en el que tuvo que ejercer la
prostitución después de cortar con la pornografía fue el más duro de su vida,
porque ahora ya no era un complemento si no que era su profesión.
“Mientras tanto empecé a trabajar como stripper, en shows
para despedidas de soltero o en shows lésbicos con una amiga".
"Aunque no dejé del todo la prostitución por lo menos
hasta un año más. En un show de stripper se pueden cobrar hasta 150 euros por
unas coreografías. Pero el final feliz son otros 150 por chico, así que en un
bolo de despedida de soltero te podías sacar fácil casi los 500, sin que nadie
te grabe”.
Diana después consiguió un trabajo en un local nocturno,
como imagen y relaciones públicas. Es un buen reclamo para quienes pueden
reconocerla del porno. Ella simplemente tiene que dejarse ver entre el público,
y actuar como una anfitriona.
“No me molesta que alguna gente me reconozca o me vacile,
porque sé que estoy ahí por eso, pero lo importante es que no tengo que hacer
nada más”.
Durante este tiempo, Diana compagina su trabajo como
relaciones públicas de locales nocturnos con los shows eróticos, y actualmente
no mantienen ningún tipo de relación sexual en el trabajo.
“Los shows eróticos lo veo como una profesión artística, es
un show, y lo más importante: no tengo que tocar a ningún tío”.
Le preguntamos: ¿te ves así muchos años más? “No, ser
relaciones públicas o stripper no durará, pero no sé por donde seguiré buscando
y qué hacer con mi vida”.
https://www.lasexta.com/tribus-ocultas/artes/hay-vida-despues-del-porno_201806295b3af59e0cf27a144e84f2c0.html
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